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Día a Día

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Blurb

Jace, Edward y Mina eran los mejores amigos, eran una familia, la familia que Jace ya no tenía desde que su madre murió de cáncer y su padre lo abandonó por no saber lidiar con el duelo. Sin embargo, nada lo preparó para la traición de sus mejores amigos, nada le pudo advertir de lo que sucedería, dejándolo destrozado sobre el suelo polvoriento de su casa, sintiendo cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor, pero... por suerte... siempre iba a a tener sus antidepresivos para ayudarlo a sobrellevar el día

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Prólogo
Prólogo   Nunca hubo tres amigos más unidos que ellos, todo el vecindario sabía que ninguno podía vivir sin el otro, que eran los tres o ninguno. Siempre estaban juntos, desde que iniciaba el año hasta que se acababa, en clases y después de ellas, en vacaciones, en días festivos, cumpleaños, no había un día del año en el que estos tres niños no estuvieran juntos. Se conocían desde el jardín de niños y al pasar los años ninguno quería hacer nuevos amigos, estaban conformes con su trío. Nadie nunca se metía con ellos, los demás niños sabían que bastaba con molestar a uno para que los otros dos se les fueran encima. Ellos eran muy unidos, no cabía duda, se amaban y protegían de maneras que nadie entendía. Ellos tenían algo en claro: Serían amigos por el resto de sus vidas. Como todos los veranos los niños se reunían en la casa del mayor a jugar, tenían diez años y amaban correr por todo el jardín lanzándose agua. Las madres ya estaban acostumbradas a sus gritos y desastres, más de una vez tuvieron que comprar rosales nuevos o cambiar la cerca que dividía la casa con la del vecino. Los niños podían ser ruidosos, alborotados, pero ellas comprendían, solo se tenían a ellos. Esa tarde la madre del mayor se asomó al jardín, vio a su hijo con una capa, sosteniendo una hoja de papel, y a los otros dos usando coronas, de seguro era su típico juego de los reyes que liberaban al mundo con una enorme explosión. Se retiró al ver que estaban bien, ellos ya no necesitaban tanta vigilancia como antes, podía volver a sus revistas y relajarse un rato antes de tener que prepararles la merienda. - Procedan… Dijo el mayor, sus otros dos amigos sonrieron. - Yo, Jace Daniels, rey supremo del universo y alrededores, prometo siempre estar a tu lado, protegerte de todo mal que padezcas y siempre hacerte feliz El niño le entregó el anillo de ramas que acababa de hacer. - Yo, Mina Peters, prometo estar siempre a tu lado, pase lo que pase, siempre estaré aquí cuando me necesites y cuando no – el niño sonrío ante las palabras de la niña – Y a prepararte más seguido esas galletas de azúcar que tanto te gustas - Los declaro mejores amigos para toda la vida – el mayor alza los brazos, sujetando la hoja – Acaban de prometer siempre estar juntos, amarse, y nunca dejar de ser amigos, de romperse este trato alguno de nosotros morirá… - los niños asintieron – Entonces choquen los cinco La niña y el niño chocaron los cinco, luego ambos lo hicieron con el mayor y comenzaron a reír. No iban a dejar de ser amigos nunca, lo acaban de jurar. Pusieron sus nombres en la hoja y esta se la llevó Jace, prometiendo enmarcarla para exhibirla en su sala. Riendo, siguieron jugando a las traes. Nueve años después: Agosto y las clases en la escuela Silver Rivers comenzaron. Los alumnos de último año se encontraban particularmente felices, sobre todo los del aula B, corría el rumor de que un nuevo alumno iba a unírseles. Al fondo del aula un par de chicos estaba haciendo escándalo, riendo y cantando canciones que habían compuesto en los últimos días de vacaciones. El primero, con el cabello cubriéndole los ojos, tocaba la guitarra, mientras el segundo, con la camisa salida del pantalón, cantaba, haciendo que muchas chicas se le quedaran viendo embobadas... - Oh… Las chicas comenzaron a aplaudir, Theo solo sonreía. - De vuelta a clases… - Devon, el de los ojos cubiertos, dejó la guitarra a un lado y se recostó hacia atrás en su silla - ¿A qué hora piensa llegar este hombre…? - Ya sabes cómo es él… - Theo se dejó caer en su silla y soltó un largo suspiro – Es impredecible - Solo espero que esté bien Los amigos se miran. Había un sinfín de cosas que debían de aclarar. El verano no había sido nada bueno para ellos. El pasado año escolar había terminado en desgracia y muchas cosas habían cambiado. Los dos amigos se habían ido de viaje con sus respectivas familias, así que no sabían cómo había acabado el problema anterior. Lo único que esperaban ambos era que todo se mejorara, después de todo, ellos siempre fueron amigos. - ¡Llegó Jace! Gritó con emoción una chica, los dos amigos alzaron la cabeza. Ahí, con el rostro pálido, cabello largo y rubio, mirada sombría, y la ropa toda desordenada, estaba él, Jace Daniels, su mejor amigo. El chico se quedó unos segundos en el umbral de la puerta, mirando toda el aula con esa mirada sombría con la que siempre andaba, como si fuera un depredador analizando cuál sería la presa más fácil de cazar, pero Theo y Devon sabían que en esa aula no había nada que le interesara, apenas ellos eran de su interés. Por fin el chico dio un paso hacia adelante, caminando con paso seguro, ignorando a todos, y se sentó en su habitual asiento delante del par de amigos. Ellos se miraron, algo no estaba bien, era algo en la mirada de seriedad de Jace, algo no era normal. El cuerpo del rubio estaba tenso, tenía los puños apretados al igual que la mandíbula. Algo malo debía de ocurrirle, o más bien… algo malo debía de seguir fastidiándolo. - Jace… - el rubio no volteó – Jace… - insistió Theo - ¡Hombre, que te estoy hablando! - ¿Qué quieres…? Se giró a verlo, sus ojos estaban sombríos. Theo sintió el deseo de retroceder, de abrazarlo, de decirle que todo iba a estar bien, pero se contuvo. Él sabía cómo era Jace, intentaba comprenderlo y por lo tanto sabía que lo mejor era darle su espacio para que implosione primero y luego les cuente qué le sucedía. - ¿Cómo estás? El chico lo miró, chasqueó la lengua y sonrío burlonamente. Volvió a girarse, Theo supo entonces que no podría volver a interrumpirlo ni volver a hacer esa pregunta. Devon y él se encogieron de hombros, no podían hacer nada, solo esperaban que su amigo quisiera por cuenta propia contarles. Jace era un ser impredecible, bien podría llegar de buen humor o de un humor tan malo que se llevaba a todos por delante como si fuera un terremoto o la explosión de un volcán, imparable, incontenible. Y ellos sabían a qué se debía, bueno… había más de un motivo, pero podían imaginarse qué podía ser, o tal vez no, tal vez no tenía nada que ver con su padre, quizá se trataba de aquello de lo que no podían hablar. Theo y Devon volvieron a mirarse y asintieron, lo mejor era no hablar de ello, no tocar el tema, para nada, evitar a toda costa el decir ese par de nombres. No podían ni querían que su amigo empeorara, no más de lo que ya estaba, no querían que sufriera, no más de lo que ya sufría. - Buenos días alumnos – todos los alumnos se levantaron, el último fue Jace soltando un bostezo – Volvieron a comenzar las clases – dijo la profesora sonriente mientras los alumnos se sentaban, nuevamente Jace se sentó soltando un bostezo – Y hoy el aula B tiene un nuevo alumno – miró hacia la puerta – Así que… denle sus saludos a Edward Lincoln

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