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Crónicas de Princesa

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La princesa Evangelina está emocionada por iniciar sus estudios en el Cordelia College, un internado ubicado en un castillo medieval en medio del bosque. Pero no son las clases o pasar varios meses lejos del protocolo y la presión de palacio lo que le emociona de iniciar el año escolar ¡No! Lo que a ella realmente le emociona es poder ver más seguido a Lorcan, su novio, el chico con el que está comprometida desde su nacimiento... ¿Qué pasará cuando en su vida se cruce un chico con arete y ningún respeto por la realeza? ¿Qué pasará con Evangelina luego de que este rebelde le salve la vida? ¿Podrá continuar con su compromiso cuando sienta que su corazón comienza a latir por otro?

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Castillos y princesas
Primera Parte: Capítulo 1 Domingo 28 de agosto del 2022 Hoy comienza mi viaje rumbo al Cordelia Wildingham College, un internado en medio de la nada, al lado de un espeso bosque, y con un terreno tan amplio que se podría comparar al más ostentoso de los palacios. Generaciones enteras de mi familia han terminado su formación académica en este internado y por fin ha llegado mi turno. Esta es la última parada antes de comenzar la vida adulta, los verdaderos deberes de la vida que me ha tocado protagonizar. Mamá dice que será una buena experiencia el estar lejos de casa, que me servirá para madurar y acostumbrarme a las largas jornadas fuera de casa. Papá desea que aproveche al máximo estos últimos años de libertad, que lo que vendrá después será muy duro y que espera que, para ese momento, yo haya pasado por todas y cada una de las experiencias que cualquier adolescente dentro de nuestro círculo, pueda pasar. Mis padres a veces discuten sobre ese pensamiento, mamá opina que debo de centrarme más en mis deberes, en caer en la cuenta del rol que me ha tocado por nacimiento; papá, por su parte, dice que mi título no debería de impedirme ser una persona como cualquier otra e intenta usar tu posición como última carta para hacer prevalecer sus palabras. Ninguno de los dos me lo ha preguntado, pero lo cierto es que estoy algo nerviosa de iniciar el semestre, pero sé que tengo que hacerlo y lograrlo con éxito, porque sobre mí cae un gran peso y no puedo defraudar a nadie, tampoco quiero hacerlo. Todo aquello que se supone que tengo que hacer, lo haré de la mejor forma, con la cabeza en alto y saliendo airosa, porque no puedo darme el lujo de fallar, porque mi destino fue escrito desde el día que nací, desde antes de que eso ocurriese diría yo. Así que mi meta para este primer año en Cordelia, será concentrarme en lo que de verdad importa, cumplir con mis obligaciones de la mejor forma, después de todo, eso es lo que se espera de una reina… ***    — Su Alteza Real… Alzo la mirada de mi diario.  — ¿Baronesa? Guardo mi diario en mi bolso a toda velocidad.  — La esperan abajo, su Alteza Real — asiento con la cabeza — Su Majestad, el Rey, dice que ha llegado la hora  — Por supuesto… Me levanto de mi mesa de trabajo.  — No se olvide de sus zapatos… Señala la baronesa con una sonrisita divertida. Vuelvo a asentir con la cabeza, calzándome los zapatos y aferrándome a mi bolso. La baronesa me dedica una última mirada, dedicándome una sonrisa en señal de aprobación por mi vestimenta, todo impecable y sin ninguna arruga. Todo debe de ser perfecto, debo de ser perfecta, no puedo darme el lujo de fallar. Sigo a la baronesa fuera de mi habitación, cruzamos un largo pasillo y descendemos por unas amplias escaleras adornadas con una hermosa alfombra color granate. Respiro hondo, pensando en cada paso que doy, estos son los segundos pares de tacones que estoy utilizando desde que se me indicó que los introducirían a mi guardarropa para las presentaciones en público. Pese a que el tacón no es muy alto, que no hay forma alguna de que me pueda caer, no puedo evitar sentir escalofríos cada vez que debo de usarlo. Mi madre y todas las mujeres de esta familia, se desplazan