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La Historia De Mi Vida

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Blurb

Es muy difícil para mí exponer ante el mundo la difícil situación por la que tuve que pasar durante la primera etapa de mi vida, no es nada fácil recordar cada momento de dolor sin evitar derramar una lágrima o simplemente dejar de escribir porque el dolor sigue tan vivo en mí que al recordarlo me ahoga y oprime con tanta intensidad que tengo que convencerme a mi misma de que eso esta en el pasado y nunca mas volveré a vivirlo.

Está no es una historia romántica como cualquier otra, a pesar de relatar en líneas una década de falso amor, en el que la ilusión y el deseo de que alguien me demostrara amor me llevo a los brazos de un hombre que por mucho me triplicaba en edad, una época en la que caí en la más miserable de las humillaciones por amor a ese hombre que hoy en día puedo jurar por mi vida, solo aprovecho el momento, resurgí como un ave fénix de mis cenizas.

El perdón fue lo único que me salvo de la muerte, eso y la llegada de un ser especial y único en mi vida, llego en el momento justo y siete años después aún sigue a mi lado.

Soy Evelyn Ocando, actualmente tengo treinta años, sin embargo, mi historia empieza a los once años de edad con fragmentos de cuando apenas tenía entre cinco y diez años. Para muchos quizás es difícil recordar con claridad los sucesos de hace diecinueve años, pero en mi caso, son las sombras que me siguen a donde quiera que vaya.

He decidido cambiar los nombres de los personajes que dan vida a mi historia, para proteger la privacidad de cada uno, de hecho mi nombre real no se refleja en este escrito.

