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De tuercas y Omegas

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intro-logo
Blurb

Jagger West es un alfa que hizo su propia familia en un motor club sano y destinado meramente a ayudar a otros de la forma en que la policía, no siempre podía ayudar.

Cuando su amigo le pide encontrar a un omega que perdió contacto con su familia, Jagger acepta sin saber que eso le llevaría hacia Spencer Holt, un chico con brillante sonrisa traviesa y personalidad tan esquiva como la de un gato.

La forma en la que el omega parecía constantemente estar rodeado de problemas y aun así enfrentarlos sin pedir ni aceptar la ayuda de nadie, despierta el interés del alfa hasta el punto en que simplemente, no le puede dejar solo.

Como un tipo acercándose a un gato, Jagger es paciente, le da su espacio y a la vez es constante estando al lado del chico, demostrándole que puede confiar en él y que no es necesario que lo enfrente todo solo, pero Spencer viene con su propio equipaje que debe de superar para poder darle la oportunidad a ellos.

Por suerte, Jagger no es nada más que terco y decidido, y él ya ha decidido que ese chico, sería suyo, sin importar la interferencia de terceros y familia idiota que no hacía más que lastimar a su omega con su distancia fría y crueles palabras.

Sus amigos hablan de parejas destinadas ante la fuerte conexión instantánea con el omega, haciendo mención de extrañas señales, pero más que una explicación, a Jagger le interesaba demostrarle a su chico que tenía su hombro para apoyarse y su cuerpo para luchar sus batallas.

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• Está relacionada con las historia "Soldado Amado" y "Soldado Enamorado"

• Tiene menciones, pero no es necesario leer las anteriores para comprender la historia.

• Si tuviera un orden para leer, este seria el tercero.

