bc

Nuestro Amor Colapso

book_age18+
1.0K
FOLLOW
3.6K
READ
others
drama
bisexual
city
self discover
multiple personality
like
intro-logo
Blurb

Alguna vez se han preguntado, ¿qué es el amor?

Yo sí, constantemente y muchas veces. Desde niña soñaba con el día de mi boda, donde me casaba con el hombre de mi vida, ese que me acompañaría hasta el día de mi muerte.

¿Ilusa, cierto?

¡Ay, ya sé! Es algo que no puedo decirme a mí misma; pero es inevitable porque busqué ese maravilloso hombre en cada uno que encontré en mi camino. Lo triste es que en cada relación que tuve creí que sería quien me llevaría al altar, pero en cada una estuve lejos de que me esposaran.

Me di por vencida con Fernando, un anillo no espere más, ni siquiera la ilusión que en el tiempo que estuvimos juntos me hablará de un futuro juntos. ¡Hasta que compartimos una noche!, fue maravilloso. Ese día estaba tan contento porque su padre le entregó las llaves de su nuevo apartamento. Departamento que le regaló después de su graduación y por primera vez en tres años, volví a creer que con él me podría quedar.

—¡Confíe en él! —llevé una de mis manos a mi frente, en un golpe que ni por casualidad había planeado. Alcé la copa con la que me aferraba con mi zurda y bebí hasta la última gota de vino tinto—Yo creí que todo iría muy bien.

