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Le decimos Destino

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Blurb

Hayes observó a su gemelo, August, encontrar a su pareja destinada y establecerse, llegando incluso a tener dos hermoso niños fruto de su amor, y no puede evitar sentir algo de envidia de la perfecta relación que tienen ambos.

Porque muy dentro de él, sabe que su relación con Lía no es lo mismo y nunca lo será.

La mujer realmente le había encantado y llamado la atención, pero lamentablemente fue solo un potencial a pareja y no su pareja destinada. Pero Hayes aun así no termina con ella, ya que su compañía es agradable al igual que el sexo, y la falta de celos con la poca atención hace para Lia, una relación perfecta cuando para Hayes, no.

Pero entonces, cuando el hermano menor de Lia llega, todo se vuelve un caos.

Hayes nunca se había sentido atraído por ningún hombre en toda su vida, pero no puede evitar mirar constantemente a Theo cuando él llega todo pequeño, lindo, curioso y divertido, apretando todos los botones correctos en Hayes y despertando una bestia posesiva, protectora y dominante que nunca había salido a flote hasta ese momento.

Con sus sentimientos hacia Lia despareciendo mientras que por Theo crecían con creses, Hayes está indeciso sobre aceptar lo que le ha estado pidiendo al destino o ignorarlo.

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Capítulo 1
Hayes se despertó y giró sobre la cama buscando el cálido cuerpo de su pareja con la cual acurrucarse aprovechando su día libre, pero no encontró nada más que el frío colchón. No muy extrañado de la desaparición de Lia, el alfa giró sobre su espalda y suspiró restregando sus manos en su rostro, sintiéndose… Bien. Sentándose sobre la cama, escaneó la habitación de su pareja hasta que encontró su ropa interior en el suelo. Corriendo las mantas hacia atrás, se levantó y se colocó el bóxer antes de salir en busca de Lia. —¿Lia? —llamó saliendo a la pequeña sala comedor. En el pequeño balcón, observó a su pareja vistiendo nada más que su gran camisa cubriendo su curvilíneo cuerpo mientras hablaba por teléfono y fumaba un cigarrillo. Hayes arrugó levemente su nariz ante el ligero aroma a humo y se dirigió hacia la cocina por algo de comer cuando su estómago rugió. Hum… No debía de ser muy temprano si su estómago ya le estaba exigiendo comida, aunque tampoco era como si nunca se lo exigiera, era un hombre grande y además un alfa, siempre se encontraba quemando calorías. —Hey, guapo —Lia dijo volviendo al interior del departamento, dejando abierta detrás de ella la puerta deslizante de vidrio. —¿Te levantaste hace mucho? —preguntó el alfa dirigiéndose a la cocina por algo de comer. —Una hora más o menos —respondió siguiéndolo—. Tenía exámenes que revisar y quería adelantar un poco el material de trabajo para tener completamente libre esta noche —expresó apoyándose en el marco de la puerta, cruzando los brazos sobre su pecho mientras contemplaba con interés el semi desnudo cuerpo de su novio. —¿Está noche? —Sí, es tu día libre, ¿recuerdas? —le sonrió. Hayes se sirvió algo de zumo ante la falta de alimentos en el refrigerador y observó a la hermosa mujer castaña. —Sabes que día es hoy —pronunció—. Tengo reunión familiar en la casa de mi padre —le recordó. —Lo sé —dijo acercándose hasta detenerse frente al alfa—. Pero pensé, ya que siempre pasas tus días libres con ellos, podrías pasar este conmigo —le sonrió dulcemente, su dedo acariciando los firmes músculos del abdomen del pelinegro. Un cosquilleo recorrió el cuerpo del cambiaformas, pero no era su lobo agitándose ante la atención, era debido a la caricia de Lia. De hecho, su lobo había dejado de reaccionar a Lia luego de conocerla mejor, ni siquiera perdió el interés al acostarse con ella, eso ocurrió realmente antes de ello y aquello debió