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Atrapando el Amor

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En un mundo donde cambiaformas lobos antes eran dominados por los instintos salvajes de sus animales, se creó un consejo de shifters con los lobos más sabios y fuertes para establecer la paz en el mundo, logrando que las manadas se dividieran en pequeños pueblos activos a los cuales vigilaban.

Como decreto, cada omega en las manadas tenía que ser inscritos en la sede del consejo para así tener un recuento de estos, especialmente de aquellos omegas especiales que nacieron con dones especiales.

Troy Anderson es uno de esos lobos especiales, y a diferencia de los otros omegas, su vida era perfecta.

Unos padres amorosos que lo amaban y mimaban, un hermano menor que lo admiraba, una mejor amiga malhumorada, un alfa líder que lo trataba como otro hijo y personas deseosas de pasar aunque fuera unos segundos de su tiempo.

En teoría, todo era perfecto.

Hasta que el poder de sus visiones comenzó a aumentar no solo mostrándole el futuro, sino que también el pasado y parte del presente.

Ahora Troy no sabía si su padre realmente era el hombre cariñoso que decía ser, si su hermano menor en realidad le admiraba como parecía y si el alfa líder sinceramente le quería como otro hijo o solo estaba interesado en su poder.

De a poco, la realidad de Troy comienza a caer en pedazos a su alrededor a medida que descubre la verdad, y como si fuera poco, aquel maravilloso alfa con el cual había comenzado a soñar desde hacía más de un año aparece en su manada casado con otra mujer, arruinándole aún más la existencia.

Ahora, no solo tenía que lidiar con la verdad de su vida, sino que también con un estúpido alfa terco, imbécil y posesivo que busca cada oportunidad para acercarse a él.

Lamentablemente, él no era el segundo plato de nadie, ni del hombre de su sueño al cual sus visiones le mostraron, y se lo demostraría sin caer en sus engañosas palabras dulces.

Tercer libro de la saga omegas con poderes

Primer libro "Alfa, mírame"

Segundo libro "Un toque Dulce"

