Angela estaba por demás llena de nervios.
Tenerlo tan junto a su cuerpo la hacía sentir no incómoda, sino temblorosa, su aroma, ese tan varonil que hacía a Angela recordar aquella noche, esos besos, ese aroma que la impregno durante la noche y que la hizo descansar sintiéndose tan segura, ya que por alguna razón él había curado algo que no había roto, sin imaginarlo Andrew le había dado la fuerza para ponerse de pie y pensar en poner en su lugar a Graham, quien la había lastimado solo por dinero, por pensar que al igual que otras mujeres ella solo se interesaba en ello.
— Necesitamos hablar.
Decía Andrew con esa voz que parecía endulzar y hacer un cosquilleo en los oídos de Angela, ella no podía estar así de cerca de él, se puso de pie y respiro profundamente, el tenía algo que la debilitaba, y no deseaba perder el control, algo en el era distinto a cualquier hombre, la seducía con solo mirarla, no podía evitar recordar aquella noche llena de caricias, no podía ser amor, él no podía amarla, quizá solo sentía culpa por haber estado con ella en aquel estado, ebria y triste, si eso debería ser.
— Quisiera dejar en claro que no tienes por qué disculparte, o sentir culpa alguna de lo que sucedió, yo accedí y todo está bien Andrew.
Angela estaba nerviosa, pero al escucharla Andrew sintió como si ella se disculpara por lo sucedido, él no sentía culpa, o quizá si, no lo sabía, solo podía pensar en ella, en aquella noche que lo había enloquecido, y que no lo dejaba respirar al no tenerla cerca, se preguntó si Angela estaría arrepentida, quizá ahora lo consideraba como una equivocación.
Al igual que ella él se puso de pie y se acercó a Angela que observaba por la ventana hacia fuera, hacia la nada, pensativa porque no sabía como manejar lo que estaba sintiendo.
— ¿Culpa? ¿Eso es lo que sientes? ¿Te sientes mal por lo que sucedió? ¿Arrepentida?
Angela suspiro pesadamente, no sentía nada de eso, la realidad era que había disfrutado mucho esos momentos al lado de Andrew, pero inconscientemente tenía temor sobre lo que él pudiera pensar sobre ella, estaba confundida y no sabía como manejar la situación.
— La verdad es que.... No lo sé, sinceramente han pasado muchas cosas y la realidad es que yo...
Pero Andrew no pudo evitar reaccionar al ver el rostro de Angela, ella parecía confundida, triste, nerviosa, podía más el sentimiento de protección, de deseo por ella que cualquier otra cosa.
Sin pensarlo, sin meditar que estaban en una sala de juntas y que en cualquier momento Esteban podría regresar, Andrew tomo de la cintura a Angela y la acerco a el hasta probar una vez más esos deliciosos y rojos labios gruesos, ella era hermosa, una Diosa que él no sentía merecer, pero de la cual no podía alejarse, quizá merecía una bofetada por su arrebato, por besarle sin pedir permiso, pero él era así, no podía evitar sentir ese deseo que lo desarmaba, que no lo hacía pensar consciente mente sobre absolutamente nada más que ella en ese lugar a solas con él.
Andrew intensificaba el beso colocando una de sus manos sobre la cintura de Angela y la otra en su espalda alta, acariciando y besando al mismo tiempo, Angela sin poder evitarlo dejo escapar un gemido, se separó un poco de Andrew con la respiración entre cortada solo para ver en los ojos de ese impresionante hombre esa mirada animal, esa mirada que ahora era lasciva, seductora, llena de deseo que la hacía latir con tanta fuerza el corazón que parecía saldría en cualquier momento de su pecho.
Ambos compartían esa respiración agitada, esa que demostraba que ambos sentían el mismo deseo por estar juntos nuevamente.
