Mi medicina

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Blurb

Soy la hija mayor, dentro de una larga descendencia de mafiosos, ocupo un cargo de alto rangos dentro de la mafia, me gusta hacer las cosas por mi cuenta pues considero que cuando mandas hacer algo las cosas nunca salen bien, cuando tenía quince años me secuestraron, pase un infierno y constantemente tengo pesadillas con respecto a eso, desde entonces entrene y me convertí en lo que soy ahora, no confío en nadie pero eso puede cambiar cuando conozca a cierto agente de la DEA, el cree que yo no sé lo que es pero lo que no sabe es que cuando el quiere ir yo ya fui y vení tres veces.

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Capitulo 1
Advertencia. Está historia puede contener lenguaje y escenas fuertes, si continúa leyendo es bajo su responsabilidad.  Nicol. Me encontraba en un lugar oscuro, muy oscuro, pequeñas luces de claridad se colaban por las rehendijas, ese era el único momento en dónde tiene lucifer del tiempo, gracias a eso sabía cuándo era de día o de noche. — Arriba niña -no tenía idea de quién era esa persona que me hablaba- Nos vamos de aquí, te voy a llevar a otro lugar, uno un poco más cálido -sabía que algo estaba mal, su sonrisa lo decía pero no tenía idea de que más me podía pasar. — Como usted digo -hable muy bajo, tenía miedo. — ¿Cuántos años tienes? -dice sonriente. — Tengo quince años -balbuceo. — ¿Recién cumplidos? -pregunta curioso. — Los cumplí el día que me secuestraron -expliqué, no por ser sociable, lo hice por miedo a que se enojaran. — Está bien, vamos a otro lado, el jefe quiere verte -no sabía quién era el jefe- Lamento mucho lo que pasara -murmuro. Me llevo a una habitación, una donde estaba su jefe, el hombre estaba con una toalla en la cintura, se podía decir que estaba desnudo, no lo mire, no hasta que el me agarro a la fuerza y me hizo míralo. — Mírame bien muñequita, esta cara la recordaras Siempre, tu padre no podrá ayudarte y es una lástima que sea así -con esas palabras mis alertas se activaron, pero fue muy tarde. — ¿Que me va a hacer? -mi voz salió asustada. — Mejor pregunta ¿que no te voy a hacer? -y sin darme tiempo me tiró como un costal a la cama y se posicionó encima de mí. Mis gritos se escuchaban en toda la habitación, pero nadie llegaba, nadie hizo nada por mí. — ¡No! -grite muy fuerte- ¡No quiero! ¡ayúdeme! -pero nadie llegó. Nadie hizo nada, nadie fue capaz de llegar en ese momento. - ¡Noooooooooooo! -me desperté sobresaltada, mi pecho subía y bajaba, mi cuerpo temblaba, pasé las manos por mi rostro y prendí la luz, estaba desorientada, no reconocía el lugar. — Nicol -mi hermana entró a mi habitación- ¿Que tienes? ¿por qué gritas? -llego a la cama y se sienta, pero yo no lograba reconocerla, no fue hasta que me abrazo que me logre tranquilizar y volver a mí. — La pesadilla -murmure bajo, ya no quería que nadie más lo supiera, quería que fuera un secreto. — Toma un poco de agua -me paso el vaso con agua- ¿Quieres que me quede junto a ti? -pregunta- Solo por esta noche, sé que no te gusta dejarte acompañar porque crees que eso te hace débil pero solo será por hoy -era imposible decir que no, mi hermana es lo único bueno que tengo en mi vida, ella y mi padre. — Ven aquí -le hice un lugar en la cama. — Nick -hablo tranquila- ¿Cuándo le dirás a papá que las pesadillas siguen? -hablo preocupada. — Nunca, nunca se lo diré Aitana -ella solo se quedó en silencio- Prométeme que no le dirás -le pedí, era raro escucharme pedir algo, yo solo doy órdenes, pero acá estaba, con mi hermana de quince años, pidiendo un favor. — No es algo que yo tenga que decir Nick, pero es importante que él lo sepa -suspira- Me preocupas y mucho, yo creí que no lo habías superado pero las pesadillas siguen y eso solo indica que no lo has superado -mire mis manos. — Aita, es complicado, no me gusta hablar de eso -en verdad no lo hacía ¿Quién podría hablar de algo tan fuerte como lo