chap-preview
Free preview
CAPÍTULO 1: EL CÁDAVER DE LA NOVIA
Cogí un puñado de palomitas de maíz que fui metiendo una por una a mi boca mientras que veía fijamente la pantalla del televisor, específicamente a Emili quien retaba al hombre que la mató y se llevó todo su dinero segundo después, mi escena favorita de la película porque ahí es cuando ella misma se libera de todo, el deseo de convertirse en una esposa, ser madre o quien sabe que más deseaba ser antes de su muerte. El Cadáver de la novia. Película que amé con locura desde el primer momento en que la vi y es que, la animación, la trama, tiene todo eso que mantiene curioso al espectador. Por mucho tiempo creí que mi destino podría parecerse al de Emili pero no con ese final por supuesto, quiero una boda grande con muchos invitados, tener un vestido digno de una reina; por cierto lloré un fin de semana entero tras verla, en mi cabeza paso miles de escenarios en que yo no podría llegar a ser feliz como tanto había visualizado en mi cuaderno de mi boda soñada. Con trece años cree en mi cabeza lo que sería de mí cuando tendría veinte años, acabando la carrera de Diseño Gráfico y obteniendo un empleo que me sacaría de la miseria, me compraría gatos para volverme La señora de los gatos. Cero juicios, me gustan los gatos, más los negros. ¡Bendita imaginación la mía!, antes de ver esta tétrica película tenía planeado que para mis veinte ya estaría viviendo en una bella casita, con Apolo, mi bonito Dálmata, mi esposo y estaríamos esperando nuestro primer hijo: Sebastián. Ingenuidad en su máximo esplendor. Cuando cumplí veinte años aún vivía con mis padres, había cometido un millón de errores y había vivido diez distintas relaciones, ninguna pareciéndose a la anterior, aunque si tenían algo en común: todas fueron un fracaso. Me enoje mucho cada una de las veces que terminaron conmigo, jamás me permitieron ser yo quien acabe al menos una vez, pero no, ninguna de las veces y me rendí. Pero no al amor, ni una sola vez. Tal vez, ahí cometí un grave error. No lo sé, solo sé que cuando alguien nuevo me llama la atención voy corriendo a enamorarme como una adolescente y aún lo sigo haciendo. Meses después de ver la película volví a fantasear con mi vida perfecta cuando fuese grande. A esta edad me causa mucha risa el pensamiento que tenía en aquellos ayeres, la palabra Grande fue uno de los tantos errores que pensé. Mis trece años marcaron mis próximos diez años de vida, en verano conocí a Fernando, el dichoso con quien experimenté mi primer beso y con quien casi perdería mi "virginidad". Dicho mejor, con quien iba tener mi primera experiencia s****l. Por mucho tiempo creí que es el amor de mi vida, mi alma gemela, mi gran amor. Aún lo creo, ¿está mal hacerlo? Tal vez sí. O no. —Al fin terminó... —me volví despacio hacía Miguel quien creía que no lo había escuchado porque baboseaba el borde de su vaso, lo empujé despacio con mi hombro y él en lugar de empujarme de vuelta o fastidiarse, paso su brazo por mis hombros para acercarme más a él—. Giny, ¿ahora podemos ver Modern Family?, ya subieron la última temporada en Netflix y quiero verla —se quedó en silencio, volviendo su cabeza a mi dirección para dejar un par de besos en mi mejilla, uní mis labios para mirar cómo es que se alejaba y acomodaba al lado mío sin omitir ruido, asentí muy despacio la cabeza con intención de aceptar su invitación, aunque en el fondo deseaba irme a casa lo más pronto posible antes de preocupar a mis padres—. Bien, pero vemos un capítulo, ¿va? —sus ojos de inmediato se volvieron a mí mientras sus dedos usaban el control remoto para cambiar de cuenta. Las ventajas de usar la misma cuenta y no ser quien la paga—¿Debes ir a casa temprano?, quiero que te quedes más tiempo conmigo —hice una pequeña mueca tras encoger despacio mis hombros. A esta edad ya debería de tener algo propio, una pareja estable, al menos un trabajo estable, pero hasta el momento no tenía nada de eso. Aún vivo con mis padres, tengo un trabajo mediocre, ni siquiera tengo licencia de conducir, ni nada que me guste. Vivo con mis padres, apenas me alcanza para pagar mi teléfono, ayudar en casa y pagarme salidas. A cambio del techo donde vivo, lo menos que puedo hacer es cumplir con sus tiempos, obedecer sus reglas, no avisar, no causar problemas de ningún tipo. Y este es un verdadero problema que me traerá mucho drama si no llego a dormir. —¿Y si te quedas a dormir?, seria nuestra primera noche solos —su sonrisa pícara, su mirada tierna y ese empujoncito del hombro antes de hacer esa carita de cachorrito que sabía que es mi debilidad, me derrite esa preciosa carita, mis ganas de tomar su rostro entre mis manos para comérmelo a besos fueron muchas y no me resistí porque es exactamente lo que hice pero antes de saltar a su regazo me aparte—, ganas no me faltan pero no traje mi pijama, ni ropa extra para mañana —hice una pequeña pausa volviendo acomodarme en el respaldo del sofá para después coger otro poco de palomitas de maíz y llenarme la boca—. Esta vez no. Como si mi madre me va permitir, sabiendo lo protectora que es no me dejará ir ni a la esquina sola. Bueno, exagero. Eso hacía cuando tenía doce años, ahora no lo hace más, pero creo que me gusta tener que pedirle permiso... ya ni debería. Pero a esta altura no voy a negar que me acostumbre a pedirle permiso a ellos para cada movimiento importante que hago, o al menos... los más catastróficos y horrendos. Para ser más honesta tampoco es que quiero