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Entre El Deber Y El Deseo

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La noche estaba impregnada de una atmósfera cargada de electricidad. Ana caminaba por las calles oscuras de la ciudad, su mente llena de pensamientos turbios y su corazón latiendo con fuerza. Había prometido no volver a ver a Daniel, pero su atracción era irresistible, como una llama que la consumía desde el interior.En lo más profundo de su ser, Ana sabía que no podía seguir negándose lo que sentía por él. Cada encuentro furtivo había avivado las llamas de su pasión, y ahora, en medio de la noche, sentía que no podía resistirse más.Finalmente, llegó al edificio donde se encontraba el estudio de Daniel. Las luces tenues se filtraban por las ventanas, y Ana sintió un cosquilleo en el estómago al acercarse a la puerta. Inhaló profundamente antes de tocar suavemente el timbre.Pasaron unos momentos que parecieron una eternidad antes de que la puerta se abriera lentamente. Allí estaba él, Daniel, con una mirada ardiente en sus ojos que la hizo temblar de emoción."Ana", susurró, y su voz era un suspiro cálido en la noche.Sin decir una palabra, Ana se adentró en el estudio de Daniel y la puerta se cerró detrás de ellos con un golpe suave pero firme. El espacio estaba lleno de sus obras de arte, con lienzos en todas las etapas de creación. La habitación estaba impregnada del aroma de la pintura fresca y el deseo latente.Daniel la tomó en sus brazos con una pasión abrasadora, sus labios buscando los de Ana en un beso hambriento. Sus bocas se encontraron en un torbellino de deseos reprimidos, y Ana sintió que su mundo se desmoronaba mientras se sumergían en un beso ardiente y apasionado.Los labios de Daniel recorrieron su cuello, enviando oleadas de placer a través de ella. Sus manos expertas exploraron cada centímetro de su cuerpo, como si estuviera tratando de memorizarla con el tacto. Ana se aferró a él con fuerza, sintiendo que estaba al borde del abismo del deseo.Él la llevó hacia uno de los caballetes, donde había colocado una sábana en el suelo como si fuera una alfombra improvisada. La depositó suavemente sobre ella, y Ana se estremeció ante la expectativa de lo que vendría a continuación.Los dedos de Daniel se deslizaron por su piel, desabrochando lentamente los botones de su blusa. Cada roce era una promesa de placer, y Ana cerró los ojos, dejando que las sensaciones la inundaran. Cuando su blusa cayó al suelo, Daniel la miró con ojos llenos de deseo y devoción."Ana," murmuró su nombre con reverencia antes de besarla de nuevo. Sus labios recorrieron su pecho, descendiendo lentamente hacia su abdomen mientras se detenía ocasionalmente para adorar cada centímetro de su piel con sus labios y lengua ardientes.El calor que emanaba de Daniel era intoxicante, y Ana se aferró a su cabello mientras él la llevaba al borde del éxtasis una y otra vez. Cada caricia, cada beso, era una promesa cumplida de su amor y deseo por ella.La pasión se intensificó a medida que la ropa se desprendía y sus cuerpos se fundían en un abrazo apasionado. Ana se entregó a la sensación abrumadora de estar completamente unida a Daniel, como si sus almas estuvieran en sintonía.Las horas pasaron en un torbellino de éxtasis y deseo, cada momento más ardiente que el anterior. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, como si estuvieran destinados a estar juntos de esa manera. El mundo exterior desapareció por completo mientras se entregaban a la pasión que los consumía.Finalmente, exhaustos pero saciados, se encontraron acurrucados en el suelo, sus cuerpos entrelazados y sus corazones latiendo al unísono. Ana podía sentir la respiración de Daniel en su cuello, y sus labios rozaron su piel en un beso suave y tierno."Te amo", susurró Daniel, sus palabras cargadas de emoción.Ana sonrió, sintiendo que su corazón estaba a punto de estallar de felicidad. "Y yo te amo", respondió con la misma pasión.Se quedaron así, en silencio, disfrutando del calor de sus cuerpos y el amor que compartían. Sabían que su amor estaba destinado a ser un desafío, que el deber y las expectativas de otros tratarían de separarlos, pero en ese momento, en los brazos del otro, no importaba nada más.El amor entre Ana y Daniel era como una llama que nunca se extinguiría, una pasión ardiente que desafiaba todas las convenciones y expectativas. Estaban dispuestos a luchar por su amor, a enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino, porque habían descubierto algo único y eterno en el fuego de su deseo.Y en esa noche mágica, en el estudio de un artista, Ana y Daniel se prometieron el uno al otro, jurando que nunca renunciarían a la pasión ardiente y al amor apasionado que los unía. En ese momento, sus corazones estaban en llamas, y nada podría apagar ese fuego que ardía entre ellos.

