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Niña Buena

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Emily jamás pensó que tendría que decidir entre ser una niña buena o dejarse llevar por el calor del momento. Sin embargo, todos sus principios morales se verán derrumbados cuando el profesor Mathews se cruce en su camino. El carismático y seductor profesor de penal ha posado sus ojos en ella y se ha propuesto hacerla suya a como de lugar...

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Nuevo Profesor
Primera Parte: Capítulo 1: Nuevo Profesor  — ¡¿Dónde dejé mi billetera?! Pregunto a la nada con desespero, rebuscando en mis cajones y corriendo hacia la sala.  — Siempre es lo mismo contigo… — se burla Sophia, mi prima, comiendo un tazón con cereal — ¿Por qué nunca sabes dónde dejas tus cosas?  — No lo sé… — miro mi reloj — ¡Maldición! — exclamo, mirando a todas partes — Se me está haciendo tarde  — ¿Qué es lo que se le perdió a Emily esta vez? Pregunta Alan, saliendo de su habitación con su traje de oficina.  — La billetera… Contesta Sophia, dejando el tazón sobre la encimera y sirviéndose un poco más de cereal.  — ¿Otra vez? — Alan esboza su expresión de “no sé por qué no me sorprende”, le ignoro y comienzo a buscar entre los cojines del sofá — Es la enésima vez que te sucede en lo que va del mes  — ¡Lo sé! — exclamo, lanzando los cojines al suelo — No necesito reproches… ¡Necesito mi billetera!  — Y sabrías dónde la dejaste si tan solo la dejaras en el mueble de la entrada como la gente normal…  — ¿Qué dije acerca de los reproches, Alan? — vuelvo a quejarme — Se me está haciendo tarde — vuelvo a ver mi reloj — Ni modo… — desisto de la búsqueda de mi billetera — Iré en bicicleta a la universidad — corro a mi habitación por mi casco — Y no comeré nada hasta regresar a casa…  — Eso te pasa por ser tan desordenada… Comenta Sophia, siguiéndome.  — Sin reproches… Le recuerdo, lanzando al suelo la ruma de ropa que había sobre mi cama.  — En fin… — mi prima se asoma por la puerta — ¡Alan! ¡¿Me vas a llevar a mi ensayo?!  — ¿En el teatro? — pregunta Alan desde la cocina, su voz es lo suficientemente fuerte como para que no tenga la necesidad de alzar la voz — ¿El lugar al que te llevo todos los días de camino a mi trabajo porque te niegas a sacar tu licencia de conducir? — Sophia suelta una risita — Razón por la cual me usas de chofer, sin si quiera pagarme por la gasolina…  — ¡Sí…! Contesta Sophia, volviendo a reír.  — ¿Tengo otra opción?  — ¡No! Ahora soy yo la que ríe.  — Ya que… — termina aceptando Alan como cada mañana — Pero apresúrate, me voy en diez minutos y no planeo esperarte más allá de ese tiempo — Sophia corre hacia su habitación — Además yo sí sé dónde dejo mi billetera con mi licencia de conducir dentro y todo mi dinero, por lo cual no tengo por qué salir tarde de casa…  — ¡He dicho que nada de reproches! Tomo mi casco, mi bicicleta plegable color rosa, las llaves del departamento donde vivimos y salgo corriendo hacia el ascensor. Hoy es el primer día de clases del semestre, el primer día de mi último año de universidad. Estoy a solo un paso de convertirme en la abogada que tanto soñé ser desde que vi “Legalmente Rubia” a los diez años. Así que lo que menos quiero es llegar tarde a mi primera clase del semestre: El tan temido y a la vez esperado curso de “Penal III”. Muchos alumnos han abandonado la carrera tras fracasar en esa materia, espero que no sea mi caso, hasta ahora no he fracasado en ninguna materia y no planeo comenzar en mi primer año. La razón por la que el curso es tan temido es por el profesor que lo imparte, el Dr. Alister Wood, un despiadado abogado defensor que ha logrado salvar de la cárcel a