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Soldado Amado

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intro-logo
Blurb

Devak Haskell es un alfa que creía que todo en su vida estaba bien, con unos padres presentes en su vida y una esposa que lo apoyaba en su importante trabajo con los militares rescatando personas.

Por lo que, cuando resulta capturado por el enemigo, quedando en sus manos por tres largos y horríficos meses, lo único que deseaba era volver a su casa, con su esposa y su familia, para que lo ayudaran a superar todos los horrores por los que había pasado.

Pero ¿qué es lo que encuentra tras volver?

Su esposa embarazada de su hermano menor y sus padres apoyándolos completamente, exigiéndole que los comprendiera y simplemente aceptara.

Traicionado, totalmente perdido en la furia y soledad, Devak se aleja de todos, terminando en el rancho de su tío para terminar de sanar.

Devak no tenía razón ni motivación como para querer mejorar tanto física como mentalmente, perdido en los recuerdos y en las pesadillas, pensaba simplemente rendirse a ellas, pero eso había sido antes de conocer a Mattias, su ángel que apareció para tomar su mano en el momento en que más lo necesitaba.

Imprudente, entrometido, impaciente, dramático y terco.

Mattias Willard es un omega totalmente diferente a todos los que había conocido, tan fuerte, un poco loco y hermoso, un ser lleno de vida que se hizo un espacio fácilmente en su corazón tras un poco de presión e insistencia.

Ahora, si tan solo los problemas no aparecieran en su puerta cada vez en forma de ex novios, un hermano celoso, y una esposa arrepentida, tal vez este par podría avanzar más en su relación tambaleante.

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Capítulo 1
Aiden Nixón pasó una mano por su castaño cabello claro y lo peinó todo hacia atrás. La preocupación y cansancio estaba marcado en cada rasgo del alfa mientras esperaba su turno en la pequeña fila de la cafetería del hospital. —Un café cargado y con crema encima, por favor —pidió una vez estuvo frente al mesón. —Por supuesto —asintió el joven beta del otro lado—. Su pedido estará listo en unos minutos, ¿quiere que lo llame o esperará por él? —preguntó. —Yo... Iré a la mesa a esperar —anunció tras sentir su teléfono vibrar contra su bolsillo. Pagando su pedido, Aiden recibió un papel plastificado con un número y luego se alejó contestando la llamada. —¿Cómo se encuentra Devak? ¿Ya está despierto? —preguntó Alan Haskell, apenas contestó su llamada. —Noche difícil, pero mejor que las otras —suspiró, dirigiéndose a una mesa al lado de un ventanal—. No ha cambiado mucho desde que te fuiste, ha despertado unas cuantas veces, pero solo ahora está más consciente de su alrededor y se mantiene por más tiempo despierto —explicó—. Pero... Cada vez está luchando más por quedarse dormido, no quiere, él... Sus pesadillas... —aclarando su garganta, Aiden simplemente no pudo seguir hablando. —¿Qué tan horribles son? —indagó, con un tono bajo y lleno de preocupación. —Devak pensó que era uno de los torturadores que lo tenían capturado y me rogó que lo matará —anunció, y un tenso silencio doloroso apareció entre ambos. —Él... Ah... Sus heridas, ¿cómo siguen? —preguntó, y no fue necesario para Aiden estar frente al hombre para saber que estaba sufriendo al igual que él. —Las lesiones que más le preocupaban a la doctora han mostrado mejora —respondió en una suave exhalación—. Él se ve... Mal —dijo, con dolor—. No está ni cerca de ser el hombre que se despidió antes de ir a esa maldita misión. —Llevará un tiempo antes de que Devak vuelva realmente con nosotros, Aiden —indicó suavemente. —Lo sé, yo lo sé —respiró ruidosamente—. Solo... ¿Por qué le tuvo que pasar a él? —gruñó, arrugando el papel que le habían dado. —Sabes que no hay una razón, tú mejor que nadie deberías de saber que hay misiones que se terminan bien y otras... No —expresó con dolor—. Deberíamos de estar agradecidos de que pudieran traerlo con vida. —Devak no se sentirá igual una vez recupere completamente —indicó y se levantó de la mesa una vez su número fue anunciado—. Él ya ha preguntado por Denise —informó. Alan chasqueó su lengua con molestia y Aiden correspondió totalmente ese sentimiento de desagrado. —Espero que no le hayas dicho nada aún, en el estado en que se encuentra no es bueno que se altere —expresó. —Y no le he dicho nada, pero cada vez se está volviendo más insistente al respecto —explicó, recibiendo su café antes de volver a su mesa—. Sabes cómo es él, Alan, Devak no se quedará tranquilo hasta que le dé una respuesta y cada vez se mantiene despierto por más tiempo, querrá saber sobre su esposa y padres —indicó, observando fijamente la mesa. —Lo sé, yo... Mierda —exclamó con frustración—. Como es posible que mi hermano no se haya dignado a ir a ver a uno de sus hijos al puto hospital —gruñó. —Tú has venido a verlo más que ellos en las últimas semanas, y eso que vives a horas de la ciudad —dijo con molestia—. Solo he recibido un par de llamadas de su madre preguntando su estado, ninguna de su esposa —comentó. —Bueno, considerando la situación en la que se encuentran, ellos seguramente no le han dicho nada aún para no alterarla —bufó. —Cuando Devak pregunte por ellos otra vez, querrá una respuesta... ¿Qué se supone que haré? —preguntó y bebió un sorbo de su café, repentinamente deseando que fuera un vaso de whiski o ron—. Él querrá ir a verificarlo si le cuento la verdad, ese idiota es capaz también de salir si no le doy una respuesta —expresó frustrado y preocupado. —Yo le diré —anunció—. En una hora más estoy viajando hacia el hospital nuevamente —prometió—. Ya he arreglado con el personal para quedarme un par de días por allá, si surge algún problema en el rancho, ellos me estarán llamando. —Que se lo cuente tú o yo no hará mucha diferencia, su maldita esposa le fue infiel con su hermano —murmuró observando a través del ventanal. —Dos personas es mejor que una para mantener un ojo sobre él —expresó—. Resiste, muchacho, Devak te necesita más que nunca en este momento —indicó—. Te tengo que dejar, te llamo antes de salir del rancho —prometió. —Está bien, adiós, Alan —se despidió y cortó la llamada. Levantándose de la mesa, arrojó a la basura el vaso vacío y salió de la cafetería, volviendo a subir al quinto piso donde estaba su mejor amigo. Caminando por el pasillo, el alfa frunció el ceño cuando contempló que la puerta de la habitación de Devak se encontraba abierta. —¿Dónde está? —cuestionó a la enfermera que limpiaba la habitación. —Fue llevado a realizarse otros exámenes —respondió—. La doctora Gilman quiere ver cómo están sanando sus costillas y le exigieron que hiciera un reporte completo de su estado —explicó—. Si tanto desconfían de nuestro personal, deberían de haberlo dejado en el otro hospital del que fue trasladado. Tenemos muchos pacientes como para darle un trato especial solo a uno —murmuró disgustada. —Será mejor que no abras tu boca si no sabes por todo lo que ha pasado mi amigo para llegar hasta aquí —gruñó, sobresaltando a la mujer mayor. —Lo siento, no era mi intención... —murmuró bajando la cabeza sumisamente. —Solo deberías de mantener tu boca cerrada —espetó enojado. —¿Algún problema? —preguntó una femenina voz a sus espaldas. Dándose vuelta, Aiden contempló a la doctora que estaba atendiendo a su amigo. —Su maldita enfermera no sabe mantener su boca cerrada —respondió de mal humor. —Otra vez, Jena —suspiró la alfa, sacudiendo su cabeza. —Pero yo, doctora Gilman... —pronunció y guardó silencio, esquivando la mirada de ambos alfas en la habitación—. Lo siento —murmuró. —Un lo siento no es suficiente, no es la primera vez que recibo la misma queja —anunció y señaló la puerta—. Fuera, luego estaré hablando con tu jefa —advirtió. Asustada, la enfermera abrió su boca dispuesta a rogarle por otra oportunidad, pero tras encontrarse con la dura mirada de la doctora, solo se rindió y salió silenciosamente de la habitación. —Me disculpo por eso —expresó la mujer observando a Aiden. —No la quiero volver a tener aquí —advirtió. —No volverá —prometió—. Asignaremos a otra enfermera más calificada para que cuide a su amigo, no queremos ofrecerle más que comodidad a un hombre que ha servido a nuestro país fielmente —aseguró. —Ya hablaron con usted —anunció tras observar a la mujer fijamente. Claro que al ser alfa, la doctora no se dejó intimidar por aquellos ojos negros y le mantuvo la mirada. —Sí, me fue explicada su situación —asintió y observó al lugar vacío donde había estado la camilla—. El señor Haskell debe de ser un m*****o especial del ejército, considerando que han tratado de darle todo lo que ha pedido teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra. —Él es la razón por la cual hay tantas personas viviendo tranquilamente sus vidas, y otros que han vuelto a ellas —expresó alzando su mentón. —Alguien honorable que merece su trato especial —concedió—. Pero dicho trato, tampoco es bueno considerando su situación —anunció y observó la carpeta entre sus manos—. Solo han trascurrido cuatro semanas desde que fue rescatado y aún no obtenemos toda la información de sus heridas debido a los constantes traslados, como puedes ver, no es una situación buena para el paciente —le observó—. No podemos permitirle que vuelva a ser trasladado a otro hospital sin importar sus deseos. —¿Su vida correría riesgo? —Que su vida ya no esté en riesgo no significa que no pueda empeorar sus heridas —indicó con cierto reproche—. Que el señor Haskell esté mostrando una visible mejora no significa que está listo para volver a su vida. —Yo no dije eso —espetó y luego dudó—. ¿Realmente está mejorando? Porque yo lo veo igual de mal al día en que llegó —preguntó preocupado. —Él está respondiendo excelente a los medicamentos, internamente ya está mostrando mejoras, que permanezca más tiempo despierto, también es una buena señal —expresó—. Él incluso puede responder nuestras preguntas correctamente. —Gracias j***r —suspiró con la tensión desapareciendo de su cuerpo visiblemente. —Aún le queda un largo camino por recorrer al señor Haskell —anunció—. Aunque sea un alfa y su recuperación sea un poco mejor a la de un omega o beta, sigue siendo solo un ser humano que pasó por una situación... Difícil —expresó. —Lo sé —asintió—. Pero considerando la poca mejora que había visto hasta ahora... Esto es una buena noticia —sonrió leve. —¿Debería de decirle nuevamente el estado del señor Haskell? —alzó una ceja. —Una vez ya es suficiente —indicó con dureza—. Y no es como si no pudiera comprobarlo por mi mismo con tan solo verlo. —Dejando de lado sus heridas físicas, fue encontrado en un grave estado de deshidratación y desnutrición, sinceramente, me sorprende que lo encontraran vivo cuando lo hicieron —comentó. —Y yo, pero nunca perdí las esperanzas, así como él no lo hizo conmigo —murmuró observando sus manos cubiertas de tatuajes para cubrir las cicatrices. Escuchando ruido fuera de la habitación, Aiden alzó la cabeza y contempló a su amigo siendo transportado en la camilla por dos hombres con trajes similares al de la doctora Gilman. —¿Aiden? —preguntó Devak con voz baja y cansada. —Estoy aquí, amigo —expresó siguiéndolo mientras se internaban en la habitación y lo volvían a dejar en el mismo lugar de antes. —Los resultados estarán listos en un par de horas —informó uno de los hombres a la doctora antes de irse tras instalar al paciente. —Y-yo... —pronunció Devak y alzó su mano de forma temblorosa para tocar su cuello. —Puedes darle raspado de hielo para refrescar su garganta —anuncio la alfa, revisando que todo estuviera bien conectado—. Te estaré administrando los medicamentos vía intravenosa, ya debes de estar sintiendo dolor a estas alturas —comentó. —No quiero dormir —advirtió Devak, alzando su mano libre, intentando detener a la mujer. —Es necesario para tu cuerpo —indicó. —No quiero dormir. —gruñó, comenzando a alterarse. —Solo dale algo para el dolor —ordenó Aiden tras contemplar el tormento en los ojos azules de su amigo. Observando a ambos, la mujer soltó un suspiro y se alejó. —Enviaré a un enfermero con el medicamento entonces —anunció antes de salir de la habitación. —¿Pesadillas? —preguntó Aiden observando a su amigo con dolor. Era doloroso contemplar como un hombre que había partido lleno de vida y felicidad, había vuelto siendo apenas un rastro del alfa que había sido antes de desaparecer. No solo su cuerpo, que una vez fue firme y abultado, se encontraba lleno de cicatrices de todo tipo, sino que sus ojos habían perdido aquel brillo y la desnutrición con la deshidratación habían hecho un buen número en Devak, dejando una copia barata del hombre que fue una vez en su lugar. —No quiero hablar de ello —murmuró con una mueca—. ¿Puedes apagar la luz? —pidió frunciendo el ceño—. Finalmente puedo abrir mis ojos y la luz es molesta. No queriendo mencionar que era lo normal luego de pasar tanto tiempo en la oscuridad, Aiden simplemente se movió corriendo las cortinas, logrando que la luz solar solo impactara desde la ventana más lejana a la camilla, pasa así no mantener totalmente a oscuras la habitación. —¿Mejor? —preguntó volviendo a su lado, dándole el raspado de hielo. —Ahora, sí —respondió soltando un gran suspiro mientras cerraba los ojos—. ¿Dónde están mis padres y Denise? —preguntó sonando un poco mejor que antes—. ¿Fueron a descansar? Aiden abrió la boca y la cerró sin poder evitar fruncir sus labios en una mueca ante la mención de ellos. —Tu tío Alan estará aquí pronto —anunció en cambio, dejando el vasito con raspado de hielo en la pequeña mesa al lado de la camilla. —¿Qué me estás ocultando? —cuestionó luego de observarle fijamente. —No te estoy ocultando nada —anunció, observando a un enfermero entrar en la habitación e ir directamente al soporte del suero, donde comenzó a administrar los medicamentos. —Has estado evadiendo mi pregunta todo este tiempo —espetó con molestia—. Te conozco, algo ocurre y no me lo quieres decir. —Estás enfermo, Devak —gruñó—. Deberías de solo preocuparte en sanar. —¿Dónde está mi esposa? —cuestionó entrecerrando sus ojos. —En su casa —respondió con molestia. —¿Por qué no está aquí? —insistió. —Sigues así, y le diré a la doctora que te administre un calmante —amenazó. —Tus palabras solo me dicen que algo está ocurriendo —gruñó y luchó por intentar sentarse. —j***r, Devak —espetó empujándolo suavemente contra la camilla—. ¿Quieres volver a abrir tus heridas? —reprochó observado los vendajes en sus brazos, hombros y su abdomen, dónde sabía que había más. —Entonces respóndeme —espetó observándole enojado—. Pasé cada maldito minuto en ese oscuro lugar abandonado soñando con mi esposa, prometiéndole a su recuerdo volver a casa pronto, no intentes alejarme de ella ahora que estoy aquí, Aiden... —No se trata de eso —expresó frustrado, pasando sus manos por su rostro. —Acaso... ¿Ellos creen que estoy muerto? —preguntó—. ¿Cuánto tiempo estuve fuera? —cuestionó al no recibir respuesta. —Tres meses —respondió con un suspiro—. Pero nunca se le dio notificación alguna a tu familia de que estabas muerto —indicó. —Entonces... ¿Por qué nadie está aquí? —insistió. —¿Yo no soy nadie? —gruñó. —Sabes a lo que me refiero —bufó—. Entiendo que Brandon no lo esté, pero ¿Denise? ¿Mis padres? —negó suave. —Tu tío Alan vendrá pronto, ¿no es eso suficiente? —expresó sin saber realmente qué decir. —¿Realmente me debe de confortar que mi tío esté aquí a mi lado y no mi esposa? —alzó una ceja—. ¿Le sucedió algo? —No, ella y tus padres están perfectamente bien —anunció—. Los llamaré para decirles que has despertado, pronto estarán aquí —expresó, a pesar de que sabía que eso no pasaría. —Maldición —gruñó Devak—. Me estás mintiendo —acusó y una alarma se disparó automáticamente cuando el alfa intentó quitarse el equipo médico de encima. Eso, inevitablemente atrajo a un grupo de personal médico, quienes rodearon a Devak y sacaron a Aiden de la habitación. Preocupado, el alfa observaba a través de la pequeña ventana de la puerta como su amigo luchaba por intentar ponerse en pie mientras que el personal lo rodeaba intentando ponerlo nuevamente en la camilla, ignorando sus gritos enojados. Preocupado por el estallido de su amigo, el alfa retrocedió, pero no se alejó mucho de la puerta en caso de que le necesitaran. Cuando el escándalo se detuvo y la mayoría del personal se retiró, Aiden se volvió a acercar. —¿Qué le dijiste qué lo alteró tanto? —espetó enojada la doctora Gilman tras salir de la habitación. —No le dije nada, por eso reaccionó así —respondió frustrado. —El señor Haskell ha vuelto a abrir sus heridas, será un milagro si realmente no se ha terminado de romper algún hueso considerando todo lo que luchó —gruño tomando una liga de su muñeca para amarrar su cabello en una coleta—. Le hemos puesto un calmante, no debería de despertar dentro de unas horas al menos —expresó y le observó con sus ojos entrecerrados—. La hora de visitas ha terminado, no tienes permitido entrar a su habitación —declaró. —Tengo permiso para estar dentro aun si estamos fuera del horario de visita —expresó. —Eso fue antes de que alteraras a mi paciente —acusó—. Ahora él te verá e inevitablemente reaccionará. No tienes permitido entrar más por hoy, eso es todo —declaró y se dio vuelta para enfrentar a un guardia del hospital—. Te quedas frente a esta puerta, nadie entra ni sale hasta que yo te diga lo contrario —ordenó y se alejó sin más palabras. —Ahora, espera un momento —gruñó Aiden siguiendo a la alfa, siendo ignorado completamente sin importar lo que dijera. Gruñendo por lo bajo luego de haber perseguido por todo el piso a la molesta doctora, Aiden volvió a la habitación de su amigo y se detuvo al encontrar la puerta vacía. —Espero que no hayas hecho la estupidez que estoy pensando, Devak —murmuró, apresurándose y abriendo la puerta solo para encontrar al guardia semi desnudo en la camilla en la que debería de estar su mejor amigo—. Gran idiota —gruñó alejándose y marcándole a Alan. Haciéndose una gran idea de donde iba a estar su amigo, y eso no era bueno.

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