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The love is not for everyone

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Blurb

Frank es un tipo descomplicado, no se da mala vida en nada y es algo inmaduro a veces, pero es extremadamente complejo cuando está manos a la obra. No por nada se ganó el título en la policía de la región del “fantasma” porque no deja huellas ni rastro a la hora de estafar a alguien nuevo. A sus veintinueve años no ha cometido ningún error él ni sus compañeros de trabajo. Todo iba bien hasta que su madre lo obliga a entrar a trabajar en la compañía familiar donde encuentra a Dylan, su asistente, un chico recién salido de la escuela que se vuelve su tormento, porque no lo deja en paz en ningún momento. Siempre siguiéndolo, siempre tratando de agradarle y que algún día pueda verlo como algo más que el niño que cumple con las tareas que el mismo debería hacer, pero Frank no es un tipo que cede, menos con alguien doce años menor que él y menos estando él a punto de casarse. ¿Acaso Dylan logrará conquistarlo? ¿o morirá en el intento?

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Capítulo 1
Prefacio No sé si alguna vez te escribí algo o me tomé el tiempo necesario para hacerte saber lo mucho que llegué a amarte. Hoy en día miro atrás y no puedo evitar analizar todos mis errores, las muchas veces que te grité, te ignoré o que fui completamente egoísta, porque solo buscaba ser feliz contigo y no es precisamente esto lo que esté mal, pero me arrepiento de la forma en que busqué esta felicidad, me arrepiento de no haber sido sincero contigo y que la última vez… esa última vez que te vi con tu camisa rosa y tus jeans azules, tus ojos lloraban, sufrían y sabía que no podía hacer nada para remediarlo.  El daño estaba hecho y no había vuelta atrás, lo peor es que no pude ni siquiera acariciar tus mejillas una vez más porque ellos no me lo permitían, pero aún así sé que entendiste lo que quise decir con mis ojos, sé que si sabías cuánto llegué a amarte o lo desesperado que llegué a estar por no poder estar a tu lado. No tienes idea de cuánto lamento todo, lo lamento, de verdad. A veces, cierro los ojos y recuerdo la primera vez que te vi, y creí que era una broma porque no podía creer que un chico tan pequeño y tan adorable, tuviera la capacidad de estar en un puesto tan importante, pero no pasó ni un día cuándo me demostraste que sí eras capaz, eras mucho mejor que yo en todos los sentidos posibles y me percaté de esto de inmediato, pero no dije nada porque estaba ciego, encerrado en mis propios pensamientos egoístas y en mi falsa vida, que hasta tú conocías más yo.  Sí, tu conocías quién yo era en verdad y muy tarde me di cuenta de eso, que esa noche mientras dormías en la casa de tu abuela, dibujé una estrella en tu frente y mentí cuando dije que lo hice por molestarte. Lo hice porque te observaba y por dios, cuánto moría por tocarte… pero no me atreví a hacerlo, así que te toqué de lejos con mi marcador y esto no fue suficiente porque en la mañana aquella cuando te llevé a playa y mis ojos no podían apartarse de ti, buscaba excusas tontas para poder acercarme o poder si quiera llegar a tocarte. Aún late como loco mi corazón al recordar la noche en que te besé por primera vez. Recuerdo que me rogaste que lo hiciera y gracias a eso, fue que me atreví a hacerlo, ese tierno primer besó que marcó un antes y un después en mi vida, porque supe en ese momento que ya no podía volver atrás porque ya no me pertenecía a mí mismo, sino a ese chico que siempre estaba detrás de mí, ese que se colgaba a mi cuello como mono sin importarle donde estuviéramos o quién nos observaba, ese tierno niño que se sonrojaba al verme o hacía todo lo posible porque yo estuviera feliz.  Recuerdo todos y cada uno de los besos que te di, recuerdo las miles de veces que aspiré el dulce aroma de tu cuello, las veces que acaricié tu espalda desnuda o besé tus pequeñas manos, que comparadas con las mías, me hacían ver como un gigante sacado de circo. Cómo extraño tus manos… como extraño tus labios. Recuerdo cuando los acariciaba y tu reías creyendo que me había obsesionado contigo.  Tal vez si lo estaba, pero no era solo yo el que lo estaba. Por algo me perseguiste por tanto tiempo y yo fingiendo que odiaba que lo hicieras, me sentía feliz cada vez que aparecías sonriendo frente a mí, amaba como brillaban tus ojos cuando te invitaba a salir o simplemente cuando te miraba y acariciaba tu rostro y sentía que el tiempo se detenía, porque sí se detenía, sí lo hacía en esos instantes en que miraba el infinito en tus ojos… Mismos ojos miel que ahora ven a alguien más, que suspiran por otra persona, pero aun así, no puedo evitar recordarlos y ni con los años que han pasado, creo que pueda encontrar nunca a una persona que me mire como tú lo hacías… quisiera retroceder el tiempo para poder besarte así una vez más, con una sola me bastaría para poder continuar tranquilo, fingiendo que estoy bien, cuando mi realidad se aleja mucho de ello, pero sé que debo hacerlo así como tú lo hiciste y no puedo culparte por lo ocurrido, no podría hacerlo.  Espero que así sea por casualidad o por cosas del destino, que mis ojos sean hoy, mañana o en veinte años, puedan verte una vez más y guardaría esa imagen por siempre en mi memoria. Primera parte: Comienzo de la historia que cambió mi vida. --10 años antes-- Me reclinaba en la silla y mamá me miraba a la distancia incendiándome con los ojos, como si quisiera colgarme delante de todos y sé que ganas no le hacen falta. Sé que odia que haga esto, porque siempre suelo caerme, pero en un momento como este era eso lo que menos me importaba. Estaba inconforme y no me importaba hacerlo saber a todos. Papá hablaba a los trabajadores y yo estaba sentado al lado de mamá, frente a ellos en la sala de conferencias. Hoy era mi primer día oficial trabajando en la compañía de mis abuelos, que ahora estaba a mano de mis padres y son quiénes me obligaron a estar en este puesto.  Originalmente era mi hermano Leo el que iba a ocupar el cargo por ser el mayor, pero… era imposible que el ocupara un cargo tan importante y menos teniendo que dirigir a tan basto número de personas. Leo era un inútil y todos lo sabíamos. Ha fracasado en todo lo que ha intentado. Primero entró a la escuela de aviación, hizo pagar a mis padres la costosísima matrícula para luego ser echado por andar de juerga con el otro inútil de Dylan, su mejor amigo, quién era un poco más útil que Leo, pero aun así, diecisiete años menor que él. Sí, diecisiete años, Leo tenía ya treinta y cuatro años y seguía comportándose como el bebé que nunca dejó de ser. Andaba con él y sus amigos porque los conoció en una fiesta del campus de su anterior carrera fallida. Dylan, su mejor amigo, lo superó por lejos. Es que vamos, cualquiera con cinco centímetros de cerebro lo superaría. Al menos su amigo si logró graduarse de la escuela sin perder años, no como Leo que se graduó a los veintiuno.  Dylan estudia segundo semestre de ingeniería de sistemas y es por esto que trabajaba en la compañía de mis abuelos (con un permiso firmado por su madre ya que es menor), aunque de igual forma, sé que es un vago irresponsable y no dudaré en correrlo a penas entre. Por su culpa hace unos meses, no se pudo lanzar el videojuego que papá tardó dos años en programar. Se tuvo que lanzar casi dos semanas después porque en el día de la presentación que él debía hacer, se quedó dormido y llegó casi una hora tarde. Lógicamente el lanzamiento se tuvo que aplazar y le dije a papá que lo corriera, pero no lo hizo porque dice que el aun siendo irresponsable y demás, es el mejor programador que tiene la empresa y esto significa mucho para él siendo que él solo tiene diecisiete años, no se ha graduado y ya es el mejor que ha conocido. En fin, omitiendo al inútil amigo de mi hermano, la segunda carrera de Leo fue nada más y nada menos que música. No entendía como eligió algo así, no tenía nada que ver con lo primero y no es por desmeritarlo, pero sé que él no tiene ningún talento musical. No podría tocar bien un instrumento aunque su vida dependiera de ello. Por supuesto, mis padres apoyaron cuando Leo dijo que quería ser baterista y le compraron una batería de las mejores que hay. No sé cuan frustrado me sentí en ese momento porque yo siempre pedí una batería, pero nunca quisieron darme una. El solo lo hizo por los amigos que tenía, que estaban en ridículas bandas punk, pero todos ellos carecían de talento alguno. Literal solo fumaban m*******a el día entero y le arrojaban piedras a los policías en cada protesta que se presentara. Por algo hace tres años Leo estuvo detenido por casi una semana. Solo por protestar por algo que él desconocía. Me reí muchísimo cuando estuvo detenido, tanto que a su tercer día, fui a la estación solo para reírme de él. Él me quería golpear pero los barrotes se lo impedían, así que me volteé de espaldas y le enseñé mi trasero. Aun así, siendo que yo lo trataba un poco mal, él no era así conmigo y por el contrario, era una carga. Siempre andaba encima de mí, siguiéndome a todos lados. Dice que me admira y sé que me quiere. Yo también a mi modo, pero solo se lo demostraré cuando sirva para algo. Trabajar en la empresa familiar no era mi sueño, ni el de Leo, pero sí el de Mary, mi hermana menor. Toda la vida quiso crear los juegos de guerra o estrategia como los que diseñaba papá junto a su grupo selecto, pero aún no podrá hacerlo porque está aún en la escuela. Así que solo quedaba yo, el estúpido de Frank, el que no importaba su opinión, debía cumplirle a la familia como decía mamá. Odiaba cuando decía eso. Por mi parte, pocas cosas buenas puedo contar sobre mí. Terminé la escuela a los quince y a los veintidós ya había terminado mi judicatura sin ningún inconveniente. Ese era un hecho desconcertante para mi familia. Se preguntaban cosas cómo: ¿Cómo es que a tus veintinueve años aún no has ejercido el derecho? ¿Cómo es que no estás en un bufete? ¿En qué carajos trabajas Frank? ¿Cómo ganas tanto dinero? Para todo esto hay una respuesta y no es la que todos quisieran escuchar, o al menos no la que moralmente sería bien recibida. Soy un estafador, o timador, rufián o como quieran llamarlo. No hay otra forma de definirlo. Hoy puedo ser Frank Castellón, abogado y futuro penalista, y mañana soy Cristian Ortega, gerente de recursos humanos de la farmacéutica salud para todos, o puedo ser Luis Andrade, el tipo que instala tvcables.  Tengo treinta y dos identidades diferentes que Maya, mi compañera de trabajo por así decirlo, ha creado para mí. Ella es la mejor hacker que haya podido conocer en toda mi vida, es la mejor en lo que hace y me ha salvado tantas veces que no las puedo calcular. Ella tiene veinticinco años, es pequeña, blanca y aparenta tener veinte o menos, porque usa el cabello corto, parece un chico recién puberto y usa ropa de gamer, es una chica tomboy o creo que así se le dice. Es muy hermosa y cuando la conocí, pensé en invitarla a salir, pero luego me di cuenta de que no le gustaban los chicos. Mi otro compañero es Kit, así tal cuál es su nombre. Él es el mayor de los tres, este año cumplirá los treinta y sinceramente, aparenta más por la mala vida que lleva. Se la pasa bebiendo, fumando cigarrillos y poco duerme por quedarse jugando Black ops con Maya. No sé cómo esos dos sobreviven sin dormir, son muy inmaduros, es como vivir con niños. Kit es como de mi estatura, alto, bronceado, pero a propósito. Suele ir a que le bronceen el trasero, no sé por qué hace eso. Es delgado y tiene el cabello bajito. Siempre viste elegante, con trajes blancos playeros, caquis, azules, etc. Lleva a diario anteojos de sol costosísimos, así sea de noche, porque si no cree que perderá el estilo y como es de esperarse, usa relojes de marca por los cuales nunca ha pagado un centavo. Todos se los ha robado, no sé dónde encuentra gente que usen relojes tan estrafalarios como los que le gustan y no, no es que literalmente los asalte, pero usa métodos similares a los míos, se hace pasar por cliente, abogado, contador, lo que sea y así, en confianza, hurta lo que se le antoje. Él es el que busca los contactos importantes, tiene muchos amigos de la élite y no hay semana en que no tenga a nadie en la mira. De los tres, creo que yo soy el peor, y con peor me refiero al mejor en lo que hacemos. Me valgo de mi rostro, por así decirlo, para obtener lo que quiero. Como mencioné anteriormente, soy de la estatura de Kit, tengo el cabello lacio n***o, cejas gruesas y piel blanca. Soy idéntico a mi abuelo, o al menos eso dicen mis familiares. Sé que soy atractivo, me di cuenta hace mucho de eso y no usé esta ventaja para lo típico que sería acostarme con quién quisiera.  No, la usé para ganar dinero.  Parece algo tonto de pensar que tan solo un rostro por sí solo logre algo como esto, pero es así suceden las cosas. Las personas me toman confianza más rápido, porque jamás pensarían que un tipo con mi apariencia y vestimenta los va a engañar. Que la gente se fije tanto es las apariencias me sirvió de mucho y por esto, yo era el del trabajo sucio. Yo era el que me tenía que involucrar directamente con la gente, el que tenía que cambiar de vestimenta, usar pelucas y demás. La última vez hicimos algo muy difícil, que jamás pensamos que pudiéramos lograr, pero sucedió. Kit tenía visto a nada más y nada menos que al señor Mark, el dueño de la importadora de calzado más famosa de toda la región. Kit sabía que el guardaba muchísimo dinero en su casa, lo supo gracias a que se había hecho cercano a él, era su nuevo contador. Sabíamos que el señor Mark había mandado a instalar unas alarmas de seguridad por un intento de robo fallido y le pidió a Kit alguna referencia… Maya y yo, llegamos bajo el nombre de seguros S.A, que es una importante compañía de la ciudad y cuando los tipos de seguridad verificaron en la página nuestras identificaciones, aparecimos de inmediato. Esta es una de las muchas cosas que podíamos lograr gracias a ella. E ntramos. Kit entretuvo al señor Mark y a sus gorilas con unas mujerzuelas que les había prometido hace días. En ese momento, mientras follaban a esas chicas, Maya y yo vaciamos todo, cajas fuertes, joyas de la esposa, elementos de valor, etc. Lo mejor de este robo, es que el señor Mark, pensó que habían sido las prostitutas. Jamás sospecharon de nosotros. Ese es nuestro modus operandis, usualmente entro solo a las oficinas o despachos con excusas similares y vacío desde cuentas bancarias hasta información valiosa y comprometedora, por la que más de uno ha estado dispuesto a pagar mucho dinero. Sé que lo que hago está mal, pero al menos sé que no le hago mal a gente que no lo merezca. Todos tienen un pasado criminal, historial de corrupción y demás. Soy como un Robin Hood moderno, pero más descarado y con más tecnología. De esta forma, abandoné mi casa hace ya varios años y vivo en un apartamento muy grande con Kit y Maya. Todo marchaba bien, a la perfección y ahora por este trabajo nuevo, puedo ver lo mucho que se van a frustrar mis planes. 

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