Cristal Break

—… Pero, Cristal, reírse de uno mismo está bien…— afirmaba la joven con la sabiduría de sus veinte años de experiencia en el asunto—. Eso me ha funcionado muy bien para sobrellevar los problemas que me ocasiona mi sordera. Hans, la observó con fastidio por encima de la botella de cerveza. A menudo sentía esos arranques irracionales de irá, que le costaban reprimir cuando la situación no iba como él quería. Deseaba que se callara de una vez y viera de una buena vez los peligros que tenía delante suyo. Apartó su cerveza y escupió groseramente a un costado. —Muy lindo todo, Break, pero… la última vez que hice eso me internaron como un mes y medio en un manicomio…—. Respondió sarcástico, con la sabiduría que le daban sus treinta y tantos años de experiencia—. Déjalo ya, Break, no juegues con fuego que te quemaras… yo estoy loco y no te conviene estar conmigo. Ella, no se inmutó. Encogiéndose de hombros, le dirigió una sonrisa comprensiva. —Eso te pasó, porque los verdaderos locos son ellos… Locos y amargos, estuviste rodeado de viejos vinagres*— sentenció riendo al final divertida por sus propias palabras— Igualmente ¿Qué importa eso? Si ellos no saben nada, jamás van a estar en nuestra piel, llevando nuestra realidad. Así que, jamás van a entenderlo realmente. Mientras hablaba, Hans pudo notar que estaba visiblemente borracha. «¡Cielos! ¡Está más borracha que yo! Y, lo que es peor, está igual de loca que yo…» reconoció excitado y divertido por aquellas divagaciones que oía. Le tendió la cerveza en silencio y, cuando ella la hubo agarrado, estiró su mano para tomarla por la cintura, acercándola a él. —Niña, eres demasiado inocente…—le soltó con voz grave mientras le besaba el cuello—... Estás demasiado ebria para darte cuenta de las cosas y, lo que es peor… yo sería una mala influencia para ti ¡Lárgate de una vez! Será lo mejor para ambos… Ella sonrió con calma y se aferró a su cuello en respuesta. Eso le hizo gracia a él, que río entre dientes su amargura. La besó, bajando la mano para apretarle el trasero. —¿Por qué no te alejas? ¡Maldita sea!¿Por qué no lo entiendes?— exclamó consternado al ver que ya no podía soltarla. Break, simplemente acarició su espalda por toda respuesta. Mostrándose complacida por aquel momento. Él, sintió deseos de empujarla, golpearla ¡Gritarle! ¡Lo que sea que hiciera falta para que se diera cuenta de las circunstancias! Pero sus manos no respondieron como quería, solo la estrechaba más y más. Aferrándose como un náufrago a una tabla… «Tabla con culo… literalmente hablando» pensó absurdo y no pudo reprimir su risa a ello. Pero la risa, se transformó en un sollozo ahogado… —No lo hagas… quédate…— Replicó sintiendo rodar las lágrimas por sus mejillas. —Y eso haré… y lo sabes…