ya de darle una clara señal a Hayes respecto a su relación, una señal que ignoró completamente, ya que de todas formas era… lo usual, lo normal, estable ante la falta de otra palabra, estar con Lia, pero solo eso. —No lo creo cariño, mi padre espera ansioso esta noche junto a mi hermano —expresó dejando el vaso contra la mesa. —Padres —suspiró Lia, pero no insistió en el tema como Hayes sabía que no lo haría. —¿Ocurre algo? —preguntó curioso por la expresión de su pareja. —No mucho, mis padres me estaban llamando —respondió alejándose, revisando el refrigerador—. Ellos me pidieron un favor. —¿Un favor? ¿Algo fuera de tu límite? Y no sigas revisando que no encontré nada, cariño —aseguró cuando Lia comenzó a buscar en otras gavetas. —Tengo de mi super cereal nutritivo, pero no tengo leche —suspiro volviendo a guardarlo—. Y no, de hecho, es algo bastante simple, pero a la vez complicado. —¿Y cómo es eso? ¿Te pidieron conocerme? —pregunto… No muy encantado con la idea, es más, le inquietaba de cierta forma. No había hablado con ellos más que por las pocas videollamadas a lo largo de su relación. —Pff, no —resopló—. Saben de ti al igual que tus padres saben de mí, pero todo tranquilo —prometió—. Tiene algo más que ver con mi hermano pequeño. —¿Tienes un hermano pequeño? —alzó ambas cejas. —Tengo dos de hecho, Theo que es el menor y Cloe que es la de al medio. —Y tú eres la mayor, otra cosa que tenemos en común —bromeó moviendo sus cejas. —Tonto —rió suave—. La cosa es… Tendremos un invitado por un tiempo —anunció finalmente—. Mi papá no me dijo mucho, pero parece que Theo dejó la universidad otra vez anunciando que quería tomarse un tiempo para pensar en todo, lo que llevó a que quería mudarse y vivir solo. —Oh… Es el típico niño mimado y consentido —comprendió. —Lo es, pero a la vez no —negó Lia—. Mis padres son en verdad quiénes sobreprotegen mucho a Theo, pero él es tan pequeño, lindo y tierno que ni siquiera su nombre va con él —rió suave. —¿Cómo se llama? —preguntó curioso. —Theodore —contesto—. Lo cual no pega para nada con él, es por eso que lo llamamos Theo —dijo con cariño. —Lo quieres mucho —observó el alfa. —Si, la vida no ha sido muy fácil para Theo —expresó sin dar más detalles—. Pero como te decía, se vendrá a quedar conmigo hasta que aclare su cabeza. ¿No te molesta? —Por supuesto que no —aseguró besándola castamente—. Siempre tenemos mi casa para divertirnos pero, ¿dónde dormirá? Tu departamento solo tiene una habitación —le recordó. —Transformaré mi oficina en una habitación para él —se encogió de hombros—. Era una habitación originalmente, pero como no tenía una ventana y no es muy grande, creí que sería perfecto para hacerme una pequeña oficina aquí —explicó. —Aww, eres tan dulce —se rió—. ¿Necesitas ayuda para preparar la habitación? ¿Cuándo llega? —preguntó, era lo menos que podía hacer si la iba a dejar sola esa noche para ir a correr con su padre y la manada. Pero como fututo alfa, líder de la manada, no podía no ir a correr con los otros lobos. La carrera bajo la luna llena ayudaba a conectar con los miembros, uniéndolos como la gran familia que eran a pesar de no compartir lazos sanguíneos. —Mañana, por lo que debo tener la habitación lista para hoy —respondió. —¿No debieron de haberte avisado antes? —pregunto frunciendo el ceño. —Todo se decidió a última hora, luego de que lograran convencer a Theo —se encogió de hombros, alejándose—. Les advertí que no tenía cama y que tendría que dormir en el sofá, pero me depositaron dinero para comprarle una cómoda cama con un colchón extra suave. —¿Y no es un bebé consentido? —se burló, pero Lia solo sonrió. —Solo espera conocerlo, hasta tú querrás ser su protector —se mofó ella retirándose de la cocina—. Tu teléfono está sonando —anunció. —¿Sabes dónde está? —preguntó saliendo también de la cocina, siguiéndola a la habitación donde