Serem espero en silencio que algo pasara. Que alguien entrara por aquella puerta, y prácticamente se agazapó esperando el momento de luchar, porque si tenía que abandonar allí su virtud… al menos lucharía con uñas y dientes.
Las palabras de Margaret latían en su cabeza. No sabía que había querido decir con eso de negociar con Pierro , pero llegado el momento las verdaderas intenciones de aquel hombre serían develadas.
Nadie podía gastar la descabellada cantidad de trescientos mil euros por una mujer… para dejarla marchar a los pocos días. Eso era rídiculo, e incluso una ingenua como ella lo sabía.
Claro que quizás la llenaría de lujos, porque ese era su modo de vida, y aquello era nada para él. Ya más tarde que temprano cobraría lo que creía suyo.
Con aquel tortuoso pensamiento en la mente,……
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