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El amor es más fuerte

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Blurb

Brigitte es una joven aspirante a Miss Francia, quien divide su tiempo entre su trabajo como modelo y colaborar en algunas cuestiones referidas al Estudio de abogados de su papá, Calvin Blanc, quien desde que quedó viudo muy joven, luego de un trágico accidente de tránsito, solo vive para las leyes y para su hija.

Su vida cambiará con la llegada del talentoso abogado Antoine Borbón al Estudio. Con él, conocerá el amor a flor de piel, pero hay un detalle: se presentará con el apellido de su madre para que él no la vincule con su jefe, ya que sabe que él teme mucho al qué dirán.

Brigitte deberá elegir entre su orgullo y su corazón, entre sus sueños y el amor. ¿El amor de los jóvenes podrá superar esos escollos?¿Estará dispuesta a dejarlo todo por amor?

¿Antoine estará dispuesto a dejar todo por amor?

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Capítulo 1
Calvin  Blanc: ¡Hija! ¿Seguro que tú puedes? Es muy importante, tiene que ser mejor que todo lo que se ha hecho alguna vez. Tiene que ser... Brigitte: Papá, ¿confías en mí? Calvin: En ti más que nadie, mi vida, ¿qué cosas dices? Brigitte: ¿Entonces? Yo me encargo. Además soy la fan número uno del estilo de Antoine y el Estudio Blanc - Zárate es mi vida. ¡La presentación ante la prensa saldrá de maravilla, ya lo verás! (sonriendo). Calvin: Eso espero hija. Solo que quisiera pedirte un favor (la toma de las manos y mira al suelo). Brigitte: Qué pasa, ¿papá? Calvin: Tú sabes cómo es Antoine... Brigitte: Si, lo se... (Poniéndose seria). Calvin: Bueno, me alegro que lo sepas. No quiero que sufras, tú eres mi vida (acariciando su rostro). Eres tan hermosa como tu madre, y Antoine... he deseado la vida entera tenerlo en el Estudio. No quiero acabar peleado con él porque te lastimó. ¡No quiero que te acerques a él! Brigitte: Tranquilo papá. Calvin: Es más... si pudieras… si pudieras simplemente no ir al Estudio luego de la presentación... Brigitte: Papá... (Haciendo un giro con los ojos, mostrando su descontento) Calvin: Yo se que te pido un imposible, tu vida es el Estudio, pero no quiero que te acerques a él... Brigitte: Papá, ¿me dejas hablar? Calvin: Dime... Brigitte: Estaré con Nicole, concentradísima en el concurso, solo quedan unos meses. Lamentablemente dejar de estar tan pendiente del Estudio, es algo inevitable. Y descuida, que no me acercaré a Antoine. Calvin: ¿Me lo prometes? (dijo buscando que la chica lo mirara fijamente). Brigitte: Si, papá. (Y le dio un beso, mientras cruzaba sus dedos tras la espalda y pensaba: "si papá, trataré").   Antoine Borbón le atraía desde que se había hecho famoso por resolver grandes litigios y había salido en televisión generando una total revolución entre los abogados jóvenes, pues todos le admiraban por sus ganas y su potencial y querían ser como él. Era muy raro que ella mirara programas de televisión, pero dado su gusto por el derecho, y lo mucho que se había interesado por los casos que resolvía su compatriota, sentía una necesidad que no podía explicar, de mirarle todo el tiempo. Muchas veces, y cual una niña que mira los videos de su cantante favorito, se imaginó una vida junto a él, y ahora que lo tendría cerca, esos pensamientos acorralaban constantemente su cabeza, sin que pudiera evitarlo. Brigitte era muy hermosa, pero ante todo, era mujer. Y Antoine, un hombre. Por lo que sabía que sería inevitable que el chico la mirara y ella sabía que si eso pasaba, no iba a poder evitar seguirle la corriente, por lo cual, procuraría cumplir la promesa que le hizo a su padre, pero exclusivamente porque en este momento de su vida estaba dedicada en cuerpo y alma a su objetivo, que era ser Miss Francia. Igualmente su orgullo podía más que ella, y si Antoine se sentía atraído por ella, quería que fuera porque era bella, y porque le gustaba estar con ella, no por ser la hija del principal accionista del Estudio... así que, aunque sin quererlo, el principal motivo para tratar de cumplir lo prometido, no era ni más ni menos que luchar por ser ella misma, y no la "hija de", algo que Antoine, debía entender muy bien, o al menos eso pensaba Brigitte. El día tan esperado por todo el Estudio llegó. La prensa nacional e internacional colmaba las instalaciones del gran edificio donde se encontraban las oficinas a la espera de la incorporación más importante de los últimos tiempos, del joven que había estado resolviendo los casos más difíciles y conocidos de los últimos tiempos en cortes internacionales… estaban a la espera de Antoine Borbón. Brigitte observó su obra con orgullo, desde el televisor ubicado en la lujosa sala de su casa. Toda la presentación y posterior conferencia de prensa estaba calculada: los gráficos, los estáticos, la música... todo cuidadosa y prolijamente pensado por ella. Y él estaba allí... tan hermoso como siempre, y vestido con un elegantísimo traje gris que hacía resaltar muchísimo más sus ojos del mismo color. Brigitte: ¡¡Por dios!! ¿Cómo podré mantenerme lejos de este hombre? ¡Madre mía! (sonrojada, tapando su boca y tratando de no perderse ni un detalle). De pronto el joven maravilló al mundo con algunas anécdotas recientes en su visita a la Haya, y recordó la importancia de generar continuamente espacios de diálogo sobre los derechos de la infancia y de la mujer, dos temas en los que estaba involucrado de manera paralela a su ascendente carrera en el derecho internacional. Incluso se sabía que había atendido a varias personas víctimas de violencia que se acercaban a estudios de menor porte de los que le contrataban, sin percibir dinero a cambio, aunque él siempre esquivaba hablar públicamente del tema. En ese momento Brigitte sintió que le temblaba el corazón. Todo había salido mejor de lo que había planeado, y gracias al compromiso social del joven y a esa empatía que sentía desde niño por los más desamparados, que no era otro que el mismo que sentía ella. Brigitte continuó maravillada con su humanidad vestida con ese costoso traje gris, sin embargo, pronto trató de borrar esos sueños de niña de su cabeza, y concentrarse en lo que debía: en el concurso. Al fin y al cabo... ¿por qué Antoine se fijaría en una niña consentida como ella?   En un hotel de París...   Antoine - ¡¡Madre!! ¿Lo has visto? (al teléfono) Sophie - Has estado maravilloso. ¡¡Felicita a quien lo organizó, porque nunca vi nada igual! (emocionada) Antoine - Pues no sé quien ha sido. Tampoco importa, ¡vamos! Estoy cumpliendo mi sueño de volver a mi país a trabajar en el alto nivel, ¿qué más da? Sophie - ¡Hablarán de tu llegada el resto del año! Antoine - ¡Prefiero que me recuerden por las personas a las que ayudaremos a defenderse! Sophie - Lo sé, hijo, pero deja a tu madre feliz de lo que acaba de ver... por cierto... no hagas tonterías, ¿si? Antoine - ¿Qué dices, mamá? Sophie - Hijo... tu sabes... no salgas de juerga, cuídate... como tú dices, que hablen de ti por tus casos, ¡¡no por tus líos de polleras!! Antoine - Mamá... ¡¡déjame vivir un poco!! ¿Sabes cuantas mujeres deben estar esperándome allá afuera? (con tono egocéntrico). Sophie  - ¡¡Hijo!! (Poniéndose seria). Antoine - Jaja ¡¡es broma, madre!! Solo pienso en el Estudio en este momento. Y en buscar una casa en el centro para que puedan venirse ustedes para aquí conmigo también. Sophie - Vale, hijo. Pórtate bien, ¿si? Antoine - ¡Si, madre! Ahora te dejo que iré a comer con Blanc y Malcom, ¿vale? Sophie - Vale, hijo. Un beso grande y disfruta este momento. ANTOINE - ¡Te amo! ¡Gracias por estar conmigo siempre! (Emocionado y extrañando el abrazo de su madre). Sophie - ¡Gracias a ti por darle sentido a mi vida!   En la cena, Malcom y Calvin  hablaron con el joven de cuestiones referentes a los primeros casos que ya tenían asignados para él y que pronto tenían cita para la corte, y a la búsqueda de una casa. Todo estuvo de maravilla, sin dudas, ya tenía a estos dos más que en el bolsillo Al día siguiente, un coche esperaba a Antoine en la puerta del hotel y el conserje le entregó una llave. El chico no entendía nada, pero mientras meditaba por qué le habían parado un Bentley rojo  en la puerta de su provisoria casa, recibió una llamada...   ANTOINE - Hola... .. - ¡Antoine! ANTOINE - Si... (Titubeante). ... - Soy Calvin... ¡Blanc! ¡Agéndate mi numero! ANTOINE - ¡Oh, Calvin! disculpa, no te reconocí la voz. Claro, ya mismo lo guardo. Calvin  - Vale, como te dije ayer, cualquier cosa que necesites me la pides, ¿vale? Como si fuera tu padre... ANTOINE - Muchas gracias, de verdad. Por cierto... ¿de dónde salió el auto que tengo enfrente en este momento? (sonriente). Calvin  - Oh, ¿ya ha llegado? ¡Pues es un obsequio mío! ¡Le mande poner un GPS por si te has olvidado cómo se conduce en París! ANTOINE - ¡Pero no es necesario! Dime cuanto has gastado… con lo que me vais a pagar puedo comprar yo mismo mi coche (algo enojado, pues su orgullo no le permitía aceptar un regalo así) Calvin  - A mi hija y a mis abogados les doy un regalo de bienvenida cuando llegan a París tras un viaje o por primera vez. Es un regalo, ¡acéptalo! ANTOINE - No sé si deba... Calvin  - Vamos, Antoine! Vente al Estudio y lo discutimos aquí. Antoine fue, pero si él era terco, don Calvin  lo era aun más. Por eso, no le quedó otro remedio que aceptar.   Al tiempo, se hizo amigo de Martín, quien le comentó que también había recibido algún que otro regalo de don Calvin, y Adrién le acotó que a menudo, los consentía, como los hijos varones que nunca tuvo. Antoine lo había visto en videos, había leído crónicas de sus exitosas andanzas por las Cortes más importantes del continente y de lo que fue como juez de La Haya, pero no sabía nada de su vida privada. Siempre lo había visto como un referente, pero no le iba eso de que le hicieran regalos, sin motivo.   Adrién - Ya le conocerás más... pero desde que quedó viudo, nosotros y su hija somos lo único que tiene... ANTOINE - ¿Hija? (dijo sonriendo de una manera que no le gustó mucho a Adrién). Adrién - Si, hija... (Poniéndose serio de pronto). ANTOINE - ¿Y qué tal está "La Blanc"? (agregando comillas a la gran sonrisa que ponía nuevamente) Adrién - Para ti, ¡bien fea! (dijo serio). Martín - Antoine... si sabes lo que te conviene... no te metas con la hija de don Calvin... ANTOINE - ¡Vamos! ¡Era broma! (tomando conciencia de que era cierto, no solo tenía que comportarse con las mujeres en general, sino que en su código personal, las mujeres, hijas, hermanas, etc... de los jefes o compañeros de trabajo, tenían bigote, por muy hermosas que fueran). Adrién - Más te vale... ¡sobre todo por Calvin! ¡¡No sabes cómo cuida a su hija!! ANTOINE - ¡Tranquilo! Era broma. Mi religión no me lo permite. (Muy serio). Martín - Espero que así sea luego de que la conozcas... (Levantando la vista, mientras acomodaba unos expedientes en sus carpetas...) ANTOINE - Joder... por muy bella que sea... para mi tendrá bigotes. Martín - Pues déjame decirte que ella fue la que organizó toda tu presentación... ANTOINE - ¿Si? ¡Qué bien! Pues le daré las gracias si algún día la veo. Didier - Te conozco poco pero te aseguro, Antoine... ¡acabarás enamorado de ella! ANTOINE - ¡Joder! No pienso tener lío precisamente con Blanc. Adrién - Pues eso lo veremos... conociendo a esa niña como la conozco... (Sonriendo pícaramente) ANTOINE - ¿Niña? Adrién - Si, tonto... ¡aun no tiene 20 años! ANTOINE - Jajajajja ¡menos, mi amigo! No me gustan tan… pequeñas. Ya dejen el asunto... Adrién se quedó meditando sobre la charla. Conocía a su hermanita y sabía lo mucho que se sentía atraída por Antoine. También sabía que si se conocían y él no sabía la filiación con Calvin... ella era capaz de ocultarlo con tal de estar con él por cómo era ella y no por quién era. No por ser la "hija de".

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