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Nos escogió el amor

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Blurb

Un matrimonio arreglado desde el nacimiento de Andreina dónde dos reinos debían unirse para evitar la guerra, un pacto entre reinos que obligaba a dos corazones a negarse a enamorarse para cumplir un destino marcado por su sangre real.

Terminaria creando un lazo fuerte en dos almas sin saber que su destino era estar juntos.

Muchas cosas se opondrian pero su amor siempre estaría presente entre los dos y para los dos. Su amor alcanzó a muchos corazones que experimentaron la fuerza transformadora del amor.

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No lo escogí
Un hermoso castillo rodeado de bellos jardines y enormes árboles que parecían murallas, escondía en sus paredes a una hermosa chica que soñaba con un muchacho que había conocido en un viaje al campo. Aquel muchacho le había cautivado el corazón y la había hecho dudar sobre su deber con su pueblo. Habían sido solo cuatro días, pero aquellas horas junto a aquel muchacho cambiaron todo en su mente y en su corazón. Ella no podía sacar de su cabeza su sonrisa y su fuerte voz, era un muchacho tan gentil y agradable como apuesto e intrépido, su imagen estaba grabada en su alma y en su memoria, cada vez que lo recordaba sonreía y suspiraba. Recordaba sus paseos por el campo en su caballo en las verdes praderas que eran acompañados por aquel desconocido que al igual que ella solo buscaba algo de descanso de su ajetreada vida de estudios y deberes.. Los dos parecían ser almas gemelas, se entendían a la perfección, como si hubieran nacido para estar juntos y ese recuerdo la hacía soñar con volverlo a ver, algún día. Su nombre ella no lo quiso saber, ni ella le dijo el suyo tampoco, se preguntaba qué sentido tendría saberlo si no podrían estar juntos o talves nunca se volverían a ver, aquello fue un fugaz momento dónde ambos dieron rienda suelta al corazón. Su viaje por el campo fue la petición que ella le hizo a su madre para prepararse para hacer el viaje hacía su destino verdadero, algo que la esperaba desde niña y en ese viaje se encontraba su futuro esposo, un desconocido que la aguardaba en su castillo, solo una vez lo vio en su vida y eso fue en una visita cuando ambos eran niños, no recordaba su rostro ni cómo era y tampoco deseaba pensar en él. La princesa odiaba ser obligada a pasar el resto de su vida con el hijo de aquel Rey, del que se decía en su reino que era un ser sanguinario y vengativo, Porqué sus muchas batallas y sus muchas victorias lo precedían al igual las leyendas sobre su deseo de sangre y de venganza. En cambio su padre el rey Nicolás era un hombre pacífico y de carácter afable, era muy amado por su pueblo. Pero había sido el mismo pueblo quien había pedido esa alianza entre su reino y el reino de Asterbark, su reino le temía y por eso los nobles de su reino se reunieron para pedirle a su rey Nicolás esa alianza. La princesa lo comprendía y lo había aceptado como su destino sin quejarse,, hasta qué conoció a aquel gallardo muchacho que sin pretenderlo se había robado su corazón. ¿En que piensas Andreina? Preguntó su madre al verla mirar a la ventana cómo si se hallara pérdida en sus pensamientos ¡En nada mamá! No te preocupes, solo me hacía a la idea de que en unos días ésta ya no será más mi casa ni mi habitación... Creí que tu viaje al campo te ayudaría a aclarar mejor tus ideas Andreina y a relajarte un poco antes de tu boda... Dijo su madre mientras tomaba alguna de las joyas que había traído para su hija y las ponía en un cofre dorado. Lo hice mamá... Dijo Andreina fingiendo tranquilidad Me alegra Andreina, tú sabes lo importante que es tu unión con el principio Albert, esto es más que un matrimonio, es un pacto de paz entre los dos reinos y tu padre y yo estamos más que satisfechos con este pacto, traerá muchos beneficios a nuestro pueblo. Andreina escuchaba a su madre referirse a ella como a una moneda de intercambio y a su boda con el principio Albert, como a un pago por la paz de su reino. Pensaba al oírla que su vida sería un infierno si el hijo del Rey vecino era igual que su padre, un hombre cruel y sanguinario, frío y despectivo. No se podía imaginar que sería de su vida a su lado y cómo podría soportar mirarlo a la cara sin que él notara su desagrado y cómo podría tolerar que la tocara o pretendiera besarla. Esas ideas hacían que su alma temblara y su corazón deseara tener alas y huir. Envidiaba a su hermana menor que no tendría que sufrir tal castigo porqué no llevaba el peso de cumplir con ese pacto entre reinos. Contemplaba con tristeza como sus vestidos y sus joyas entraban en baules y en su corazón deseaba que se quedarán en su habitación al igual que lo deseaba ella. Una de sus doncellas dejó caer el libro que la princesa tenía sobre su cama y una flor seca cayó de él. Al verla su madre le ordenó a la doncella: Tira esa flor seca a la basura... ¡No! Damela a mí... Le pidió la princesa Andreina, quién tomandola en sus manos la vio deshojarse al caer sus pétalos a sus pies y sintiendo pena por aquella flor al verla seca y rota se dibujo en su mente la triste imagen de qué así debería de verse su corazón por dentro. Andreina no podía vislumbrar algo bueno de su unión con el príncipe Fillip, siendo éste el hijo de un rey tan cruel. La princesa Andreina miraba su rostro en el espejo y se decía para sí: ¿Porqué tengo que casarme con un hombre que jamás amaré? ¡Yo no escogí esto! Sé que debo cumplir y pido al cielo el valor para hacerlo, porqué hoy no tengo fuerzas para enfrentar éste cruel destino. El corazón de la princesa Andreina sufría al ver como su habitación quedaba vacía y sus recuerdos allí se irían con ella. Recordaba las risas de su hermana menor y sus muñecas que quedaban en un baúl en el olvido para siempre. Su capa la esperaba mientras su doncella cepillaba sus cabellos y los perfumaba. Por última vez veía su habitación y suspiraba triste abandonando sus recuerdos allí. Ya no le era permitido recordar aquel extraño y su hermosa sonrisa, Andreina debía dejar el libro que él le regaló y dentro de él las flores que puso en sus páginas y que aquel intrépido y guapo muchacho puso en su cabello y que con mucho cuidado Andreina había puesto dentro del libro. Con el libro en sus manos la princesa Andreina se debatía entre dejarlo o llevarlo con ella. ¡Andreina, despierta niña! ¡Tenemos que irnos! Le decía la reina madre ¡Lo sé mamá! Solo me despedía de mi habitación... Andreina abrazó aquel libro y renunció a dejar sus hermosos recuerdos al lado de aquél atractivo y gentil muchacho. Se lo llevaría como un consuelo del amor que soño tener y que no pudo ser, pero que la vida le permitió sentir aunque tan solo fueran unos instantes. El carruaje real estaba listo y la comitiva que iría con ellos también. Los guardias marchaban adelante y a atrás, resguardando a la familia real, mientras todo el pueblo salía de sus casas para despedir a su princesa Andreina, que llevaba sus esperanzas de paz y concordia con el reino de Asterbark. Mientras ellos avanzaban en su camino, en el reino de Asterbark todo se preparaba para la llegada de la futura esposa del príncipe Fillip.

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