bc

En tus brazos

book_age16+
736
FOLLOW
8.9K
READ
HE
friends to lovers
shifter
powerful
drama
bxb
bisexual
campus
superpower
office lady
like
intro-logo
Blurb

En un mundo donde cambiaformas lobos antes eran dominados por los instintos salvajes de sus animales, se creó un consejo de shifters con los lobos más sabios y fuertes para establecer la paz en el mundo, logrando que las manadas se dividieran en pequeños pueblos activos a los cuales vigilaban.

Como decreto, cada omega en las manadas tenía que ser inscritos en la sede del consejo para así tener un recuento de estos, especialmente de aquellos omegas especiales que nacieron con dones especiales.

Dylan Tracy era un omega con aquellos dones especiales, pero a diferencias de otro, no era tan feliz con su poder.

La telepatía le permitía escuchar lo que pensaban las otras personas, pero algo extraño ocurría con su poder, ya que desde el mismo instante en que lo presentó, fue como si no existiera un interruptor para apagarlo, y con un ambicioso padre egoísta, por supuesto que este como alfa líder de la manada, sacó provecho de ello.

Con una personalidad naturalmente dulce, tímida, sumisa y callada, Vladimir lo suprimió y ocultó en su habitación, utilizando el amor de padre y la sobreprotección para controlar toda su vida, esparciendo malvados rumores de él solo para poder mantenerlo en la palma de su mano, logrando que todo el mundo lo odiara y despreciara con ello, incluida su propia madre.

Cerca de cumplir los veinticinco años que lo volvía un adulto ante los ojos del consejo de shifters, Dylan descubre los malvados planes de su padre en los que estuvo trabajando elaboradamente durante todos esos años para tomarlo como su propia pareja.

Entre aceptar a la fuerza la mordida de su propio padre e irse con un completo extraño, Dylan decide confiarle su vida Cael Stone, un temible alfa que exudaba peligro con su gran cuerpo y ojos fríos, un hombre… Cuyos pensamientos no podía oír ni aunque lo intentara.

Pero, ¿quién habría pensado que aquel alfa de terrible reputación, sería tan dulce y considerado con él? ¿Qué entre esos fuertes brazos que podrían fácilmente aplastarlo, podría sentirse tan seguro y protegido?

Tan… Querido y amado.

Cuarto libro de la saga omega con poderes

Primer libro, Alfa, mírame.

Segundo, Un toque Dulce.

Tercer libro, Atrapando el amor

chap-preview
Free preview
Capítulo 1
A pesar de lo fresca que se sintió la ligera ventisca que recorrió el lugar en el cual Dylan estaba, el lobo omega no hizo más que relajarse aún más y cerrar sus ojos mientras escuchaba con verdadera alegría la melodía que emitían los árboles producto del viento. Ese sonido, el de la naturaleza hablando, era uno del cual el joven omega nunca se escucharía de escuchar una y otra vez, a diferencia de otros ruidos que ocupaban siempre su mente. El solo pensar en todos los pensamientos que interrumpían en su cabeza sin permiso debido a su poder telepático, Dylan se estremecía ya de dolor. Ese constante ruido que invadía su cerebro era agotador, y en ciertos momentos, doloroso. Tal vez si pudiera y supiera controlar su poder, todo sería diferente, o más fácil, pero como su don parecía ser uno de alto nivel, según su padre, no era algo fácil de hacer. Era a tal magnitud, que cambiaformas omega ni siquiera podía escuchar sus propios pensamientos, ya que estos eran opacados por el de las personas que le rodeaban, quienes con o sin intención, enviaban todo lo que estaba en sus cabezas a Dylan, logrando así ahogar su propia voz hasta perderla. Era por ello que al joven omega le gustaba salir a refugiarse a su escondite secreto, aquel lugar apartado de todo y todos lo suficiente como para que sus ruidosas voces no llenaran su mente hasta el punto de enfermarle con los horribles dolores de cabeza de los cuales sufría constantemente debido a su poder. Si fuera por él, felizmente viviría en aquel lugar, apartados de todo, pero sabía que aquello solo sería un bonito sueño, ya que era algo que su padre, Vladimir Tracy, nunca permitiría. Incluso en ese momento, aunque le gustaría pensar que su lugar secreto era precisamente eso, un sitio que nadie conocía, la verdad es que su padre sabía perfectamente de su escondite y como llegar a él. A Dylan en realidad no le importaba que su padre estuviera al tanto, siempre y cuando le siguiera permitiendo tener sus escapadas y que el lugar no se encontrara infestado de guardias, porque entonces, su escondite dejaría de ser su pequeño paraíso para la paz de su cerebro y su propia salud. Suponía que era un verdadero milagro que su padre no hubiera hecho eso todavía, ya que siendo el hijo del alfa líder de la manada Tracy, la sobre protección tenía que ir de la mano. Pero Dylan lo sabía mejor, nadie recordaba su presencia hasta que era realmente necesario, incluso para sus padres era así. Cuando era un cachorro que no sabía ni entendía nada, le había dolido al omega aquello, pero en ese momento, era algo que agradecía profundamente, ya que le permitía escapar y evitar fácilmente a las personas. Observando como el sol daba sus primeros indicios de que comenzaría a caer, el joven omega soltó un resignado suspiro mientras se levantaba de la gran piedra en la cual había estado sentado, sabiendo que ya había transcurrido más tiempo de lo que tenía permitido estar fuera de la casa. Tenía que comenzar a moverse si no quería meterse en problemas, el solo pensar en su padre regañándole con su furioso rostro, su lobo se estremecía de puro terror ante el alfa mayor. Había dos formas en las que su padre reaccionaría al estar enojado, perfectamente podría castigarlo con sus manos, o muy bien con palabras hirientes que podían lastimar más que un golpe. O también estaba "aquella" forma, que Dylan estaba odiando cada día más y más debido a lo... Sucio e incómodo que se sentía. Sus labios se torcieron en una mueca y el dulce omega inmediatamente agitó su cabeza queriendo quitar de ella aquellos pensamientos y recuerdos. Forzando un pie delante del otro, Dylan se obligó a sí mismo a volver por el camino, volviendo a su casa. Su lobo aulló con disgusto mientras más se alejaban de su pequeño paraíso silencioso, y aunque el joven omega quisiera volver sobre sus pasos, sabía que mientras más tardara en volver, peor serían las consecuencias para él, por lo que ignorando los deseos de su animal, solo siguió de largo sin mirar atrás o la tentación ganaría y volvería. Cuando comenzó a acercarse a la mansión en la cual vivía, ya que el alfa líder no podía vivir simplemente en una casa normal, los labios de Dylan se apretaron en desagrado y sus manos se cerraron en fuertes puños debido a la presión que sentía en su cabeza al acercarse también al pueblo. ¿Por qué ocurría aquello? Era debido a los miembros de la manada, con un gran gentío rodeándole, significaba muchas voces penetrando en su cabeza con ello. Sin pensarlo, siendo ya un movimiento inconsciente, las manos del cambiaformas omega se alzaron hacia su cuello, donde reposaban los grandes audífonos que había recibido de cumpleaños y se los colocó sobre sus orejas. Eso no ayudaba mucho realmente, pero si colocaba la música a todo volumen, al menos lograba reemplazar las irritantes voces por una melodía más agradable. Inclinando su cabeza para que su cabello rubio cálido cubriera parte de sus indistinguibles ojos azul violeta, Dylan solamente se concentró en observar el suelo mientras atravesaba el pueblo tan silencioso como pudo, evitando a todas las personas, hasta que finalmente, cruzó el jardín delantero de la mansión Tracy. Rodeando la gran casa, el joven omega evitó mirar a los guardias que la custodiaban y entró por la puerta trasera, directamente por donde los empleados utilizaban comúnmente. Su cuerpo en vez de relajarse al estar en la seguridad de su casa, se tensó, esperando el dolor de cabeza ante la avalancha de pensamientos que invadirían su cabeza debido a todas las personas que estaban ahí. Después de todo, una gran casa no podía mantenerse sola, y su padre era un alfa al que le gustaba demostrar su poder, lo que significaba tener muchos empleados en ella. La presión en su cabeza aumentó y Dylan se sintió ligeramente mareado, lo suficiente como para detenerse un momento y tomar una profunda respiración, con sus manos pequeñas cerrándose en puños a sus costados, hasta que sus cortas uñas se enterraron en la tierna piel. Su lobo aulló con disgusto por lastimarse a sí mismo, pero era la única forma en la que podía concentrarse un poco en sí mismo, recordándole que esa era su cabeza y sus pensamientos aún seguían por ahí. Sintiéndose un poco mejor, Dylan observó el solitario pasillo y avanzó, pero tan pronto como estuvo cerca de la cocina, el golpe de los deliciosos aromas que llenaba el lugar hizo que su estómago rugiera con hambre, exigiéndole comida para su cuerpo pequeño y delgado luego de haberse saltado incluso el desayuno por salir. Colocando sus manos en su estómago, Dylan llenó de aire uno de sus mofletes y luego lo soltó, sopesando en sí debería o no arriesgarse a entrar a una habitación pequeña llena de personas. El solo imaginarse la presión que colocaría aquello en su cabeza, su apetito disminuía considerablemente, lo suficiente como ignorar su hambre hasta la hora de la cena, fingir sentirse mal y pedir que le subieran su comida a la habitación si su padre lo permitía. Satisfecho con su plan, omega asintió e intentó pasar frente a la cocina sin llamar la atención de nadie, solo que no esperó una embosca por parte de su Nana, una de las pocas personas que realmente, sí se preocupaba por él. Deteniéndose cuando el cuerpo algo regordete de la mujer mayor apareció ante él, Dylan alzó su mirada del suelo lentamente, observando aquellos brazos cruzados en signo de molestia antes de reparar en el rostro de la beta. —Espero que no estés intentando esconderte en tu habitación —advirtió su Nana, observándole con aquellos profundos ojos azules llenos de desaprobación y preocupación. —Yo no diría exactamente esconder... —pronunció en un tono bajo y suave, escondiendo sus manos en los bolsillos de su sudadera mientras evitaba su mirada. Soltando un exasperado suspiro, la loba beta alzó su mano lentamente y la llevó al mentón del joven omega, obligándole a enfrentar su mirada para que pudiera leer bien sus labios. Dylan podría estar usando esos audífonos grandes con la música lo suficientemente fuerte como para que los demás escucharan incluso, pero Obelia lo sabía mejor, que los usara no significaba que el chico no pudiera escuchar nada de lo que le dijeran, el lobo omega había aprendido hacía mucho tiempo a leer los labios sin la necesidad de escuchar. Algo que unos imbéciles seguían sin entender, el padre del chico, el líder alfa Tracy, era un claro ejemplo de ello junto a la madre de Dylan. —No pasarás por mi cocina sin antes sentarte y comerte tu almuerzo, ¿entendido? —expresó la mujer mayor. Torciendo una esquina de sus labios, la nariz de Dylan se arrugó junto a las pequitas sobre esta. —Pero... No quiero molestar a los demás —murmuró, no muy feliz con la idea de estar rodeado de personas. —No molestarás a nadie —aseguró su nana, sonriéndole mientras bajaba su mano—. Estoy sola en la cocina —reveló para el alivio de Dylan. Entonces, sin decir alguna palabra más, se dio vuelta entrando nuevamente en la cocina, sin siquiera dudar de que el chico le seguiría. Y no tardaron en trascurrir unos escasos minutos antes de que el lobo omega entrara en la gran cocina completamente equipada y con el espacio suficiente para que siete personas trabajaran en ella sin problema más sus ayudantes. Pero, justo como lo había prometido el cambiaformas beta, el lugar estaba completamente vacío y limpio a excepción de ellos dos. Cuando Nana dejó un plato servido sobre el mesón de la isla, Dylan presionó una mano contra su plano abdomen al sentir como se apretaba, y el vacío empeoró ante la vista de la deliciosa comida. Su lobo ciertamente movió su cola con interés ante el delicioso aroma. —Come, estás demasiado delgado, pequeño y débil debido a que te saltas las comidas —expresó la mujer mayor. —Gracias por la comida —pronunció con tono suave antes de tomar asiento. Bajando el volumen de la música, el lobo omega esperó unos segundos para comprobar cuántas personas se encontraban dentro del rango en el que alcanzaba su telepatía. Al comprobar que era un número soportable, el omega bajó sus audífonos para que rodearan su cuello nuevamente y le regaló una pequeña sonrisa de labios a la beta cuando esta le observó preocupada. —¿Estás seguro de bajarlos? —preguntó señalando el aparato alrededor de su cuello—. Sabes que no me importa que lo utilices en la mesa —expresó. —Está bien, me gusta escuchar tu voz y no parece haber muchas personas en la mansión en este momento —explicó comenzando a comer con pequeños bocados. —Por supuesto que no, desapareciste desde esta mañana —resopló—. Tan pronto como el líder Tracy se percató de tu ausencia durante el almuerzo, inmediatamente hizo que los demás te buscaran —expresó. Durante el almuerzo. Había desaparecido temprano en la mañana debido al dolor de cabeza, pero solo en ese momento que su padre se había percatado de su ausencia. Era común que no siempre bajara a almorzar con sus padres y a estos no siempre les importaba, por lo que si su padre notó su ausencia era por... —¿Mi padre me mandó a llamar? —preguntó con un mal presentimiento. —Sí, mi niño —asintió su Nana, confirmando sus sospechas. Si su padre lo había mandado a llamar, bien podría significar que necesitaba utilizar de su poder, y para ello... Probablemente tenía un invitado. Dejando de comer, el joven omega observó a la otra cambiaformas. —¿Hay... Un invitado? —preguntó, tragando saliva. —Eso temo —asintió la mujer mayor, sabiendo que aquello solo significaba que su padre le quería para que usara de su poder. La preocupación hizo que Dylan se retorciera en su asiento mientras observaba fijamente su plato con comida, pensando en qué tan enojado podría encontrarse su padre por haberle hecho esperar. —No te preocupes y come, necesitas poner algo de comida en tu cuerpo —indicó la mujer beta. —Es difícil... —murmuró—. Ya no tengo tanta hambre —expresó con un suspiro resignado. —No puedes no tener hambre cuando a penas has tenido un par de cucharadas y te saltaste tu desayuno —indicó preocupada su nana—. Ayer ni siquiera comiste bien tampoco. —Tenía dolor de cabeza... —murmuró evitando su mirada. —Cariño... Cuando unos reconocibles pensamientos tocaron su mente, los labios delgados de Dylan se torcieron en una mueca y colocó un dedo sobre ellos, pidiéndole a su Nana que guardara silencio con ello. No muchos segundos después, el reconocible sonido de tacones invadió el lugar, y su madre entró en la cocina, deteniéndose automáticamente al verle. Sus ojos verdes brillaron en furia y rápidamente, se acercó con su mano alzada para golpear su mejilla sin contenerse ni un poquito. Tragando el nudo en su garganta, Dylan observó a su Nana, contemplando claramente la molestia en ella, aun así, le suplicó que no hiciera nada con la mirada. —Siempre tienes que ser el centro de atención, ¿no? —espetó su madre irritada—. No podías ir cuando tu padre te llamaba, no, tenías que jugar al escondite y hacer que te buscara por toda la maldita casa —reprochó. —Lo siento, mamá —pronunció bajando su mirada. —Lo siento, perdón, no era mi intención —resopló—. ¿A caso eso es lo único que sabes decir? —cuestionó irritada. Apretando sus labios, Dylan se mantuvo en silencio. —Eres tan molesto —suspiró y empujó su cabello rojizo a su espalda—. Vamos, no quiero que mi esposo se enoje conmigo por no haberte llevado con él tan pronto te encontré —expresó saliendo de la cocina. —Pero... Observando a cambiaformas beta, Dylan negó y siguió a su madre en silencio hasta llegar al despacho de su padre. La molestia se vio reflejada en el rostro del alfa líder cuando su madre simplemente llegó y abrió su puerta sin pedir permiso ni anunciarse, pero al contemplar a Dylan, esta inmediatamente fue olvidada. —Mi querido Dylan —exclamó levantándose de su escritorio para recibirlo. —Lo encontré comiendo tranquilamente en la cocina, como si no le importara el alboroto que se formó por su culpa —expresó Tatiana, cruzando sus brazos bajo su pecho. —¿Eso es verdad? —preguntó Vladimir, pero entonces toda su atención recayó en el golpe en su mejilla—. ¿Qué fue lo que te ocurrió? —gruñó, capturando con cuidado el rostro del joven omega entre sus manos. —No es nada —murmuró Dylan, bajando la mirada—. Lo siento, cuando volvía a casa me lastime —expresó. —¿Cómo es eso posible? —cuestionó estudiando su rostro. —Recuerda que nuestro hijo siempre fue algo torpe —expresó su esposa y el alfa líder chasqueó su lengua con molestia. —Entonces no saldrás solo desde ahora —advirtió, finalmente soltando el rostro de Dylan. —Pero... —No contradigas a tu padre —interrumpió su madre. —Tú no interrumpas conversaciones ajenas —reprochó el alfa líder, observando con desagrado a su esposa—. Gracias por traerlo, ya puedes irte —ordenó. —¿Qué ya puedo irme? —balbuceó. Los labios del joven omega se torcieron tan pronto como los pensamientos desagradables y malvados de su madre estallaron en su mente, culpándolo de todo. Cuando su madre finalmente se fue, cabe destacar que no muy feliz, que Dylan se relajó con un pequeño suspiro. Claro que eso no duró mucho ante la insistente mirada de su padre en él. —¿Seguro de que estás bien? —preguntó, volviendo a alzar su mano para atrapar su rostro. —Sí, lo estoy —aseguró con tono suave, corriendo sutilmente su rostro para que su padre no lo tocara más. Tanto como a su lobo le disgustaba por las ligeras feromonas interesadas que comenzaba a liberar, Dylan también lo hacía. —¿Me buscabas, padre? —preguntó. —Así es, Dylan —sonrió alejándose para el alivio del lobo omega—. Dentro de unos días, tendremos unos invitados importantes, que podrían ayudar con el crecimiento de nuestra manada, por lo que necesito que te quedes en casa por un tiempo —expresó. —Entiendo —asintió despacio, alzando sus manos para tocar sus audífonos—. ¿Puedo volver a mi habitación? Parece que las otras personas están llegando —expresó. —Adelante —asintió y se acercó para acompañarlo hasta la puerta—. Ten cuidado, no quiero que te lastimes más —advirtió acariciando su cintura y un poco más abajo antes de sacarlo de su despacho. Con un sentimiento totalmente desagradable y lleno de asco, Dylan volvió a su habitación sintiéndose... Sucio. Las cosas realmente se estaban volviendo cada vez peor para él, y temía del repentino cambio de interés en su padre, tenía miedo de adentrarse en sus pensamientos por lo que podría encontrar ahí.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Una vez rechazada, dos veces deseada

read
278.1K
bc

|Rechazada|

read
300.0K
bc

Entre decepciones y oportunidades

read
10.8K
bc

LA BESTIA!!

read
56.1K
bc

Muérdeme

read
15.7K
bc

Theron

read
10.2K
bc

Quiéreme

read
12.1K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook