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Domando a la Bestia Millonaria

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Blurb

Sean Thompson, es un atractivo millonario, ex militar, frio, arrogante y malhumorado. Después de que un accidente lo dejara mal herido, perdiendo una de sus piernas, lo único que quiere es que lo dejen en paz. Sin embargo, su hermano insiste en que ya es tiempo de que tome su papel más importante en el negocio familiar.

Emma Walker tiene una pequeña agencia que se encarga de prestar servicios de asistencia a empresas donde se requiere de una asistente personal que organice las agendas y el trabajo de los CEOs. La agencia de empleo de Emma no puede darse el lujo de perder el contrato con los Thompson, a sí que, su plan es asumir personalmente el papel de ser la asistente de Sean, para así asegurar su reputación entre la elite adinerada de California y su pequeña compañía no se valla a la quiebra..

Cuando estos dos se encuentran, surge una atracción abrasadora entre ellos y pronto se encontraran mezclando los negocios con el placer de la manera mas deliciosa y excitante.

La terca Emma, no dejara que este engreído millonario haga que su negocio fracase, así que no descansará hasta domar a la bestia millonaria.

¿Lo lograra?

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1 - No quiero interrupciones -
Las llamas de la chimenea estaban casi extinguidas. Las cortinas corridas en las altas ventanas de mi oficina. La lluvia golpea el cristal, proporcionando un telón de fondo relajante para mi trabajo. Picoteo el teclado, con mi mente en un correo electrónico, cuando una voz tranquila y tímida se eleva en la oscuridad. -Señor... ¿Thompson?- La lámpara del escritorio y un rayo de luz natural se abrieron paso mas allá de la entrada sin puerta de mi oficina. Mi asistente temporal más reciente estaba bloqueando esa luz. Su sombra era una cuña larga y estrecha. - Erick Thompson llamó - dice mientras entra en mi oficina. -Su hermano- Ruedo los ojos, como si no supiera quién es, y necesitará que me o aclararan. - Se quien es Erick Thompson, Marie- - El me pidió que...- Su pequeña voz se hizo más pequeña hasta que desapareció por completo. La razón que hizo eso fue; porque respire hondo y retumbando me levanto de mi escritorio despacio. Qué nunca me digan que la intimidación no es una forma de arte. Mantuve mis ojos en la mujer que ahora estaba de pie al otro lado de mi escritorio. Era joven, como de unos veinte años, y por lo que había deducido en las últimas ocho horas desde que había comenzado en este puesto, era débil. Apostaría a que podría acabar con esta en un tiempo récord. No es que le estuviera siguiendo la pista, aunque tal vez debería de hacerlo. Me estoy volviendo bueno en esto. Exhalo el mismo aliento, manteniendo el labio fruncido y la expresión dura. Dejo que mi respiración termine en un gruñido. -¿Qué te dije esta mañana?- pregunto con voz letal. Mi pobre, asistente personal que me estaba irritando masivamente, parpadeo con sus grandes ojos de venado. -No es por interrumpirlo, pero señor Thompson…- -No, querías interrumpirme- Hice un espectáculo de enderezar los hombros y cojear alrededor de la mesa. Su mirada se deslizo hacia la prótesis al final de mi pierna derecha mientras yo fingía cojear. digo que fingía, por que desde hace tiempo que no cojeo, yo mismo me había entrenado para no hacerlo. La chica me encontró más intimídate cuando le recordé, que era un amputado. Siempre he usado esto a mi favor en más de una ocasión. -¿Parezco que necesito que me molesten con preguntas triviales, Marie?- -N... no, señor, pero se trata de Hoteles Thompson y me contrataron para...- -Tu, respondes ante mi- le digo golpeado. -No me importa si es una nota del presidente. Pedí que no me interrumpieran y cuando pido que no me interrumpan. Espero que no me interrumpan- -Pero la reunión de le mesa...