Sorprendidos por el amor

La equivocada Un viaje de trabajo que debía parecer sencillo y sin contratiempos, terminaría con un error garrafal. Peter debía reunirse con un socio de su padre y traerle la firma de un contrato del que su padre y su socio habían estado hablando por teléfono. Todo estaba listo, Peter solo tenía que llevarle el documento y que él lo firmara -- ¡Eso era todo! Pero mientras su taxi llegaba al aeropuerto su padre lo llamó: ¡Escucha Peter! --Solo has que firme y no dejes que añada ni una palabra más al contrato --¡¿Entendiste?! Me lo has repetido mil veces papá --Le decía mientras bajaba del taxi --Sino confías en que lo haga bien, ¿porque no mandaste a Alex? Alex tiene que ocuparse de unos asuntos aquí conmigo. Además eso es demasiado fácil. ¡Hasta un niño lo podría hacer! Así que no pongas más excusas y hazlo cómo te dije Peter. Ni siquiera tienes que pensar. Solo tienes que llevarle el documento y que firme ¡eso es todo! Peter odiaba que su padre lo tratara como un niño. Lo soportaba por su madre. Pero muchas veces quiso dejarlo todo e irse de la casa. Escuchaba a su padre tratarlo como si no entendiera lo que le decía y que le repitiera una y otra vez lo que él ya sabía. De pronto otro taxi llegó y se detuvo junto a él. El taxista bajo la maleta y se fue con otro cliente que ansioso quería irse a su casa. El teléfono sonó y alguien hizo un ruidoso suspiro haciendo que Peter le diera completamente la espalda. Si iba a discutir con alguien, él no quería escuchar. Era suficiente con escuchar a su padre y aguantarse las ganas de colgarle el teléfono. Una voz se oyó y Peter se alejó un poco para evitar ser interrumpido e interrumpir. ¡Sí mamá..! -- Dijo la muchacha Escucha Elena. Cuando llegues saluda a Tobías. No te quedes callada como la última vez que lo viste. Sabes que es un buen muchacho y te quiere.. ¡Mamá! Escucha hija -- Te estás haciendo vieja ¡y aún no sientas cabeza! Eso no lo ve bien Dios. Y la famila ya murmura. ¡Murmurar! -- ¡¿Cuando han hecho otra cosa?! -- ¡Niña! --¿Que son esos modales? ¡Recuerda! Honra a tu padre -- Sí sí -- ¡Y a tu madre! ¡esta bien mamá! ¡me lo pensaré! ¿¡Pensar!? Elena -- ¡ya no tienes tiempo para pensar! Niña ¡tienes casi veintiocho! Elena se mordia los labios . Su madre la hacía enfurecer cada vez que le conseguía un pretendiente. Si me quiero quedar soltera ¿¡qué! Se decía en sus adentros. Pero ella jamás le diría algo así a su madre. Pero se cansaba de su actitud de casamentera. Además su madre tenía muy mal gusto con los hombres que le elegía. Elena solo queria tomar el avión e irse por un par de semanas lejos de su madre ¡y descansar! Su tía no la presionaba. Ella era muy difrente a su madre y con ella disfrutaba hablar y lo que ella le decía la motivaba a conocer más de Dios. La hacía sentirse libre y con derecho a esperar o a elegir a quién quisiera. Pero cuando estaba en la casa con su madre. La Biblia era usada para acusarla o para reprocharle algo y eso era algo que ella odiaba. Cuando ambas conversaciones terminaron .Tanto Peter como Elena tenían que correr o los dejaría el vuelo. Tomaron sus maletas y salieron a toda prisa a presentar su pasaporte. En pocos minutos Peter estaba en primera clase y Elena en la media. Tranquilos y seguros de que todo estaba bien. Al llegar a su destino. Cada uno presentó sus documentos y tomó su maleta. Las dos eran iguales, de cuero marrón. Ambos tomaron taxis distintos y ninguno se dio cuenta de la existencia del otro. Elena se quedaría unos días en un hotel. Mientras Peter se quedaría en un departamento en el centro de la cuidad. Era el mismo departamento que él y su hermano habían comprado tiempo atrás para quedarse cada vez que vinieran por negocios. Treinta minutos la separaron del aeropuerto al hotel a Elena y treinta minutos del aeropuerto al departamento a Peter. Y solo media cuadra los separaba, del hotel al departamento. Al llegar Elena se registró y lo primero que quería hacer al llegar a la habitación del hotel era darse un baño. Abrió su maleta y de un salto casi se va de espaldas al hallar ropa de hombre en su maleta. ¿Dónde está mi maleta? ¡Ésta no es! ¡No puede ser! -- ¡no puede ser! -- Esto no está pasando -- Dios, ¡dime que esto no es verdad.! Señor Jesús esto no puede estarme pasando. -- En mi maleta traigo mi diario. ¡Todo lo que pienso o siento lo escribí ahí! -- ¡No puedes ser! Esto no me está pasando..¡No a mí! No sabía que hacer. Tampoco tenía idea de quién era esa maleta o a quién pertenecía esa ropa. Estaba a punto de gritar. De todo lo que llevaba lo que más le preocupaba era su diario. Y la Biblia que le había regalado su abuelo antes de morir. ¡Era su tesoro! Mientras Peter llegaba a su departamento y tomaba algo de beber antes de darse un baño. Tomó todo su refresco y después de saciar su sed. Abrió su maleta para sacar su pijama para luego descansar de todo por unas horas, antes de reunirse con el socio de su padre por la mañana. Cuando empezaba a abrir la maleta un olor a perfume de mujer llegó a su nariz. Extrañado levantó su mirada y se preguntó ¿de dónde viene ese aroma? -- ¡Huele muy bien! Quién limpió el departamento hoy ¡tiene muy buen gusto! Sin darle más importancia la abrió de golpe y su cara palidecio al encontrar en su maleta ropa de mujer. Una Biblia vieja y un diario con portada de rosas ¡Esto no puede ser! -- ¡No puede ser! Gritó molesto Entre su indignación y su sorpresa lo que más le preocupaba era que en su maleta había metido esta vez un cuaderno que por sugerencia de un amigo suyo, él escribía sus pensamientos, para desahogarse. Y había escrito cosas muy privadas. Pensamientos suyos que no quería que nadie supiera. Los dos se hallaban en un dilema y no tenían ni idea ¿quién tenía su maleta?