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Capítulo 1
—¿Cómo les fue con el polluelo? —preguntó el alfa Jagger West, arrodillado frente a una motocicleta a la cual le revisaba los cables de la luz. —Llegó a salvo con su familia y los encargados de llevarlo dijeron que recibieron el pago tal cual como nos habían dicho —respondió inmediatamente Morgan, su mano derecha. —Creí haber dicho que no le cobraríamos al chico —pronunció, dejando lo que estaba haciendo para observar a su amigo con el ceño fruncido. —Los chicos le dijeron al padre —anunció Boris, otro amigo que era su mano izquierda. Si bien, ambos eran alfas también, los dos lo respetaban como líder de su motor club que ellos mismos habían creado ante su necesidad y deseo de ayudar todas aquellas personas que dejaron de creer en el poder judicial, o bien, estos mismos no hacían nada al respecto para ayudarles. No eran el típico club de motocicletas que estaban metidos en la droga, armas y toda esa mierda sucia que constantemente luchaban con la línea de lo legal y la condena, Jagger había creado un pequeño grupo que estaba dispuesto a ayudar a todos aquellos que necesitaban ayuda, creciendo con el tiempo para luego transformarse en una gran familia unida. Sí, tal vez su nombre como club, "Reyes del inframundo" no iba muy de acuerdo con sus ideales, pero eran sus acciones las que contaban después de todo. Jagger era el presidente del club, el líder elegido por todos y manejaba el club con solo tres reglas importantes. 1. Cuida a la familia. 2. No meterse en mierda turbia. 3. No se acepta cualquier muestra de poder contra alguien más débil. Podrían ser reglas simples, pero más de una vez se había roto aunque sea una de ellas y al alfa no le quedó de otra más que tener mano dura a la hora de impartir un castigo. Todos eran una familia unida donde la lealtad prevalecía siempre y él no iba a estar aguantando la mierda de nadie para que luego otros tomaran la oportunidad de hacer lo mismo, y así, terminar convirtiendo su grupo, su familia, en como todos los otros motor club de la ciudad. Podrían verse todos aterradores con sus grandes cuerpos llenos de músculos, tinta, cicatrices y uno que otra perforación, pero eran justos a pesar de su reputación. —¿Por qué aceptaron el pago entonces? —frunció el ceño. —Porque tal parece que el polluelo no le dijo a su padre que consiguió la ayuda de un aterrador grupo de alfas tatuados que lo alejarían de su abusador alfa y lo llevarían con él —explicó Boris, corriendo su largo cabello pelirrojo detrás de su espalda—. El hombre se asustó al verlos y los chicos sabían que si no aceptaban el dinero, solo lo asustarían más. —Nada que hacer entonces —suspiró Jagger. —¿Lo marco como trabajo terminado, entonces? —cuestionó Morgan, sacando su libreta. —Hazlo, y que los chicos se dejen el dinero entre ellos —ordenó—. No creo que haya sido una cifra considerable, siendo que lo tomaron por sorpresa. —Les alcanzará para reponer el estanque cada uno por el viaje que hicieron —expresó Morgan, tachando algo en su libreta—. No tenemos más protegidos, este polluelo era el último del mes —informó. —¿Qué sucede con la pareja que tenía? —cuestionó observando a ambos. —Me encargué de ello con unos chicos —anunció Boris—. Ese alfa podría tener dinero, pero solo se necesitó de una visita a su sofisticada oficina y quedó tranquilo —sonrió malvado. —Mierda, me perdí eso —se lamentó Morgan—. Amo poner en sus lugares a arrogantes alfas pomposos que se creen la gran cosa solo por tener dinero —sonrió ladino, mostrando un inusual hoyuelo en la comisura de sus labios. —Tal vez para la próxima —pronunció Jagger, observando a través de las puertas abiertas de la entrada de su taller mecánico, como un automóvil conocido se detenía—. Esta vez los de uniforme no estaban involucrados, ¿cierto? —cuestionó limpiando sus manos con el trapo que sacó del bolsillo trasero de su pantalón. —No, el chico vino directamente con nosotros porque no creía que la policía le hiciera caso al ser un omega común y su expareja un alfa con dinero —explicó Boris, enderezándose y observando en la misma dirección que su líder—. Ya sabes que en esta sociedad los omegas no tienen mucha palabra solo por ser más sumisos —resopló. Los labios de Jagger se inclinaron hacia abajo en una mueca de disgusto con ello. Y era precisamente por esa injusticia que sufrían los más débiles, que él había creado su familia. —Oficial Ranieri —musitó Jagger, agitando su cabeza hacia el otro alfa. —Detective —corrigió el hombre alto, vestido con un traje a la medida que destacaba su cuerpo trabajado—. ¿Cómo han estado? ¿Se han metido en problema otra vez alguno de tus chicos? —cuestionó. —La última vez fue culpa de tu compañero —gruñó Morgan, cruzando sus brazos y tensando sus músculos—. Ese idiota simplemente lo vio y como tenía tatuajes, tomó a nuestro hermano como delincuente —refunfuñó. —Lo sé, es por eso por lo que mi jefe le obligó a disculparse con ustedes tras aclarar el malentendido —le recordó el detective