que viví, como sin nada? — Está bien, no hablo más de eso -afirme. — Ahora vamos a dormir -nos abrazamos. El día llegó y mi hermana ya no estaba en mi habitación, siempre que ella me hace compañía las cosas cambien, no existe miedo y puedo dormir profundamente, no se aque se deba, pero es la realidad, me gustará o no, yo dependía de ella en ese sentido. Me arreglé lo más rápido que pude, solo me puse un pantalón de mezclilla, unos tenis blancos y una blusa del mismo color, mi cabello en una coleta alta y no llevaba nada de maquillaje. Hoy mi padre me asignaría a un grupo, mi grupo, eran nuevos en el trabajo y yo comenzaba a ser lo que siempre quise, o al menos lo que quise ser después de aquel día tan trágico, así que baje rápido al patio en donde estaban reunidos todos los nuevos guardias, los que estaban a mi cargo. — Nicol por fin bajas -mi padre habló cansado, supongo que, por la tardanza, aunque el esta exagerando- Ellos son los nuevos, estarán a tu cargo, harán todo lo que tú les pidas y sobre todas las cosas, te cuidarán, tú hija sabrás a quien nombras tu mano derecha y a quien dejar a cuidado de tu hermana, eso lo dejo a tu criterio, yo dejaré a otro de mis hombres para que cuide de Aitana, por más seguridad -rodé los ojos- Nicol entiende, no quiero que vuelva a pasar lo mismo -todos voltearon a vernos. — ¿No crees que, si la misma seguridad que tienes con mi hermana la hubieras tenido conmigo, las cosas serían diferente ahora? –suspiro- A demás sabes que no me gusta que hables de eso, sabes que eso quedó en el pasado hace mucho tiempo, ya lo superé -mi padre solo afirmó sin muchos ánimos. — Está bien hija, pero en verdad quiero hacer la avisas bien esta vez –solo afirme, no quería que mii hermana pasara por algo igual que yo, pero si me dolía saber que no hizo las cosas que hace con ella. — Tan vez me excedí, eso que pasó no fue tu culpa, no fue culpa de nadie, ahora solo quiero encontrarlo y vengarme de todo lo que me hizo -murmure para que nadie más escuchará. — Lo sé -suspira- Sé que esa fue la razón por la cual entraste a este mundo, también sé que fue la razón por la que entrenaste tanto y ahora nadie te puede ganar -sonreí, eso era cierto, nadie me podía ganar. — Bueno, ya quedó todo claro -mi padre llamo la atención de los nuevos guardias. Luego de las presentaciones hice una pequeñas prueba para ver quién podría llegar a ser mi mano derecha, cuando vi a cada uno hacer su mejor esfuerzo comprendí quienes eran los que me daban más confianza, eso se puede ver en la mirada y dos lo hicieron, uno sería el que cuidaría de mi hermano, un joven prácticamente de su misma edad, un porte atractivo con sus ojos claros y su color de piel blanca, su cabello oscuro lo hace resaltar, definitivamente mi hermana me lo va agradecer mucho, sonreí con mis pensamientos. Mi guardia y mano derecha, ese era otra cosa, el aparentaba mi misma edad o quizás unos años mayor que yo, no lo sé todavía, pero de ser mayor solo lo seria por muy poco, sus movimientos a la hora de pelear eran muy de la DEA, lo cual me ponía en grandes problemas, por qué me estaban dando confianza y lo más seguro es que sea encubierto, nada del otro mundo, porque de ser así, tendré que investigar por mi cuenta y demostrarle que entre los malos, no soy la peor, pero mientras eso pasa, ellos estarán a mi cargo y nadie se puede meter en mis decisiones, ni siquiera mi padre, total solo será hasta que ellos vean si de verdad están del lado correcto o no, una vez lo sepan sabrán que hacer pero si deciden estar en mi contra, se van, así de simple, las traiciones se pagan y muy caro, aunque ellos lo pagaran de otra forma, porqué de ser policías, terminarían desilusionados de ver tanta porquería en lo que ellos creen correcto. — Tú –señale al que designe para cuidar de mi hermana- Serás el encargado de cuidar de mi hermana –el solo afirmo- En un momento te la presentare –mi vista viajo al otro, al que será mi mano derecha- Y tú, serás mi mano derecha -señale al otro- Los demás pueden ir a descansar, necesito hablar con ellos dos -todos comenzaron a irse sin decir mas. Era el momento de poner las cosas claras, de explicar mis puntos y ver si aceptaban o no, dependiendo de si aceptan o no, tendría que investigar más a fondo la vida de cada uno de estos dos o mejor dicho de todos los nuevas que están interesando hoy bajo mi mando. — Usted dirá señorita -hablo uno de ellos, el más mayor. — Solo quiero saber una cosa y se quedan con el puesto –afirman- Mi hermana es un poco ingenua, así que -mire al más joven- ¿Estás dispuesto a tener paciencia y tratarla como a una princesa? -afirma- El puesto es tuyo, solo quiero que la cuides lo mejor que puedas -le di la mano- Nicol Smith -trate de sonar amable. — Mauricio Lombardo –me tendió la mano. — Cuando mi hermana regrese de hacer sus cosas, los presentare -afirma- Puede retirarse -dio la vuelta y salió- Ahora usted -le hablé al otro- El puesto es suyo siempre y cuando no trate de darme la razón en todo, necesito alguien que piense por si mismo, no a una persona que siempre me da le razón, yo me puedo equivocar, segundo, no me cuidara como a una princesa, más que guardia es mi mano derecha, es parejo, -abrió sus ojos- Nos podemos cuidar las espaldas juntos –afirma sorprendido. — Me gusta eso -sonreí- Acepto y no se preocupe, voy a ser mi mejor trabajo -sabía que estaba mintiendo, se le veía que era policía, pero lo dejaría hasta ver a dónde pensaba llegar y que le parecería lo que descubriría en su momento. — Perfecto -le di la mano- Un gusto tenerte trabajando aquí -sonreí, cuando se descubran muchas cosas de su mundo y mi mundo sabrá cuál es mejor. — Muchas gracias, soy Ángel Almonte -sonríe. — Nicol, pero eso ya lo sabías, se lo acabo de decir a tu compañero –afirma mientras nos damos las manos. — Claro -contesta automáticamente. — Puedes ir con los demás, cuando sea necesario los busco -afirma. — Gracias -dicho esto sale caminando por el mismo rumbo que los demás, a la cosina. Tenía que investigar si de verdad mis sospechas eran ciertas, no podía poner en riesgo a la organización solo por no investigar, si quiero llegar a mi venganza y culminarla bien tengo que saber todo lo que puede poner en riesgo el tener a Ángel en la organización. Cuando iba de regreso a casa me encontré con mi hermana, venía pensativa, así que le hablé para que me viera por qué ella venía perdida en su mundo. — Aitana -me mira- Ya tengo a tu nuevo guardia -sonreí, quería ver qué cara ponía. — ¿Lo elegiste tú? -pregunta asombrada. — Claro, ¿quien más lo haría? -subí mis hombros. — Por favor dime qué elegiste a alguien guapo -subí mis cejas. — Tienes que dejar de leer tantas novelas de guardaespaldas -sonreí. — No lo digo por eso -suspire. — Aitana sabes que por mí no tienes problema, pero no sé mi papá que piense si llegas a tener una relación con algún guardia, pero se que tu madre se volverá loca -suspira. — Nadie se fijaría en alguien como yo -junte mis cejas- No soy nada comparado a como son mis compañeras -esto no era bueno, mi hermana tiene baja autoestima. — Escucha, si escogí a alguien de tu edad aproximadamente -pensé que se pondría contenta, pero no. — Cuando el conozca a todas mis compañeras, ¿de verdad crees que se fijará en mí? -niega. — No importa como sean ellas, si él es inteligente sabrá que tú eres la indicada -sonríe- Si no, es por qué es un idiota o simplemente no estaban destinados a estar juntos -suspire- Por lo menos tu podrás cumplir el sueño de casarte y ser felices, en cambio yo, eso ya no es para mí -me abraza. — Cuando llegue el indicado todos tus miedos bajarán -no lo creía, eso era algo imposible por qué desde que pasó he estado en terapia y no lo superó, pero ya no le dije nada. Mi hermana salió a la cocina y yo al despacho de mi padre, tenía que arreglar unas cosas para luego salir a ver un encargo.

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