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Artemisa

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Blurb

Artemisa Bridget Fleming, es una estricta y distante Magnate del Marketing. A la cual le gusta que cada uno de sus nuevos proyectos sean entregados con puntualidad, con la correcta estética y tal como le gusta a dicho cliente. Su vida solo se basa en trabajar, descansar cinco o seis horas al día, revisar papeles y comer solo cuando tiene tiempo.

Pero por causalidad de la vida conoce a Dexter Battle un joven hombre graduado de la secundaria y que necesita el pronto dinero para que no lo separen de su pequeño hermana, lo cual toca a fondo, el corazón carecente de sentimientos de Artemisa, contratándolo como el secretario que ella cree no le hace falta, pero desea que la pequeña niña de ojos azules no sea separada de su única familia...

Dexter, cree que ha conocido a un ángel personificado, pero él esta equivocado ella, es una jodida diosa. El amor que el hombre siente hacia su nueva jefa es instantáneo. Pero no todo lo que relumbra es oro y eso lo sabrá él a perfección.

Su relación pronto rebasa los limites, entre jefa y empleado. Pero a ella no le interesa abrir su corazón por más que este desee ser de aquel tan extraño caballero.

Además de eso, Dexter tendrá un oponente que no le pondrá el camino fácil, pues este individuo fue hechizado antes por la belleza y personalidad de la diosa...

Dos caminos totalmente distintos.

Dos corazones que sienten diferente.

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PRÓLOGO
Octubre 11 del 2019. Barcelona, España. PRÓLOGO. Artemisa Bridget Fleming. Mi empresa, mi lugar de trabajo, el sitio en el que he pasado la mayor parte de mi tiempo desde mis veintiún años. La empresa por la que muchas compañías gráficas se pelean por eclipsar, La empresa número uno en el ranking de Marketing , encargada de los más importantes anuncios y comerciales de marcas supremamente importantes... Eso es Marketing Moon, mi empresa, mi hogar. El que ahora va a ser el beneficiario de uno de los gestos más nobles que pueden haber existido. Hace aproximadamente tres meses y medio, mientras junto con el equipo visual de la empresa transportábamos un pedido, vi un pequeño, en realidad un pequeño sitio que en el que unos cuantos pequeños niños jugando alrededor. Se trataba de un pequeño orfanato que se encontraba en reparaciones. Ahora es un hermoso lugar, adaptado perfectamente para los casi sesenta niños y niñas que viven allí, los momentos en que puedo admirar a los pequeños jugar, reír y compartir a pesar no estar junto a sus familias es hermoso. Algunos de esos pequeños tienen mucho valor, demasiado diría yo. Otros tal vez no, pero los comprendo perfectamente, porque son niños y aun así saben exactamente por lo que están pasando, entiende que ahora no tienen a ninguno de sus familiares que les digan que todo estará bien y que pronto saldrán de allí. Cada uno de esos pequeños tienen una fuerza de voluntad que estoy segura que algunos adultos no poseen. Lo digo porque eso es lo que veo, es lo que me demuestran cuando vengo a verlos, cuando sonríen solo por verme. Aun cuando mi trabajo requiere de mucho tiempo, me gusta visitarlos y pasar aunque sea unos pocos minutos con ellos, sus expresiones, sus risas, son mi terapia mas bonita, son mi tranquilizante mas efectivo. Pero para mi nadie tendrá nunca esas ganas esa fuerza que tiene Adele, ella aun con solo siete años de edad comprende la situación como ningún otro de los niños. Por lo que mi atención se ha centrado en ella, a parte de que lo que cuenta de su hermano realmente me tiene cautivada. no obstante nunca he tenido el gusto de ver a tal hombre frente a mi, ni de presentarnos. Ahora me dirijo a ese orfanato, su nombre fue en honor de su fundadora, su nombre era Luz y el complemento del resto es como ella hizo sentir a los primeros niños que cuido. EL orfanato al que me dirijo se llama: Orfanato Luz de madre. Un nombre perfecto para aquel lugar, que si bien es cierto no puede de ninguna manera remplazar el hogar de cada uno de esos pequeños, es bastante acogedor para cada uno de ellos. De hecho, las habitaciones están separadas, las niñas utilizan el ala oeste y los niños el ala este, pero al momento de tomar el desayuno, almuerzo y cena, todos se unen o simplemente cuando salen a jugar. Lo que también me agrada del orfanato es que importen clases para nivelar el aprendizaje de que cada niño allí, obra que obviamente ayude a impulsar y seguir adelante. Cada que vengo, lo cual es cada quince días, trato de traerles algo. Por el momento son apenas cuarenta niños por lo que puedo permitirme comprarles algo y hacerlos felices. Bien sea un juguete o comida, siempre les regalo algo y ellos me lo retribuyen con sus sonrisas, chistes y risas. Bajo de mi auto, no sin antes estacionarlo dentro del orfanato... -Bridget, querida -saluda la directora de la institución. -Señorita Kerime, es bueno verla -expreso entregándole un sobre-, por favor déselo a la administradora. -Bridget... -reprende. -No se moleste, es por los niños -explico caminando hacia el jardín-. ¿Cómo están los niños? -pregunto sintiendo como ella camina a mí lado. -Esperando que llegarás, los más pequeños sobre todo, viven esperando a que llegue este día para verte -sin poder evitarlo una sonrisa surca mi rostro. -Y ella cómo está -cuestiono y sé que sabe de quien le hablo-, ¿su hermano pareció? -Sobre eso... Será mejor que no la veas ahora mismo... -Por qué, sucede algo con Adele -inevitablemente los nervios se centran en mí pecho y su silencio no ayuda para nada-. Señorita... -al voltearme puedo ver como un hombre es sacado a la fuerza, mientras se retuerce e intenta soltarse de los guardias y detrás de ellos va Adele, llorando. -No te interpongas Bridget -sugiere ella pero ya es muy tarde, mis pies ya están caminando en dirección a ella. Al verme trata de sonreír pero regresa su mirada hacia el hombre que grita su nombre. -Adele... -llamo, ella corre a mi brazos y solloza. -Princesa, por favor dígales que lo suelten -implora, mientras su pequeño cuerpo se aferra a mí con fuerza. -¿Quién es él? -pregunto, ella baja su rostro y lo esconde entre mi cabello-, Adele, ¿lo conoces? -Es mí hermano, por favor ayudelo -pide y sus ojitos azules me miran con miedo. Asiento. Me levanto y tomo la mano de la niña, caminado hacia la salida. -¡Adele! ¡Suelten! Ella es mi hermana - al salir por la puerta trasera del estacionamiento puedo vera un hombre joven, quizá de dos años mayor a mí. -¿Es él? -bajo mi mirada hacia Adele y ella asiente. Suspiro y me agacho para hablarle a la niña-. Tú quédate aquí. Resolveré esto. Dejando a la pequeña atrás. Camino hacia los hombres y ambos al observarme se quedan quietos. -Señora Fleming -cierro los ojos con fuerza, por su manera de llamarme. -Señora, no, Ross. Señorita -corrijo y ambos ríen-, a dónde lo llevan. -A la estación de policía. ¿Por qué le interesa? -cuestiona el compañero de Ross. -Es el hermano de Adele -ambos se miran con supuesta sorpresa. -No lo sabíamos -ruedo los ojos ante su cinismo-. De todas maneras falto a las reglas del orfanato y no es buena influencia para la niña. -Es su hermano, cómo no puede... -el compañero de Ross me interrumpe. -Estuvo en prisión y se le acuso de vender droga, señorita -informa él. Dirijo mi vista detrás de ellos. ¿Estuvo en la cárcel? Debe haber algo aquí que no cuadra. Por qué quiere a su hermana haría algo así. -Él consumía esas cosas... -pregunto con un timbre en mi voz. Ellos niegan-, quiero hablar con él. -No, no podemos hacer eso -enuncia Ross. -Déjala, Ross -Kerime habla detrás de mí-. Sino lo haces, igual buscará la manera de hacerlo. -Pero señorita... -intenta persuadirla, pero no lo logra-, de acuerdo. Los tres se van y yo me dirijo al hombre frente a mí. -¿Eres el hermano de Adele? -él asiente. -Así es. Soy Dexter Battle -contesta-. y usted es un ángel -parpadeo incomoda, por su comentario. -No, mi nombre es Artemisa Fleming, más conocida como Bridget -extiendo mi mano y él la toma con gusto. Al sentir su tacto puedo jurar que la sensación que transmite es extraña. -Lo lamento -se disculpa-. ¿Conoce a mi hermana? -Sí -pienso mentalmente antes de hablar-, su hermana me hablaba mucho de usted, pero resulta que ha estado en prisión... -él desvía la mirada avergonzado. -Eso fue por un malentendido -manifiesta mirándome fijamente. Entonces puedo ver que sus ojos son grises claros, casi celestes claros, para nada parecidos a los de Adele. -¿Malentendido? -indago, pidiéndole que me acompañe dentro-, qué clase de malentendido es vender estupefacientes. -No eran míos, ni las drogas, ni el dinero... -¿Entonces por qué lo culparon? -cuestiono en tono más severo, aunque debería de cierto modo su estatura intimidarme no lo hace. -Porque yo defendí al verdadero culpable y él me acuso a mí... -Cómo puede una persona solo acusarte -no mido el volumen de mi voz. -Como lo está haciendo usted por ejemplo -lo miro indignada, pero él se encoje de hombros-, es complicado. Solo quiero llevarme a Adele. Es mi única familia. -¿Eres su tutor? -él niega, frunciendo el ceño-, cómo piensas llevarla contigo. ¿Tienes un trabajo? -No, no soy su tutor, no tengo un trabajo, bueno no uno estable... -¿En qué trabaja? - él rasca la parte de atrás de su cabeza-. No me lo dirá... -Es complicado, señorita -suspiro cansada. -¿Todo en usted es complicado? -él no dice nada-. Estoy tratando de ayudarlo y... -Soy stripper -suelta de golpe, dejando mis pulmones sin aire. Paro en seco y lo encaro. -Qué dijo -pregunto pestañeando fuera de mí. -Soy stripper, Bridget -remojo mis labios por la sensación que provoca escuchar mi nombre en sus labios. -No... -mi voz sale inestable y me obligo a afinarla-. Así es cómo piensa tener la custodia de Adele- él niego nuevamente. -No es mucho de mi agrado, pero me permite pagar mi departamento y tener tres comidas al día -baja la cara y susurra-. Dios, es que ni siquiera es para lo que estudie. -Para qué estudiaste -me retracto y formulo bien la pregunta-, en qué especialidad te graduaste. -No, yo estudie hasta lograr mi licenciado... -informa sonriendo con dificultad. -Bueno, en ese caso. ¿Qué en carrera se licencio? -cuestiono un poco aburrida. -Soy Licenciado en Secretaria Ejecutiva... Supongo que lo que pienso es demasiado evidente y si fuera otra persona incluso me parecería sospechoso. Pero no debo descartar nada, ¿pero por qué se mantiene en mi cabeza la idea de que debo ayudarlo? Si lo hago, será únicamente por Adele, no por él, no porque me importe. Después de todo no será bien visto que un ex convicto este trabajando en la empresa y aunque mi padre no tenga prácticamente nada que ver con mis logros, tampoco será muy fanático de la idea que digamos. Aún así, algo me dice que debo ayudarlo. Aunque mis empleados se molesten, aunque mi padre me regañe, aunque las demás personas hablen. Siempre he dicho que cuando hay una corazonada debemos seguirla por más pequeña que esta pueda ser. La situación de Dexter, no ayuda en nada para que obtenga la custodia de Adele. Sobre todo si la niña no lleva su mismo apellido. Esto lo vuelve aún más difícil para los dos... -Por qué el apellido de Adele, no es el mismo que el suyo -él suspira. -Nos conocemos muy poco como para contarle la historia de nuestras vidas -asiento, haciendo una línea con los labios-, no se ofenda, por favor. -Lo comprendo. Pero, Adele es una niña con grandes aspiraciones y con una fuerza inalcanzable -digo y él solo hace una mueca nostálgica que no llega a ser una sonrisa. -Lo sé, ella es especial y la amo, aunque no tenga mi misma sangre... -asiento, en acuerdo a lo que dice. -Sí, ella se gana el corazón de las personas -antes de recordar cosas innecesarias, me giro a verlo nuevamente-. ¿Sabe quién soy? -Acaba de decirlo, se llama Artemisa Fleming... -sacudo la cabeza negando continuas veces. -A parte de eso, soy la dueña de Marketing Moon -él presta más atención ante la mención del nombre de mi empresa. -Continué... -Que quede claro que no lo hago por usted. Le tengo aprecio a Adele y espero ayudar con esto para que pueda conseguir sus custodia -aclaro, él asiente tomando una expresión más seria, es decir, más madura-, voy a darle trabajo. -Usted para va terminar perjudicada créame -forza una risa, esperando que me retracte. -No cambiaré de opinión -bajo la mirada hacia mi bolsa-. Son las once de la mañana, si quiere el puesto de trabajo vendrá esta misma tarde a Moon, pedirá una cita conmigo a la encargada de recursos humanos y esperará... -¿Solo esperaré? -asiento-. Para qué. -Antes de contratarlo oficialmente debo conversarlo con alguien y evaluar sus niveles de capacidad -él me mira como si fuera un enigma. -No cree que es mucha responsabilidad sobre sus hombros -interroga, niego, restandole importancia. -Lo he hecho sola por algunos años ya y sigo viva -río, aunque él no comparte mi risa. -Se esta haciendo daño -regaña y aunque no quiera su regaño no me suena mal, ni me molesta. -Por ello estoy ofreciéndole este puesto a mí lado -confieso con un poco más de confianza-, usted decide si asiste. -Dexter -le miro sin entender lo que dice-. Solo llámeme Dexter -ofrece y por más tentador que me resulte, debo rechazarlo. -No debo hacer eso, mucho menos ahora que posiblemente trabajará para mí -al instante de decir eso, él parece darse cuenta y se disculpa. -¿Entonces a qué hora sería mejor presentarme en la empresa? -su alegría podría sentirse de aquí al siguiente continente. -No he asegurado nada aún. -Con que considere darme una oportunidad es demasiado para mí. . . . Converse un rato más con él, ciertamente para ser una persona que pasó en prisión no lo parece. Luego de ello, él hablo y pasó casi dos horas con su hermana, ¿cómo lo sé? Tengo informantes, pero obviamente le pedí a él que le entregase el obsequio que tenía para Adele. Como es de esperar el no se negó... -Volviste a involucrarte, Bridget... -regaña la directora del orfanato, al otro lado de la línea. -Fue inevitable -sonrió, sabiendo que no puede verme. -Debes rendirte, las familias que adoptarán vendrán en dos meses y es imposible que él haya ganado la custodia para ese tiempo -suspiro, porque sé que en gran parte tiene razón. -De todas maneras pienso intentarlo -no escucho nada como respuesta-. Debo colgar. -De acuerdo, ten bonita tarde... Paso mis manos por mis rostro en señal de frustración. Me levanto de la silla giratoria en la que estoy. Salgo de mi oficina con mis tacones haciendo