ir a algún lado por mi cuenta, ni mucho menos salir de casa, en casa tengo todo lo que necesito y cuando no los hay, solo debo ir por ello. —Podría la próxima semana, lo prometo. No es segura mi promesa, va depender de mi estado de ánimo, pero no pierdo nada con la idea de arriesgarme a decir sí a Miguel. Podría conocerle mejor, conocer sus verdaderas intenciones o algo que me permita amarlo como en su momento ame más que a ningún otro. Peligroso en todo el sentido de la palabra. —¿Segura? —hizo una pequeña pausa—, podemos hacer maratones de películas o algo parecido, ¿qué dices? La voz de Mitchell, uno de los personajes principales de Modern Family sonó por los altavoces y la atención de Miguel directamente se fue hacía la televisión que ya reproduce la serie, me dio ganas por un momento de apagar ese aparato en busca de exigir atención, pero hacer esto va en contra de mis reglas así que tomé una bocanada de aire antes de cerrar los ojos y volver a llenar mi boca del puñado de palomitas de maíz en busca de silenciar esas ganas absurdas de hacer alguna estupidez. Una tremenda estupidez que me llevará a una ruptura segura. Inflando las mejillas luego de pasar las palomitas de maíz rodeo su cintura con mis manos para abrazarlo con fuerza, con tanta fuerza que sus brazos me abrazaron y sus besos tiernos no se hicieron esperar. Me siento tan cómoda que ni siquiera me importa lo que pasa en la serie, tan solo me acomode en su regazo mientras sus caricias van directo a mi cabello con tanta calma que me hace cerrar los párpados. Cuarenta minutos o poco más los créditos ya estaban pasando mientras los segundos se contaban para el próximo capítulo, sabía que Miguel dejaría que inicie otra vez, pero me adelante para poner pausa y estirar mi cuerpo antes de levantarme del sofá—No —su queja opacó sus manos que tiran de mi cuerpo a su dirección, haciéndome caer encima suyo—, no quiero que te vayas —voz infantil es la que uso mientras dejaba besos en mi cuello, subiendo a mi mejilla directamente—. Yo tampoco, pero es hora de irme —sostuve sus manos con cariño, acurrucándome entre sus brazos con grandes ganas de quedarme ahí para siempre. ¿Acaso sería él quien me llevaría al altar? ¡No, basta! No otra vez con esta tonta ilusión y con pesar abrí sus brazos para poder enderezarme del regazo de él—¡Quédate conmigo! —deje un beso en sus labios y me aleje, estirando mi brazo mientras movía mis dedos con un gesto tristón como dramático—Te escribo cuando llegué —le soplé besos antes de darme vuelta para gritar un largo: "Te amo". Antes de cerrar la puerta del departamento de Miguel. Antes de bajar las escaleras hasta el primer piso pedí un Uber que gracias al cielo estaba tan solo a cinco minutos de distancia. Baje cada uno de los escalones muy despacio, tomando mi tiempo para disfrutar esos pequeños besos cariñosos que repartió en mi piel con poca sutileza. Mis ojos fueron a mi zurda justo a mi dedo anular, en donde brillaba una pequeña amatista que yo misma me había regalado para San Valentín. ¿Acaso él me daría un rubí, un diamante, o una amatista? Sería precioso que me regale una amatista gigante en una cena romántica en la playa, justo en una puesta de sol o al amanecer con un delicioso desayuno en la cama con esta cajita ahí pidiendo que la abra y gritar un fuerte SÍ a la pregunta tan esperada, esa que tanto anhelo escuchar por un hombre. ¡Tan hermoso!, definitivamente la proposición perfecta para mí. Y una sonrisa se dibujó en mis labios, esa que no podía controlar, que con la yema de mi índice comencé acariciarme, mi distracción di un resbalón que me llevó a caer sentada dos escalones antes del descanso de las escaleras—Car-a —ni quejarme pude porque un mensaje había llegado: Miguel y mi Uber. A este último es a quién le respondí el mensaje y aunque no me quise levantar, hice mi mejor esfuerzo para bajar las escaleras tan rápido como mis zapatillas me lo permitieron. Nuevamente mi teléfono comenzó a vibrar y me obligó acelerar el paso para terminar de salir del edificio. Una vez sentada en la parte de atrás del auto me dedique a responder a Miguel que ya tres mensajes me habían enviado. —Nos acabamos de despedir. —Ya sé, pero quiero saber si ya estás camino a casa. Me mordí el labio inferior después que esa pequeña risa escapó. Sin resistirme me deje caer en el asiento mientras escuchaba las ganas que me deseaba a su lado. —¿Y si me quedo un fin de semana? —¿Todo un fin de semana? —Sí, sí. De viernes a lunes sería ideal, ¿no? —Está bien, me muero de ganas que ya sea viernes para quedarme abrazarte y hacerlo una y otra vez antes de dormir. Emili se me vino en mente, ¿mi cuerpo también se volvería mariposas y me iría a otro plano? Bffff, mi vida no va ser como en la película. Definitivamente va ser distinto, ¿cierto? —Ya llegué a casa, ¿me acompañas a la cama o nos despedimos aquí? —Quiero quedarme hasta que uno de los dos duerma. Víctor, ¿Miguel podría ser como el nervioso Víctor, o sería como el Lord que la mató? ¿Y si no es ninguno de ambos?, podría tener un final feliz con él, seguro, ¿verdad? No quiero pensar más, que ya el escenario de la boda es lo que pasaba por mi cabeza una y otra vez. En altavoz puse la llamada mientras me desvisto—¿Quieres que juguemos un poco? — tan solo para tentarle me tomé fotografías que de inmediato, envié a él—. Georgi —se quejó Miguel, con una sonrisa disfrute de sus siguientes comentarios sucios y el deseo que por mí desborda. —Envíame una foto, anda. —Mejor hacemos