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Capítulo 1
Tan pronto como Troy abrió sus ojos y se encontró en medio de la nada, con un blanco absoluto rodeándole, el lobo omega permaneció con tranquilidad mientras permitía que su poder actuara a través de sus sueños como siempre lo había hecho. Desde que había cumplido los diez años, Troy despertó el poder de la visión a través de sus sueños, sin siquiera haberse presentado aún como un cambiaformas omega. Había sido algo extraño para él en ese entonces, sin entender por qué sus sueños siempre se volvían realidad, sin importar el periodo de tiempo entre ellos, podría ser una semana, días o meses, no importaba cuánto tardara porque al final, siempre se volvía realidad. Cuando su lobo apareció a su lado, Troy lo observó y colocó su mano sobre su cabeza, acariciándola. "Parece que hoy quieres mostrarme algo tú, eh, chico" Expresó rascando detrás de las orejas del lobo. En respuesta, su animal ladró alegre y luego se levantó del suelo. Observándolo, soltó otro ladrido antes de comenzar a caminar, diciéndole con ello que le comenzara a seguir. Siguiendo a su lobo, a medida que avanzaban, el blanco absoluto iba quedando atrás para revelar la borrosa imagen de un lugar que se le hizo bastante conocido. Deteniéndose, su lobo se sentó y soltó un suave gimoteó mientras observaba fijamente en dirección de la imagen borrosa. "¿Es ahí?" Preguntó observando lo mismo que su animal. "Buen chico, gracias por traerme, bonito" Alabó a su lobo, acariciando animadamente su cabeza, orejas y cuello. Caminando hacia la imagen borrosa, dejando atrás a su lobo, Troy frunció ligeramente cuando el lugar comenzó a volverse más nítido, lo suficiente como para reconocer que se encontraba en la habitación de sus padres. "Uh... ¿Qué es lo que se supone que me quieres mostrar?" Preguntó, observando sobre su hombro a su animal. Su lobo le aulló en respuesta y se levantó de su lugar, siguiendo sus pasos y pasándolo para luego detenerse al lado de la puerta del baño semi abierta. Curioso, el omega se acercó y se inclinó ligeramente en el interior, observando claramente el baño de sus padres, y en el centro de este, frente al espejo del lavamanos, se encontraba su madre. "¿Mamá? ¿Qué es lo que haces?" Preguntó a pesar de que sabía perfectamente que ella no podía escucharle, aun así, para él era inevitable preguntarle al respecto. Por supuesto que no tuvo respuesta alguna, y el cambiaformas omega no pudo hacer más que observar cómo su madre se limpiaba las lágrimas de su rostro mientras mordía su labio inferior con fuerza. Cuando Tara retrocedió un paso y alzó su camiseta hasta por debajo de su sostén, Troy jadeó con horror al contemplar el horrible hematoma que estaba cubriendo el costado del cuerpo delgado y pequeño de su madre. "Mamá, ¿qué demonios fue lo que te ocurrió?" Exclamó acercándose inmediatamente. Pero, tan pronto como alzó su mano e intentó tomarle por el hombro para obligarle a observarle, la figura de su madre se difuminó por un momento, como si hubiese tocado algo de humo, su mano la atravesó completamente, y luego esta volvió rápidamente a su forma natural. Cerrando su puño con fuerza, el lobo omega mordió el interior de su mejilla con molestia y retrocedió un paso para observarla intentar cubrir el horrible hematoma con su maquillaje. Pero si pensaba que el horror de ver a su madre herida de tal forma había terminado, se equivocó totalmente. Su pecho se apretó con angustia y su cuerpo se llenó de impotencia al contemplar que aquellas marcas, también estaban pintadas sobre los antebrazos y hombros de la omega, algunos luciendo más viejos que otros. Con un aullido de su lobo, la imagen desapareció por completo, para ser envuelto nuevamente en aquella blancura absoluta. "¡No! ¿Por qué hiciste eso?" Exclamó observando a su lobo. "Necesitaba ver más, descubrir quién podría herirla de aquella forma" Expresó golpeando su pecho ante la preocupación que deseaba explotar dentro de él. En cambio, su lobo solo le observó con aquellos ojos azul violeta tan idénticos a los suyos. Y entonces, en un parpadeo, todo desapareció y Troy despertó con un suave jadeo y su respiración levemente agitada. Observando el techo de su habitación en la casa de sus padres, el lobo omega intentó calmar su acelerado corazón a la vez que trataba de deshacerse de esa sensación de angustia y preocupación que había invadido su cuerpo producto de su visión. Lo que su lobo le había mostrado...  