eco por donde camino... Llego hasta el ascensor y bajo a la primera planta de la empresa. Me dirijo a la segunda oficina a la derecha del cuarto pasillo del mismo lado. Toco la puerta que tiene colgando de su perilla el volante con las palabras: «No pase si ve el colgador, es posible que ese viejo este ocupado y no podrá atenderlo. Posdata: Si eres Artemis puedes pasar necia.» Ruego los ojos ante la forma que tiene de llamarme. Giro la perilla y abro la puerta llamando la atención de los dos hombres dentro de la estancia. -Brig, es muy grato contar con tú presencia por aquí -dice Abel, regalándome una enorme sonrisa, que causa que su mejillas se ahuequen a cada lado de la comisura de sus labios. -Sí, gracias -no le presto atención aunque él es alguien importante en la empresa. -¿Qué quieres? -cuestiona el otro hombre en la habitación. -Un buenos días no te mataría papá -reprendo acercándome a él, para dejar un beso sobre su frente-. Necesitamos hablar -anuncio colocándome detrás de él y mirando a Abel. -De acuerdo, entendí la indirecta. Me iré -se acerca y deja unos papeles sobre el escritorio-, nos vemos Brig. -No, lo que tengo que tratar con mi padre también te incumbe como el Director de Operaciones -señalo la silla frente al escritorio de mí padre. -Bien... -murmura y toma asiento, esperando que hable de una buena vez. -Hoy estuve en el orfanato... -digo haciendo que ambos me presten la debida atención-. Conocí al hermano de Adele... -Cómo está la niña -pregunta mi padre, tomando mi mano en su hombro. -Cuando la vi no esta bien del todo. Pero estoy segura que después de ver a su hermano mejoro -aclaro mordiéndome internamente la mejilla izquierda. -¿Qué tiene que ver esto con lo que vas a decirnos? -sonrió tratando de tranquilizarlo. -Él trabajará con nosotros -afirmo esperando que ambos digan algo pronto. Pero el silencio es lo que recibo. Sé que nos les agrada la idea que yo actué por seguir mis emociones. Sé que se molestarán apenas sepan que él estuvo en prisión. Sé que no lo verán con buena cara y dirán que no. Aún así mis ilusiones no decaen porque lo que hace con buena intención casi nunca terminan teniendo un mal desenlace. -Quieres traer a ese hombre aquí. -Sí -digo con voz tranquila pero tenaz-, él es un buen licenciado en secretaria ejecutiva -explico y por la expresión de Abel sé que no accederá. -¿Ahora quieres un secretario? Ahora, cuando antes te negaste -asiento, sin miedo a su tono al hablar. -Necesita el trabajo, además de que Adele merece estar con él y no con otra familia -miro a mí padre, quien no ha dicho nada, en busca de apoyo-. Papá... -Si el muchacho es bueno como dices podemos ayudarlo a ingresar a otra empresa -suspiro, cerrando con fuerza mis ojos. Esa no era para nada la respuesta que estaba esperando, mi padre siempre a estado para mí. Ya sea para aconsejarme o para regañarme y lo he aceptado, pero ahora lo necesito de mi lado. -Papá... -No, Artemisa, no -sus puños se cierra con esfuerzo sobre la mesa. -Apoyo a tú padre, Brig. Recomendemolos en otra empresa. No en la nuestra. -¿Nuestra? -mi tono por más que no lo quiera así, suena hiriente-. ¿Tu opinión tiene que ver con una cuestión amorosa? ¿Son celos, Abel? -él mira hacia otro lado con vergüenza. -¡Artemisa Fleming! -exclama mi padre a manera de reprimenda-, no te pediré que te disculpes porque eres una mujer mayor. Pero debes cuidar tus palabras. -No se preocupes señor Fleming. Su hija tiene razón -espeta levantándose y acercándose más a donde estoy-. Sí, Artemisa estoy molesto, estoy celoso. ¿Por qué? Yo te apoye, te implore para trabajar junto a ti, para que me dieras una oportunidad y no hiciste -toma aire, me observa herido-. Pero llega este tipo y lo aceptas así de fácil, sin siquiera probarlo. -Claro que lo haré. Pero necesito antes de la aprobación de ambos -bajo el rostro, ocultando mi arrepentimiento por tratarlo de la manera que lo hice. -Te lo dije, no obtendrás nada de mí. No pienso dejar que otra persona ocupe mi lugar. Mucho menos un recién llegado -comprendo sus palabras y sé que no solo habla en el sentido laboral. -Basta niños. Compórtense -señala a Abel-, tú eres el Director de Operaciones de la empresa y eres importante -se gira y me señala-. Y tú, eres la jefa aquí, compórtate como tal. -...

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