con tacones tan altos como el Burj Khalifa, se supone que algún día tendré que caminar a todos lados con esos mismos tacones y para ello primero deberé de entrenar mis pies para resistir los que llevo puestos y acostumbrarme a caminar con ellos, tarea que será un tanto difícil en Cordelia dado que ahí tendré que usar un uniforme escolar y mis zapatos apenas y tienen un ligero tacón. Nos detenemos frente a dos enormes puertas de color blanco con detalles dorados, casi todos los picaportes y manijas de este palacio están chapados en oro o son de oro macizo. Mi padre solía decir que era una vergüenza el tener manijas de oro cuando existen muchas personas sin hogar en el país, así que en un acto vandálico que sería conocido como uno de los hechos más bochornosos de la historia de mi familia, pero también uno que impulso hacia arriba la reputación y nos consagró con el pueblo, mi padre robó varias manijas y perillas para donarlas a comedores populares y albergues. Espero algún día poder ser una reina tan amada como lo es él, pues mi padre pasará a la historia como el rey trasgresor, alguien que modernizaría para mejor la monarquía y que se ganaría el corazón de todos. Respiro hondo, viendo cómo la baronesa retrocede lentamente para quedar a varios pasos por detrás de mí. Me acomodo un mechón de cabello detrás de la oreja, centro mi vista en el adorno en forma de flor de lis de la puerta y asiento con la cabeza.  — Su Alteza Real — doy un paso dentro de la habitación — Evangelina Arabella Sophia Anastasia Vaelgaeron — camino hacia mis padres — Princesa de Isteris  — Buenos días papá — hago una reverencia — Buenos días mamá… — repito la reverencia — He llegado a tiempo  — Querida hija, siempre llegas a tiempo — papá bromea, tomando mis manos y depositando un beso en ellas — Me extrañaría que no lo hicieras y si ese día sucede es porque todos en la Tierra fuimos condenados  — El extraño humor de tu padre — mamá suelta una risita — Definitivamente el azul es tu color — quita una pelusa de mi vestido — Tus cosas ya fueron llevadas al auto  — Entendido Contesto, maldiciéndome por dentro, debí de haber revisado mi atuendo en el espejo antes de salir de mi habitación.  — Vamos Lina, sonríe un poco más, hoy comenzarás tu internado en Cordelia — papá me toma por los hombros y me sacude un poco — ¿No has soñado con este día desde que tienes cinco años?  — Lo he hecho Contesto, tambaleándome un poco y reprimiendo con todas mis fuerzas el deseo de reír.  — Querido, le vas a arrugar la ropa a tu hija  Mamá mira con malos ojos a mi padre. A veces pienso que quien debió de haber nacido para ser rey, es mi madre, ella tiene más madera de rey que mi padre, pero él lo ha hecho bien desde que ascendió al trono, así que supongo que él sí nació para ocupar ese lugar, pese a que a veces suele comportarse como bárbaro. Papá me suelta, no sin antes soltar una risita, mamá se apresura a acomodarme la ropa y el cabello. Me gusta el padre que tengo, es una gran persona, pero también creo que no ha terminado de madurar y ahora aprovecha los pocos momentos libres que tiene para comportarse como desea.  — Su Majestad… — Percy, el secretario de mi padre, hace su aparición, caminando hasta él y haciendo una reverencia — La prensa aguarda  — Está bien, no hay que hacerles esperar por más tiempo — papá me mira — ¿Lista?  — Siempre lo estoy Contesto, él me dedica una sonrisa. Papá asiente con la cabeza, saliendo del salón, seguido por mi madre y mi persona. La prensa ha venido a palacio para presenciar el día en que la princesa heredera a la corona americana se despide de su hogar para continuar su educación en el reconocido y prestigioso Cordelia Wildingham College. Las puertas del Castillo de Pravalon se abren, hay cientos de personas del otro lado de las rejas saludando y vitoreando, siempre he creído que es algo impactante tener a la prensa y a cientos de personas aguardando por tu aparición. Alzo mi mano, saludo en todas direcciones al igual que mis padres, siendo guiados al interior del vehículo que nos llevará al aeropuerto y a mi último adiós con mis padres hasta que nos volvamos a ver en las vacaciones de invierno. El auto blindado parte, veo como el Castillo de Pravalon, el lugar que ha sido mi hogar desde el día de mi nacimiento, se aleja cada vez más. Los nervios me vuelven a invadir, respiro hondo para tranquilizarlos. No hay marcha atrás; tal como dijo mi padre, he esperado por este día desde que era pequeña, así que lo único que queda es hacer lo que se supone que tengo que hacer y enorgullecer a la casa Vaelgaeron como lo han hecho otros antes de mí. Mamá me abraza y me dedica una cálida sonrisa, tiene los ojos llenos de lágrimas, papá se ve más tranquilo, aunque que esté mirando por la ventana sin cesar puede ser un indicio de que solo está tratando de mantener la compostura y que se guardará las lágrimas para la almohada. Siempre he oído que dejar que los hijos se vayan del nido es algo triste y hasta traumático para los padres, ver a mi madre llorar quedamente y a mi padre sin dedicarme una sola mirada me deja ver que hay mucha verdad detrás de esa frase. Mis padres me aman y yo a ellos, a mí se me está haciendo igual de difícil que a ellos, pero, al igual que mi padre, prefiero guardar la compostura, ya podré llorar en la privacidad de mi nueva habitación; supongo que es algo de “Herederos al trono” el no poder expresar abiertamente nuestras emociones, mucho menos en público.  — Se entregó una lista de todas tus alergias a la escuela, van a quitar todo lo que contenga nueces del menú — me explica mamá, acomodándome el discreto pasador de cabello que adorna mi cabeza — Y procura elegir una actividad extracurricular que no ponga en riesgo tu vida — asiento a sus palabras — Y recuerda que tienes prohibido cualquier deporte sobre hielo, así que cuando sea invierno y comiencen las actividades invernales, no podrás participar de muchas de ellas  — Lo sé… Sonrío, ella igual. Ambas somos conscientes de esa ley que se creó luego de un trágico accidente que acabó con la vida de un heredero al trono, desde entonces ningún heredero al trono puede practicar deportes sobre hielo o nieve. Al menos me reconforta el hecho de que puedo jugar con la nieve, porque en serio amo la nieve.  — Nos vemos en Navidad, querida hija… Papá me abraza con fuerza, depositando un beso en mis cabellos.  — Nos vemos en Navidad Repito, sonriente.  — Ay… — exclama mi madre, frunciendo los labios para no soltar un sollozo — Me llena de nervios que vayas a estar sola y tan lejos…  — No estará sola — le recuerda mi padre — Lorcan estará allá y supongo que este par de tórtolos aprovecharán que sus padres no estarán presentes para poder pasar agradables momentos a solas  — Eh… — siento las mejillas arder, mi padre ha escogido muy mal sus palabras — Supongo…  — Sí, eso me reconforta un poco más — mamá me acomoda el cabello — Lorcan es un caballero y te quiere mucho — sonríe — Quizá debamos de comunicarnos con los Darlington para acomodar las agendas antes de Navidad  — Sí querida Papá asiente con la cabeza, mamá deposita un último beso en mi frente y entonces abordo el avión. Tomo asiento, me abrocho el cinturón de seguridad y respiro profundamente. Lorcan Darlington, el hijo menor de un matrimonio aristócrata. Él es alto, de cabello castaño y ojos verdes, unos muy lindos ojos verdes. Todo lo que es y lo que significa es el sueño de cualquier chica, pero para mí él es más que un sueño, es el mejor amigo que tengo y que podré tener en mi vida. Lorcan significa mucho para mí y no tiene nada que ver con el hecho de que sea mi novio y estemos comprometidos pese a que apenas somos unos adolescentes. Realmente es una persona que me conoce a la perfección, es una de las pocas personas con las que me siento relajada y puedo intentar ser yo misma, no la princesa Evangelina, sino yo misma. Lorcan es, en definitiva, una de las cosas que más me entusiasman de entrar en Cordelia.  — Su Alteza… — abro los ojos — Hemos llegado Asiento con la cabeza. Me estiro sobre mi asiento, ha sido un viaje largo y agotador. Cierro la puerta de mi pequeña habitación dentro del avión y cambio mi atuendo, no puedo permitir que me vean con el rostro cansado ni despeinada. Termino de cepillar mi cabello, guardo mis cosas en mi bolso y salgo de la habitación. Afuera del avión espera mi seguridad y todo el equipo que me llevará a la escuela. Respiro profundamente y me aseguro de no tener ni un solo cabello suelto. Me acomodo las mangas de mi vestido y procedo a descender del avión, saludando a la prensa presente y tratando de lucir lo más serena posible. Entro en mi vehículo y rápidamente partimos lejos del aeropuerto. Mi corazón late a toda velocidad, los nervios me han empezado a invadir, no puedo permitirlo, no deben verme nerviosa, pero es la primera vez que estoy lejos de casa, sin mis padres y apenas tengo quince años. Cierro los ojos y trato de tranquilizarme. Debo de pensar en lo positivo de esta experiencia, como la gran educación que voy a tener, el bello paisaje que veré todos los días y el hecho de que podré ver a Lorcan a diario. Sonrío, esto de veras que me emociona. En todos estos años hemos podido pasar varias temporadas juntos, su familia es muy cercana a la mía, pero esta es la primera vez que le podré ver más de lo habitual, no puedo negar que eso realmente me llena de alegría.  — Oh… — miro por la ventana, los nervios en mi interior se convierten en emoción — Ya llegamos… — sonrío, mirando el arco de la entrada a los terrenos de la escuela — Al fin llegué… Una extensa fila de autos aguarda para dejar a los estudiantes. Lentamente mi auto avanza hacia las puertas con la insignia de la escuela, mi corazón comienza a golpetear mi pecho con fuerza, estoy a punto de iniciar una nueva etapa en mi vida y eso me emociona con demasía. Mi auto atraviesa el portón, siguiendo en línea recta por un camino bordeado de bosque hasta la magnífica construcción del edificio principal de Cordelia, un castillo medieval de piedra gris tan majestuoso que haría llorar a cualquiera. No puedo creer que por fin llegué a esta escuela, literalmente he soñado con este lugar desde que tengo uso de razón. Caminaré por los mismos pasillos por los que mis ancestros caminaron, dejaré el nombre de la familia Vaelgaeron en alto a como dé lugar. El auto se detiene, respiro profundamente e intento mantener mis emociones a raya, no debo de lucir demasiado emocionada o creerán que soy una ridícula. La puerta de mi auto se abre, salgo de este y miro a todos lados, por fin estoy en Cordelia y es tan magnífico como lo imaginé. El castillo se alza imponente sobe el pasto y las hermosas fuentes que hay a cada lado del sendero que te lleva a la entrada, una pesada puerta de madera con remaches. Quisiera correr, explorar cada rincón de ese enorme castillo medieval, pero me contengo, un comportamiento como ese sería indecoroso para una persona como yo. Vuelvo mentalizarme en lo importante, debo de apaciguar la emoción y tratar de dar una buena impresión a todos los demás alumnos. Vuelvo a mirar a todos lados, hay un enorme cartel con las palabras “Bienvenidos alumnos de primer año” con globos de helio a los costados. Camino en dirección al grupo de alumnos y padres que son recibidos con folletos y aperitivos, ya sabía que a la entrada iba a haber un grupo de alumnos de último año y profesores dándole la bienvenida a los nuevos, así que ir en esa dirección me parece la decisión correcta, después de todo, tengo que obtener información sobre los clubes y actividades extracurriculares.  — Evangelina Vaelgaeron… Escucho detrás de mí, el corazón se me detiene por una fracción de segundo, haciéndome sonreír de oreja a oreja, una sonrisa que no logro suprimir.  — Lorcan… El chico de ojos verdes me sonríe de lado, una muy atractiva sonrisa de lado.  — ¿Cómo estuvo su viaje, su Alteza? Pregunta, acercándoseme.  — Cansado Confieso, él sonríe.  — Descuida, ya tendrá tiempo para descansar cuando vayas a su habitación  — Sí, eso espero Asiento con la cabeza, él vuelve a dedicarme esa atractiva sonrisa de lado.  — Al menos tiene los zapatos puestos Bromea.  — ¿Por qué siempre bromean con eso? Me quejo, él solo suelta una corta risita.  — Ven, te presentaré a mis amigos Lorcan me extiende el brazo.  — Sí… Acepto, engarfiando mi brazo al suyo. Lorcan me lleva a través del gentío hasta un grupo de personas con copas de lo que espero que sea cocteles sin alcohol. Varias personas lo saludan, él responde de forma amable con saludos y asentimientos de cabeza. Lorcan es una persona muy amable y carismática, me extrañaría que hubiese alguien a quien él no le agrade, no creo que haya una persona tan popular como Lorcan en todo el mundo.  — ¡Segundo año! — celebran un grupo de chicos — ¡Dejamos de ser novatos!  — Hola chicos Lorcan se les acerca.  — ¡Ey! — le saluda un chico de ojos azules y cabello rubio — ¿Qué tal las vacaciones?  — Muy buenas Contesta Lorcan.  — Yo las pasé en Mallorca y me aburrí por no tenerlos conmigo Ríe otro chico, uno de cabello n***o y algo despeinado.  — El sentimiento es mutuo, Stephen El rubio le da una palmada en la espalda al chico de cabello n***o.  — Chicos, les presento a Evangelina Vaelgaeron… — pasa su brazo por mis hombros, sonrío — Perdón, les presento a su Alteza Real, Evangelina Vaelgaeron, princesa de Isteris y heredera al trono  — Oh… — el chico de cabello n***o me mira boquiabierto — Su Alteza… — hace una reverencia — Espero que vuestra estancia en Cordelia sea buena  — Y perdona a este par de bufones Pide el rubio, sonriente y haciendo una reverencia.  — Estos son Andreas Richfield y Stephen Breckenridge — señala Lorcan sin soltar mis hombros — Mis mejores amigos  — Un gusto… Sonrío.  — ¿No te olvidas de alguien, Lorcan? Me giro, una chica de cabello castaño con un flequillo que cubre la mitad de sus enormes y gruesas gafas está parada con los brazos cruzados.  — Perdón — Lorcan sonríe, quitando su brazo de mis hombros — Ella es…  — Christiana Wildingham, su Alteza — la chica hace una reverencia — Soy la hija de la directora  — Encantada Sonrío a todos los presentes.  — Lorcan nos ha hablado mucho sobre usted durante el año — comienza a decir la castaña, mirándome fijamente — Tanto que siento que le conozco de toda la vida — mi interior comienza a temblar — Espero que su estadía en Cordelia sea memorable  — Lo mismo espero… Susurro, algo en esta chica me hace sentir insegura y apenas la he conocido.  — Si me perdona, su Alteza, debo de asegurarme de que todos los alumnos estén presentes para el discurso de bienvenida — la chica vuelve a hacer una reverencia — Nos vemos luego… — mira a Lorcan y le dedica una sonrisa — Hasta luego…  — ¡Suerte sacando a ese murciélago de su cueva! Bromea Stephen.  — ¿Quién? Pregunto.  — Ignóralo — me pide Lorcan, volviendo a colocar su brazo sobre mis hombros — Se refiere al hijo de Oscar, el conserje  — Oh… Es lo único que se me ocurre decir pues no tengo ni idea de quiénes sean las personas de las que habla y, sin querer sonar arrogante ni petulante, no creo que me deba de interesar el conserje o su hijo.  — Ven, hay que ir al auditorio a coger buenos asientos  — Sí… Acepto, caminando junto al grupo de amigos… El discurso de bienvenida fue largo pero entretenido, la directora Vilma explicó de forma clara y concisa las reglas, sobre todo aquellas que tengan que ver con las de adentrarse en el bosque en la noche, lo cual está totalmente prohibido. Al finalizar el discurso me tuve que separar un momento de Lorcan y sus amigos para que los orientadores me indicaran mi residencia y número de habitación, me tocó la residencia: Virginia Woolf, habitación doscientos noventa y cuatro. Y finalmente, Lorcan y sus amigos me llevaron hasta mi residencia para que pudiera descansar antes del almuerzo.  — Ay… — las puertas de mi habitación se abren — ¡Esto sí que pesa! — frunzo el entrecejo — ¡Maldición!  — ¿Necesita ayuda? Pregunto, viendo a la delgada chica de cabello rojo cargando una maleta gigante.  — Sí, por favor… Me levanto de mi cama y corro hacia la chica, ayudándola a llevar la pesada maleta hasta su cama.  — Ya está…  — Gracias… — la pelirroja me mira — ¡Carajo! — exclama, llevándose ambas manos a la boca — Maldita sea, perdón — hace una reverencia — ¡Ah! ¡Que emoción! — exclama de pronto, haciéndome pegar un salto — ¡Eres tú! — toma mi mano y la sacude con fuerza — Eres la princesa Evangelina  — Sí… — intento devolverle el gesto, pero estoy demasiado impactada como para si quiera hacer una mueca — Soy yo…  — ¡Lo sé! ¡Qué suerte tengo! ¡Seremos compañeras de cuarto!  — Sí, eso veo…  — Soy Jessalyn Lottway… — extiende su mano — Ya nos habíamos visto, en un evento en el hipódromo ¿Recuerdas?  — Creo que sí… Contesto, aceptando su mano.  — Puedes decirme Lyn — la chica sonríe ampliamente — ¿Te puedo llamar Eva?  — Ah… preferiría que me llames Evangelina Contesto, regresando a mi cama.  — ¡Oh! — la chica me mira con confusión — ¿Y Lorcan cómo se dirige a ti?  — ¿Perdón? Me siento muy impactada por el atrevimiento de esta chica.  — Sí, es decir… — comienza a hurgar en su maleta — Ustedes son novios y salen en revistas… — saca una revista y me muestra una página con una enorme foto de Lorcan y yo en un evento de caridad, el artículo se titula “Amor Real” — ¿Cómo te llama él? ¿Amorcito lindo?  — Él me dice Evangelina — contesto, devolviéndole la revista — Todos me llaman Evangelina, ese es mi nombre — la pelirroja hace un puchero — Aunque, mi padre me suele llamar Lina…  — ¿Lina? — la chica sonríe — Entonces te llamaré así, es más corto que Evangelina  — Preferiría que…  — ¡Que emoción! — la chica se lanza sobre mi cama, reboto un par de veces — Seremos las mejores amigas del mundo — me sonríe — Pásame tu número, te agendaré para poder mandarnos mensajes  — Eh… — me levanto de la cama — De hecho, iré a buscar a Lorcan, la hora del almuerzo ya se acerca y…  — Oh, claro — la chica vuelve a sonreír — Yo desempacaré — asiente con la cabeza — Veo que tú ya lo hiciste, espero que me hayas dejado espacio en el armario — ríe — Guárdame un sitio en el comedor Asiento con la cabeza, huyendo de la habitación. Parpadeo varias veces y sacudo la cabeza, esa chica me ha causado jaqueca y hemos convivido menos de cinco minutos. Salgo de la residencia, todavía tengo unos minutos para explorar un poco el lugar antes la hora del almuerzo. Comienzo a caminar sin rumbo fijo, caminando sobre el pasto y respirando el aire puro, estoy segura que los meses en este lugar me van a encantar. Sigo caminando, bordeando el bosque, no deseo ingresar en él, la directora Vilma dijo que hay algunas trampas para oso dentro del bosque como medida de seguridad, aunque hay carteles que advierten a los alumnos de la presencia de dichas trampas, no quiero pensar en qué pasaría si llegase meter el pie por accidente en una de esas trampas. Además, osos no son el único animal que habita en los bosques aledaños a Cordelia, así que mejor me abstengo de pasear en el bosque y menos estando sola. Mi teléfono comienza a sonar, veo la pantalla, es un mensaje de Lorcan diciendo que me espera en el comedor, nuevamente no puedo evitar sonreír. Emprendo mi camino de vuelta al castillo, espero que todo en este año vaya a salir de maravilla y estoy segura de que así será, lo único que tengo que hacer es concentrarme en mi objetivo y…  — ¡Cuidado! Mi cuerpo es lanzado contra el suelo.  — ¡Ah! Siento un gran peso sobre mí.  — ¡¿Estás loca?! — un par de ojos cafés me miran con enojo — ¡¿Qué no ves que se están haciendo reparaciones?! ¡Maldición!  — Quítate de encima… Susurro, temblando.  — ¡Derek! — un hombre de cabello canoso se nos acerca corriendo, tomando al chico del brazo y quitándolo de encima — ¡Perdón, señorita! — exclama el hombre — No la vi, no sé cómo ocurrió… — veo una pila de ladrillos hechos trizas a un lado — ¿Se encuentra usted bien?  — Sí… — miro al chico de ojos cafés, tiene el cabello castaño rubio amarrado en un moño desordenado y un arete en la oreja izquierda — Salvaste mi vida… — pronuncio con lentitud, sintiendo como el corazón me late con dolorosa fuerza — Gracias…  — No me lo agradezcas… — el chico se quita el polvo de encima — Has arruinado el trabajo de toda una mañana y mi padre será quien pague las consecuencias… — me mira con enojo, el estómago se me revuelve — Procura ver por donde caminas, idiota…

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