Atracción irresistible

Alexander Blake era un exitoso y atractivo multimillonario, que tenía el corazón roto. La calidez de esa noche no lograba calmar la tormenta que rugía en su interior, una tormenta de dolor y traición que lo consumía por dentro. Esa noche Alexander recordaba cada detalle de aquella fatídica noche, cuando descubrió la traición de su amigo y el engaño de su esposa. Ese recuerdo lo atormentaba como un fantasma que se resistía a desaparecer. Ya había pasado más de un año desde aquella noche, pero aún volvía a su memoria cada imágen, cada palabra, cada gesto, como si los demonios quisieran asegurarse de que nunca olvidara el dolor que le habían causado. Había confiado en su amigo como si fuera su hermano, había compartido con él sus sueños, sus alegrías y sus miedos por años. Su esposa había sido la mujer a la que él había amado con todo su ser, la misma mujer que había jurado estar a su lado en las buenas y en las malas, los dos lo habían traicionado de la manera más cruel. Alexander estaba esa noche en su cama con una preciosa morena, había disfrutado de una noche de placer, pero eso no había logrado llenar el vacío que llevaba por dentro; esa noche había Alexander había bebido de más para poder olvidar la traición y la amargura que carcomia sus entrañas. El fuego del rencor ardía en su interior, consumiendo cualquier rastro de amor o ternura que alguna vez hubiera sentido por su esposa. Él ya no era el mismo hombre que había sido antes, había perdido la fe en la bondad de las personas, ya no confiaba en nadie, solo confiaba en sí mismo. Alexander se había convertido en un ser solitario, cuyo único propósito en la vida era encontrar la venganza contra aquellos que le habían arrebatado todo lo que amaba. Alexander se sentía atrapado en su pasado deseando hacer pagar a aquellos que lo habían traicionado, quería verlos sufrir tanto como él había sufrido. Pero por otro lado, Alexander quería olvidarlo todo, empezar de cero y volver a amar. Él nunca esperó ser traicionado y mucho menos por parte de su amigo, era la persona a la que le había confiado sus secretos más íntimos. Esa noche Alexander llevaba en su alma la llama ardiente de la amargura, deseando apagar el fuego que lo consumía buscó placer en un cuerpo hermoso, la furia que lo consumía la apagaria en el cuerpo de la bella morena que conoció en el bar. Alexander la invitó a su lujoso departamento en la ciudad de Mangathan, él era un hombre atractivo, un exitoso multimillonario que poseía la más grande cadena de restaurantes y una lujosa línea de hoteles, tenía todo lo que muchos hombres solo podían soñar. Pero no era feliz. Alexander se habia enamorado de una bella economista, con la que se caso después de salir con ella por seis meses, por dos años vivió a su lado creyendo haber encontrado la felicidad. Pero un día su espejismo cayó develando una cruel traición. Mientras Alexander veía a la belleza dormida junto a él, pensaba en la mejor forma de vengarse del asesino de su felicidad, del sinvergüenza que asaltó su cama cuando él se encontraba de viaje y que huyó como un cobarde cuando él los encontró juntos en su casa. Por su cabeza cruzaban las imágenes de esa terrible noche. Él había salido de viaje por negocios, pero había decidido volver un día antes para pasar junto a su esposa su cumpleaños número treinta. Alexander le había comprado un collar de perlas rosadas a su esposa y había volado desde Londres emocionado imaginando el rostro de su esposa al recibir su regalo. Ya era tarde cuando llegó a su mansión, llovía copiosamente, ese clima lo hacía imaginar a Alexander una noche de intensa pasión con su bella esposa, después de lo feliz que estaría al entregarle su regalo de cumpleaños. Alexander entró sin ser escuchado, su deseo era darle una