Aunque ciertamente las visiones que aparecían a través de sus sueños no era algo que podía controlar, por lo que siempre le mostraba sobre cosas distintas y de personas que estaban directamente relacionadas con él o habían interactuado... Nunca la habían mostrado un m*****o de su familia herido. Pero... ¿Quién heriría a su madre de aquella forma? ¿Por qué? ¿Sería un accidente? —No... Esos golpes no eran producto de un accidente —murmuró y mordió el interior de su mejilla de forma inconsciente mientras pensaba en quién podría herir a su madre de aquella forma. Y los hematomas viejos... Eso decía que lo que le mostró su lobo, no era la primera vez que ocurría. ¿Qué clase de visión había tenido? Si iba a ser así, ¿por qué su lobo no le había mostrado más detalles? ¿Cómo se suponía que iba a saber cuándo iba a ocurrir eso si no tenía más información? Soltando un sonidito frustrado, Troy pasó sus manos por su rostro y luego restregó sus ojos para quitarse de encima los últimos vestigios de su sueño. Sentándose en la cama, tiró hacia atrás el cobertor junto al resto de las mantas y luego se levantó dirigiéndose a su baño. Aliviando su vejiga, lavó sus manos y su rostro para luego aplicarse una crema para hidratar toda la piel y se vistió. Bajando al primer piso, el cambiaformas omega hizo su camino hacia la cocina tras escuchar ruido en esta. Observando el pequeño cuerpo de su madre desplazarse por la cocina, con su cabello castaño chocolate amarrado en una coleta alta para que no estorbara en su camino, Troy sintió un pequeño alivio al verla moverse bien y sin problemas. —Madre mía, que susto me has dado —exclamó repentinamente Tara, colocando una mano sobre su pecho mientras le observaba con sorpresa. —¿Yo? ¿Por qué? —preguntó sonriente, mostrando sus perfectos dientes alineados y totalmente blancos. —Has aparecido de la nada y te has quedado tan silencioso que no me percaté de cuando llegaste a la cocina —explicó volviendo a moverse para proseguir con el desayuno—. ¿Qué te ha pasado, cielo? ¿Te has caído de la cama que has despertado tan temprano? —cuestionó con una suave risita. —Ja, ja. Qué graciosa, mamá —bufó internándose en la cocina para poder abrazarla por detrás—. Tuve un sueño feo —murmuró apoyando su mentón en el hombro de su madre, inclinándose solo ligeramente para ello, ya que en realidad, apenas le ganaba a su madre por unos cuantos centímetros de diferencia. —¿Una pesadilla? —preguntó, observándole sobre su hombro—. Extraño, casi nunca tienes de esas —expresó volviendo su vista al sartén frente a ella. —Déjame te ayudo, te ensuciarás la ropa así —comentó y tomó su oportunidad para tirar las mangas de la camiseta de la omega mayor hacia atrás hasta sus codos, revelando sus antebrazos totalmente sanos, sin marcas ni llenos de maquillaje. Eran brazos totalmente sanos, y eso, le sacó un suspiro de alivio a Troy. Lo que sea que le había querido mostrar su lobo, aún no ocurría. —Y yo aquí pensando que te referías a cocinar conmigo —bufó su madre al ver toda su ayuda. —Lo siento, me gusta más cuando cocinas tú —expresó besando su mejilla—. ¿Puedes prometerme algo? —pidió. —No iré a tu casa a cocinarte —anunció. —No es eso —rió—. Aunque tampoco me quejaría si fuera el caso —comentó divertido. —No te enseñé todas mis habilidades culinarias y mejores recetas solo para que las tengas guardadas para ti —resopló indignada. —Me las enseñaste porque Henry no te quiso escuchar —le recordó. —Si has bajado solo a pelear y molestarme mientras preparo el desayuno, prefiero que vuelvas a tu habitación y me dejes concentrarme, cielo —indicó. —¿Me estás diciendo que soy una distracción? —jadeó. —Sí, una un tanto irritable, pero bonita —respondió honesta. —Te perdono solo porque has aceptado que soy hermoso —expresó aligerando un poco sus brazos alrededor del pequeño cuerpo de la mujer mayor. Aunque a pesar de tener cincuenta años, en realidad no parecía que su madre tuviera tal edad. —Estoy segura de que esa no es exactamente la palabra que he utilizado, pero está bien —sonrió negando despacio con su cabeza. —Entonces, respecto a mi promesa... —Dime de qué se trata —pidió apagando la cocina. —Solo no quiero que vayas por ahí sola, ¿de acuerdo? Odio la idea de que salgas lastimada —expresó. —No hay razón por la que salga lastimada más que por mi propia torpeza —respondió volteando a