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Cicatrices

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Blurb

Las cicatrices son un parche de piel permanente que crece sobre las heridas. En el caso de Isabel, esas heridas han sido emocionales, y consecuencia de factores que desconoce y de experiencias que no comprende o no quiere comprender pero que la han estancado en una zona de confort de la que al parecer, no quiere salir ni para pelear por lo que le corresponde.

Esas experiencias que comenzaron con lo que entendió como el abandono de su padre, le han causado un dolor tan profundo, que ha desarrollado el miedo a dejarse amar.

Por eso, cuando su padre muere y ella regresa a su ciudad natal para escuchar un testamento donde le exigen casarse para heredar lo que le pertenece, se niega a hacerlo, a pesar de que Marco, a quien ama desde niña, está dispuesto a todo por ella.

Para afrontar lo que se le viene encima, Isabel deberá decidir permanecer en su zona de confort y que su padrino Roberto herede ese negocio y la fortuna que a ella no le importan en lo absoluto, o salir al mundo para tratar de descubrir si Vicente, su padre, realmente murió en un accidente de tránsito.

En el camino contará con la ayuda de Marco, quien es consciente de las heridas emocionales que se esconden detrás de las cicatrices de Isabel, e intentará estar a su lado para enfrentarlas juntos.

¿Qué pasa si jugamos al pasado para curar las cicatrices?

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Capítulo 1
Estaba muda y con la mirada fija en mi padrino. Él había sido testigo del evento y me miraba con preocupación, pero si todo había sucedido y él no había intervenido, significaba que estaba de acuerdo. ¿O acaso mi padre había dejado de hacerle caso y de tomar en cuenta sus consejos después de más de cuarenta años? ¡Eso no podía ser! Pero… ¿Por qué? ¿En qué le cambiaba a él pedirme eso que me estaba pidiendo? ¡Maldigo la hora en la que decidí volver a la ciudad en la que nací! Mejor me hubiese quedado en Londres con mi vida perfecta y en la que dependo cien por cien de mi trabajo y de mis decisiones y no de… ¡Bueno! De la voluntad ajena. ¿En qué momento me dejé convencer por mi madre de que era una buena idea volver y “reclamar” lo que se supone que me corresponde? Ni yo creo que me corresponda ni mi padre al parecer lo creía del todo, pues bien pudo haberlo escrito y ya, o pedir algo normal y no… ¡no esto! ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué así? Cuando recibí su mensaje pidiéndome que viniera a verlo lo noté triste, arrepentido. No creí que lo que me estuviera diciendo fuera real y quizás fue la culpa la que realmente me hizo convencerme de que estar aquí era lo mejor que podía hacer. ¡Pero claro que no lo fue! Creo que lo mejor que puedo hacer es dejar todo como está, volver a Londres, continuar mi vida y que mi padrino se quede con todo lo que según mi madre “me pertenece”. Al fin y al cabo, yo no sé ni me interesa saber cómo se maneja esta empresa ni ninguno de los negocios satélites que detalla mi padre en su testamento. Lo mío es la medicina y bastante tiempo he perdido ya en venir aquí para… -          ¡Esto tiene que ser un error, Licenciado! ¡Vicente no pudo haber escrito eso en sus completos cabales! El grito de Laura me sacó de mis pensamientos y me devolvió a la realidad. Fue entonces que pestañeé y giré la cabeza hacia mi derecha, donde ella se encontraba visiblemente enfadada y sin comprender tampoco lo que estaba pasando. Laura es la directora ejecutiva de la empresa desde hace casi tres décadas, y persona de altísima confianza de mi papá. Además, ella y toda su familia han sido siempre amigos de la familia. De hecho, Marco el mayor de sus tres hijos, y yo éramos inseparables antes de que me fuera a vivir a Inglaterra con mi madre luego de su separación de mi padre. Precisamente Marco estaba sentado a su lado y le tomó la mano a su madre, como pidiéndole calma. Él tampoco parecía entender nada, pero no hablaba, sino que solamente miraba fijamente los papeles que le habían dejado delante, analizando hasta el más mínimo detalle. -          Quizás Roberto pueda aclararnos esto. Aquí figura como testigo de la firma de esta cláusula añadida al testamento – dijo Marco levantando la vista y mirando a mi padrino con intención de que este le brindara alguna explicación, y sin soltar la mano de su madre. -          ¡Claro que yo he sido testigo! – dijo mi padrino sonriéndole irónicamente y abriendo los brazos a los lados, como diciendo algo obvio. -          Entonces… ¿Qué significa esta cláusula añadida precisamente antes de morir y de manera inusual? – preguntó Marco manteniendo la paz que siempre le caracterizó. Por un momento me detuve a mirarlo fijamente. Seguramente todos pensaban que lo hacía tratando de buscar en él algún tipo de ayuda con el asunto, pero sinceramente era por todo lo contrario… cada vez que lo tenía enfrente, el mundo entero se detenía y solo quería contemplarlo y grabar cada uno de sus movimientos en mi retina. Marco me fascinaba en todo sentido desde que éramos niños. De hecho, muchas cosas que no olvidaré jamás han pasado entre nosotros en los últimos años, pero la realidad es que no estamos ni estaremos nunca juntos como pareja. Lo cierto es que… Nuevamente la voz de Laura me sacó de mis pensamientos y me trajo a la realidad, aunque esta vez lo que estaba viendo delante mis ojos me tenía feliz, a diferencia del pensamiento que cruzaba por mi mente en su grito anterior. -          ¿Cómo es posible que no me contara nada? – abriendo los brazos y mirando fijamente a Roberto - ¿Cómo es posible que no me permitiera ser testigo también? ¡Jamás le habría permitido escribir una cosa así! -          Bueno… - dijo bajando la vista – supongo que por eso mismo me eligió a mí y no a ti – volvió a levantar la vista para hacer contacto visual con ella, y ladeando un poco la cabeza, ya sin pestañear, continuó – tú puedes haber sido toda la vida persona de confianza de Vicente, pero está claro que sabía que no ibas a respetar su voluntad. -          ¿Qué estás diciendo, Roberto? – dijo enojada y levantándose de la silla que ocupaba – -          Lo que escuchas y lo que está a la vista. Vicente quería que su hija volviera a Madrid, pero sabía que no podría hacerse cargo de esta multinacional. No entiende nada de negocios… ¿Qué pretendías? -          ¿Acaso te parece normal que haya puesto como requisito que debe casarse en seis meses para heredar lo que le pertenece por derecho? – dijo ella nuevamente, elevando la voz. -          ¡Pues yo tampoco estoy de acuerdo! – hizo una pausa mientras me miraba para dirigirme una sonrisa, y luego volvió a mirar a Laura para continuar con su explicación – Pero… ¿Qué podía hacer? – se encogió de hombros – Fue la última voluntad de Vicente, y como su amigo y padrino de esta niña – estiró su mano para señalarme – debo respetarla. Al fin y al cabo, de nada le servirá heredar todo si no puede mantenerlo. Lo mejor es que se case y… -          ¿Pueden dejar de hablar como si no estuviera aquí presente o como si fuera incapaz de decidir por mí misma? – dije elevando la voz para que me escucharan y mirando de reojo a los presentes. Mi padrino me miró con enojo por mi atrevimiento y se llamó a silencio, pero sin quitar el gesto de su rostro. Laura, en cambio, me pidió disculpas por lo bajo y volvió a sentarse, al tiempo que colocaba una de sus manos en mi espalda para acariciarme el hombro, demostrándome su apoyo.

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