Eva. Un ángel en el infierno

Habían pasado ya siete años desde la última vez que pisaron los Estados Unidos, y desde entonces Irina se aseguró de no mantenerse en un lugar por más de un año, por lo que Eva no alcanzaba a recordar casi nada de su vida pasada y se terminó adecuando a aquella vida nómada. Por extraño que le pareciera a las demás personas, aquel estilo de vida resultó más que en un método de seguridad, en uno de libertad... Y realmente les gustaba. Con el tiempo, Eva dejó de ser aquella niña inocente para convertirse en toda una señorita. Había aprendido de Irina a ser valiente e intrépida pero también muy inteligente y amable. Para ella su tía era su mundo, su único ejemplo pues a pesar de que también tenía a su tío Axel y sus primos, casi no los veía; y en cuanto a su tío Liam, apenas lo recordaba... "Siempre fuimos solo mi Tita y yo" Ese día en cuanto bajaron del avión Eva no pudo evitar saltar de la felicidad ¡Estaban en París! Llevaba años rogándole a su tía para que su siguiente destino fuese París, o aunque sea visitar la ciudad de vacaciones; pero Irina era muy estricta con los lugares que visitaban, siempre se aseguraba una y mil veces de que el lugar al que iban era seguro para ambas, además debían tomar cursos de idiomas para manejarse mejor en los países donde no pudieran arreglárselas con el ingles. Para Eva todos aquellos preparativos le resultaban, muchas veces, completamente ridículos, no entendía la obsesión de la rubia con la seguridad... Sabía que no todos los países, ciudades y regiones eran un paraíso; pero creía firmemente que no era necesario exagerar tanto. Realmente ni siquiera recordaba por que se habían ido de Estados Unidos para comenzar. "A veces algunos recuerdos vienen a mi mente... Olores, sonidos, imágenes. Sin embargo no puedo armar un recuerdo por completo. Son como piezas de distintos rompecabezas" De alguna forma sabía que su tía le ocultaba algunas cosas, pero siempre prefirió no preguntar nada. Para ella el solo hecho de cuestionarla era ser muy malagradecida pues, después de todo, Irina siempre cumplía todos sus caprichos, la cuidaba y la había convertido en lo que era. En París hacia más calor del que ella pensaba, no era de extrañarse pues gracias al último año en Liverpool sus maletas estaban llenas de chaquetas gruesas, gorros y guantes. Aun así, le encantaba el lugar y no pudo dejar de observar las calles y las construcciones a su alrededor en el trayecto hacia su nueva casa. Estaba tan entusiasmada que apenas y escucho las indicaciones de su tía en el taxi, sin embargo en cuanto el auto se detuvo frente a un edificio se giró a mirarla. — ¿Esta será nuestra casa? — Preguntó bajando del auto descuidadamente. Eva miró asombrada uno de esos tantos edificios que tanto le gustaban, estaban muy cerca del Río Sena ¡Incluso podía ver la punta de la torre Eiffel desde allí! — ¿Te gusta? Como siempre tendrás tu propia habitación. Además e alquilado también la parte de abajo. — Anunció Irina compartiendo su felicidad. — ¿Para qué? — Pues sabrás mi querida Eva, que del aire no se vive, así que montare mi propio negocio. — Explicó su tía caminando hacia el lugar. — Y tú serás mi asistente, siempre y cuando claro, no estés en la escuela. Su tía comenzó a planear una y mil cosas mientras daban vueltas por el lugar. Eva no pudo hacer más que reírse, adoraba esa sensación de estar en un lugar nuevo, de descubrir todas las cosas que había allí, las comidas e incluso las expresiones de las personas. Y aunque su tía no lo mencionara sabía muy bien que ella sentía lo mismo. "Mis recuerdos son un torbellino, pero sí recuerdo nuestros primeros años viajado. Tita siempre estaba tensa y se sobresaltaba fácilmente. Una vez intenté jugarle una broma escondiéndome bajo la cama, pero en cuanto sujete sus pies ella tiró de mí con tanta fuerza que término sacándome de mi escondite... Recuerdo la mirada escalofriante en sus ojos... Fue aterrador. " Sin embargo ahora Irina se encontraba mucho más relajada, era como si hubiera vuelto a ser una persona normal... O eso era lo que decía su tío e incluso Eva también lo pensaba. — Tía Iri nuestras cosas aun no llegan... Podría ir a dar una vuelta por favor. —Rogó ella. Eva sabía exactamente que tono de voz usar y que cara poner para que Irina no pudiera resistirse, ambas