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El amante perdido

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Blurb

Kazumi y Shiro eran unos adolescentes cuando por azares del destino se dejaron de ver. Ella, al tener una prodigiosa inteligencia, inició sus estudios en Medicina a la edad de 13 años. Cuatro años después partiría hacia los Estados Unidos para seguir creciendo en la profesión que eligió. Él, al ser un huérfano pobre, terminó un tiempo viviendo bajo las garras de una mala mujer de la que se pudo zafar cuando terminó la escuela. Desde ese día trabajaría sin cesar con tal de ahorrar el dinero suficiente para emprender su propio negocio y salir adelante en la vida.

Cuando se volvieron a encontrar, ella era una mujer de 23 años, una médica exitosa, pero con muy baja autoestima al tener una familia que solo le ofrecía palabras hirientes y desmotivadoras, y tras el casamiento de su hermana menor con su ex prometido decidió alejarse de la casa paterna y vivir sola. En cambio, él era un hombre de 27 años que no había podido continuar con sus estudios, que trabajaba todo el día, todos los días, para poder sobrevivir, teniendo como principal motivación para continuar subsistiendo en ese mundo la ilusión de volver a ver a aquella niña de quien se enamoró a primera vista cuando la conoció.

El reencuentro lo pone a él como su salvador al defenderla de dos borrachos que la acosaban. Los maravillosos y únicos ojos dorados de Shiro hicieron que Kazumi lo reconociera y la amistad que habían forjado hace más de 10 años regresaría como si el tiempo no hubiera pasado para ellos. El volverla a ver le sirvió para afirmar su amor por ella y el volverlo a ver le sirvió para darse cuenta que había alguien en ese mundo que era capaz de amarla y que quería compartirlo todo con ella.

Sin importar las diferencias entre ellos, ambos estaban dispuestos a dejarse llevar por los sentimientos que tenían uno para el otro, hasta que la noticia del verdadero origen de Shiro llegó. El joven huérfano que creció en la pobreza resultó ser el nieto de uno de los hombres más ricos de j***n y heredero de su fortuna al no haber otro descendiente varón a quien podría entregarle el legado familiar. La nueva vida de Shiro le permitió tener la ayuda que necesitaba para convertirse en el hombre digno de ganarse el amor de Kazumi, algo que esperaba hacer para poder confesarle lo que sentía por ella. Kazumi, con tantas dudas sobre su valor como mujer por los maltratos recibidos por su familia, quiso que él tuviera la oportunidad de conocer el mundo, conocer a otras maravillosas y bellas personas antes de decidir si era ella a quien quería como esposa. Pero ¿será bueno para ese amor, después de haberse mantenido tantos años alejados, esperar más tiempo para decidir si son el uno para el otro?

El amante perdido, segunda novela de la serie narrativa Historias con un amante japonés llega para contarnos sobre el amor de Kazumi y Shiro, uno que nació en la inocencia, se fortaleció al ser el motor para seguir adelante y será la brújula para no volverse a perder en el camino de la vida.

