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Del otro lado del cerco

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Blurb

Isaac y Noah tienen la misma edad, pero sus vidas son completamente distintas. Uno está del lado del cerco en el que su vida es una completa incertidumbre, no sabe por qué llegó allí ni por qué lo niegan como un ser humano. El otro tiene una vida acomodada sin enterarse realmente de lo que vive cierta parte de la población gracias al trabajo y la ideología política de su padre.

Nota: historia inspirada en la película "El niño de pijama de rayas". También quiero aclarar que contiene yaoi, es decir, la temática de esta historia es gay, si no es de tu agrado por favor no insultar.

Autora: Yaoi-Hands-Mio

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Capítulo 1
Narra Noah —No me gusta esta casa —me quejé consiguiendo una mirada severa por parte de mi padre, que me hizo encogerme y cerrar la boca de inmediato. Mi madre colocó su mano en mi hombro para tratar de calmarme un poco. Yo solo solté un suspiro y, junto con mi hermano, subimos las escaleras. —No seas idiota, ¿cómo se te ocurre decir algo así frente a papá? —dijo Artur dándome un pequeño golpe en la nuca—. Deberías darte cuenta de que mudarnos es beneficioso para todos. A nosotros nos dará prestigio y a papá lo acercará al Führer. Así que deja de comportarte como un niño —volvió a golpearme en la nuca, para luego entrar a una habitación. Por mi parte, me dirigí a otro de los cuartos y me dediqué a curiosear por los armarios. Esta casa parece mucho más grande que la que teníamos antes, pero no me agrada estar aquí. Hace unos días mi padre fue transferido a Weimar, a tres horas de nuestra casa en Berlín. Él es general de una de las tropas de Adolf Hitler, por eso nos han enviado hasta aquí a cuidar un campo de trabajo o algo así. Siendo sincero, no entiendo mucho de lo que trata el trabajo de mi padre. Normalmente, Artur es quien presta más atención a lo que él hace. Solté un suspiro, salí del cuarto y busqué a mi madre; siempre que estoy aburrido me entretiene hablar con ella. Cuando estuve en la planta baja, pude sentir el característico olor a galletas que mi madre hace cada fin de semana. Me dirigí a la cocina y, efectivamente, ella estaba allí. Me dedicó una mirada para luego sonreírme. —Las galletas estarán en un rato, cariño, te llamaré luego. —negué acercándome a ella—. ¿Qué sucede? —limpió sus manos y acarició mi mejilla. —No me sucede nada, mamá, solo estoy algo aburrido. ¿Puedo quedarme contigo? —ella asintió, acto seguido hizo un ademán con la mano haciendo que rápidamente una criada tomara una banqueta y la colocara junto a mi para que me sentase. —Gracias —respondí—, no era necesario que lo trajeras, podía tomarlo yo mismo —le sonreí a la joven y me senté. Le dirigí la mirada a mi madre nuevamente, ella me estaba mirando con un semblante que no podía identificar. Luego de unos segundos, volvió a sonreírme. Pasé el día con mi madre, comiendo galletas y hablando de varias cosas. Cada tanto, me hacía reír con alguna ocurrencia, como siempre hizo. Mi madre siempre me ha consentido de esta manera, cuando no encuentro nada para hacer, ella me entretiene y pasa conmigo todo el tiempo que pueda. Cuando comenzó a caer la noche, mi madre decidió preparar la cena, mientras yo la ayudaba, o al menos eso tenía planeado hacer hasta que aparecieron en la cocina mi padre y mi hermano, ambos me miraron con desaprobación por lo que iba a hacer. —Deja que tu madre se ocupe de esto, Noah, la cocina es cosa de mujeres, no de un hombre como tú —dijo con su semblante serio característico, me le quedé mirando unos instantes; realmente no me molesta ayudar a mi madre en los quehaceres del hogar, pero mi padre cree que solo son cosas de niñas—. ¡Te he dicho que dejes eso! Miré a mi madre, ella me hizo un gesto con la cabeza indicándome que hiciera caso y así hice, dejé lo que estaba haciendo para ir con mi padre y Artur. Los tres nos dirigimos a la sala, mi padre puso la radio, la cual transmitía las noticias; normalmente, solo pasan noticias sobre la guerra y algún que otro discurso del Führer. Realmente no me interesa mucho el tema de la guerra ni las ideas de Hitler. Tampoco sé por qué es la guerra, solo sé que, tanto Hitler como mi padre, les tienen un profundo odio a los judíos. Cuando la cena estuvo lista, mi madre nos llamó, los tres fuimos directamente al comedor, donde una de las criadas servía la cena para todos. Los cuatro nos sentamos y comenzamos a cenar. Mis padres y Artur comenzaron a hablar sobre cosas referentes a la política