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Capítulo Primero
Evelyn Desde que tengo memoria siempre he sido la oveja negra de la familia, la familia de mi madre me odia y la de mi padre me desprecia, a veces siento que hasta mi madre se arrepiente de haberme parido, mi padre me lo ha dejado claro muchas veces, aún puedo escuchar sus gritos retumbar en mis oídos. Recuerdo que era de noche y ya estaba dormida, ese día después de clases llegué a casa para hacer los deberes que nos habían dejado que fueron muchos y como no tenía para investigar en Internet tenía que hacerlo de forma tradicional, leyendo las enciclopedias gastadas que me habían regalado, había que cambiar de página con sumo cuidado porque de lo tostado que estaba las páginas se quebraban a la menor fuerza que se le aplicará. Todo lo que poseía en ese entonces era regalado y ni siquiera era mío del todo, cada vez que me lo recordaban sus palabras eran las mismas, "Tú aquí no tienes nada" desde el uniforme escolar hasta los zapatos que siempre usaba que eran de varón dos tallas más grandes, o la ropa de casa y para salir que también era regalada, no reniego de eso, gracias a Dios tenía con que vestirme, pero las prendas la mayoría de las veces me quedaba muy grande y con una madre costurera que no hacía nada para que la ropa me quedara mejor me tocaba ser también la burla de mis compañeros de clases, en fin luego de cenar, vimos un rato televisión, deje de ver dibujos animados porque mi papá apagaba el televisor cuando empezaban, así que aprendí a verla cuando ellos veían y lo que a ellos les gustaba o si mis hermanos estaban viendo me pertrechaba en un rincón con la excusa de estudiar, cuando estaba solo con mi mamá veía novelas como esa tarde y parte de la noche hasta que fue hora de dormir. Me acomodo lo mejor que puedo en mi cama, un jergón viejo con muchos alambres sueltos que cuando me muevo se entierran en mi piel, la espalda la tengo cruzada por un sin fin de aruños, suelo dormir en la orilla de uno de los largueros que es donde casi no siento las puntas de los alambres desgarrando mi piel, me envuelvo con la sabana como si fuera una oruga y cierro los ojos con intención de dormir. Mi papá llegó como siempre que sale a beber, cayéndose de la borrachera y se fue directo a despertarme como siempre hace para humillarme delante de mis hermanos. Son las tres de la madrugada, me hago la dormida para no responder a su llamado esperando que no insista y se largue, sin embargo, no me dejo en paz, me hala tan fuerte de la sabana que caigo al piso con un sonido sordo, me trago la queja de dolor, porque sé bien que si me quejo solo me ganaré otro golpe de su parte, porque si yo estuviera pendiente de su llamada él no me habría tirado de la cama. Siempre es mi culpa. Me levanto del piso para seguirlo en silencio hasta donde se desparramó sobre una silla, esperando que mi mamá le caliente la comida de la cena. —Quítame los zapatos. —me ordena con su aliento nauseabundo. Sin decir nada me arrodillo delante de él y empiezo por sacar los zapatos conteniendo la respiración por el desagradable hedor que sale de ellos, el tono fuerte y calmo con el que habla no augura nada bueno. —Listo papi, ¿Me puedo ir a dormir? —pregunto casi en un susurro, quiero desaparecer no deseo estar allí, sé que en cualquier momento me va a insultar como siempre. —¿Qué? ¿No puedes estar aquí o es que me tienes rabia? —pregunta alzando la voz a medida que formula sus preguntas. Me zarandea con fuerza me duele el brazo por su agarre, pero no le voy a dar el gusto de que vea que me hace daño. Igual no cambiará en nada la situación. —No, pero tengo sueño y mañana tengo que ir a clases —respondo con la esperanza de que me deje ir mientras trato de contener todo lo que puedo las lágrimas que pugnan por salir. — ¡¡Me importan una mierda tus clases!! —Entro en pánico al escuchar la hostilidad con la que me habla, trato de mostrarme calmada , para ser puta no necesitas estudiar continúa imitando el siseo de una serpiente. Siento que el mundo se hace oscuro y muy pequeño, deseo la libertad que otorga la muerte, pero la ilusión de que algún día cambien me hacen buscar fuerzas de donde no las tengo para seguir soportando sus maltratos, porque no es solo el. No sé en qué momento mi papá cambio tanto o fue mi mente demasiado infantil que lo idealizó como el mejor padre del mundo, recuerdo cuando me decía que yo era su reina y siempre me trataba bien, me traía dulces y juguetes o cuando me llevaba junto con mami a pasear para ver las decoraciones en las plazas y comer helado. Todo eso quedó atrás. No puedo hacer más que quedarme de pie y en silencio mientras vocifera cuanto insulto se le ocurre, me empuja haciendo que caiga al piso, repite lo que cada semana me dice: Cuando te cojan, el coño te va a doler tanto como cuando tienes la regla y te duele de tanto salirte sangre. Hace tiempo dejé de contestar, para que hacerlo eso solamente me hace ganar más golpes de su parte y el remate de mi mamá en apoyo a su esposo. Me quiero morir, para saber si van a sufrir por mí, lo dudo. Mis hermanos se ríen de las cosas que él me dice y se mofan de mi situación, soy su burla. Los observo sentados a su lado recibiendo halagos de todo tipo por no hacer nada. Siendo justos ellos aún son unos niños y me imagino que creen que es gracioso todo esto. No puedo evitar sentir el dolor que los recuerdos me causan, pero necesito continuar, solo así terminaré de darle a mi corazón la paz que necesita, ahora soy una adulta, sin embargo, las marcas de mi infancia y adolescencia se sienten muy vivas todavía en mí. Me cuesta creer en la fuerza que tuve para vivir cada uno de esos días tan duros. Dos horas después de nuevo estoy en mi jergón tratando de dormir, obligando a mi mente a pensar en una realidad paralela en la que soy realmente feliz, el frío la incomodidad