Contrato de amor

Isabel. . La luz en mí ventana me despierta, inhalo profundo, hoy parece ser un buen día, puedo sentir la fragancia de los jazmines entrar por mí ventana. Unos golpecitos despacio en la puerta indica que es hora de levantarme, eso es sinónimo que mí padre quiere desayunar conmigo, seguro quiere decirme algo importante, antes de ir a la empresa, quizás se irá de viaje o habrá un evento importante. Mí madre murió de cáncer cuando yo era una niña, y mí padre con la ayuda de una niñera, Juana, me crio, si bien somos millonarios, y vivimos con lujo, me enseñó que las cosas se ganan, y por ese motivo trabajo en su empresa para poder pagar mí universidad. Este es mí último año, estudio administración de empresas, soy hija única y debo hacerme responsable de la empresa familiar cuando papá decida retirarse. Después de darme una ducha, bajo a desayunar, y efectivamente mí padre está leyendo el diario muy concentrado. En cuanto me ve hace un sonrisa, y comenzamos a desayunar. —Isabel hija, hoy es el día donde conocerás a tu prometido —anuncia sin ninguna emoción. Mí corazón comenzó a latir desesperadamente, pensaba que el compromiso se llevaría a cabo dentro de un par de años, cuando yo termine la universidad. Yo estoy comprometido desde que nací, lo sé es muy arcaico pero ya estaba establecido, no conozco a mí prometido solo me dijeron que era casi de mí misma edad y eso me consuela, no me casaré con un viejo canoso, panzón, pero sí tengo mucha intriga de quien será mí prometido. Mí padre nunca me lo quiso decir, dijo que era una sorpresa. Estoy Segura que es el hijo de un empresario reconocido, por supuesto todo para el beneficio de ambas empresas, aquí el amor no tiene nada que ver. Y la verdad siempre era algo que anhelé, que aunque sea un matrimonio por conveniencia crezca el amor. Y aún no pierdo las esperanzas. —Esta bien papá —dije triste. —Hija, se que no te agrada la idea, pero te aseguro que es por tu bien, me esforcé por buscar a una de las mejores familias, con principios, y respetados, y sobre todo que te cuide —sonrió para confirmarle —. Gracias por ser tan obediente. —¿Dónde nos presentarán? —pregunte con un hilo de voz, se terminaba mí libertad. —Es una sorpresa. —Papa no me gustan las sorpresas, porque no me dices de una vez por todas quién es el hombre con quién me casaré —mi tristeza se volvió en furia —Lo siento hija solo puedo decirte eso. Hoy a las siete te quiero listo —me levanté de la mesa y salí de allí amargada, juro que solo quería llorar. ¿Qué podía ser peor que casarme con un desconocido?. El la universidad estaciono mí auto BMW color gris, y bajo pensando en lo que sucederá hoy en la noche. De pronto el idiota de Daniel Blanco pasa a toda velocidad haciendo que un charco de agua me salpique. —¡Idiota! —le grito. Daniel Blanco es el tipo más idiota, prepotente, arrogante, egoísta y egocéntrico sujeto que conozco, sin contar lo mujeriego que es. Nosotros cuando de niños éramos amigos, nos la pasábamos jugando todo el tiempo juntos, pero de un día para el otro se convirtió en todo lo que es hoy, sin querer siquiera a hablar conmigo y explicarme su cambió tan repentino. De un día para el otro dejamos de ser amigos. Y él se convierto en el idiota más idiota de todos. . . Dániel. . . Hoy creí que sería un excelente día, me desperté al lado de Yesica, mí novia de turno, ella se había quedado a dormir, y después de unas secciones de sexo quedamos exhaustos. Sé que no debo encariñarme con ninguna mujer puesto que estoy comprometido desde que nací. Desde que me lo comunicaron, me enojé, despotrique y hasta pedí anularlo, pero es el legado familiar y no se puede cambiar, solo si quieres ser desheredo, cosa que no quiero, estoy acostumbrado a los privilegios, los lujos, y placeres de esta vida que llevo, viajo a dónde quiero, me compro lo que quiero. Mi padre me comunica por medio de una de la servidumbre que quiere que me reúna con ellos, o sea, con él, mí madre y mi hermano para desayunar y que sea quién esté conmigo que la eche de la casa. Así es mí padre, autoritario y prepotente, en cambio mí madre es sumisa y nunca opina, teme al mal humor de mí padre. Ella es todo lo contrario a él, y se preocupa por sus hijos, y nos demuestra cariño cada vez que puede y no nos ve mí padre. —No le dijiste a tu padre que estamos saliendo —cuestiona Yesica buscando su ropa y vistiéndose —. Deberías comprarte un departamento para poder estar tranquilos —exige. —Yesica no molestes, solo vístete y espérame en el auto —le ordeno. —¿Me voy a ir sin desayunar? —se queja buscando su ropa. —Entonces ve a la cocina y desayuna allí. —No voy a desayunar con las sirvientas —se queja. —Entonces espérame en el auto que en cuanto me desocupe te llevo algo para desayunar. —Y porque no vamos a otro lugar. —Porque si mí padre me llamo, es porque quiere hablar de algo importante con nosotros. Después de ducharme y ponerme muy atractivo, bajo a desayunar con mí familia. Ellos ya se encuentran sentados a la mesa esperándome, la cara no es buena, así que me espera un sermón de aquellos, sobre todo porque no quiere que esté con ninguna mujer debido a lo que ya mencioné, para mí papá la estoy engañando, además de lo que se escucha de mí. Para mí, antes de ponerme la soga al cuello prefiero disfrutar de la vida, o de los últimos años de soltería que me quedan. —Ya era hora que te presentes —sentencia malhumorado —, dejaste de jugar. —No estaba jugando precisamente —presiono a mí padre porque sé que le molesta mí comportamiento. —Dániel basta —ordena enojado, yo me siento molesto. —Que era eso tan urgente que tenés que decirnos —digo sin ánimos. —Qué hoy es tu compromiso. Hoy a las veinte horas se juntan las empresas líderes de este país así que más te vale comportarte, y comenzar a dejar esa vida disoluta que llevas, y sentar cabeza —me levanto del asiento furioso. —Pensé que esa idea descabellada se te había ido de la cabeza —le grito y él ni se inmuta. —Mira Dániel —aspira aire para calmarse —, tu hermano lo hizo sin quejarse. —¡Porque su prometida es supermodelo! —le recuerdo. Mí hermano era un año mayor que yo y se había comprometido hace un año, sin ningún tipo de quejas, pero mii hermano era el niño bueno que nunca daba trabajo, mejores notas, mejor alumno, en cambio yo era todo lo contrario, soy el rebelde de la familia, hacía las cosas a mí manera. Solo era este compromiso que no podía evadir. —Sí no te agrada no lo hagas siempre hay opciones, hace tu vida sin el apoyo de la familia, sin recibir un centavo. Eliges tómalo o déjalo —explica tranquilo bebiendo un trago de su café. Me senté de nuevo molesto y me cruce de brazos. —A mí me queda poco para dirigir la empresa —asentimos, mí hermano ya había terminado la universidad y estaba trabajando en la empresa de mí padre. —Quería informarles las condiciones. —¿Qué condicione? —pregunta mí hermano Dante. —Para poder ser el director de la empresa, no solo deben casarse con las mujeres que les elegimos. Sino también no sé pueden divorciar, no puede haber ningún escándalo en medio, y tienen que darme como heredero un nieto varón —sus términos eran nuevos, nunca nos lo había dicho. —¿Qué? —se levanta de la silla mí hermano elevando la voz. Vaya parece que el niño bueno no está de acuerdo con su padre. —Papá pero vos habías dicho que solo era casarnos. ¿Por qué estos nuevos términos? —se queja irritado. —Porqué yo lo digo y punto. Aceptan mis términos o no reciben mí herencia —dice con total tranquilidad, bebiendo de su café. —Es injusto —se queja mí hermano tirando la servilleta que tenía en su regazo a la mesa, retirándose del comedor. —Bueno, parece que tu hijo se reveló también —articulo sarcástico —. Ahora sí me disculpan tengo que ir a la universidad —nuevamente me levanto de mí asiento y le doy un beso en la coronilla de la cabeza a mí mamá, quién estuvo sentada sin decir una sola palabra. Así era nuestra casa, siempre que nos juntamos era para discutir. Algo que me llamó la atención de mí hermano fue su comportamiento, parase ser que tenía planeado otra cosa, lo había visto varias veces con la hija de la sirvienta, antes de su compromiso oficial, algo que nuestro padre no se enteró. Pero cuando su compromiso se anunció ella renunció y se casó con otro hombre, mudándose a otra ciudad, mí hermano estuvo muy triste, pero sin quejas bien lo dijo mí papá se comprometió. Creo que lo que mí hermano quería hacer era una fachada, hacerle creer a la sociedad que tiene el matrimonio perfecto, la vida perfecta, y hacer su vida como le plazca. Lo sé porque yo quería hacer lo mismo. Quería que mí matrimonio sea solo una pantalla. Lo positivo de todo esto, es que no exigió fecha para el nacimiento del bebé, además que no se puede planear si el niño que te nacerá será niño o niña. Es una locura, soy demasiado joven para casarme y para tener hijos, y ni hablar para dirigir una empresa. Subo al auto y allí se encontraba Yesica, apenas subo al auto, me recibe con un apasionado beso, vamos a una cafetería desayunamos y al terminar nos dirigimos a la universidad. Cuando estoy llegando al estacionamiento veo a Isabel Jones bajando de su auto, entonces decido apresura el auto para asustarla pero resulta que sale mejor mí broma, justo hay un charco de agua y la moja. —Idiota —se queja, y nosotros reímos a carcajadas, se la pudo escucha debido a que mí auto es un convertible. Bajamos muy campantes del auto y nos dirigiéndonos hacia ella, Isabel se encuentra de cuclillas limpiando sus zapatos. —¡Qué te pasa animal! —se queja enojada. —Ay perdón Isabel, juro que no te vi —me hago el desentendido. —No vimos a una cucaracha —opina Yesica y eso me molesta, el único que puede molestarla y hacerle la vida imposible soy yo. —No te metas —la reprendo. Sé que Yesica molesta a Isabel cuando yo no me encuentro cerca, y es porque está celosa de ella, le he dicho miles de veces que no quiero que se le acerque. Isabel gira sobre sus talones y se dirige al edificio de la universidad. —¿Por qué siempre haces lo mismo?. Cada vez que le quiero decir algo me callas. ¿Acaso te gusta la mosca muerta esa?. —No, no me gusta, es más la detesto, pero no es de tu incumbencia. Ha, y quería decirte algo. A partir de hoy, lo nuestro terminó —digo sin remordimiento. Ella empieza a llorar muy fuerte haciendo que algunos estudiantes se paren a mirar, odio que haga semejante espectáculo. Odio ver a las mujeres llorar, solo hay una mujer en el mundo que me conmueve y no es presisamente ella. —¿Por qué rompes conmigo? —pide explicación acongojada. —Porque hoy es el día de mi compromiso. —¿Con quién te vas a casar? —dice rompiendo más en llanto. —Mañana cuando salga en todos los periódicos, lo sabrás —confieso. Camino con la seguridad que me caracteriza, atrayendo miradas de todas la mujer de esta universidad, dejando a Yesica en el estacionamiento no entendiendo nada. .