Ranieri. —Bueno, discúlpame por ser una persona rencorosa —resopló. —Creo que todos somos una persona rencorosa con ese tipo —refunfuñó Boris, igual de irritado que su compañero. —De acuerdo, les dije que dejaran ese asunto atrás a menos que ese idiota volviera a molestar —les recordó Jagger—. Parece que tienes algo de que hablar, vamos a mi oficina —anunció señalando a su espalda. Agradeciendo, el detective Ranieri le siguió a través de taller y tomó asiento en la silla frente al escritorio cuando Jagger se sentó detrás de su escritorio desordenado. —Ignora el desorden, no he estado mucho aquí —expresó, recargándose en el respaldar de su cómodo asiento—. Boris es el tipo de los papeles, no yo. —Está bien, esto no es nada a comparación de mi propia oficina —aseguró, relajándose en su asiento. —¿Y bien? ¿Cuál es tu asunto? —indagó alzando una ceja. El alfa contrario soltó un profundo suspiro y luego pasó una mano por su cabello n***o, peinándolo todo hacia atrás. —Necesito tu ayuda —anunció, observando directamente aquellos ojos grises. —¿Mi ayuda? —repitió—. ¿Algún caso de un omega maltratado que no puedas manejar por la estrecha mente cavernícola de tu superior? —cuestionó, después de todo, era una situación que había pasado anteriormente. —Es algo mucho más grande y peligroso —respondió en un suspiro—. ¿Has visto las noticias últimamente? ¿El caso del par de chicos muertos por supuesta sobredosis? —cuestionó. —Lo vi esta mañana —asintió, sin revelar nada en su rostro. —Bueno, no se trata solo de dos casos, llevamos cinco hasta el momento y tres antes de que llegaran a nuestras manos, lo que le convierte en siete víctimas en total —anunció con pesar—. Y la casa ya se determinó que no es una sobredosis como tal, es una droga alterada en mal estado —explicó—. Lo que no sabemos es si están experimentando en una nueva droga, o solo están vendiendo una de mala calidad haciéndola pasar por una alta —contó. —Suena a que no es algo que deberías de estar contándome —comentó Jagger, inclinándose hacia adelante con atención. —Es porque necesito tu ayuda que te lo estoy contando —indicó. —Deberían de dejar esto al departamento de drogas, hay algo como eso que se encarga específicamente de estas situaciones, ¿no? —argumentó. —La cosa está en que el equipo de laboratorio no determinó esto exactamente como una droga y nuestro equipo está trabajando en un caso más grande, por lo que hasta que el laboratorio de su afirmación de las sustancias que lo colocarían en nuestro campo, le dijeron a mi superior que nosotros deberíamos de encargarnos de ello —explicó algo frustrado. —Unos idiotas como siempre, comprendo —asintió y luego apoyó sus codos en el escritorio para, finalmente, recargar su mentón en sus manos entrelazadas—. ¿En qué quieres nuestra ayuda? —cuestionó directamente. —Gracias —pronunció perdiendo parte de la tensión que invadía su cuerpo visiblemente—. Los chicos que han sido encontrados han estado en esta zona —anunció. —Imposible. —rechazó Jagger de forma tajante—. Cuando nos establecimos en esta calle y tomamos esta zona como nuestra, nos aseguramos de limpiar cada calle de esa mierda porque sabíamos que nos iban a relacionar directamente con ello solo por nuestra apariencia, y nadie en mi familia está en esa mierda —expresó. —Lo sé, pero los chicos han sido encontrados cerca de esta zona, como al límite de donde sé que tienes control —explicó el detective, sacando su celular para mostrarle al otro alfa los lugares—. He enviado a mis agentes a investigar, pero no han encontrado nada en estas semanas, y mi jefe me está presionando por algún progreso —contó. —¿Y cómo quieres que te ayude con esto? ¿Encontrando a quienes están ensuciando mis calles? —cuestionó con tono frío, observando los ojos azules del detective Ranieri. —No es necesario que lo atrapen directamente ustedes, si pueden investigar y encontrar alguna pista que compartir, lo apreciaría mucho —expresó, guardando su celular—. No me gustaría meterlos en problemas por esto. —Podemos hacer eso —asintió Jagger—. Pondré a mis chicos inmediatamente en ello, no me agrada la idea de que personas estúpidas estén ensuciando mis calles —explicó con disgusto. —Gracias —anunció el otro alfa y luego torció sus labios—. Tom no estaba de acuerdo cuando le comenté a mi jefe la posibilidad de pedirte ayuda, así que si se aparece por aquí dando problemas, ignóralo y solo llámame directamente, me encargaré de él —prometió. —Tomaré tu palabra entonces —asintió el alfa, levantándose—. ¿Eso era todo? —Sí —asintió el detective, alzándose también—. Aún mantienes mi número, ¿cierto? —¿Sigue siendo el mismo de la última vez? —preguntó, acompañándolo a la puerta. —Sí, es el mismo. —Entonces, sí —asintió. —De acuerdo, gracias por tu ayuda otra vez —expresó y se despidió de los otros dos alfas que esperaban en el mismo lugar antes de salir del taller. —¿Nuevo trabajo? —preguntó Morgan, observando como el detective se subía al auto y partía. —Tal parece alguien cree que puede meterse en nuestro territorio y vender