estaba el resto de su ropa. —En tu pantalón —respondió cambiándose de ropa. —¿Y sabes dónde está mi pantalón? Lia salió de su habitación vistiendo unos jeans junto a una camiseta vieja y desgastada, señaló el macetero entre la puerta y el balcón. —¿Cómo llegaron ahí? —preguntó y su novia se carcajeó divertida. Cogiendo su celular, contempló el nombre de su hermano y maldijo cuando recordó un compromiso previo que había hecho con su gemelo para almorzar. —Hey —pronuncio contestando la llamada. —Hayes, hermano… —No podré ir a almorzar contigo hoy —anunciaron con sincronía, guardaron silencio y luego estallaron en carcajadas ante la extraña coincidencia. —Haber, dime tu razón —pidió August una vez dejó de reír. —Yo soy el mayor, tú dímela primero —argumentó. —Oh, gran alfa, tan maduro —se burló. —Pero sigo siendo mayor que tú —sonrió. —Estúpido. Jimmy quiere que tengamos un día de pícnic con los gemelos, y ya que lo dejaré solo esta noche para salir con la manada pensé que era justo —explicó. —Nunca lo dejas solo, siempre es con nuestra madre o con su mejor amigo —resopló. —Hey, no sabes el trabajo que dan dos bebes de ocho meses, compadezco a madre ahora que sé lo que es tener hijos y una pareja. Aunque parecía que August se estaba quejando, en realidad el tono suave con el que hablaba le decía todo lo contrario a Hayes, lo cual, otra vez, despertó celos en él. Y eso fue extraño, él nunca tenía celos de su gemelo más que cuando fueron cachorros, pero eso eran, niños. —¿Hayes? —Lo siento, ¿qué? —preguntó cuando se percató de que se había perdido parte de lo que su gemelo le hablaba. —Que hoy es tu nuestro cumpleaños por lo que Jimmy pregunta si quieres venir al pícnic con nosotros y celebrarlo, él hizo un pastel —comentó alegre—. Y dijo que puedes invitar también a Lia —comunicó. —Dulce de su parte, pero ya tenemos planes para hoy, sudorosos planes. —Idiota, no quería saber eso —se quejó el otro alfa. —¿Qué estás pensando, pervertido? —acusó. —¿Qué quieres que piense cuando me dices que tienes sudorosos planes con tu pareja en tu día libre? ¿Eh? —Que la estoy ayudando a remodelar una habitación —dijo inocentemente. —Oh… —Si, oh —imitó antes de estallar en risas. —Bueno, ¿pero siquiera Lia sabe que hoy es tu cumpleaños? —cuestionó. —No, ¿para qué? —respondió y observó a su alrededor en busca de su pareja, encontrándola sacando cosas de la habitación al lado de la suya, donde estaba su oficina. —¿Cómo que para qué? Es tu pareja, Hayes, se supone que esas son cosas que uno quiere saber del otro y celebrarla en conjunto —explico extrañado. —Nuestra relación no es igual a la de los demás —anuncio con simpleza. —Hayes… ¿Están bien las cosas con Lia? —Claro, ¿por qué no lo iban a estar? —preguntó extrañado. —Entonces… ¿La vas a marcar hoy? Y todo en Hayes gruñó negativamente con eso, su lobo agitándose y mentalmente diciéndole que eso no iba a ocurrir. —Hayes, Lia es tu destinada, ¿no? —insistió su gemelo. —Tengo que irme August, Lia necesita de mi ayuda —anunció ignorando todo lo demás, cortando la llamada. —¿Todo bien con tu hermano? —preguntó Lia con sus brazos cargando unas carpetas—. ¿Le ocurrió algo a Jimmy o a los bebés? —No, ellos están bien —aseguró olvidando su celular en la pequeña mesa de centro—. Solo recordándome que hoy nos juntamos en la casa de padre —mintió—. Deja colocarme ropa y te ayudo de inmediato —aseguro tomando sus pantalones. —Pedí algo de pizza mientras hablabas, por lo que no tardará mucho nuestro desayuno-almuerzo en estar aquí —le sonrió dejando las carpetas dentro de una caja de cartón. —Excelente, y cuando salgamos a comprarle la cama a tu hermano con el colchón extra suave, tal vez podamos pasar por algún postre en mi pastelería favorita. —Todos los restaurantes que tienen comida son tus favoritos —se burló ella tomando su largo cabello para hacerse una coleta. —Culpable —rió siguiendo a su pareja dentro de la pequeña habitación.  ( * * * * ) Mientras corría libremente en el bosque con su forma de lobo, Hayes podía sentir la energía fluyendo por su cuerpo, el lazo con sus compañeros de corrida aumentando. A su izquierda, apareció un lobo parecido a él tanto en tamaño como en pelaje, pero mientras August tenía solo su pata derecha con gris, Hayes las tenía en las dos. “La luna ya no está en lo alto del cielo” informó su hermano a través de su enlace mental con el cual nacieron al ser gemelos, y del cual, solo podía hacer uso cuando estaban en sus formas lobos. No era el único enlace mental que existía, también estaba el del líder de la manada que podía comunicarse a través de su mente con cada m*****o de la manada cuando estaban en su forma lobo. Por supuesto, también existía el lazo entre los compañeros destinados, aquel que le permitía compartir sus sentimientos con su pareja, haciéndole saber cuándo algo estaba mal, bien o molestaba a uno de los dos. Y este lazo al ser un poco más espacial, con el tiempo, ambos compañeros podían incluso transmitir pensamientos hacia su pareja sin la necesidad de que los dos estuvieran en su forma de lobo o que incluso ambos fueran unos cambiaformas lobos. Ese era el poder de las parejas destinadas. “Solo correré un poco más y luego volveré a la cabaña de nuestros padres” prometió y aceleró sin darle oportunidad a su gemelo de decir algo más. Acelerando entre los árboles, esquivando, saltando y corriendo, Hayes se detuvo finalmente frente a una gran roca plana y subió sobre ella. Jadeante, observó la luna mientras el basto mar n***o que la rodeaba, comenzaba a aclararse. Sin poder contenerlo, un profundo aullido escapó de su hocico dirigiéndose hacia la luna, su lobo alfa quejándose por no haber encontrado a su destinado aún. ¿Por qué? ¿Por qué su hermano había encontrado ya a su destinado y él todavía no? ¿Cuánto más tenía que esperar para tener la misma felicidad que tenía su gemelo? ¿Cuánto tiempo más iba a transcurrir antes de que encontrara a su destinado? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? ¿Cuánto? Pero por más que observó la luna, esta no le dio respuesta, pero de alguna forma, dejó una sensación de paz y tranquilidad en el lobo, quien después de una última mirada, volvió a la casa de sus padres. Cuando llegó, la mayoría de los lobos ya se habían ido para pasar el resto de los estragos que provocaba la luna en sus casas, en la soledad de su hogar o en los brazos de sus parejas quienes tenían la suerte de ya haberla encontrado. Cambiando, se colocó nuevamente su ropa y rodeó la casa no queriendo molestar a sus padres en caso de que ya estuvieran durmiendo, esperaba que así fuera porque tampoco es como si quisiera escuchar a sus padres teniendo relaciones. Eso era horripilante. Estando frente a la casa, su cuerpo se tensó cuando observó una figura apoyada detrás de su auto, y a medida que se fue acercando, la tensión no disminuyo porque sabía, que la persona que había estado evitando le estaba esperando. Obviamente debió de haber sabido que atrasarse no impediría a August de esperarlo para hablar con él. Lo había intentado hacer desde el momento en que había llegado a la casa de sus padres, pero lo estuvo evitando hablando con otras parejas. —¿Terminaste de escapar de mí? —preguntó August una vez se apoyó a su lado. —A veces olvido que los dos podemos ser igual de tercos —respondió simplemente, encogiéndose de hombros. —Díselo a Jimmy, es el que más gruñe por eso, pero él igual puede ser tan terco como yo —expresó con cariño, sonriendo totalmente enamorado. Hayes arrojo un suspiro pesado y observó el cielo. —¿Qué ocurre contigo? —cuestionó su gemelo. —Nada. —Déjame reformular la pregunta entonces, ¿qué ocurre entre tú y Lia? —insistió observándolo fijamente. —Nada —repitió, esta vez cansado e