Donatello observó con satisfacción mientras los guardias de seguridad arrastraban a Dante fuera del bar. Se limpió la sangre del labio con el dorso de la mano, una sonrisa perversa apareció en sus labios.
El dolor y la ira en los ojos de su hermano habían sido un bálsamo para su alma atormentada, la muerte de Andrea eran su aliciente para odiar a Dante.
Después de años de sufrimiento, de noches en vela plagadas de recuerdos y remordimientos, por fin estaba logrando su ansiada venganza.
Pero no era suficiente. Nunca sería suficiente hasta que Dante sintiera el mismo desgarrador dolor que él había sentido. Hasta que experimentara en carne propia lo que significaba perderlo todo, ser destruido por las acciones de alguien a quien amaba.
Y ahora, gracias a ese pequeño enfrent……
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