personas que han cometido atrocidades. Él es mi ídolo. Ha escrito cientos de libros, gana millones de dólares, ha salido en la televisión y recientemente se rumorea que un mafioso lo quiere reclutar. Ese profesor es conocido por lo estricto que es, además de que sus exámenes son de resolver casos reales en tan solo media hora. Muchos dicen que ese profesor no tiene ningún reparo en señalar, delante de toda el aula, todo lo que está mal en tu razonamiento, interpretación, planteamiento del caso y por qué deberías de dedicarte a otra cosa, como hacer videos en t****k, en vez de ser abogado, lo cual baja mucho los ánimos. Por otro lado, la razón por la cual este curso es tan esperado es, irónicamente, el despiadado Dr. Wood. Él es el fundador de “Wood and Wood Abogados” uno de los estudios de abogados más importantes de nuestro Estado o quizá de todo el país. El Dr. Wood le da una pasantía de un año, con un nada pequeño sueldo, al mejor de la clase como premio. Ahora bien, no basta con solo tener las notas más altas del curso, debes de verdaderamente impresionar al profesor para que te quiera otorgar la pasantía en su estudio de abogados, lo cual hace la competencia más difícil, pues el que tiene las mejores notas puede perder en contra del que tenga mejor capacidad oratoria y viceversa, al final, ganará el más habilidoso en todos los sentidos. Esta es la razón por la cual, en todos sus años enseñando, el Dr. Wood solo le ha otorgado la pasantía a cinco alumnos, de los cuales dos lograron echar raíces en el estudio de abogados después de que la pasantía acabó. Obviamente que quiero conseguir la pasantía y tener la posibilidad de trabajar en “Wood and Wood Abogados” por un año entero recibiendo un buen sueldo, sobre todo esto último, realmente me vendría bien el sueldo, además… porque hasta ahora no tengo ninguna oferta de trabajo…  — ¡Ey! ¡Cuidado! — grito, un elegante BMW color n***o con lunas polarizadas estuvo a punto de atropellarme — ¡Es un estacionamiento, imbécil! ¡No una pista de carreras! — vocifero, pegándole una patada al despampanante vehículo — Mierda… — abro los ojos al máximo, viendo como mi pie impacta con el faro derecho del auto, rompiéndolo — Ay… mierda… — la puerta del piloto se abre — Mierda… — susurro, viendo a un alto muchacho de cabello castaño oscuro salir del vehículo — Eh…  — ¿Qué cree que ha hecho, señorita? Pregunta con voz suave, una voz tan suave que me causa escalofríos.  — Eh…  — Esto le va a costar caro… — me mira de arriba hacia abajo — Y no se ve como alguien que pueda pagarlo…  — ¿Qué me está queriendo decir? Miro mi atuendo y luego miro el suyo, unos pantalones oscuros de mezclilla y una camiseta blanca con cuello en “V”, luce tan informal como yo, incluso más. El chico no responde, solo suelta una risita, curvando sus gruesos labios en una media sonrisa. Aprieto los puños, se está burlando de mí por alguna extraña razón que no comprendo y eso me desespera.  — No voy a seguir perdiendo mi tiempo en algo tan insignificante… — vuelve a mirarme de arriba hacia abajo — Seré benevolente esta vez, señorita patea faros — vuelve a abrir la puerta de su auto — Y no le cobraré ni un centavo por el daño, no creo que puedas pagarlo… — abro la boca con indignación, este imbécil me está insultando y se está burlando de mí — Ahora sea una niña buena y muévase  — ¿Disculpe…? — aprieto el manubrio de mi bicicleta — Usted estuvo a punto de atropellarme por conducir a lo idiota y yo soy la que debe de pagar por los daños  — ¿Le llegué a atropellar? Pregunta, mirándome fijamente.  — ¿Qué…?  — Le llegué a hacer alguna clase de daño físico a usted o dañé de alguna forma su patrimonio, es decir, esa pintoresca e infantil bicicleta rosada…  — Eh… — siento las mejillas calentárseme — No…  — Entonces, si no le he causado ningún daño físico ni patrimonial, que le cause un lucro cesante… — parpadeo varias veces — No he cometido ningún delito — se encoge de hombros, soltando una risita burlona — Además, no creo que pueda alegar daño moral toda vez que hasta le estoy perdonando el daño patrimonial que usted sí me ha causado a mí…  — Es usted un idiota — frunzo el entrecejo, él solo alza una ceja y me mira con una sonrisa burlona en los labios — Mínimo pídame disculpas por casi atropellarme  — ¿Y por qué debería de hacerlo?  — Porque casi me atropella  — ¿Y eso es sinónimo de deberle algo? — siento un nudo en el estómago, este sujeto ya me está enfadando en todos los sentidos — Ya admitió que no le causé ningún daño, por lo tanto, no tengo ninguna responsabilidad y por ende no hay culpa, así que no le debo nada… — vuelve a mirarme de arriba hacia abajo — Ni siquiera una disculpa  — Me corrijo, no es un idiota…  — Gracias…  — Es un imbécil… — vuelvo a patear su auto, él me mira con los ojos bien abiertos — Que bueno que usted pagará por mi daño patrimonial hacia su persona…  — ¡¿Qué crees que haces?! Pregunta con enojo.  — Saltando en paracaídas hacia un colchón de algodón de azúcar Rompo el otro faro.  — ¡¿Qué carajos?! — tomo mi bicicleta y la arrastro lejos del sujeto — ¡Ey! ¡No se puede ir así sin más!  — ¡Váyase a la mierda, imbécil! Grito, sin detenerme y alzando el dedo corazón por encima de mi cabeza. Como odio a los pedantes presumidos narcisistas ególatras que se creen la gran cosa porque conducen un auto de lujo y visten ropa de diseñador, porque lo más seguro es que esa camiseta básica color blanco sea de alguna marca pomposa de ropa, el sujeto tiene toda la pinta de ser esa clase de persona. Pero eso no es lo peor, no, porque con solo dos palabras ya sé que estudia leyes, nadie podría discutir de esa forma y utilizando esas palabras a menos que estudie leyes. Con algo de suerte, no me lo tendré que volver a topar, porque lo más seguro es que sea novato a pesar de que se vea mayor, porque nunca lo he visto. Llego al estacionamiento de las bicicletas, encadeno la mía, me cuelgo la mochila al hombro y corro hacia mi primera clase: Penal III. Estoy súper emocionada por esto, realmente estoy emocionada, tanto que me leí la jurisprudencia de los últimos meses por si el Dr. Wood se le ocurre hacer una pregunta de actualidad. Me emociona pensar la clase de delitos que veremos en este curso, quizá practiquemos cómo salvar a alguien de ir a la cárcel después de haber cometido un homicidio agravado. Mi sueño más grande es ser una penalista, una abogada defensora que logre evitar que sus clientes se vayan a la cárcel. Es decir, no con una condena reducida, sino que salgan libres y sin cargos del juzgado. Sí, ese es mi más grande sueño. Entro en el aula, saco mi viejo iPad con el que tomo apuntes y reviso mi teléfono. Sophia nos recuerda la fecha de su concierto, es la primera vez que será primer violín y está muy emocionada por ello. Alan contesta algo sobre intentar hacer todo lo posible por llegar ya que tiene trabajo y nos recuerda que debemos de pagar la renta y que Sophia no lavó los platos. Intervengo recordándoles que debemos de hacer compras, la despensa está casi vacía y quien se desocupe primero deberá de hacerlo. Vivir con mi prima y nuestro mejor amigo es divertido, aunque he de confesar que a veces nos desesperamos los unos a los otros, sobre todo Alan, él se desespera con facilidad.  — ¡Emi! — pego un salto, mi mejor amiga, Shirley Carter, se sienta a mi lado — ¿Cómo estás? ¿Lista para la masacre del Dr. Wood?  — Muy bien y sí — sonrío — Estoy cien por ciento lista  — Yo me siento algo asustada — confiesa, amarrando su cabello rubio — El profesor Wood es muy estricto…  — Lo sé, pero debemos de hacer todo lo posible por ser las mejores  — Amiga, tú eres la única que quiere con toda su alma ser penalista, yo quiero trabajar para alguna empresa y que me paguen miles de dólares por evitar que los demanden…  — Sueña en grande, Shirley… Bromeo, ella ríe.  — ¿Me llevarás a casa después de clases? Pregunta.  — No puedo — contesto, apoyando la cabeza en una mano — No sé dónde puse mi billetera y mi licencia de conducir estaba dentro — me encojo de hombros — Así que me vine en bicicleta  — Ah… — asiente con la cabeza — Bueno, no hay problema — hago una mueca — ¿Qué sucede?  — Nada, acabo de recordar que un imbécil de primer año casi me atropella con su BMW  — ¿Un imbécil de primer año? Shirley suelta una risita.  — Sí, un imbécil — repito — Aunque no estoy segura de si es de primer año, es decir, nunca le he visto, pero su vocabulario y conocimiento me hacen dudar… — sacudo la cabeza — En fin… no quiero pensar en ese idiota  — ¿Tan malo fue el asunto? Mi amiga vuelve a reír.  — Horrible, le rompí los faros… — me cruzo de brazos, Shirley me mira con los ojos bien abiertos por la sorpresa — Es que el sujeto es el típico riquillo que se cree la última coca cola del desierto… — vuelve a sacudir la cabeza — Insufrible… un imbécil total…  — Que mal, amiga — me palmea la espalda en señal de apoyo — Pero… ¿No te costará caro el daño a su carro?  — El imbécil dijo que no me cobraría porque luzco pobre  — ¡¿Qué?! La voz de mi amiga sale como un chillido agudo similar al que emiten los gatos.  — Sí… porque mientras él viene con una camiseta básica que de seguro es de alguna marca pomposa… — miro mi atuendo — Yo estoy usando esta sudadera con el nombre de la universidad y un chándal…  — Que cretino…  — Lo mismo dije… Me quedo callada de pronto, la puerta se abre, algunos alumnos entran a la carrera y detrás de ellos entra un hombre muy alto de cabello castaño oscuro, con un blazer azul oscuro y una camiseta básica color blanco con cuello en “V”. El corazón se me detiene al instante, sobre todo por el hecho de que el sujeto no camina hacia las gradas en busca de un asiento, sino hacia el escritorio del profesor, dejando un muy elegante portafolio color chocolate encima y caminando hacia el podio.  — Buenos días, jóvenes… — mira a todos en el aula, los alumnos a mi alrededor comienzan a cuchichear con notoria confusión — Bienvenidos a Penal III — vuelve a pasear la mirada por el aula con rostro serio — Soy el Dr. Alexander Mathews, abogado defensor, trabajo como abogado senior en “Wood and Wood”, tengo un doctorado en derecho penal y criminalística, estoy a punto de hacer otro doctorado y he escrito tres libros sobre materia penal, centrándome en la relación de causalidad, el lucro cesante y daño emergente y los delitos patrimoniales… — su mirada se posa en mí, mi estómago se revuelve — ¿Alguna pregunta? — el sujeto pasea nuevamente la mirada por los estudiantes — Usted…  — Sí… buenos días Dr. — me giro a ver a Shirley, ella tiene la mano levantada — Creí que este curso lo impartiría el Dr. Wood…  — El Dr. Wood ha tenido un percance — contesta — Sufrió de un infarto — agrega sin ninguna emoción, lo cual me altera un poco porque no creo que un infarto pueda ser considerado como un simple percance — Así que me pidió que por favor lo reemplazara hasta que su salud mejore… — Shirley asiente con la cabeza — ¿Alguna otra pregunta?  — ¡Yo! — otro alumno alza la mano — ¿De todas formas habrá la oportunidad de competir por el puesto de la pasantía en “Wood and Wood”?  — El Dr. Wood me mencionó que ofrece la oportunidad de laborar en su estudio de abogados al más capaz del aula… — vuelve a pasear la mirada, deteniéndose en mí — Así que esfuércense, porque mantendré informado al Dr. Wood sobre su progreso en el curso hasta que él regrese… — el estómago nuevamente se me revuelve — ¿Quedó claro?  — Sí Dr. Mathews… Contesta el alumno que había hecho la pregunta. Alzo de nuevo la mirada, esperando que el profesor nuevo haya dejado de mirarme, pero para mi mala suerte esto no es así. Los ojos color caramelo siguen posados en mí y es más que obvio el por qué. Me maldigo por dentro unas veinte veces, cualquier posibilidad de conseguir esa vacante en “Wood and Wood” se acaba de ir al averno después de que le rompí los faros a su flamante BMW. No puedo creer que haya hecho eso, es decir, por más enojada y ofendida que me haya sentido no debí de actuar así. Es en estos momentos en donde trato de recordar lo que tía Nan me suele decir cuando me topo con hombres imbéciles y me maldigo por nuevamente no haberle hecho caso. Ahora voy a tener que lidiar con el hecho de que le rompí los faros del auto al profesor del curso que esperaba con ansias y que podría cambiar mi vida.  — En ese caso, comencemos con la clase… — el Dr. Mathews toma una tiza y comienza a escribir en la pizarra — Hagamos un repaso de lo que saben… — escribe dos palabras en la pizarra, dos palabras que hacen que mi estómago se revuelva por enésima vez — Delitos patrimoniales… — pasea la mirada por el aula — Pero no hablemos de robo o hurto y cuál es la diferencia, tampoco hablemos del robo con consecuencia de muerte… — centra su mirada en mí — Hablemos de los daños patrimoniales… — esboza la sonrisa burlona que me dedicó en el estacionamiento — ¿Creen que el daño patrimonial debería de ser objeto de estudio del derecho civil o también debería de ser materia penal? — vuelve a pasear la mirada por el aula — Usted…  — También es de materia penal Contesta un chico pelirrojo con el que he llevado clases en el pasado.  — ¿Su nombre? Pregunta el Dr. Mathews sin quitarle la mirada de encima.  — Evan… Evan Lucas…  — Bien… Evan Lucas… — el Dr. Mathews se cruza de brazos — La próxima vez que decida participar en mi clase, será mejor que de una respuesta correctamente fundamentada y motivada o será mejor que guarde silencio — algunos alumnos sueltan pequeñas risitas, la sangre se me hiela — Y eso va para todos, son abogados en proceso, a estas alturas deberían de dar verdaderos argumentos que defiendan sus posturas, sus opiniones, sus alegatos, es decir sus respuestas — no aparta la mirada del pobre chico pelirrojo quien mira a todos lados con algo de nerviosismo — ¿Quedó claro, señor Lucas?  — Sí Dr. … Contesta, bajado la mirada con la nariz y las mejillas totalmente rojas.  — Bien… — vuelve a pasear la mirada por el aula — Usted… — me señala, el corazón se me detiene — ¿Cuál es su opinión al respecto? — me mira fijamente — ¿El daño patrimonial es materia civil o penal?  — Eh… — abro y cierro la boca, sus ojos color caramelo me hacen sentir asustada — Pues… penal… — contesto, sosteniéndole la mirada — Porque causa un menoscabo en el patrimonio de la persona a consecuencia de una acción realizada por otra persona, es decir, la persona que comete el hecho generador del delito le ha causado un perjuicio económico a la persona dañada y causar un perjuicio económico a otra persona es un delito — respiro hondo — Muy aparte de que genere una responsabilidad civil en el sentido de que, después, tenga que resarcir el daño en forma de indemnización económica, la persona que cometió el delito debería de ser enjuiciada por causarle una afectación al patrimonio de la persona dañada  — Es un argumento un poco entreverado… pero hasta cierto punto correcto — asiente con la cabeza, Shirley me da un codazo en el brazo como señal de felicitaciones — ¿Su nombre?  — Emily… — contesto — Emily Fitzgerald  — Bien… señorita Fitzgerald — se vuelve a cruzar de brazos, adoptando una pose altiva con la nariz un poco alzada — Dígame… — no aparta la mirada de mí — ¿Esta clase de delitos se puede cometer por culpa o solo por dolo?  — Por dolo… — contesto, sintiendo una punzada en el pecho — Sí se puede causar daño patrimonial por omisión o negligencia, pero en ese caso no habría un tipo penal… — explico — En esos casos se deberá de resarcir de forma pecuniaria por el daño emergente y el lucro cesante, pero solo habrá delito si este daño al patrimonio fue realizado con dolo, es decir, la intención de realizar el daño al patrimonio y el conocimiento de que esta acción es antijurídica, me refiero a que, esta persona debe de saber que su acción es contraria a la ley, o sea, ilegal…  — En ese caso… — da unos pasos hacia mí, balanceando su cuerpo con cada paso, dándole el aspecto de un súper modelo en una pasarela — Habrá delito de daño patrimonial en el caso de que una persona, sabiendo que lo que está haciendo es, llamémosle “incorrecto”, lo hace de todas formas y con toda la intención de dañar el bien mueble o inmueble, como por ejemplo, un vehículo motor — siento una punzada en el abdomen, estremeciéndome, mirando fijamente a esos ojos color caramelo que me aterran, pues ya no estamos hablando solo de delitos patrimoniales como una mera lección de una clase universitaria — Y, por lo tanto, se le puede imputar responsabilidad y por ende, culpa y así enviarlo a juicio o conciliación… ¿Le entendí bien, señorita Fitzgerald?  — Sí Dr. … Nos miramos fijamente, ninguno de los dos está dispuesto a perder esta batalla de miradas. El Dr. Mathews esboza nuevamente su sonrisa burlona, siento como el aire se acumula en mis pulmones de forma dolorosa. Sé que lo que he dicho es correcto, estoy segura de mis palabras, sé que lo que dije está bien, así que no entiendo por qué motivo el Dr. Mathews se burla de mí con esa sonrisa petulante. Aunque claro, no puedo perder la mira en el hecho de que literalmente acabo de admitir que lo que hice es un delito y que lo más seguro es que él esté disfrutando el burlarse de mí por ello. Finalmente, el alto hombre de cabello castaño oscuro asiente con la cabeza, relajando su postura.  — Exacto, está en lo correcto — dejo escapar el aire de mis pulmones — Con una forma un poco burda de argumentar, pero en lo correcto — vuelve a asentir con la cabeza — Y dígame señorita Fitzgerald — vuelve a colocarse en su pose altiva — Si tuviera que defender a una persona que ha causado daño patrimonial… — me mira fijamente con una ceja ligeramente alzada — ¿Cuál sería su argumento de defensa? — esboza una vez más esa sonrisa burlona — ¿Mandar a la mierda a la otra parte? — las risas se alzan a mi alrededor, respiro hondo, no pienso contestar a eso — Descuide, no es necesario contestar — sonríe aún más, mostrando un poco su blanca dentadura — En este curso aprenderán cómo argumentar de forma correcta ante un jurado y, si tienen la suficiente habilidad… — vuelve a pasear su mirada por el aula — Lograr que su cliente quede libre de culpas y los bolsillos de ustedes… — sonríe aún más — Llenos de dinero…  — ¿Qué fue todo eso…? Me susurra Shirley, mirándome con confusión.  — Pues… — apoyo la cabeza en una mano — Estás viendo al imbécil al que le rompí los faros del auto — mi amiga me mira con los ojos bien abiertos — Y quien me intentó humillar por verme pobre… — Shirley cubre su boca con una mano para acallar su grito de sorpresa — Y a quien mandé a la mierda…

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