de su mierda que está matando a personas —anunció con un tono cortante y bajo, uno que exudaba la molestia que estaba sintiendo en ese momento. —¿Quién sería tan idiota para meterse en nuestro territorio? —exclamó Morgan, frunciendo sus cejas tan oscuras como su cabello corto. —Es por el caso de los chicos con sobre dosis, ¿no? —comentó Boris—. Ha estado sonando estos días. —Son siete víctimas las que llevan hasta el momento, y la policía no tiene información alguna que seguir —expresó cruzando sus brazos—. Como los cuerpos han estado relativamente cerca, por no decir al borde de nuestro territorio, el detective Ranieri cree que el problema podría venir de aquí, pero no han encontrado nada —explicó. —Y no lo encontrará en nuestras calles —bufó su mano derecha. —Pero si la cosa está ocurriendo en el límite de nuestro territorio, está la posibilidad —indicó el pelirrojo alfa. —No importa, ya acepté ayudarlo y eso es lo que vamos a hacer —anunció su líder—. Llamen a todos, haremos una junta para hablar al respecto. —Despejaré el club y lo cerraré por hoy —asintió Boris, siendo el primero en irse. —Yo me encargaré de llamar a todos —anunció Morgan, sacando su teléfono mientras se alejaba. Siendo que su familia había crecido hasta tener cuarenta personas que variaban entre alfas, betas y unos pocos omegas, tomaría su tiempo lograr llamar los que no se quedaban en el edificio común que Jagger había comprado junto a otros hermanos para tener un lugar en el cual dormir, hablar, juntarse y entretenerse sin preocuparse por ser un gran grupo de personas. Acercándose a la entrada para cerrar las puertas y cambiar el cartel de "abierto" a "cerrado", el alfa se detuvo al contemplar un conocido auto estacionarse frente a su taller. Cuando contempló a Aiden, un amigo que se había retirado del club bajarse, sonrió saliendo de su taller para recibirle. —Tiempo que no te veía por aquí, hombre —saludo, abrazándolo y golpeando amistosamente su hombro. —Sí, he estado ocupado con mi omega ahora que el pequeño Daniel ha cumplido un año —explicó con una sonrisa cariñosa. —¿Y mi rayito? ¿Cómo es que has logrado salir sin que ella te hubiera visto? —interrogó recordando a la pequeña de casi tres años que era una gota exacta de Casper, la pareja de Aiden. —Mattias con sus hijos nos visitaron y prefirió quedarse con los otros niños —respondió. —¿Y dejaste a tu omega solo en casa con visita? —preguntó alzando una ceja. —De hecho, venía a pedirte un favor —explicó—. En realidad, Devak me lo pidió a mí, pero ambos sabemos que tú tienes las conexiones, no yo —sonrió el otro alfa. —¿Qué sucede? —preguntó con más seriedad. —La pareja de Alan, el tío de Devak, perdió todo contacto con su sobrino hace cuatro meses —anunció—. El chico es un omega y Bianca está preocupada porque parece que ni su familia sabe dónde está y no lo ha visto desde el día que dejó su casa —explicó. —¿No sería mejor llevar esto a la policía? —preguntó cruzando sus brazos. —Lo hicieron —resopló—. Sabes que no todos son justos y su sobrino en un omega de veinticinco años, así que solo asumieron que se fue con un alfa y listo —explicó con disgusto. —Típico, no me sorprendería que quien les atendió fue el idiota de Tom —espetó. —¿El idiota que intentó culpar a tus chicos de un asalto? —recordó Aiden. —El mismo —asintió—. ¿Tienen alguna pista siquiera del chico? —preguntó. —Sabemos que no tenía mucho dinero, por lo que si no volvió con su familia, probablemente se quedó por aquí para juntar más dinero —respondió—. Me enviaron una fotografía del chico, se llama Spencer Holt —expresó, sacando su celular para mostrársela. —¿Realmente tiene veinticinco años? —preguntó Jagger, observando con sorpresa al bonito chico pelinegro con rizos locos e increíbles ojos verde jade que destacaban en esa piel pálida bien cuidada—. Parece más joven, de unos veinte. —Si, también me sorprendió cuando me dijo que tenía más —sonrió—. ¿Qué dices? ¿Puedes ayudar con una miradita por aquí y por allá? —preguntó. —Bien, pero te costará otro tatuaje —anunció luego de restregar pensativamente su mentón barbudo con sus dedos. —Bastardo, ¿es que aún hay lugar en tu cuerpo para otro tatuaje? —se rió el alfa. —Te sorprendería —sonrió—. Pero no es para mí, parece que Boris finalmente ha decidido lo que quiere tatuarse en la espalda y ahora cuesta un mundo entero en conseguir una cita contigo —resopló. —Mi negocio ha mejorado desde que mi dulce omega me ayuda detrás del escritorio —sonrió grande. —Bien, envíame la foto y le diré a mis chicos que tengan un ojo en las calles —aceptó—. Pero para confirmar, ¿realmente no está la posibilidad de que se hubiera ido con un alfa o que esté escapando de uno? —preguntó. —Según Devak, no —respondió Aiden—. Bianca le dijo que el chico solo se fue de un día para otro y ella pensó que había estado con su familia, pero cuando llamó y preguntó por él sin tener respuesta, es que se preocupó —explicó. —Bien, te llamaré cuando tenga noticia alguna —asintió.

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