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Mr. Black

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Blurb

Sadie Evans trabaja como asistente personal hace tres años para Maxwell Black. Es alegre y optimista, su vida es tranquila pero su vida sentimental pésima, salta de cita en cita hasta que desiste cansada de sus pésimas experiencias.Maxwell Black es un empresario frío y distante con todo el mundo. Su vida es únicamente su trabajo al punto que perdió a su prometida por ello, sin embargo, todo cambia cuando vuelve a verla en un evento de la mano de su rival comercial.A Maxwell no le gusta perder y decidido a recuperarla le propone a su asistente que finja ser su prometida para darle celos.Todo debía ser simple, un trato que acabaría al recuperar a su antigua novia, pero en esta convivencia los límites comienzan a desdibujarse y la cercanía entre Sadie y Maxwell empieza a confundirlos al punto de no saber que es real y que no.¿Que pasara cuando los sentimientos entre ambos sean más fuertes?¿Podrá Sadie penetrar ese duro corazón? ¿Podrá Maxwell mostrarse tal cual es?¿Realmente el trato acabará cuando el recupere a su ex prometida?Todo va a cambiar para ellos y no hay manera de que puedan evitarlo.

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Capitulo 1
Era un hecho casi científico que yo odiaba los lunes y más los lunes por la mañana. Esa frase de que es un nuevo comienzo lo único que me recordaba eran mis desastrosas citas del fin de semana. Porque si, yo aún pensaba a pesar de todo en encontrar a mi príncipe azul. Sin embargo, este lunes en particular me despertó reflexiva y no pude no analizar la cantidad de malas citas que había estado teniendo en los últimos meses. ¿Era yo? ¿Mis expectativas estaban demasiado altas? No lo sé, quizás debería tener un tiempo fuera del asunto. Me acomode el pelo, alise mi falda y me dispuse como cada lunes a trabajar y mi labor consistía ni más ni menos en ser la asistente personal del señor Black. Y debo añadir, era muy buena en ello. Camino por el pasillo saludando a mis compañeros hasta llegar al ascensor que me lleva directo a mi piso ya que al ser la asistente del director mi puesto estaba justo frente a su oficina, en ese piso además de mi estaba Susan la asistente del gerente el, señor Dalton. La saludo con una sonrisa que me devuelve y comienzo a acomodar mi escritorio y a preparar el café tal como a mi jefe le gusta. No me pregunten como pero antes de que vea la hora y marque las ocho treinta ya sabía que el hombre había llegado, es como una especia de onda radioactiva que emana. Mi jefe. Maxwell Black. La única persona para la cual parezco un ser completamente invisible. No era fácil trabajar para él, era demandandante y perfeccionista, jamás daba las gracias por nada y nunca ni una sola vez me miraba más de escasos segundos. Recuerdo que el primer año viví aterrorizada de que me despidiera, porque obviamente su cara jamás muestra ni una sola emoción con lo cual no sabía si lo que hacía estaba bien o mal. Con el tiempo entendí que no era humano, se asemejaba más bien a la descripción de un robot y me relajé y comencé a entender su dinámica de trabajo y me amoldé al instante. No por nada soy la única asistente que le ha durado tanto tiempo. Sus pasos se escucharon fuerte por el pasillo, no saludo como siempre, pero yo ya tenía la pila de papales la agenda y su café en mano para seguirlo hasta su oficina. Entre luego que él y dejé su café en su escritorio y tomé su saco para colgarlo en el perchero, su perfume tan característico de el me golpeó con fuerza. -Buenos días señor Black- No respondió, nunca lo hacía en realidad, pero yo no dejaba de saludarlo cuando llegaba. Solo se sentó abrió su portátil y tomo un sorbo a su café. Vi una leve mueca de satisfacción como cada que tomaba su primer sorbo, pero era casi tan efímera que muchas veces pensé que la había imaginado. -Envió los archivos que le pedí al abogado? - Su voz no tenía una mínima nota de emoción, era fría y distante. Casi podía afirmar que el señor Black atemorizaba a la gente, era algo particular porque jamás gritaba por nada, pero su mirada te paralizaba. Esos ojos azules como el hielo sumado a su grave vos te atemorizaba más que una película del exorcista. -Por supuesto señor- Coloque la pila de papeles y sobres delante de él, toco apenas y los corrió hacia un lado- También tengo los informes de contaduría. -Derek debía traerlos- Soltó con el mismo tono de voz, Derek le tenía terror por ese motivo siempre me pedía que los informes se los diera yo. -Estaba de pasada a una reunión- No dijo nada- Bien, tiene reunión a las diez y a las doce el almuerzo con la gente de Sloan Company, tiene turno con el medico a las quince y ya recogí su smoking de la tintorería. No respondió, nunca lo hace. -Necesito reservas para cenar mañana- Dijo sin mirarme- Para dos personas, cualquiera de mis lugares predilectos está bien. -De acuerdo- Sera que finalmente formalizara con alguien? No es que me importe, pero después de romper su compromiso meses atrás no se lo ha visto con nadie más. Y vamos no es como si le faltaran oportunidades el hombre es imponente. Aunque esa mujer me caía pésimo si soy sincera, nunca supe el porqué del rompimiento, pero antes que suceda se paseaba por aquí como si ya fuera la dueña tratando mal a todo el mundo. Era tan hermosa como despiadada. Quizás estaban enamorados, pero a Kate Bradshaw se le notaba más su amor por la billetera del señor Black y no juzgo porque cada pareja es un mundo. -Eso es todo- Dijo sin mirarme y con una tacita invitación a abandonar su oficina. -Por su puesto señor, estaré en mi escritorio por si necesita algo- Ninguna respuesta, pero era casi como nuestra rutina laboral donde yo hablaba y el no. Volví a mi escritorio dispuesta a los quehaceres que tenía el día de hoy, me aliviaba saber que era las que más había durado a su lado y eso debía llevarlo con la frente en alto. Aquí las únicas personas que duraban eran los directivos y aquellas personas que no se dejaban intimidar por el jefe. El resto si tenían mucha suerte duraban seis meses y los que no quizás podían contar hasta el tercer mes, yo ya llevaba tres años aquí por lo cual se podría poner en el libro de los records. Sabia como debía manejarlo y que hacer para que no se moleste, además era muy eficiente y me gustaba. Cuando lo complicado paso todo se volvió más sencillo, aprendí su rutina y a conocerlo dentro de lo que cabe por supuesto ya que me hablaba poco y nada, él no era amable y yo no esperaba que lo fuera, no es como que iba a elogiar mi trabajo o a darme las gracias. Pero funcionábamos y eso era lo que contaba. Prendí mi computador y así comencé con cada tarea que debía realizar este primer día de la semana, estaba segura que está semana sería eterna pero bueno, ya era lunes ¿no? un día menos hasta el fin de semana.

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