y el dolor acrecientan mi deseo por desaparecer de este mundo, no entiendo que es ese deseo interno que me hace aferrar de alguna forma a la vida, una vida de penas. Mis lágrimas salen a borbotones mientras ahogo los gemidos lastimeros en el fondo de mi garganta. Despierto temprano para alistarme sin hacer ruido para no molestarlo, cuando bebe se despierta muy tarde y el menor sonido hace que su mal humor sea lo primero que se refleje al abrir los ojos, soy yo quien paga los platos rotos aunque no deba, al menos me hacen desayuno, no puedo mentir en esto, un plato de comida nunca me falta y en eso son muy equitativos, no me dan menos que a mis hermanos o me las sobras, siempre es un plato de comida para cada uno. Con el tiempo todo cambia, así como la hoja verde de un árbol se marchita, mi corazón dejó de sentir paulatinamente tras recibir un golpe tras otro. Entro al baño para asearme, me pongo mi uniforme y luego en silencio tomo el desayuno, sin dinero para el recreo salgo de casa con ganas de aprender, de llegar a ser alguien importante algún día y poder tener las cosas que mientras viva con mi familia bajo su techo no podré tener, recién entro en la adolescencia y tengo más carencias que cualquier otra persona, no solo materiales, la carencia del alma es la que me hace ser escéptica y desapegada con los que me rodean. No tengo amigos, siempre estoy sola y la verdad me fastidia que me obliguen a realizar trabajos en grupos, reunirme en casa de alguno de mis compañeros es una odisea, no tengo nada bonito que ponerme para salir, además que pedir permiso es darle la oportunidad a mi papá de llamarme puta, mi mamá solo lo apoya cada vez que sucede. Mi niñez fue mucho mejor relativamente, me trataban como a una hija, pero los tiempos cambian y mi realidad es otra, la mañana de clases transcurre tranquila hasta que en clases de biología la profesora Daysi pide hacer grupos para un trabajo sobre la evolución, basándose en la teoría de Darwin, que dice que; Las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante un proceso conocido como, selección natural, Darwin presento pruebas de que la diversidad de la vida surgió de la descendencia común a través de un patrón ramificado de evolución, dichas pruebas las recolecto durante su expedición en el viaje de Beagle en la década de mil ochocientos treinta y sus descubrimientos posteriores mediante la investigación, la correspondencia y la experimentación. Me pregunto si yo evolucionaré en una persona mucho más fuerte para adaptarme al ambiente hostil que me toca vivir todos los días. Me encanta el tema, pero me desagrada desarrollarlo en grupo, me quedo en mi lugar mientras los demás mueven sus sillas y establecen los grupos dentro del aula, no quiero trabajar con ninguno, por lo general solo uno o dos son los que hacen el trabajo y los demás pierden el tiempo a sabiendas de que igual recibirán una nota por un trabajo en el que no aportaron nada. Con once años ya era catalogada como el bicho raro de la clase, todos me evitaban y de ser preciso ignoraban mi existencia en este mundo , no es que me importara mucho, pero muchas veces soñé con tener "una mejor amiga" con quien compartir sueños y deseos, alguien para hablar en confidencia, sin embargo, descubrí que las "Mejores amigas" son solo espejismo. —Evelyn, ¿En que grupo vas a trabajar? —pregunta la profesora, espero que no me obligue ha estar en ninguno y me permita trabajar sola. Todos contienen el aliento en espera de mi respuesta, bueno saben que si existo, levanto la vista con algo de firmeza en su dirección y con voz clara hago mi pregunta favorita —Profesora, ¿Podría trabajar sola? —escucho el suspiro colectivo de alivio, yo tampoco quiero relacionarme con ninguno solo lo hago cuando me obligan. —Pero tienes que entregar hoy mismo, al igual que tus compañeros —acepta. Pero no me preocupo por entregar a tiempo, se que lo haré y con tiempo de sobra, ya me he leído todo la teoría. —Gracias profe —murmuro antes de ponerme manos a la obra. Respondo una a una las preguntas del cuestionario, y termino llenando diez cuartillas en perfecto orden, pulcras sin tachas ni borrones, le pido a la profesora engrapar mi trabajo con una hoja en blanca cubriendo la página donde aparecen mis datos, como siempre soy la primera en terminar y me gano las miradas de odio de muchos en mi clase, ignoro la molestia que genero en mis compañeros para volver a mi lugar donde me distraigo leyendo cien años de soledad, un libro realmente atrayente que encontré en una de las repisas de mi casa, junto a otro dos, casa muertas y doña Bárbara, libros que también pienso leer una vez termine este. Gracias a mi petición repetitiva de trabajar sola en cada actividad, me he ganado que varios profesores decidieran que necesito ayuda psicológica, es por eso que cada miércoles voy con la orientadora, la profesora Marilin, hoy es lunes así que no tengo porque preocuparme, no le veo nada de malo el trabajar sola mis notas son excelentes ningún profesor tiene quejas sobre mi comportamiento, de hecho no es necesario que mi representante venga por mi boletín de calificaciones, ya que apruebo cada materia con la mayor nota y mi promedio es de excelencia. De nuevo voy de camino a mi casa, camino sin ganas de llegar a pesar de tener mucha hambre y una sed desesperante, sin importar que siempre esté sola en el liceo, me siento mejor allí, donde en mi mente puedo decir que los raros son ellos y no yo o simplemente ignorarlos al igual que ellos a mi. Odio que el camino a casa sea tan corto, a penas quince minutos caminando, exhalo rendida cuando veo la fachada de la casa de mis padres, una estructura de bloques rojos con mil años de existencia, las paredes se caen por el salitre mientras mi vida se marchita con cada segundo que hábito entre sus paredes.

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