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¿Cómo Vengarse De Un Esposo Infiel?

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¿Cuál fue tu reacción cuando te enteraste de la infidelidad de tu pareja? ¿Perdonaste su traición? o ¿Acabaste con la relación?. Cuando las personas se enfrentan a esa prueba siempre están estos dos caminos, quedarse y luchar, o dejar y seguir solo. Pero no importa la decisión que tomen, lo único que tienen en común es que terminan siendo la víctima a la que lastimaron. Pero… ¡¿Por qué no tomar venganza y ser el villano de la película?!.

Eylin, decidió ser una villana cuando se enteró de la infidelidad de su esposo. Quince años de matrimonio y dos hijos, no fue suficiente para que él la respetara. Es por eso que decide vengarse, ¿Cómo? ¿Será que le pagara con la misma moneda? ¡Por favor!. Nada más trillado e inútil que eso. Eylin no va a reclamar, fingirá que no sabe de sus infidelidades, pero va hacer que su esposo vuelva a perder la cabeza de amor por ella, y una vez que él vuelva a desbocarse por ella como cuando eran novios. Le partirá el corazón pidiéndole el divorcio.

Ante los ojos Eylin, el plan resulta fácil. Pero…¿Tendrá el valor de dejar a su esposo una vez que este matrimonio reviva las llamas? ¿Será capaz de destruir a su familia sin importarle el daño que ocasionará su decisión, o por fin se pondrá en primer lugar antes que sus hijos y esposo?

#programaactualizaciónverano #summerupdateprogramme

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Prólogo
La noche estaba en pleno apogeo, la algarabía estaba presente. La elegancia, el derroche de lujo y ostentosidad eran los protagonistas. Se encontraban las personas más importantes de Italia: Empresarios, actores, modelos, políticos, embajadores. Todos reunidos en esta fastuosa fiesta que la familia Fiore, dueños de uno de los más grandes conglomerados empresariales del país. La fiesta más esperada del año. Donde todos tenían la oportunidad de alardear su fortuna y crear conexiones con otras empresas. Mario Fiore, el heredero y futuro presidente de este imperio familiar, observaba complacido a su alrededor. La fiesta era un éxito, estaba más que satisfecho y complacido, en realidad… ¡Estaba orgulloso! Su pecho hinchado y su frente en alto tenía nombre y apellido, Eylin Russo De Fiore, su esposa. Esta era la primera vez que ella se encargaba de la organización de todo este colosal evento. Siempre fue su madre la que se encargaba de este festejo. Al principio dudaron si era capaz de lograrlo, pero la mujer no solo cumplió las expectativas sino que las superó. Sigue siendo un misterio para él de donde sacó su compañera de vida la iniciativa y la determinación para tomar ese desafío, no era algo propio de ella. La mujer tranquila y sumisa que se dedicaba de lleno a su familia de repente decide tomar no solo un desafío sino muchos otros en menos de seis meses. Al principio se opuso. Estaba preocupado por ella, pero se tranquilizó poco a poco, al ver de lo que su mujer era capaz. “Como amo a esta mujer”, pensó al verla entrar. Su silueta despampanante envuelta en un fino y elegante vestido color jade, que resaltaba su piel dorada y su cabellera brillante como el oro, fueron los causantes de robar aliento a más de un caballero ahí presente. Su delicado y sensual caminar lo estremecía. A pesar de tener quince años de matrimonio, Mario sentía que estaban en el mejor momento de su relación. La pasión estaba más que presente en sus vidas. Se sentía honrado de tener a una mujer tan hábil y capaz como era Eylin. Era la mejor madre que había conocido. Ese día más que nunca se sentía pleno, poderoso. Tenía esa sensación de logro que las personas tanto buscan. Millonario, inteligente, guapo, dos hijos hermosos, un matrimonio sumamente feliz con una mujer impecable y despampanante. Lo tenía todo. Sentía que estaba en la cima del mundo y que nada ni nadie lo podía derribar de esas alturas. —Mia bella —dice tomando la mano de su esposa y haciendo que gire en su eje para contemplar su belleza—. Debería sentir celos porque estás robando demasiadas miradas pero —toma su cintura como poseso—... Prefiero ser la envidia de todos los hombres aquí. Eylin coloca sus manos con mucha sensualidad sobre su pecho fornido y acercando su rostro al de su esposo le dice rozando sus labios. —Ahora lo eres amor. —Besa los labios de su esposo con experticia— Pero ¿Sabes algo?