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Una noche en Estambul

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Blurb

Gizem una joven con una belleza enigmática y de origen humilde, escapaba de un infierno cuando en su camino apareció Onur, un empresario de descendencia turca, exitoso apuesto, inteligente, controlador compulsivo que vivía solo para sus negocios, hasta que una noche fue el inicio de una obsesión, de un amor que romperá sus límites. Gizem sobrevivió, resistió y salió a flote a su manera en un mundo despiadado que le arranco su inocencia, pero el destino le daría la oportunidad de volver a encontrar a su salvador. Aunque primero deberá recuperar su libertad, para después enfrentar a su verdugo, ¿Podrán vivir su amor en paz? ¿Lograr salir del mundo de la prostitución? Descúbrelo en una noche en Estambul.

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Mi libertad
Actualidad Estambul, Turquía Gizem Cuando sientes que tu aliento se desvanece y tus sueños se ahogan en la oscuridad, cuando la realidad se convierte en un laberinto sin salida, algunas personas encuentran visiones en la penumbra, mientras que otras, paralizadas por el miedo, quedan atrapadas en el abismo de su desesperación. Pero yo, en medio de la tortura, me enfrento a la visión de mí misma, sometida al antojo de mi verdugo, sabiendo que este momento definirá mi destino. No puedo permitirme la rendición, no le regalaré ese placer al cabrón Goker. ¿Qué hice? Urdir un plan para reclamar mi libertad, para cambiar el curso de mi suerte. No puedo seguir siendo prisionera de ese carcelero sádico. Comprendo que solo yo tengo el poder de forjar un nuevo destino, no puedo seguir esperando un milagro que jamás sucederá. Esa hora tan ansiada llego, los matones como cada noche tienen su partida de póker en la cocina, siguen emborrachándose, drogándose y apostando para saber cuál será su próxima víctima, incluso las nuevas chicas están en las habitaciones esperando a sus depredadores. Es como un rito macabro de iniciación cuando llegas a esta pocilga y ninguna mujer se salva de sus asquerosas manos. Sí llevo más tiempo del que quisiera entre estas húmedas paredes de este oscuro y lúgubre sótano, soy un activo o su propiedad como me consideran estos cabrones, pero hasta hoy se acabó mi pesadilla, necesito salir de este infierno. Vuelvo a fijarme en el ambiente, la puerta como cada noche está custodiada por el idiota de Hazam, pero como siempre más podrá su deseo por su vicio por drogarse, esa es la razón porque hoy puse resistencia a sus órdenes, necesitaba que me encierren en su cuarto de castigo, es decir en el sótano oscuro. Uno, dos, tres hago una cuenta mental escuchando el sonido de sus pasos alejarse sabiendo que es mi oportunidad para escabullirme. Con sigilo y vigilante subo los escalones intentando no hacer ruido, no puedo cometer un solo error, sino obtendré una muerte segura por mi atrevimiento. Una vez arriba, vuelvo a dar una ojeada a mi alrededor escuchando las risas estruendosas de los malditos. Mi corazón se acelera en cada paso que doy buscando la salida, mis oídos se agudizan mezclándose con mi respiración agitada y las voces de los cabrones de fondo. Vuelvo a mirar sobre mi hombro escrutando el entorno mientras corro con todas mis fuerzas sintiendo mi pecho subir y bajar por mi respiración agitada, las manos sudadas y la boca seca. La brisa de la noche golpea mi rostro, mis pies sienten la humedad de la hierba del césped cuando atravieso el enorme jardín de la propiedad, pero en pocos segundos esa sensación cambia cuando siento la rusticidad de los pisos del pasillos lúgubres y oscuros iluminados por la tenue luz que desprenden las lámparas. El temor de ser atrapada me consume, pero en medio de mi angustia y mi desesperación echo un vistazo sobre mi cuerpo. Mis ropas rasgadas y sucias me hacen presa fácil de mis verdugos, como consecuencia corro al cuarto de limpieza donde escondí el vestido que me dio el cabrón de Goker. Ni medio ingreso agarro el bolso y vuelvo a salir observando de nuevo mi entorno. No cuento con mucho tiempo, porque esa partida de póker no será eterna, además se suma que los perros pueden advertir mi escape, aunque fue prevenida y les acabo de lanzar un bocado de carne. Trepar la reja se vuelve una danza entre destreza y agilidad, sabiendo que mi vida pende de un hilo. Apenas mis pies tocan el suelo y con el corazón en la boca miro alrededor, sin más preámbulos corro por las calles estrechas y empedradas sabiendo que mi vida depende del éxito del escape. El sonido de los autos transitando me aturde, pero avanzo entre las sombras de las noches. Lo malo es que se escuchan gritos de fondo y he sido descubierta por mis raptores, vuelvo a correr con todas mis fuerzas, no es una opción claudicar, ni dejarme vencer a la mínima señal de peligro. Un momento más tarde Perdí la noción de tiempo escondiéndome en cada callejón, en cada rincón oscuro ante el rugir de los motores de cualquier auto transitando a mi paso, pero mi instinto de supervivencia me arrastro a un bar de mala muerte obteniendo las miradas curiosas de algunos idiotas. Los ignoré y fui directo al baño para cambiar mi atuendo y limpiar las huellas de mi tormentoso pasado. La necesidad de encontrar un refugio seguro se vuelve más imperiosa, pues mis perseguidores persisten, acechándome en las sombras. Mis sentidos se agudizan, captando desde mi respiración agitada hasta el pulso acelerado de mis latidos. El caos del tráfico en las calles, las voces de las personas a mi alrededor, todo resuena en mis oídos, consciente de que un error podría devolverme al infierno. Me detengo un instante en medio del camino, sin saber hacia dónde diablos dirigirme. Observo los rostros de la gente como si pudieran tener la respuesta o proporcionarme ayuda, pero la sombra de mi desconfianza asoma, instándome a continuar y despistar a mis verdugos. Levanto mi mirada altiva, cuadro mis hombros, doy unos pasos erguida como si no temiera a nada, ni nadie y con un andar seguro ingreso al lobby de uno de los hoteles más lujosos de Estambul. El lugar desprende opulencia, elegancia y majestuosidad desde su decoración hasta sus pisos relucientes. Las enormes lámparas colgantes de vidrio y el techo de ensueño con sus apliques contribuyen a la atmósfera exclusiva. Las personas, elegantemente vestidas, contrastan violentamente con mi reciente pasado. Admito que nunca antes había estado en un lugar tan lujoso; apenas había vislumbrado algunas imágenes de esos escenarios en antiguos programas de televisión. La realidad de estar en un entorno como este ni siquiera se asomaba en mis sueños. Aun nerviosa, avanzo buscando no intimidarme por este entorno, y en vez de caminar a la recepción del hotel, mi curiosidad me lleva a un salón o más bien al bar del lugar. Avanzo a la barra observando las botellas de licores, como si tuviera alguna respuesta en ellas, cuando soy sacada de mi labor al escuchar una voz ronca en el ambiente. Obligada desvió mi mirada para contemplar a un hombre de unos 28 años de edad, apuesto, muy varonil con su barba, cejas gruesas, nariz respingada, ojos marrones que me desnudan con su mirada intensa, cabello castaño corto, piel clara, con buen porte, diría de 1.90 de altura, también viste elegante por su traje y corbata, debe ser un empresario millonario, pero lo inquietante y lo extraño es su manera de abordarme, su mirada escrutadora que me descoloca. –¿Eres la mujer de la agencia? –pregunta con su voz demandante y arqueo una ceja intrigada y cautiva de la incertidumbre que se extiende ante mí, sumiéndome en mis pensamientos más profundos.

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