Obra registrada en SAFE CREATIVE

Bajo el código 2304144047647

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Capítulo 1.1
Kazumi tenía media hora de retraso. Un parto que se complicó terminó siendo una cesárea y no había cirujano disponible para atender la emergencia, por lo que ella se ofreció a hacerla, aunque su turno ya había terminado y sabía que llegaría tarde a la cena que la Familia Higuchi ofrecía por el cumpleaños de Yuki, el primogénito y mejor amigo de Naoki, su prometido. Sin embargo, dos vidas estaban en peligro: una mujer que, si moría, dejaba en orfandad a una niña de tres años y a un hombre con el corazón destrozado al convertirse en viudo, y un bebé varón que aún no sabía nada de lo que le deparaba el futuro. Kazumi lo único que hizo fue priorizar entre dos vidas y la diversión, porque eso era lo que para ella significaba la cena por el cumpleaños de Yuki, decidiéndose por salvar a la madre y al bebé, evitando que una familia pierda a dos de sus miembros. Para intentar llegar no tan retrasada Kazumi solo tomó una rápida ducha, se puso el vestido y se calzó los tacones que ya había preparado para esa ocasión. No tuvo tiempo para peinarse ni maquillarse. Al ser médica cirujana no solía usar esmalte en las uñas de las manos, por lo que estas no lucían tan femeninas y glamurosas con una estilizada manicura. Cuando llegó al restaurante en donde los padres de Yuki habían reservado todo el segundo piso para festejar el vigésimo séptimo cumpleaños de su hijo mayor, Naoki la esperaba en la puerta con un semblante que era una alerta de que nadie se le acerque porque estaba a punto de reventar por la ira que acumulaba al no poder ingresar a celebrar con su mejor amigo ya que debía esperar a su novia que aún no llegaba. - Perdón por la tardanza, Naoki, pero se presentó una emergencia, una madre presentó complicaciones… -ella quería explicar la situación para que su novio pudiera comprender la importancia de lo que estuvo haciendo y por lo que llegó tarde, pero él la interrumpió bruscamente. - ¡Cállate, que no me interesa escuchar tus ridículas excusas! –dijo Naoki elevando la voz y haciendo callar a Kazumi-. No existe en este mundo nada que te justifique por haber llegado tarde. Hace dos semanas que te informé sobre la cena sorpresa que los padres de Yuki estaban preparando para celebrarle el cumpleaños número veintisiete, te pedí que organices tu tiempo porque era importante para mí que me acompañes, que todos nos vean juntos y felices ya que en tres meses nos casamos, pero una vez más me demuestras que no te importa absolutamente nada lo que yo siento, lo que yo quiero. - Naoki, soy médica, cirujana, hubo una emergencia y ningún otro cirujano disponible. Si yo no me ofrecía a hacer la cirugía una madre y su bebé hubieran muerto. Ahora esa familia sonríe feliz porque han podido recibir a un nuevo m*****o, y no están llorando porque deban hacer los funerales de dos de ellos –la voz de Kazumi denotaba tristeza. Ella amaba su profesión y sabía lo importante que era por las palabras de agradecimiento que siempre recibía de sus pacientes y los familiares de estos, pero parecía que, para la gente a su alrededor -sus padres, su hermana y novio- no significaba nada el hecho de poder salvar una vida. - ¿Y? ¿Tu profesión te impide que puedas cumplir con tus obligaciones? –Kazumi no entendió a lo que se refería Naoki-. Eres mi novia por encima de cualquier otra responsabilidad que tengas, y primero estoy yo con mis necesidades, luego todo lo demás –a Kazumi le pareció demasiado egoísta la manera de pensar de su prometido. - Pero… -ella quería seguir insistiendo con el argumento de que una vida es más importante que cualquier reunión social o relación, intentando que Naoki se diera cuenta que hay cosas más trascendentales que sus necesidades de figuración social, pero él no dejó que hablara al empezar a criticarla. - Pero nada, Kazumi. Tienes que comprender el sacrificio que estoy haciendo al aceptar casarme contigo –la médica puso cara de duda al no entender por qué sería un sacrificio casarse con ella-. Eres una mujer simple, sin gracia, nunca luces bonita ni arreglada, pareciera que vienes de una familia pobre que debe trabajar más de doce horas diarias para sobrevivir en vez de una pudiente y adinerada. Llevarte de mi brazo no me suma nada provechoso, ya que todo el mundo al verte comenta lo desarreglada que se te ve. Ahora mismo mira cómo has venido. Parece que unos pájaros hubieran hecho un nido sobre tu cabeza y luces demacrada sin nada de maquillaje. Y mejor no digo nada de tus manos, siempre llevas las uñas descuidadas –su lacio cabello oscuro se había alborotado un poco por el viento primaveral al abrir la ventana para que el aire circulara en el interior del vehículo, ya que el aire acondicionado estaba averiado. Su rostro lucía ojeras porque acababa de salir de una guardia de amanecida que duró más de la cuenta por los casos adicionales que tuvo que atender. Y sus uñas, pues, ella no podía tener de esas que son acrílicas, de más de cinco centímetros de largo y con aplicaciones de pedrería-. Mañana, a primera hora hablaré con tu padre para cancelar la boda –soltó Naoki y Kazumi dejó de mirar el suelo de la entrada al restaurante y se enfocó en él. - ¿Qué has dicho? –fue