…A partir de hoy, todos los hombres morirán por ponerse los zapatos que tienes puesto. Sus palabras fueron un poco ambiguas para él, sintió un tono irónico y desafiante en la voz de su esposa que no logró descifrar y más por la expresión altanera de su rostro, pero una vez que ella esbozó una sonrisa dulce, hizo que descartara su extrañeza. —Disfruta de la fiesta amor, me inspiré en ti. —hablaba mientras le daba un pequeño toque con su dedo a su nariz —. Además… Preparé una sorpresa para ti… Una muy especial. Te va a encantar —Dijo su esposa con un ánimo que lo contagió. —¿En serio?. —Apretó sus manos que tomaban posesivo la cintura de su esposa—. La esperare con ansias —dijo con un susurro seductor. Eylin besó una vez más a su esposo. Un beso que robó su aliento. Un beso que despertaba en él su hombría, su deseo de tomar a esa despampanante mujer. Un beso que lo hacía sentir el hombre más grande del mundo. Sin miramientos, y quitándose por un segundo la careta de esposa perfecta, Eylin abrió sus centelleantes ojos azules con odio. “No tienes ni la menor idea de lo que te espera Mario. Hoy por fin te destruiré” Volvió a cerrar los ojos para finalizar el beso. Una vez que se separaron él, con todo el amor que sentía en su pecho le dijo. —Te amo, esposa mía. Gracias por darme los mejores años de mi vida. No pude haber escogido mejor a mi compañera de vida. Irresoluta, Eylin se esforzó para no mofarse en su cara. Con un trabajo, que hasta a ella le sorprendía, le mostró una sonrisa que aparentaba sinceridad. —¿En serio? ¿Nunca deseaste estar con otra mujer diferente? Su pregunta le dio un vuelco a su regocijado corazón. La conciencia lo acusó, pero como un experto mentiroso, se limitó a sonreír y responder con toda la solemnidad. —Jamás. Hice un pacto con mis ojos para solo verte a ti cariño. “¡Já! claro, pero no lo hiciste con tu pene ¿No?” Eylin reprochó con ira en su mente. —Claro que sí. —Sonrió mostrando su dentadura perfecta—. Sigue disfrutando la fiesta cariño, pronto vendrá la mejor parte. Eylin se alejó coqueta de su esposo y Mario siguió a su esposa con la mirada. Cuando se perdió de su vista fue a buscar otra copa de champán. Y en su camino de regreso se encontró de frente con Naomi Caruso. De inmediato detuvo su andar, se suponía que esa mujer no debía estar en esa fiesta. —¡¿Qué demonios haces aquí?! —preguntó Mario con molestia. —Tu esposa me invitó cariño —le respondió la rubia falsa con coquetería. —No mientas. Ella nunca te invitaría, y lo sabes. —¿Ah no?... y entonces ¿Qué es esto? .—Saco de su bolso de mano la invitación y se la extendió a Mario—. ¿Vas a decir que la falsifiqué? Mario estaba confundido. No solo tenía la invitación, sino que era una invitación VIP que muy pocas personas recibieron. —¿Qué te dijo mi esposa cuando te la dio? —indago, esto no olía bien, “de algo me estoy perdiendo”, se advirtió el mismo. —Me pidió disculpas por nuestras discusiones, me dijo que se sentía insegura ante una mujer tan bella como yo, pero que el problema lo tenía ella, ya que tu nunca le has dado motivos para dudar de tu fidelidad. —Eso no tenía sentido para Mario, Eylin odiaba a Naomi, y mucho menos es mujer de decir esas cosas de ella misma, primero muerta —. Hay que ver que tu esposa es bien tonta y ciega si en verdad no ha visto la clase de hombre que eres… Por eso dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Las palabras de Naomi lo enardecieron. La miró para matar, no toleraba que ninguna mujer hablara mal de su esposa. Pero sus engranajes seguían trabajando, y esa información hizo que todo fuera claro para él. —No querida, la estúpida y ciega eres tú que no te diste cuenta que te tendieron una trampa y caíste muy pero muy fácil. El rostro de la mujer se volvió rojo de inmediato. Iba a reclamarle a Mario pero él no iba a perder su tiempo con ella; estaba decidido a buscar a su esposa. Ahí lo supo, lo comprendió. ¡Su esposa sabía!... Sabía de sus infidelidades, y conociéndola como la conocía, sabía que algo estaba tejiendo tal cual tarántula ponzoñosa. Pero era tarde. ¡El show ya había comenzado! —Muy buenas noches, mis amados invitados. Damas, caballeros. —La voz de Eylin se escuchaba desde la pequeña tarima que se encontraba a la vista de todos—. Espero que la estén pasando muy bien. Primero que nada, les agradezco por honrarnos con su presencia. La familia Fiore está muy complacida. En estos momentos quisiera que me dedicaran su atención. Ya que como saben. Mi amado esposo, Mario Fiore, y yo, cumplimos quince años de matrimonio. —Eylin vio el rostro de su esposo, y mirándolo con reproche continuo su discurso— Quince años, en los cuales entre a formar parte de la familia que toda mujer soñadora e ilusa espera. Quince años de los cuales salieron dos maravillosas personas, que son nuestros hijos… Mi razón de ser y de vivir. —Eylin rompió el contacto visual con su esposo y vio al publico—. Es por eso que esta noche tengo una sorpresa para él. —Miro a Mario otra vez—. Es mi regalo de aniversario… Cariño, por favor sube a mi lado. Todo el mundo rompió en aplauso y el reflector lo iluminó a él, irónicamente la luz también reflejó a Naomi, cosa que se proyectó claramente en la inmensa pantalla que estaba en la tarima. Mario caminó con duda, estaba a la defensiva, sospechaba que nada bueno iba a salir de eso. Eylin lo miraba excitada, estaba saboreando cada segundo de este momento, quería grabar en su mente el momento en que destruiría a ese hombre, al hombre que ella amó con locura, y el que destruyó su corazón. Mario llegó a su lado y ella le extendió la mano, tomándola se acercó a ella y le susurro. —¿Qué estás tramando Eylin? —Te lo dije, te tengo una sorpresa, solo disfruta. —Eylin, hablemos primero, yo… —Por estos quince años —le interrumpió Eylin para seguir hablándole al público—... Me dediqué de lleno a amar y respetar a mi esposo. De verdad que lo he amado con toda mi alma. Cuando nació nuestro primer hijo, no dude en darle otro de inmediato, es por eso que tenemos a nuestra princesa. —Eylin miró a Mario con un dolor en sus ojos que lo estremeció—. En verdad que amé con locura a este hombre frente a mi… Tanto lo amé, que me dejé a un lado para entregarme a él. Para ser —su voz se quebró—… Para ser la mujer que él merecía, la mujer que creía que él se sentiría orgulloso de decir que soy su esposa —En ningún momento dejó de mirarlo. Sus ojos cristalizados amenazaban con derramar lágrimas—. En verdad pensé que esa era la mejor vida que podía merecer. —Hizo una pausa para reponer su melancolía y soltar las palabras que tanto esperaba decir en estos últimos meses—. Pero que estúpida e idiota fui. —El silencio de confusión del público se hizo notar—. Dediqué mi vida a alguien que nunca mereció tenerme en primer lugar. Mario miró al público, las personas murmuraban. Nadie entendía nada. Miró a Eylin que lo observaba sintiéndose la más grandes de las diosas, Su frente en alto, pecho erguido y ceja levantaba le dio el aspecto de mujer empoderada que tanto quería aparentar. Mario no la reconocía, esa no es la dulce y sumisa Eylin que solo se limitaba a decir “Como a ti te parezca amor”. Sintió pavor. —Eylin amor, hablemos… Yo… —Te tengo una sorpresa amor, espero que la disfrutes. Eylin no lo dejaba hablar. Tomó una carpeta y se la entregó. Mario la tomó con duda, con manos temblorosas abrió para leer el contenido. Se paralizó, sus ojos desorbitados no podían creer lo que estaba leyendo… Era… —¡Quiero el divorcio! —dijo contundente una Eylin empoderada, que jamás permitiría que un hombre la pisotee ni se burle de ella. El grito de asombro del público fue como las escenas de película, todos gritaron menos Naomi, quien miraba extasiada y divertida la escena, por fin se acabaría ese matrimonio que tanto intentó acabar—. No pienso durar ni un segundo más con un hombre como tú. Mario negaba, no podía creerlo. Él no podía, ni pensar, separarse de su esposa, de esa mujer que tanto amaba con su alma. —Eylin amor —hablaba desesperado—, ¿Por qué haces esto? No se que sea lo que te dijeron, pero es mentira. Hablemos amor, nosotros podemos con esto y más. Eylin comenzó a reír como una lunática, su carcajada era aterradora, un frío se coló por toda la cervical de Mario. —¿Mentiras? —dijo una vez que dejó de reír— ¿En serio?. Así que eres descarado hasta el final ¿Eh?... Bien, ¿Veamos qué justificación le das a esto? En la pantalla se empezaban a proyectar varios videos. Todos eran imágenes lascivas y hasta pornográficas. Diferentes mujeres se proyectaban, rubias, morenas, pelirrojas, pelinegras. Sus rostros estaban censurados, menos el de él. El cuchicheo y los gritos se hicieron más fuertes y contundentes según iban pasando las escenas. Mario estaba atónito. En qué momento lo habían grabado. Él, que había sido tan cuidadoso con sus aventuras. Él, que se esforzó tanto por no dejar huellas de ellas para no lastimar a su esposa. Él, que creía que se comía el mundo con su doble vida. Él… había sido expuesto delante de todos, estaba acorralado. La sonrisa de alegría que tenía Naomi hace unos minutos se había desaparecido. Con su doble moral de ser la amante, ella se sintió traicionada al ver que su “hombre” se estrujaba en la cama con más de una mujer. Su sangre hervía de la ira, pero ese fuego se extinguió apenas vio su rostro proyectado en la pantalla. Ella era la única mujer que no fue censurada, y no solo se mostraron sus videos con Mario, también sus amoríos con otros hombres. Un golpe más para él ego de Mario. Pero a Mario lo que menos le importaba era Naomi. Su angustia y agonía era perder a su esposa. La gente que estaba alrededor de Naomi la observaba con desprecio y hablaban sin importarles que ella los escuchara. —Amor, por favor, escúchame. Eso fue hace mucho tiempo… Lo sé, me equivoqué, me porté mal, pero eso ya es parte del pasado, yo me corregí… enderecé mis caminos, te juro que no volverá a pasar. Mario hablaba desesperado. Se sentía el pánico en sus palabras. Pero ni porqué se arrodilló delante de Eylin, ella ni se inmuto. No sentía nada. Su amor por él se desangraba, le dolía su traición. Pero era su amor propio, ese amor que destruyó al entregarse a él, ese amor que revivió en estos últimos meses, ¡Ese amor!, es lo que la mantenía de pie, erguida como una reina. Imperturbable. Decidida a que este dolor iba a pasar e iba a encontrar a alguien que si mereciera su atención. —Mario, ni lo intentes. No pierdas tiempo. No te humilles más delante del público y firma el divorcio —Ella se acercó peligrosa y le susurro al odio —. No intentes recuperarme porque ya tengo al próximo dueño que se pondrá tus zapatos cariño. Y sabes algo, les van a quedar muy pequeños para la clase de hombre que es él. Con una sonrisa lobuna, Eylin se alejó, dejándolo más que aplastado. —Sigan disfrutando de la velada. Espero que mi regalo de aniversario les haya gustado. Eylin hizo una reverencia tal cuál la hacen los actores al finalizar su obra. Muchas mujeres, que se sentían en sus zapatos, comenzaron a aplaudir por su valentía y determinación, esa determinación que ellas no tuvieron, cuando sus esposos les fueron infieles. Por su lado los hombres no sabían en dónde esconder sus rostros al ver al público femenino entusiasmado por la hazaña de esa mujer. Eylin dejó la mansión y al salir al estacionamiento ÉL estaba ahí, esperándola, sabía mejor que nadie que detrás de su fortaleza estaba sufriendo. Todo esto la desangraba. Solo extendió sus brazos y fue suficiente para que Eylin saliera corriendo a su encuentro y dejarse derrumbar con la seguridad de que él la sostendría. Mario siguió a Eylin. No iba a dejar las cosas así, no iba a perder a su esposa sin luchar antes. Cuando llegó a encontrarla la vio en los brazos de ese hombre que él conocía muy bien. “ya tengo a el próximo dueño que se pondrá tus zapatos”. Recordó sus palabras y se aterró. —No Eylin... ¡ÉL NO!, ¡Todos menos él!

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