Andrew no podía evitarlo, volvió a robar los labios de Angela, ese beso tan apasionado hacía que Angela se humedeciera de manera inmediata, dejando escapar pequeños gemidos que a él lo ponían aún más caliente cada vez.
Andrew sintió ese último gemido tan a su raíz, tan dentro, podían ambos sentir el calor que sus cuerpos provocaban, él la tomo entre sus brazos y la llevo encima de la mesa donde lanzo los documentos y carpetas para hacer espacio, no le interesaba nada más que esa hermosa mujer que parecía sentir el mismo deseo que él en ese momento.
Angela se desconocía, que era lo que Andrew provocaba en ella que la hacía ser tan inhibida, tan seductora sin imaginárselo, él la enloquecía con esos besos tan llenos de pasión, lo deseaba, aun que quizá era un error era lo que su cuerpo le pedía.
Andrew se abrió espacio entre las piernas de Angela, su hombría deseaba salir mientras ella estaba sentada sobre esa enorme mesa color chocolate.
Andrew se desajustó el cinturón, un m*****o endurecido hizo que Angela tragara con dificultad, con ella no necesitaba un oral para comenzar a sentir deseo, Angela con su sola presencia lo alteraba de maneras increíbles.
— No es arrepentimiento, ni siquiera lamento lo que sucedió, lo haría una y mil veces porque tú me enloqueces, haría lo que fuese por ti, pondría el mundo entero a tus pies si así lo deseas, que me has hecho Angela que no puedo olvidar lo que sucedió, a la mierda todo!! ¡Solo quiero hacerte mía preciosa!!
Angela sentía como su cuerpo se calentaba aún más con esas palabras, era verdad? ¿El no sentía arrepentimiento o culpas por lo que sucedió? No lo pensó demasiado, pues de un segundo a otro ese m*****o de poderoso tamaño comenzó a penetrarla con fuerza, sintió un dolor tan placentero que se aferró al cuello rodeando por sus brazos a ese hombre frente a ella, Andrew comenzó a moverse, a penetrar duramente ese perfecto cuerpo de la mujer más hermosa que jamás había conocido, Angela lo enloquecía al punto de desearla como lo hacía, de necesitar desesperadamente estar con ella, no sabía si era amor, no tenía idea de lo que estaba sucediendo con él, lo único que sabía con certeza era que no podía estar lejos de ella, mucho menos permitir que nadie más tuviera ese placer, ese cuerpo, a esa hermosa persona que lo tenía al filo de la locura por no poder hacerla suya.
¡Oh, Andrew!! ¡Por favor podrían entrar aquí y!!
Pero eso a él no le importaba, incluso a ella, que estaba abrazada a él por completo sintiendo cada golpe de su abdomen contra el vientre de Angela, era maravilloso, era increíble las sensaciones que se apoderaban de ambos, como si sus cuerpos hubiesen siempre esperado por el otro.
— Eres mía Angela, nadie más tendrá este placer jamás, te juro que eres la única mujer que hace que cometa estas locuras preciosa.
Angela gemía más y más intentando acallarse, pero no lograba hacerlo, para su fortuna aquella sala no dejaría salir un solo ruido al exterior, se manejaban asuntos importantes y por lo tanto había sido construida para evitar que cualquiera pudiese pararse en la puerta a escuchar.
— Ah, Ah, Ah, Ah....
Esos dulces gemidos que a Andrew lo enloquecían aún más y más mientras la hacía suya.
Tomo a Angela de las nalgas y la llevo contra la pared, siguió haciéndola suya golpeando su espalda contra la pared una y otra vez, pero sin lastimarla, pues su mano amortiguaba cada golpe, Angela estaba tan perdida en esos momentos, ese maravilloso placer la cegaba por completo, no podía dejar de hacerla suya, cada penetración era mejor que la anterior, atrapaba sus labios acallando esos gemidos solo con besos, aquello era increíble, y Angela solo se dejaba llevar por esa locura que solo esperaba no terminara en una tragedia...
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