lo único que se le ocurrió decir en ese momento a la médica con mucha preocupación. - Que no me voy a casar contigo. - Naoki, este matrimonio ha sido concertado por nuestros padres para consolidar sus relaciones comerciales. Si no nos casamos, mi familia tendrá problemas, ya que tu padre ha puesto como condición para hacer al negocio del mío el principal proveedor de telares de su fábrica de muebles que se realice nuestro matrimonio. - Debiste pensar en ello antes de llegar tarde esta noche. - Naoki, por favor, recapacita. Entiende que mi labor es de servicio social, que debo estar disponible para ayudar a quien necesite ser intervenido quirúrgicamente de emergencia –ella trataba de mantener la calma, aunque desde que empezó a criticarla por su apariencia tuvo unas fuertes ganas de querer llorar al sentirse despreciada. - Entonces mayor razón para que este matrimonio no se lleve a cabo –soltó Naoki y ella no supo qué decir-. Dentro de unos meses, cuando mi padre se jubile, seré el Director General de Muebles Yamazaki, y voy a necesitar que mi esposa esté dedicada a mí a tiempo completo. Luego vendrán los hijos, que serán el futuro de la Familia Yamazaki, por lo que necesitarán que su madre sea una mujer que se ocupe, críe y cuide de ellos sin anteponer a nada ni a nadie, que no sea yo, antes que ellos –Kazumi empezaba a llorar. Naoki pensaba que lo hacía porque se había enamorado de él, algo que le alimentaba el ego alzado que ya tenía, pero en verdad la médica lloraba porque lo que le estaba diciendo era lo mismo que en los últimos meses sus padres le estuvieron repitiendo sin cesar al verla que descuidaba la relación con Naoki por entusiasmarse con su carrera profesional. A Kazumi le dolía que nadie de su familia o círculo social cercano, como su prometido, pudieran reconocer que lo que hacía todos los días en el hospital donde trabajaba era de vital importancia. - Naoki, por favor… -decía Kazumi apretando las manos que llevaba pegadas a su cuerpo mientras las lágrimas caían por su rostro. Ella estaba pensando en su padre, en lo que perdería económicamente al no tener la oportunidad de abastecer a una de las grandes empresas fabricantes de muebles en todo j***n, algo que para su progenitor era de vida o muerte. - No me ruegues, Kazumi. La verdad es que nunca me gustaste. Te miro y como mujer no llamas mi atención. Como te dije, estuve dispuesto a sacrificarme por una cuestión de negocios, para hacerle un favor a tu padre que siempre ha sido muy atento con mi familia y conmigo en particular, pero no me iba a casar contigo por amor o por atracción. No seas ingenua y deja de pensar que un hombre como yo se iba a fijar en una mujer fea como tú. Naoki dio media vuelta e ingresó al restaurante en donde se desarrollaba la cena en honor de su mejor amigo y dejó sola a Kazumi envuelta en un mar de lágrimas. La joven médica caminó hacia el chico del servicio de valet parking y le pidió su vehículo. El muchacho la miró con pena, ya que había escuchado todo lo que le dijo su novio. Al valet parking no le parecía que Kazumi fuera fea y que luciera descuidada. La joven tenía una muy bonita piel y sus rasgos naturales, sin nada de maquillaje, eran casi perfectos, además que su muy blanco tono de piel hacía un perfecto contraste con su oscuro cabello que caía delicadamente sobre sus hombros, que esa noche de primavera cercana al inicio del verano estaban desnudos por el corte del vestido que llevaba. Poniendo atención en su figura, el cuerpo de Kazumi no estaba nada mal. No sería como el de una protagonista de los manga o anime hentai –en la cultura manga y anime, el estilo hentai es el que retrata las escenas de relaciones sexuales de manera explícita, o sea, el manga o anime para adultos-, con unos enormes senos, pero lucía proporcionado, como el de una mujer y no el de una niña. Ya en su auto, Kazumi se permitió llorar con aún más emoción. Con su tardanza acababa de hacer que su padre pierda una gran oportunidad que estuvo esperando por años, ya que el contrato con Muebles Yamazaki cubriría toda la planilla de su empresa, los gastos y costos mensuales y aún quedaba una muy buena ganancia, por lo que el resto de contratos que ya tenía asegurados con otras empresas más pequeñas eran ganancias fijas. Así su padre podría dejar de trabajar tan extenuantemente como lo había hecho los últimos diez años para sacar de la quiebra a la empresa familiar que heredó -la Importadora Shimizu- y que su tío Kenta, hermano menor de su progenitor, había puesto en riesgo por darse la gran vida y caer en vicios. Esa misma noche, al llegar a la casa de la Familia Shimizu, Kazumi fue llamaba por su padre, quien se encontraba en el estudio. Kenzo Shimizu era un hombre que se sentía muy defraudado de su hija mayor, ya que pensó que todo el talento que había en ella serviría para hacer crecer el negocio familiar, pero los intereses de Kazumi no fueron los mismos que los de su progenitor, por lo que terminó estudiando otra carrera muy distinta a la de Administración de Negocios, Contabilidad o Economía, las cuales hubieran servido para los propósitos que tenía Kenzo. - ¿Qué ha sucedido con Naoki, Kazumi? –preguntó con notorio cansancio el padre. - No pude llegar a tiempo para el inicio de la cena por la celebración del