“Cuando tus familiares son escasos y amados, es invaluable el tiempo con esas personas y cada tambaleo que puedan tener, hará que tu corazón quede helado, con temor a perderlas.”
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Era una noche un poco fría, pues, empezaban a caer gotas de una tormenta que se venía aproximando. Diana iba llegando a casa después de su jornada laboral, colocó su mochila al lado del sofá y se tiró a quitarse los tenis, le dolían los pies. Escuchó un ruido venir de la cocina, de vidrio rompiéndose, luego su abuela quejarse y de un brinco salió a ver qué sucedía. Cuando entra a la cocina ve sangre por todos lados y el poco color de su rostro desapareció.
—¡Abuela! —Se acercó rápidamente a Dorothy, quien se había sentado en una sillita de madera, alejada del vidrio.
—Oh Dianita, qué torpe... Sé me cay……
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