sorpresa a su esposa, pero al ir acercándose a su habitación escuchó la voz de un hombre. El hombre decía: "Ven a mi lado cariño, tu esposo no llegará hasta mañana, podemos amarnos una vez más" Alexander reconoció su voz, pero no podía creer que eso fuera verdad, había hablado con él por la mañana y le había contado sobre el regalo que le había comprado a su esposa, Alexander no podía creer lo que estaba sucediendo. Su corazón golpeaba su pecho con dolor y furia, escuchar a su esposa pedirle más a su amante, su alma se lleno de odio hacia ella. Bajando a toda prisa Alexander buscó el arma que guardaba en su escritorio y subiéndo a toda prisa llevaba en su cabeza el deseo de matarlos a los dos. Cuando abrió la puerta su esposa grito asustada su nombre y su amigo lo miraba aterrado al ver a Alexander con una arma en su mano. Su traición había sido descubierta. Lleno de ira y de indignación Alexander apuntó a la cabeza de su amigo, que le suplicaba que no lo matara. Su esposa lloraba desesperada pidiendole a Alexander que no lo hiciera. Furioso Alexander apuntó con el arma a su esposa, y su traidor amigo aprovechó para salir corriendo desnudo de la habitación, huyendo en su auto sin importarle lo que le pudiera pasar a la esposa de Alexander y a él. Pero Alexander no era un asesino, él no iba a manchar de sangre sus manos por culpa de su esposa y de su infame amigo. Sus entrañas ardían de rencor al recordar la sonrisa de su infame amigo cuando huía de él, porque no había tenido el valor de dispararle cuando tuvo oportunidad. Alexander Blake había disfrutado esa noche de la pasión con una hermosa y exuberante morena, pero eso no llenaba su vacío. Alexander no confiaba en las mujeres. Un rostro bonito lo único que lograba hacer era recordarle el sufrimiento que aun vivía por culpa de una mujer. La morena dormida a su lado despertó muy sonrisa y quiso abrazarse al cuerpo de Alexander, pero él la esquivo levantándose de la cama, sin mirarla le dijo: "¡Vístete y sal de mi departamento!" Lo dijo con tal frialdad que sorprendió a la mujer que le preguntó: "¿Que sucede Alexander?" Ni siquiera se dignó a mirarla. Caminó hasta donde estaba su bata de baño ignorando a la mujer. Ella lo miraba confundida, no podía entender lo que sucedía, él había sido encantador con ella y ahora parecía ser otro hombre. Alexander se veía muy tenso y parecía estar molesto. Ella se levantó de la cama para abrazar a Alexander. Pero él la rechazó diciendo:"¡Quiero que te vayas! " - Alexander tomó su billetera de la mesa de noche y le extendió un puñado de billetes diciéndole: "Toma, esto debe ser suficiente por el servicio que me brindaste", arrojando el dinero sobre la cama con un gesto de desprecio le dio la espalda. La mujer molesta e indignada le dijo: "¡Yo no te obligue a dormir conmigo, fuiste tú el que me invitó a pasar la noche contigo, ¿lo recuerdas? Creí que eras un caballero Alexander, pero veo que me equivoque, ¡eres un bastardo! "¿Quién crees que soy Alexander Blake? ¿Piensas que con eso vas a pagar haberme ofendido de esta manera? ¡Eres un...!" Alexander volviéndose la miró con desprecio y poniendo el doble de dinero en la cama, con mirada fría le respondió: "¡No me interesa quien seas, toma el dinero y vete! Cuando salga de ducharme no quiero encontrarte aquí". Alexander desapareció de la vista de la furiosa mujer, que llorando de rabia cogió el dinero de la cama lo metió en su bolso y salió de la habitación dando un fuerte portazo. Alexander solo escuchó el sonido de la puerta y con enojo arrojó contra la pared el jabón que tenía en la mano, sus amargos recuerdos eran un veneno que corría por sus venas. Su amigo no solo lo había traicionado con su esposa, sino que se había quedado con el credito de su trabajo. A sangre fría su amigo junto a su esposa habían le habían arrebatado su trabajo de más de un año, su esposa le había robado los documentos que él guardaba en su casa y se los había dado a su amante. Los dos se habían burlado de él a sus espaldas. Queriendo borrar sus recuerdos Already había vendido la mansion que había construido para su esposa, no volvería a pisar de nuevo ese lugar. Él había construido un imperio con sus propias manos, había alcanzado el éxito y la riqueza que muchos hombres deseaban poseer, pero todo eso no significaba lo mismo desde que su esposa y su amigo lo habían traicionado. Alexander se había prometido a sí mismo nunca más enamorarse, para él las mujeres no eran más que un rostro bonito, un objeto de placer. Al día siguiente Alexander despertó con un fuerte dolor de cabeza, a pesar de tomar un par de aspirinas el dolor seguía ahí, causandole un gran disgusto. Al llegar a su oficina su secretaria lo recibió con un saludo amable, pero Alexander la miró con enojo, como si ella tuviera la culpa de su mal humor. La pobre mujer se puso muy nerviosa al sentirlo pasar junto a ella. Alexander le dió tres ordenes en un segundo, pero de lo nerviosa que estaba olvidó lo último que él le dijo, volviendole a preguntar. Alexander monto en cólera y le dijo: "¡No necesito a una mujer tan torpe en mi oficina. Considerese despedida!. Quiero que encuentra a su sustituta lo antes posible, tengo mucho trabajo pendiente y no voy a retrasarme ¡por su incompetencia!". La mujer estaba a punto de llorar, su jefe la asustaba, salir de su oficina era lo único que deseaba en ese instante. Mientras luchaba por controlar sus manos temblorosas, la secretaria del Alexander Blake rezaba por un milagro mientras se decía: "¡No sé que voy a hacer! No conozco a nadie lo suficientemente valiente y capaz como para ocupar mi puesto como secretaria del señor Blake" . Justo cuando estaba a punto de colapsar de los nervios, una dulce la saludó: "Buenos días, vine a dejarle este documento a su jefe de parte del Señor.... La ex secretaria del señor Blake vio delante de ella el milagro por el que había rezado, frente a ella estaba una hermosa muchacha con una bella sonrisa:"¿Cuál es tu nombre? - le pregunto " Emily Collins, soy la secretaria del señor Manzon" - Le respondió "Pobrecita. Trabajas con el mal humorado del señor Manzon, debe ser muy difícil parar ti" dijo la ex secretaria de Alexander Con una sonrisa Emily le respondió: " No es tan difícil, trabajo para ese viejo cascarrabias hace siete meses. Antes solía trabajar para el juez Benjamin Keller". "¡No te lo puedo creer! - Dijo sinceramente sorprendida - " ¿Cómo sobreviviste? El juez Benjamin Keller es un hombre que da miedo..." "Hahaha, no es tan malo como dicen, solo tienes que ver el lado positivo de las personas." - Le respondió divertida Al ver la actitud tan positiva de la muchacha, ella decidió hacerle una propuesta: "Emily, ¿Te gustaría trabajar para el señor Alexander Blake? ¡Mi jefe paga muy bien!. Yo ya no puedo seguir trabajando para él porque mi familia me necesita... Mi jefe me pidió que buscara a mi reemplazo. ¿Te gustaría ser la nueva asistente personal del señor Blake? Si aceptas, te pagarán dos salarios por adelantado." Esa propuesta era increíble, Emily tenía deudas financieras y un nuevo departamento que había adquirido. Esa propuesta sonaba como la solución a todos sus problemas. "¿En realidad me pagarían dos salarios por adelantado?" - Pregunto Emily "¡Por supuesto! Te lo aseguro. Se te pagarán de inmediato si aceptas tomar mi puesto. ¿Qué dices Emily, aceptas el trabajo?" La ex secretaria de Alexander Blake cruzó los dedos bajo su escritorio esperando que la linda muchacha fuera seducida por la excelente propuesta que le acababa de hacer y aceptara tomar su puesto como la asistente del señor Blake.