Donde nos lleve el destino

Estaba nerviosa por entrar a mi próxima sesión, ya había tenido muchas, pero esta se siente tan diferente. No podía mantener mis manos quietas, las movía, entrelazaba mis dedos y noté que las tenía demasiado frías. — Eva, pasa por favor, el doctor te está esperando.- Me dijo la enfermera muy amablemente indicándome el camino para llegar al consultorio a pesar de que ya lo sabía de memoria. Me paré del asiento y caminé con lentitud, noté que la enfermera me observaba detenidamente con una pequeña sonrisa, al parecer esta no es la primera vez que mi comportamiento absurdo es tan evidente. Ella me conoce desde la primera vez que vine a este lugar, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, mi abuela moría de la preocupación por mi comportamiento, no me relacioné con nadie durante años desde la muerte de mis padres, ahora tampoco lo hacía demasiado, estoy concentrada en mis estudios y en mis experimentos. — Pasa Eva, sé que estás ahí esperando.- Las palabras del doctor me sacaron de mis pensamientos y mi primera reacción fue entrar a su consultorio rápidamente. — Buenas tardes doctor.- Dije con una sonrisa. — Feliz Cumpleaños Eva, espero que esta sesión no haga que dejes de asistir a la fiesta que debes tener con tus amigos.- Bromeó. — Bueno, sabe que no tengo muchos amigos, pero trataré de hacer lo que me recomiende el doctor. — No voy a criticar tú circulo social, admiro tu esfuerzo, sé que ha sido bastante grande y que te has esforzado por superar la muerte de tus padres, pero sabes de qué se trata esta sesión, quiero que me cuentes tú historia Eva, quiero verificar si hay alguna forma diferente de contarla, después de años de terapia espero ver que te duela menos. No estaba lista, a pesar de que he venido a las sesiones por años sé que contar lo que pasó me dolería igual o incluso más de lo que imaginaba, solo de pensarlo mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas. — Sé que es difícil Eva, pero es un paso que debes hacer, es parte del proceso. Respiré profundamente, pensando por qué momento, qué punto menos doloroso debía tocar. Cerré mis ojos y en ese instante pasó por mi cabeza la probabilidad de que lloraría, desde la muerte de mis padres sentí que tenía atravesada una espada en el pecho. — Bien.- Respiré profundamente.- Mi madre me crio los primeros dos años de vida, no recuerdo su rostro y cada vez siento que se pierde su voz en mi memoria, veo videos en los que me llenaba de amor, pero ya no bastan para poder mantenerla conmigo.- Noté como solo decir eso empezaba a quebrar mi voz, como solo eso estaba siendo lo más doloroso. — De acuerdo, ese es un excelente comienzo, creo que vamos mejorando, hablar de tú madre es algo que te ha costado, que lo puedas hacer es realmente un avance, aunque lo hagas con lágrimas en los ojos y con la voz entrecortada. Las palabras del doctor no me hacían sentir mejor, a diario pensaba como sería si al menos la tuviera conmigo, quizás muchas cosas en mi vida serían totalmente diferentes, incluso la manera en la que me relacionaba con la gente. — Ahora.- Dijo el doctor soltando un pequeño suspiro.- Háblame de tú padre Eva. Él sabía perfectamente lo duro que fue para mí por años contarla, cuando era niña ni siquiera podía hablar del tema porque lloraba descontroladamente, con el paso del tiempo las terapias amortiguaron mi dolor, haciendo que pudiera al menos contarla sin llorar demasiado. — Mi padre fue el mejor hombre que conocí, ocultó el dolor que le provocó la pérdida de mamá para que yo no sufriera demasiado, pero sé que eso lo destruyó. A diario solía contarme historias increíbles del día en que sus investigaciones dieran resultado, pasó años estudiando y yendo a lugares que se supone que traerían de vuelta a mi madre, estaba completamente loco con esa idea, tanto que empezaba a asustarme, tan solo era una niña de 10 años creyendo en sus historias fantásticas, pero él fue mucho más lejos. Pasaba fuera de casa por horas, lograba verlo pocas veces por la noche antes de ir a dormir, pero aún así para mí seguía siendo algo así como un héroe. Un día mi abuela recibió una llamada, al contestar su rostro cambió inmediatamente de color, estaba demasiado pálida y empezó a llorar desconsoladamente. Traté de que me explicara varias veces lo que había ocurrido, sin embargo, ella solo podía hacer una cosa, soltar sollozos y empezar a alistar su cartera para salir. Recuerdo la desesperación y el miedo profundo que me invadía, solo no podía dejar de pensar en las miles de probabilidades de que algo malo hubiera ocurrido.- Empecé a ponerme muy nerviosa, tanto que mi voz empezaba a quebrarse hasta el punto de que el doctor no logró entender lo que decía, mis manos empezaron a temblar, de pronto fue como si me diera un ataque de ansiedad, empezaba a sentir como si estuviera ahí, en ese momento. — De acuerdo, creo que es suficiente por hoy Eva, no te veo nada bien.- Dijo con un tono de preocupación evidente.- Haz hecho un gran trabajo, hablaste de cosas que antes ni siquiera podían pasar por tu mente, pero ahora tienes que relajarte, no quiero que te descompenses como la última vez. Empecé a respirar una y otra vez, tratando de estabilizar mis emociones y por supuesto mi presión arterial, con el paso de los minutos empecé a notar como el calor volvía a invadir mi cuerpo y me sentí tranquila nuevamente. Me despedí del médico una vez que la sesión terminó, después de que me hiciera algunas preguntas generales para descartar la posibilidad de que eso hubiera afectado mis sentidos como solía hacerlo, cuando salí del hospital me detuve antes de cruzar la calle, mirando un punto fijo, era como si estuviera por pasar algo que sentí que me correspondía ver. Tal y como lo sospechaba, vi a mi padre, al otro lado de la acera, con una gran sonrisa, mis lágrimas empezaron a caer, yo solo me quedé perpleja sin poder creer lo que mis ojos estaban viendo, era él, cuando estaba a punto de correr hacia sus brazos extendidos alguien me tomó del brazo bruscamente.