- Marie se apago, sus ojos parpadearon mas rápidos para evitar las lágrimas. Ya imagino que cuanto antes llegará la noticia a mi hermano de que la novena.. ¿o era la décima? asistente que puso pie en almacén de Sean, salió llorando. Bien, no estoy interesado en ocupar un puesto en los Hoteles Thompson, por razones personales, que ninguna de las cuales he compartido con ellos. Los hombres testarudos de mi familia no escucharon cuando claramente dije que no, a tomar un puesto en la base de operaciones de los Thompson, por lo que me propuse a demostrar que no lo decía en vano. Cuántas más asistentes enviaba Erick, mas descarado me había vuelto. -El señor Erick Thompson dijo que todo lo que necesita hacer es leer este informe y dar su opinión. Puedo reiterar la conferencia telefónica para usted- dice con una voz chillante. Levanto mi barbilla y la miro fijamente. Ella no sostuvo mi mirada, la suya se movió bruscamente a la izquierda y luego a la derecha y muy apropósito evitando sumergirse en la extremidad que me faltaba por segunda vez. Tomando aire, soltémosles una palabra -Bien- ¿Bien? Las cejas de Marie se levantaron, su expresión fusionando con la esperanza. Era dulce...y estaba a punto de recibir una lección de golpes duros. No siempre he sido tan rígido pero el cambio fue inevitable después de lo que había sucedido. Estaba a punto de ser la receptora del tipo no tan agradable en que me había convertido. -¿Quieres mi opinión? Te daré mi opinión- le paso una mano por la muñeca, le quito la carpeta de su mano y la arrojo a la chimenea. En su mayoría eran brasas, pero una sola llama se arrastro por el borde de la carpeta mientras se deslizaba sobe el piso de concreto. El fuego chisporroteo, hechando humo en lugar de encenderse. Bien eso fue poco impresionante. -Tu ... eres...- Los puños de Marie estaban cerrados a sus costados, sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más mientras temblaba visiblemente. -Escúpelo. No tengo todo el día- -¡Eres un monstruo!- Dio la media vuelta y corrió, si, salió corriendo de mi oficina, través de mi comedor dirigiéndoselo al ascensor del almacén. Salí detrás de la pared de mi oficina para observar toda la escena, con los brazos cruzados sobre el pecho. Hay pocas puertas y paredes en este lugar, así que no había muchos obstáculos que impidieran la vista de otra victoria ganada por Sean "Monstruo" Thompson. De vuelta en mi oficina, pisoteo la carpeta humeante que tenía a mis pies. Una vez de que estuve seguro de que no quemaría mi casa, arroje la carpeta en la papelera al costado de mi escritorio. -Lo siento Erick- dije al aire. Tendrás que arreglártelas sin mi. Se las había arreglado sin mí durante los años que estuve en el extranjero. Mi hermano podría poner un pie delante del siguiente sin mí. Dios sabe que estar fuera no había mejorado mi capacidad para influir en las finanzas. Pero no es por eso que me querían allí. Erick y mi padre, me quieren allí por que creen que Hoteles Thompson eran parte de mi futuro. Un legado, como lo fue ser CEO para Erick. Como hotelería y turismo para Noah. Mi evasión se debe en parte a que había encabezado un proyecto personal considerable y en gran parte a que había encabezado un proyecto personal considerable y en gran parte a que dondequiera que iba, se desarrollaban eventos desafortunados. No estoy listo para derrocar la compañía que mi padre ha convertido en un imperio. Mi teléfono suena con un mensaje de texto de un viejo amigo. Me había contactado a principios de esta semana. Levanto el teléfono y camino sin problemas desde mi escritorio hasta la cocina, leyendo el texto. "Si, sigo en el negocio" El respondió. "Hablemos mas la próxima semana, escoge una fecha". -Por su puesto yo te dejo saber- Guardo el teléfono en mi bolsillo, sintiendo que una carga me baja por los brazos. Desde que había llegado a casa, he estado consumido con el tema de retribuir. Con cambiar el mundo de los hombres y mujeres que habían hecho sacrificios por su país, por sus familias. Hombres y mujeres que habían regresado a casa con menos de lo que teñían antes de irse y se esperaba que volvieran a tener una vida común. Penitencia, podrían argumentar algunos, por todo lo ocurrido en el pasado. No estoy por encima de admitir que esa noche la balanza de mis fracasos es una gran parte de lo que me impulsa mis acciones ahora. Lo que significa que no tengo ningún interés en invertir mi tiempo como jefe de operaciones de los gigantescos Hoteles Thompson. Sin importar cuantos asistentes personales me envíe mi hermano mayor. Me había vuelto un experto en ejecutar Asistentes personales. De hecho, me había vuelto aún más creativo sobre las formas en que podía lograr que renunciaran. Si la pobre Marie se hubiera salido con la suya, ahora mismo residiría en una espeluznante mansión a lo alto de una colina. Los periódicos de chismes murmurarían sobre el bestial y malhumorado hermano Thompson, a quién nadie se atrevía a molestar para no sufrir su ira. Dejo escapar una risa seca, divertido por la curva de mis pensamientos. Después del año que había tenido, eso sonaba mucho como el cielo.

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