verle—. Ya que estás aquí conmigo, será mejor que hagas algo útil y me ayudes a poner la mesa antes de que tu padre aparezca a desayunar —indicó. —Primero mi promesa —pidió, liberándola de sus brazos y retrocediendo un paso. —¿Es necesario? —preguntó con un suspiro—. ¿Qué se supone que es lo que me va a suceder? —le observó—. Ni siquiera otras omegas mayores se atreven a burlarse de mí debido a que tu padre es la mano derecha del líder Waller, y cómo tal, tiene más privilegios que otros miembros de la manada —le recordó. —Aun así, estaría más tranquilo si hicieras esto —expresó tercamente. —De acuerdo —pronunció virando sus ojos levemente—. Si te hace sentir mejor, yo prometo no andar sola por ahí —prometió no muy seriamente, pero Troy lo tomó. —Gracias —sonrió suave, besando su mejilla. —Nada de gracias aquí, ahora ayuda a colocar la mesa —expresó empujando dos canastas pequeñas llenas con pan recién horneado. Sintiendo alivio de contemplar a su madre actuando como siempre, tan cariñosa y mandona, el omega siguió sus órdenes con su corazón más calmado. —Buenos días, cariño —pronunció su padre tan pronto como lo vio en el comedor. —Buenos días, papá —le sonrió y tomó asiento en la mesa al igual que el alfa—. ¿Has dormido bien? —Como un bebé —sonrió—. ¿Y tú? —Igual —respondió, observando a su hermano aparecer arrastrando sus pies y con sus manos tallando sus ojos. —¿Qué hay de desayuno? —preguntó Henry, dejándose caer en su silla. —Primero se dice buenos días —reprochó su padre, observando con aquellos ojos azules a su hijo menor. —Lo siento, aún no despierto del todo —se excusó cubriendo un pequeño bostezo con su mano. —He preparado de todo un poco —anunció su madre, finalmente tomando asiento con ellos, entre Troy y su esposo. —Y de todo siendo los platillos favoritos de Troy —murmuró contemplando la mesa repleta de comida. —Hice el platillo favorito de cada uno —corrigió su madre. —Dime, Troy —llamó su padre, ignorando la conversación de los otros dos—. ¿Las visiones de tu lobo han visitado tus sueños estos días? —preguntó con interés. —Bueno... —pronunció, recordando las visiones que invadieron sus sueños esas semanas. Si era sincero, ninguna había sido realmente digna de recordar o contar, más que la de ese día donde le mostraron a su madre lastimada, pero no quería alertar a nadie en caso de que su visión no hubiera sido totalmente acertada o que él no hubiera podido interpretarla de la forma correcta, después de todo, ya había ocurrido antes. Solo que... No cuando se trataba de alguien siendo herido. —Han aparecido algunos, pero ninguno realmente digno de contar —respondió, tomando su taza de café descafeinado entre sus manos. —De todas formas, sería bueno que lo compartieras —expresó Lucio, observando a su hijo con firmeza—. Para ti puede que no signifique nada, pero para mí podría ser la clave para resolver algo —indicó. —Créeme, hablar sobre la señora Crick y sus miles de mascotas descuidadas o el engaño de Jinger a su alfa no es algo realmente interesante o una prueba para resolver cualquier problema —expresó con un suave resoplido. —Espera, ¿Jinger ya ha engañado a su alfa? —exclamó su hermano menor, interrumpiendo—. Oh, esto es genial —rió escandalosamente—. Ellos no llevan ni dos semanas como pareja con su alfa, ¿y me estás diciendo que ya lo ha engañado? —volvió a reír. —No sé si ya lo habrá engañado o piensa hacerlo, la cosa es que es un hecho —respondió Troy, probablemente teniendo los mismos pensamientos que su hermano menor. —¿Por qué tuviste una visión de ella y la señora Crick? —cuestionó su hermano. —Seguramente porque uno de los gatos de la señora Crick entró a mi casa y decidió que sería buena idea ensuciarse orinando toda mi casa y Jinger... Bueno, ella solo fingió ser mi mejor amiga frente de su nuevo novio, hasta que Susy llegó y la puso en su lugar —recordó con una sonrisa. Había sido realmente divertido a la promiscua beta intentando mantener su mentira aun cuando su amiga Susy la estaba colocando firmemente en su lugar, hasta el punto en que el novio de Jinger tuvo que interrumpir para que no siguiera humillándose. —Algunas personas simplemente nunca aprenden —resopló su padre. —¿Te vas a quedar esta noche también? —preguntó su madre, observándole. —Uhm, no lo creo —respondió luego de pensarlo—. Mañana tengo trabajo y este está más cerca de mi casa que la de ustedes —expresó. —Pero tu casa aún debe de