El hijo del CEO

—Te casarás porque yo lo ordeno—Dice Lyon Clarkson a su hija Leah. —Padre, por favor, no—Dice Leah en forma de súplica, mirando los ojos azules de su padre, que siempre les ha tenido tanto miedo y más porque su madre murió cuando ella nació—Solo tengo 19 años, y apenas empecé mi carrera. —Podrás seguir estudiando si tu esposo lo permite, considera que él solo tiene 25 años—Lyon con su traje siempre pulcro, trata de convencer a su hija por las buenas, pero sino lo logra, tendrá que hacerlo por las malas—Y es muy buen mozo. —¿Por qué no casas a mi hermana? —Se queja Leah. Sin entender porque su padre se empeña en casarla a ella y no a su media hermana, la hermana que Leah no conoce, la vio una vez hace 12 años, pero solía vivir con su madre, así que no la recuerda bien, pero sabe que es muy guapa, eso dice siempre su padre que regresa de ver a sus medios hermanos, su hermana ahora tiene 24 años, mientras que su hermano tiene 22. Es del primer matrimonio de su padre. —Porque ella ya lleva una vida s****l activa. —Ósea, me casarás por ser virgen—Dice Leah en un tono más molesto —Leah es la ultima palabra, te casas en 2 meses. —¿Al menos me dirás quien será mi esposo? —No—Responde Lyon con autoridad, le hace una seña a Leah para que se marche de su oficina. Ella cuando sale, toma la decisión de ir a un bar y olvidar que esta prometida a alguien, ya se cansó de ser la niña buena, la que lleva buenas notas, y la que siempre hace caso a su padre, nunca lo va a complacer, ni será la hija perfecta, no conoce a su hermana y ya le guarda cierta envidia, porque su padre la idolatra como jamás lo ha hecho con ella. Con la idea de ser otra persona y hacer lo que nunca hace, llega a un antro del centro a eso de las 11 de la noche, con su mejor amiga de la universidad, que en cuestión de minutos, su amiga atrae la atención de un chico afroamericano, con unos ojos café enormes y una sonrisa que podría valer un millón de dólares. Cuando su amiga Lana se va a la pista con el chico, ella suspira, Leah nunca se ha considerado guapa, sus dos medios hermanos son increíblemente atractivos, ambos rubios con ojos azules, altos y hasta donde conoce a Karim, es fuerte, a el lo ha visto mas seguido en la oficina de su padre. Pero jamás han cruzado palabra. Comienza a pedir un trago tras otro, sin siquiera notar que desde que entró llamó la atención de un hombre que ni en sueños pensaría atraer. El joven tan bien arreglado por su día a día no ha dejado de verla desde que entró en el antro y se fue a la barra. No puede imaginarse una chica tan inconsciente de su belleza. Decide acercarse después de ver como toma una copa tras otra. Justo llega cuando le esta pidiendo otra mas al chico de la barra, que no pierde ninguna ocasión para mirarle el pecho a la chica que le esta pidiendo. —¿Te apetece si esta la invito yo? —Dice el chico alto con una sonrisa en el rostro, cuando Leah le dedica una mirada, de inmediato se pone roja. —¿Por qué harías algo así? —Él nota que su tono no es de molestia o arrogancia, sino de confusión. Le sonríe de medio lado antes de contestar. —Porque me gustaría invitarte un trago—Se encoje de hombros restándole importancia —Creo que podrías ir a conseguir a cualquier chica, ¿Por qué perderías el tiempo conmigo? —Él se ríe de su comentario, sin entender de verdad como es que no se da cuenta de lo hermosa que es. —¿Por qué conseguiría a otra, si quiero invitarle a la chica que me parece mas guapa de este lugar? —Dice pidiéndole una copa al bar tender, para sentarse junto a la chica. Que esta completamente muda y roja—Soy Aaron, por cierto. —Leah—dice en un susurro —Mucho gusto Leah—Le extiende la mano para saludarla de manera formal. Él invita un trago tras otro, y toma a la par de ella, platican de cosas triviales, mientras él se acerca poco a poco a ella. Hasta que pasando el tiempo y ambos influenciados por el alcohol, él se anima a besarla, un beso que a ambos le sabe a gloria, a él por la satisfacción de conseguir a la chica que le gustó desde que inicio la noche y a ella por ser el objeto de atracción de un chico como Aaron. Por la mañana Aaron abre los ojos con una resaca de los mil demonios, y vagos recuerdos comienzan a llegarle, el antro, sus amigos, y unos ojos café hermosos, pero después todo es borroso, recuerda salir del antro acompañado y en estado eufórico, también tiene imágenes de estar con una mujer, pero por mas que trata de recordar su rostro su mente se queda en blanco, solo esos ojos. Hace un mayor esfuerzo al comprobar que la chica no está por ningún lado, ni si quiera hay rastro de que pasara la noche con él, su propia ropa, esta regada por la habitación. Muy a su pesar se levanta para meterse a bañar e ir a la oficina se su padre, lo citó ayer pero no quiso ir a verlo, ya sabe lo que le espera, así que no quiere tener esa conversación aún. Se toma unas pastillas para bajar la resaca, se viste y de pronto algo en la cama llama su atención, termina de levantar el edredón, para encontrarse sorprendentemente con una ligera mancha de sangre sobre la sabana, va corriendo al sesto de basura, donde sabe que esta el preservativo, y lo observa con sorpresa e interés “Vaya así que era virgen”. En recepción paga lo que debe, y trata de averiguar con quien paso la noche, tal vez deba ver si la chica esta bien, al final le robo su virginidad. Una ligera parte le preocupa que fuera menor de edad, pero de ser así no la habrían dejado entrar en el antro, así que se tranquiliza un poco.