se conocían como la palma de su mano. — Oh genial. ¿Ahora usas tus tácticas de manipulación contra mí? Que bajo has caído niña. — Se quejó Irina. — Por favor... — Rogó de nuevo. — Esta bien. — Murmuró Irina resignada. — Pero. Vaya... Aquello no le entusiasmaba nada, ya se conocía las aburridas reglas de memoria, así que la cortó levantando la mano. Le señaló su pequeño bolsito que siempre llevaba consigo e Irina sonrió. Esa era su regla. Y sin más que decir Eva salió disparada del lugar dispuesta a explorar todo lo que pudiera. Muchos años debieron pasar antes de que Irina le diese cierta libertad, sin embargo agradecía enormemente estar bajo el cuidado de su Tita. No tardo en llegar al Sena y miró asombrada los pequeños botecitos que flotaban en el agua, no pudo evitar pensar en aquellos años donde recorrieron países enteros viviendo en un remolque o un bote. "Recuerdo nuestro barco... El nos llevó a Portugal, ni siquiera recuerdo el nombre que tenía, ni quien lo dirigía. Tita y yo vivimos unos meses en ese barco y apenas bajábamos de el solo para comprar víveres. Recuerdo que llegó un punto en que ambas estábamos hartas de estar allí todo el tiempo, quería dejar el ruidoso puerto e ir al parque con ella, pero Tita siempre decía que necesitaba un tiempo para pensar y poner todo en orden... Aunque yo no entendía nada. Pero un día finalmente pareció hartarse, recogimos todas nuestras cosas y ella rentó un auto que nos llevó hasta España... Fue entonces cuando comenzó nuestro viaje. " Sin duda alguna quería ver la torre Eiffel y no dudó en buscar en Google Maps una forma rápida de llegar. Irina era muy estricta en sus reglas, lo cual incluía una hora de llegada. No podía llegar luego del anochecer sin permiso o estaría en serios problemas. Siempre debía llevar el celular, cargado, con minutos suficientes para llamadas, mensajes e internet. Eso la había salvado en muchas situaciones pues si se perdía tenía el Google Maps y si no conocía muy bien el idioma el traductor era su mejor amigo. Sin embargo le parecía un poco tonto tener que llevar otras cosas que a sus ojos eran completamente innecesarias... Como por ejemplo un pequeño estuche que contenía algunas medicinas, un encendedor, llaves de repuesto, dinero de todos los países que visitaron, un par de baterías, algún dulce y una hojilla... "— Es tu kit de emergencias — Explicó ella esa tarde. — Puedes meter aquí cualquier cosa que creas será útil. Pero esto nunca debes sacarlo ¿Entendido? Puede ayudarte en más de una ocasión. Qué locura... Para que usaría yo todas esas cosas. Un kit de emergencia, que tontería" Y hasta el día de hoy lo seguía pensando. Pero sus pensamientos se desvanecieron en cuanto vió venir un auto hacia ella. La adrenalina no tardó en aparecer y como si sus piernas se movieran solas saltó hacia la acera. En cuanto pisó el pavimento sus piernas le fallaron y termino por tropezarse estrepitosamente cayendo ante toda la gente que paseaba por allí. Sentía el corazón tamborilearle con fuerza en el pecho ¡Eso le pasaba por distraída! — ¡Eh! Tu, ten más cuidado. — Gritó llevaba por la adrenalina. — ¡En definitiva odio a los brutos con licencia! Vaya susto se llevó. Con manos temblorosas, revisó minuciosamente su cuerpo esperando que ese tonto no le hubiera pasado por encima de los pies o algo parecido. Sabía que no era así, pero los nervios la estaban matando. — ¿Te encuentras bien? — Preguntó de pronto una chica. — Si, si. — Murmuró Eva tomando la mano de la chica para levantarse. — ¡Ay qué vergüenza! Me debo haber visto como una completa tonta. — Chilló Eva ocultando dramáticamente el rostro entre sus manos. La chica no tardó en reírse aliviando un poco su vergüenza, sin duda la situación debió ser graciosa para los espectadores de su torpeza. La situación entonces se volvió aun mas graciosa para ambas pues de la tienda frente a ellas salió corriendo una empleada, al parecer la castaña salió corriendo a ayudarla olvidándose de que llevaba puesta una de las prendas de la tienda. Ambas terminaron riendo del ridículo evento y Eva la acompañó a regresar la ropa. — Eres muy graciosa. Mi nombres es Alizée ¿Cómo te llamas? — Preguntó ella con una sonrisa. — Soy Eva. "No sabía que en ese momento comenzaría una gran amistad que me llevaría a cambiar mi vida por completo"