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Capítulo 1. Un encuentro inesperado
**Capítulo 1: Un Encuentro Inesperado** La ciudad brillaba bajo el cálido resplandor del sol de la tarde mientras Ana caminaba por las calles con una elegancia serena. Era una joven arquitecta de gran talento, con cabello oscuro que caía en cascada sobre sus hombros y ojos que parecían esconder un mundo de pensamientos. Llevaba un traje impecable que realzaba su belleza y una cartera llena de planos y diseños que eran su orgullo y alegría. Ana había seguido un camino marcado por su familia hacia una exitosa carrera en una prestigiosa firma de arquitectura. A pesar de su juventud, ya había diseñado edificios emblemáticos en la ciudad y se había ganado la admiración de sus colegas. Pero bajo su fachada de éxito, Ana llevaba una carga que la pesaba cada día más: el deber de complacer a sus padres. Sus padres, Alberto y Marta, eran figuras respetadas en la sociedad. Siempre habían tenido expectativas altas para Ana, esperando que siguiera sus pasos en la arquitectura y mantuviera la reputación de la familia intacta. Ana había seguido obedientemente sus deseos, pero en el fondo de su corazón, anhelaba algo más, algo que le hiciera sentir que estaba viviendo su propia vida. Esa tarde, Ana había salido temprano del trabajo, aprovechando un raro momento de libertad en su agenda. Decidió dar un paseo por el parque, alejándose de las demandas de su carrera y las expectativas de su familia. La brisa suave acariciaba su rostro mientras caminaba entre los árboles y disfrutaba de la tranquilidad del lugar. Sin embargo, su tranquilidad se rompió cuando un movimiento en el rincón de su ojo captó su atención. En un banco cercano, un hombre estaba sentado, concentrado en un lienzo colocado sobre un caballete. Su cabello castaño desordenado caía sobre su frente mientras sus manos, hábiles y llenas de pasión, movían el pincel sobre la tela con una determinación que la cautivó de inmediato. Ana se detuvo en seco, hipnotizada por la escena ante ella. Era raro encontrar a alguien pintando en el parque, y mucho menos a alguien tan talentoso como este hombre. Se acercó sigilosamente, sin querer interrumpirlo, pero su presencia no pasó desapercibida por mucho tiempo. El pintor levantó la mirada, sus ojos se encontraron con los de Ana, y un momento de sorpresa fluyó entre ellos. Ella se ruborizó, sintiéndose atrapada en su mirada penetrante. Él, sin embargo, le ofreció una sonrisa amigable, como si estuviera acostumbrado a que los curiosos se acercaran a admirar su arte. "Lo siento, no quería interrumpirte", balbuceó Ana, sintiéndose repentinamente cohibida por su propia audacia al acercarse. El pintor se rió con suavidad, un sonido cálido que hizo que Ana se sintiera más relajada. "No te preocupes, no es una interrupción. Siempre es agradable tener espectadores". Ana se sentó en el banco cercano, sus ojos aún fijos en la obra de arte en progreso. Era una pintura impresionista de un paisaje urbano, pero el pintor había capturado algo más, algo que Ana no podía poner en palabras. "Tu obra es increíble", dijo Ana, genuinamente impresionada. "Tienes un talento extraordinario". El pintor asintió con humildad. "Gracias. Soy Daniel, por cierto". "Ana", se presentó ella, ofreciendo su mano en un gesto amigable. A medida que continuaban conversando, Ana descubrió que Daniel era un artista apasionado, un espíritu libre que había decidido seguir su corazón y su pasión por la pintura en lugar de conformarse con una carrera convencional. Había renunciado a las expectativas de su familia para vivir su sueño, una elección que Ana encontraba admirable y, al mismo tiempo, intrigante. El sol se puso lentamente en el horizonte, y Ana y Daniel siguieron conversando en el parque. Hablaron de sus sueños, sus aspiraciones y las luchas que habían enfrentado en sus vidas. A medida que la noche caía sobre la ciudad, Ana sintió que algo en su interior había cambiado, como si hubiera despertado algo que había estado dormido durante mucho tiempo. El encuentro casual con Daniel la dejó con una sensación de posibilidad, como si las expectativas y el deber que había sentido durante tanto tiempo se estuvieran desvaneciendo ante la promesa de algo nuevo y emocionante. A medida que se despedían esa noche, Ana sabía que su vida nunca volvería a ser la misma. Este primer capítulo de "Entre el Deber y el Deseo" marca el inicio de la conexión entre Ana y Daniel, una conexión que desencadenará una historia de amor ardiente y desafiante que los llevará a cuestionar todo lo que han conocido y a enfrentar el dilema entre el deber y el deseo que dará forma a sus vidas.

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