cumpleaños de su mejor amigo y… -Kazumi no podía continuar hablando. Aunque su padre fuera estricto con ella y nada cariñoso, ella se preocupaba por él y no quería darle una mala noticia al verlo extenuado por el arduo trabajo que realizaba, ya que él solo ejercía las labores de cuatro empleados, a quienes no podría pagar un sueldo porque aún debía aplicar políticas de austeridad para mantener a flote el negocio. - ¡Habla de una buena vez! –dijo Kenzo con notorio mal humor. - Me dijo que mañana temprano hablaría contigo para cancelar la boda –la médica miraba el suelo de parqué del estudio mientras le daba la mala noticia a su padre. - Sentí que estaba algo alterado, molesto, cuando hace una media hora me llamó para pedirme que lo atienda mañana a primera hora en las oficinas de la importadora –dijo Kenzo suspirando cansado-. ¿Sabes lo que pasará si no te casas? –Kazumi asintió con la cabeza-. ¿Y no pudiste esforzarte en hacer feliz a tu prometido? –a la médica le dolía que su padre la culpara por completo del fracaso de la relación que sostenía con Naoki, una que fue pactada por él y su par Yamazaki. - Solo llegué tarde porque debí realizar una cesárea para salvar la vida de una joven madre y la de su bebé. - ¿Sabes cuál es tu problema? –dijo su padre y ella solo negó con la cabeza mientras seguía mirando el suelo de parqué-. Que pones a cualquiera por encima de tu familia –Kazumi sentía que las lágrimas llenaban sus ojos y que si pestañeaba iban a caer sobre ese bonito, brillante y nada barato de mantener en buen estado piso de parqué-. Tanto talento e inteligencia por las puras. Kazumi tenía veintitrés años y tres especialidades médicas en su haber. Era un prodigio de la Medicina, superior a otros que ya habían enorgullecido a j***n con su buen desempeño en la investigación médica. Era la hija mayor de Kenzo y Akane Shimizu, con quienes no compartía nada en común. Su padre era un hombre que solo pensaba, hablaba y gustaba de los negocios que involucraban a su empresa, por lo que conversar con él se tornaba un poco difícil y tedioso para la médica. Y esto era así porque se había obsesionado tanto con no perder la importadora que su padre había dejado como única herencia para él y su hermano menor cuando este último la arriesgó por sus deudas de juego, práctica ilegal en j***n, pero eso no impide que los ampones que las cobran puedan quitarte lo que posees legalmente. Por otro lado, su madre era una mujer que con un bajísimo promedio había culminado la escuela, así que no gustaba de leer ni estudiar, solo le importaba los vestidos, los accesorios de lujo y participar en todas las reuniones sociales posibles. Si con su padre podía hablar poco, con su madre no podía conversar en lo absoluto, ya que Kazumi no tenía tiempo para dedicarse a aprender sobre moda y seguirles el paso a los cambios que constantemente se dan en esa área. Mucho menos le interesaba saber sobre la vida de las demás personas de la alta sociedad, ya que ella creía que era de mala educación estar hablando sobre alguien que no está presente en la conversación y no puede defenderse o aclarar algún hecho comprometedor en el cual se le esté involucrando. Con esos padres, ella se sentía extraña en su familia, en la casa que debería sentir como su hogar. En cambio, su hermana menor Suki era una digna hija de Kenzo y Akane Shimizu, ya que estudiaba Administración de Negocios y le encantaba estar a la moda y ser invitada a todos los eventos de la alta sociedad de Tokio, a los cuales no faltaba. Suki no era brillante como Kazumi, pero se esforzaba para conseguir sus objetivos, los cuales no eran muy ambiciosos. Ella solo quería poder casarse con un hombre adinerado, guapo y que sea bueno en la cama. Suki era de un carácter liberal, pero que aparentaba inocencia y candidez cuando en realidad era una mujer muy hábil en temas de alcoba. A sus veinte años ya había estado con varios hombres, pero ninguno tenía las tres características que buscaba en uno, por lo que se había mantenido soltera y nada interesada por pactar algún tipo de relación, hasta que conoció a Naoki, su futuro cuñado, en la intimidad. Suki era la más interesada en que el matrimonio de su hermana no se diera por dos motivos: porque quería a Naoki para ella y porque desde niña detestaba a Kazumi. Suki era muy parecida a su madre Akane, gustaba de tener la atención de todos, pero cuando llegaba a la escuela, todos los maestros prestaban más atención a Kazumi que a ella porque la hermana mayor era un prodigio que los profesores querían poner a prueba en todo momento. Por ello la relación entre las hermanas fue siempre muy fría y llena de envidia por parte de la menor, pero todo empeoró cuando Kazumi aprobó el examen que decidió tomar incentivada por sus profesores, el cual ocasionó que a los doce años dejara el primer año de secundaria inferior para pasar al salón del último año de secundaria superior, graduándose de la escuela cinco años antes de lo debido. Que la foto de su hermana mayor saliera en los diarios y que la prensa televisiva la entrevistara por ser una niña genio, hizo que el rencor en Suki creciera desmedidamente porque su gran ego no soportaba que su hermana llamara la atención de todos y ella no.

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