irritado—. Es solo… —¿Es solo…? —incitó. —Que no es lo mismo que tienes tú con Jimmy, y nunca lo será porque Lia no es mi destinada —reveló finalmente, frustrado. —Me lo imaginaba —asintió su gemelo. —No —gruño Hayes, enojado—. No hables como si me comprendieras, como si entendieras cómo me estoy sintiendo en este momento —espetó—. Tú no sabes de los celos que siento cuando te veo con Jimmy, de la envidia que me invade al presenciar el amor puro entre ustedes o al ver a sus hijos, a mis sobrinos, August… No comprendes lo que se siente que tu gemelo haya encontrado a su destinado, aquella persona con la que pasará el resto de su vida a su lado, amándola, adorándola, cuidándola, mientras tú no tienes nada —expresó. Ambos se quedaron en silencio mientras las palabras de Hayes quedaban entre ellos. —Tienes razón, no lo sé y no lo comprendo —dijo finalmente su gemelo—. Pero entonces tampoco entiendo por qué sigues con Lia en vez de estar buscando a tu pareja —exclamó. —Sabes como soy, August —soltó una risa amarga—. Creo que ya he estado, conversado y conocido con todas las posibles chicas que podrían ser mi pareja de toda la vida, y la única mujer que pudo haber sido eso, solo resultó ser un potencial a pareja que se quedó solo en eso —suspiro cansado. —Podrías salir a buscar a alguien —propuso sintiendo el malestar de su hermano. —¿Cuándo? ¿Cómo? —exclamó más tranquilo—. Soy el futuro alfa de esta manada, no puedo irme de aquí en busca de una pareja que no sé cuándo aparecerá ni cómo. Mi gente podría necesitarme cuando no esté aquí, y no puedo permitirme eso —negó mostrando por primera vez, la verdadera carga que llevaba siendo el siguiente líder de la manada. —Papá podría ver la manada mientras buscas a tu destinado… —intentó. —Papá ya está viejo, August, lo sabes. Ya no puede emplear tanta fuerza como antes, mostrar tanto poder. Inconscientemente, todos están buscando ayuda en mí cuando ocurre un problema, padre lo sabe y lo permite porque también entiende que la manada ya me está viendo como su alfa. —Pero para el problema de Jimmy él tuvo que actuar —le recordó. —Lo hicimos partícipe de todos los planes y le explicamos la situación porque oficialmente, sigue siendo el alfa de esta manada, pero… ¿A quién recurriste primero cuando descubriste los problemas de Jimmy? —le observó con una sonrisa ladina—. Viniste a mí, y cuando el asunto se puso grave, dije que ya era hora de contarle al alfa, pero tú ni siquiera pensaste en ello. August frunció el ceño cuando de hecho, se dio cuenta de que su hermano tenía razón, él había recurrido primero a él cuando debió de haber ido con su padre, el alfa. Y solo había ido con su papá, cuando necesitó de un consejo, pero no con el líder de la manada. —No sabía que te sentías así —expresó. —No es algo que el alfa deja ver, August —respondió. —Es algo que le muestras a tu pareja, tu destinado, pero Lia no lo es —comprendió—. Y creo que por eso te has abrumado tanto con ello, porque has encerrado todo para ti mismo. —No es algo que pueda contarle a una humana —negó. —Pero si fue tu potencial a pareja, debiste de haberle explicado lo que pasaría con ella si resultaba ser tu pareja, debiste haberle explicado todo —dijo con fundido. —No lo hice. Lia fue mi potencial a pareja, pero ya sabía que no era mi pareja, mi lobo simplemente no lo sintió y perdió el interés, por eso no le expliqué nada cuando me acosté con ella —confesó. —¿Y seguirás con ella? —¿Y si mi pareja no llega nunca? —preguntó en cambio—. Ya ve a casa, tienes a tu pareja y dos hijos esperándote —dijo golpeando suavemente su hombro antes de rodear su auto y subirse en este. —Hayes —pronunció su gemelo golpeando su ventanilla—. Si no has encontrado tu pareja en mujeres, tal vez ya es tiempo de que mires para otros lados —aconsejó y luego se alejó.

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