estar horriblemente a perfumada con la orina de ese gato estúpido —expresó el lobo alfa. —No lo creo, ya han pasado sus buenos días y ella misma prometió de que se iba a encargar de limpiar hasta que todo el aroma desapareciera —explicó. —Bueno, si tu casa sigue infestada con el aroma de orina de gato, sabes que puedes volver aquí las veces que quieras, cielo —expresó su madre. —Lo tendré en mente —asintió. —¿Piensas salir ahora considerando que ya te has vestido? —indagó su hermano. —De hecho, sí —asintió—. Saldré con Susy —respondió. —¿Esa alfa y tú...? —pronunció su padre, moviendo juguetonamente sus cejas. —Iugh, no —se carcajeó el lobo omega con cabello rubio de diferentes tonos—. Nosotros solo somos buenos amigos, normales —explicó aún divertido. —¿Puedo ir contigo a ver a Susy? —pidió Henry, dándole sus mejores ojitos de cachorro con ese tono azul parecido al de su padre, solo que con un tono mucho más oscuro. —Lo siento, Susy recalcó innumerables veces que era una salida solo de dos —respondió tomando el último de los panqueques. —Pero soy tu querido hermano, no cualquier persona —insistió—. Vamos, hace tiempo que no hago algo divertido y mucho más desde que salimos los tres juntos —le recordó. —Lo siento, ya quedé con Susy, tal vez en otra oportunidad —respondió. —Pero... —Ya te ha dicho tu hermano que no puedes ir —interrumpió su padre—. No seas tan insistente, todos sabemos que el humor de Susy es una mierda, me sigue sorprendiendo incluso que quisiera ser amiga de Troy —expresó. —Es mi encanto natural —respondió colocando su mejor sonrisa, lo que provocó la risa del alfa. —Si, lo puedo ver —pronunció negando con una sonrisa—. ¿Quieres que te pase a dejar? —Oh, no es necesario —rechazó y observó a través de la ventana tras escuchar el característico ronroneo de la motocicleta de su amiga—. Susy ya llegó. —Pensé que su madre la había convencido de cambiar esa monstruosidad por un automóvil —comentó su madre, observando por la ventana con su nariz completamente arrugada. —Sí, Susy sigue buscando el auto perfecto —rió levantándose de la mesa—. Adiós, familia, los veré cuando tenga tiempo libre —prometió despidiéndose. Con la respuesta de sus padres, el lobo omega se dirigió a la entrada y salió de la casa para caminar por el corto jardín delantero hasta llegar con su amiga, quien le esperaba detenida frente a la casa. —Ya era hora de que salieras, un poco más y te dejo aquí botado —expresó entregándole un casco. —En primer lugar, ni siquiera me avisaste que ya habías llegado. Y segundo, no sería salida de a dos si me dejaras aquí abandonado —argumentó subiéndose a la motocicleta—. ¿A dónde iremos? —cuestionó rodeando su cintura. —Supongo que al parque, nunca hay demasiada gente idiota por la mañana —respondió antes de echar a andar su motocicleta otra vez. Cuando ambos observaron a Henry salir apresuradamente de la casa, la alfa inmediatamente aceleró alejándose con rapidez, sin darle la oportunidad al joven omega de autoinvitarse a su salida. Negando con una gran carcajada, Troy se apoyó bien en su amiga, afirmándose con fuerza, pues sabía de lo arriesgada que podía ser esta al conducir, otra razón por la cual nadie deseaba que mantuviera su motocicleta. Cerrando sus ojos mientras disfrutaba del viento que se internaba por el casco. Troy se estremeció y tembló suavemente cuando una especie de corriente pareció recorrer todo su cuerpo, y entonces, un destello de imágenes rápidas, como si fueran molestos flashes, aparecieron en su mente continuamente de forma rápida, mostrándole a unas personas que no conocía reuniéndose en la casa del alfa líder. Y lo más extraño de todo, y a la vez, lo que más emocionó al lobo omega, fue cuando en uno de esos rápidos flashes, pudo ver un rostro conocido. Era el mismo hombre con el cual había comenzado a soñar hacía poco más de un año, el mismo día de su cumpleaños en el cual cumplió los veinticinco años, lo que le volvía totalmente legal para ser reclamado por el alfa que él quisiera. Y si ese hombre estaba apareciendo en su manada, tenía que significar algo, ¿no? Después de todo, tenía que ser realmente una persona importante en su vida, considerando todas las visiones que ha tenido con el hombre hasta el momento, a pesar de que nunca le había conocido de ninguna forma.  ¿Quién era ese hombre? ¿Y qué era lo que iba a hacer en su manada?

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