video llamada. Quiero decir que sí, pero si lo hago me quedaría con unas ganas que no voy aguantar y voy a querer ir corriendo a su casa para hacernos feliz, pero no puedo, no hoy, tampoco mañana. Hice la video llamada, nos vimos y la sonrisa de él fue la primera en crecer, lo imite con rapidez—, quiero verte un poquito más de piel, ¿puedo? —una parte de mí quiere decir no, pero otra parte de mí lo que más quiero es entregarme sin chistar y me metí en la cama en ropa interior, cubriendo mi abdomen desnudo con la sábana, moví la tira del sujetador para descubrir uno de mis senos y enfocar para que pueda ver él, mi sonrisa se hizo más grande al ver su sonrisa y, me mordí el labio inferior—¿te gusta lo que ves? —alce mis cejas mirando sus gestos, como se muerde el labio inferior, me mira con deseo... esas ganas. Benditas ganas que me matan por tenerlo cerquita—. Amor, me tienes loco —su respuesta me hizo estremecer—. Tengo ganas de ir a tu casa, meterme debajo de tus sábanas y llenarte de besos por todo el cuerpo —cubrí mis labios con una mano, y me mordí la punta del índice—; mañana tengo que trabajar —hice una pequeña mueca que él me imitó, me dio ganas de abrazarlo. Un te amo y dulces sueños fue lo que nos dijimos antes de cortar la llamada, y aunque no quería me sentía como Emili: ilusionada, esperanzada, con ganas de vestir de novia, llevar algo prestado y azul. Aun no entiendo el ritual, pero yo lo quiero todo. Por supuesto, también al novio perfecto: Miguel. Creo. Las películas de Disney alimentan la fantasía, pero en mi caso... nací con esas ganas de vestir de blanco para decir ese famoso Sí, acepto. Valentina constantemente me dice que deje de fantasear, que tome acción... que pida matrimonio a Miguel o que le pida a cualquier otro de mis exses, pero, ¿por qué yo? Se supone que me deben pedir matrimonio a mí, que se arrodillen, me regalen una hermosa piedra y me pongan el anillo en el dedo anular pero aún nadie se atrevió hacerlo. ¿¡Por qué!?, es algo que me molesta mucho ante las inexistentes ganas de pedirme la mano, al menos hacerme una novia comprometida pero no, nada todavía. Medianoche. Teléfono apagado. Los ruidos de los autos son tan lejanos que hasta pude jurar que me estaban arrullando. Mis ojos me engañaron, mis ojos estaban cerrados, pero podía ver una pequeña silueta que parecía una mariposa, de inmediato pensé en esa novia cadáver que cambió la perspectiva del libro de mi boda de ensueños. ¿Realmente podría cumplir mi sueño?, ¿acaso Miguel podría ser quien me lleve al altar?, ay, no... Las preguntas comenzaron a nublarse, ser tan borrosas que simplemente me perdí en la oscuridad de mis párpados. La silueta se fue alargando y una mujer es la que me mostró. —¿Quién eres? —o no eres. Me removí en mi lugar, estirando mi diestra para alcanzar a esa figura que se removía frente a mis ojos, como si deseara acercarse o alejarse—. Quédate, no te vayas... quédate —di un par de pasos hacia adelante buscando la forma en como tocar esa silueta que se escapa de entre mis dedos. Maldecí bajito. Me estiré en su dirección una y otra vez hasta que caí de rodillas a lo que suponía ser el suelo, pero no estaba más que equivocada con ello porque caí a una profundidad que no podía tocar ni mirar. Agité mis manos, apreté los puños y quise gritar, pero mi voz era inexistente, no podía llegar a vocalizar, gimotear ni jadear. Nada es lo que salía de mí. ¡Quiero salir de aquí, por favor! Sentí un cosquilleo intenso en cada centímetro de mi cuerpo y las ganas de llorar fueron tan fuertes que humedad sentí en mis mejillas, apreté mis párpados, pero ni el dolor pude sentir, solo que la humedad se hacía más y más fuerte que me desespera la idea de no llegar al final de esta oscuridad. ¡Por favor!, suplique. Sin darme cuenta llegue al final, un brinco fue suficiente para que mis ojos se abrieran de golpe y la penumbra me diera la bienvenida. La hora. Mi teléfono es lo primero que busqué cuando al fin pude mover mi cuerpo, pero lo único que conseguí es tirar mis almohadas. —¡Carajo! Ronca es como sonó mi voz, y tan quedita que tuve miedo de no escucharme. Tanto que lleve mis manos a mi garganta, rogando que solo fuese un momento que no duraría más que esta noche. La habitación se volvió tan densa que ese miedo que sentía comenzó a crecer, chiquita es como me comencé a sentir. ¿Qué es esto? Apreté los párpados deseando que todo terminará, rogando que así fuera y subí las mantas para poder cubrirme hasta las narices, aun manteniendo los ojos cerrados todavía. Pedí muy bajito que la pesadilla terminará ya. Cuando nuevamente mis ojos se abrieron la luz del día ya entraba por los filos de las cortinas, aun abrazando mi almohada busqué mi teléfono en mi mesa de noche, en el suelo, hasta la silla que está a los pies de mi cama y ahí lo encontré aún enchufado a la corriente. Me levanté de un salto para moverme a retirar el enchufe, doblarlo y cerrarlo para devolverlo a su sitio. Antes de encender el teléfono bebí un poco del vaso de agua que estaba al lado de mis piedras que me hacían compañía cada día y cada noche.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

UN TOUCHDOWN A TÚ ❤️

read
225.7K
bc

Casado con la ¿Gordita?

read
312.6K
bc

AMOR CON ODIO

read
12.9K
bc

En los Zapatos de Renatas

read
1.3K
bc

Efimero (Devil's touch)

read
372.8K
bc

Mi jefe esta paralitico

read
3.2M
bc

Una esposa de mentira. Saga familia Duque.

read
8.4K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook