Prólogo
Nunca fui capaz de enfrentar a mis padres… mejor dicho, a mi padre. El magnífico Esteban Pintos: político, empresario, aclamado por sus “fundaciones” y “proyectos sociales”, todos ellos una maldita pantalla para engañar a la sociedad. Solo pensar en cómo manipula a todos a su alrededor me revuelve el estómago.
No existía en el mundo alguien más corrupto y malicioso que él. Durante años me vi obligada a fingir delante de las cámaras, de la gente, del mundo entero. Debía mostrar la cara de la hija perfecta, ser el ejemplo a seguir para las niñas de mi edad y sostener la mentira de que éramos una familia feliz.
Solo una vez me atreví a romper sus reglas… y lo pagué muy caro.
A veces deseaba desaparecer de la faz de la tierra. Pero no les daría el gusto de verme derrotada. Jamás sería como ellos. Nunca más sería su títere. Iba a luchar, aunque fuera con lo último que me quedara, para encontrar mi felicidad.
Sin embargo, mis pensamientos optimistas se fueron al tacho cuando me vendieron. Me usaron como cebo para atrapar a un lobo poderoso. Uno que prometía darle aún más poder a mi padre. Ese lobo tenía nombre: Caín Moskal.