y a la guerra, por mi parte, solo me quedé observando mi alrededor, mirando cada detalle de nuestro nuevo comedor y al par de criadas que se quedarían allí hasta que terminásemos de comer. —¿Y tú por qué no te interesas por algo de esto? —oí decir a mi padre—. Te hablo a ti, Noah —dijo dando un pequeño golpe en la mesa para que le prestase atención, di un respingo en mi silla volviéndome rápidamente hacia él. —L-lo siento, padre, pero no estaba escuchando —hizo su típica expresión de disgusto. —Creo que pasas mucho tiempo con tu madre. Ella te ha suavizado al punto de no interesarte por cómo va tu país en la guerra —soltó un suspiro—. Prefiero que estés encerrado en tu cuarto, o corriendo por ahí, a que estés aquí con tu madre convirtiéndote en una niña. A partir de mañana quiero verte en tu cuarto o en los alrededores de la casa —asentí suspirando; mi padre realmente no tiene idea de lo interesante que es hablar con mi madre, ella siempre tiene una historia que contar, pero él no la escucha, solo le presta atención a Artur. Mi padre dijo un par de cosas más que no quise escuchar, solo le presté atención cuando me envió a mi cuarto, cosa que agradecí. --------------------------------------------------------------------- Eran alrededor de las ocho de la mañana, ya había bastante movimiento en la casa, las criadas y mamá se paseaban por los pasillos arreglando todo, mientras mi padre, Artur y un par de soldados que nunca recuerdo sus nombres se dirigían al despacho de mi padre. Me paseé por la casa tratando de hacer lo que mi padre me había ordenado, por más que su idea me parezca aburrida. —Noah —me giré al escuchar la voz de mi hermano—. ¿Quieres ir a explorar por ahí? —arqueé una ceja; creí que papá lo dejaría estar en una de sus reuniones, ya que es su protegido. Al que le deja hacer todo lo que quiera. —Creí que estarías con papá —él se encogió de hombros haciendo una mueca. —Sabes que no siempre me deja estar en sus reuniones —soltó un suspiro—. Entonces, ¿quieres ir a explorar? —titubeé unos segundos, para luego asentir. Luego de avisarle a mi madre, Artur y yo salimos de la casa. Comenzamos investigando los alrededores de nuestra casa. No había mucho que ver más que extensos bosques a nuestro alrededor. Desde nuestra posición no se podía ver nada más que árboles, nuestra casa y una construcción que se alzaba entre los árboles algo apartada de nuestra vivienda. —¿Qué es aquello? —le pregunté a mi hermano señalando a la construcción. —Parece una granja o algo así —dijo sin mucho interés en aquel lugar—. Vamos a investigar aquel bosque, tal vez haya algo interesante —asentí sin mucho ánimo; cuando mi madre no está cerca solo se hace lo que él quiere, escudándose en que es el mayor y nunca hacemos lo que pide, aunque no sea verdad, puesto que mi padre lo consiente más que a mí. Lo seguí mirando nuestros alrededores tratando de memorizar el camino de vuelta a casa. A pesar de tener dos años más que yo mi hermano no suele ser muy precavido y no piensa mucho las cosas, solo espera que con mis quince años sepa cómo resolver sus problemas. Pasamos poco más de media hora dando vueltas por aquel bosque, hasta llegar a un arroyo no muy lejos de casa. Ambos nos sentamos a admirar el lugar; era realmente bello el paisaje, pero seguía sin gustarme aquel lugar. De repente, al girar la mirada, me percaté que, desde allí se podía ver mejor la edificación que habíamos visto antes, también podía apreciarse un cerco detrás del cual podían verse algunas personas allí. Quería ir a investigar que era aquel lugar, tal vez logre hacer un amigo para no molestar a mi padre estando en casa. —Es hora de volver —dijo mi hermano dándome un pequeño golpe en el hombro, yo solo asentí con la vista fija en aquel lugar—. Levántate de una vez, tenemos que volver o mamá se preocupará —volví a asentir y me levanté rápidamente. Ambos emprendimos camino de nuevo a nuestra casa. Cuando llegamos, mi padre se encontraba en la sala hablando con un par de soldados, pero en cuanto nos vio entrar nos envió con nuestra madre, que se encontraba en la pequeña biblioteca. Rápidamente me dirigí con ella, mientras que mi hermano me seguía a regañadientes. —¿Ha terminado la reunión? —me preguntó mi madre ni bien entré, negué con la cabeza y me senté en el suelo frente a ella—. Ya veo, por eso están ambos aquí —está vez fue Artur quien le dio una respuesta. Luego de pasar largo rato con mi madre, una de las criadas nos llamó a cenar dado que la reunión había terminado. Como de costumbre, la cena se centró en cosas que no eran de mi interés, pero ahora no me centraba en ignorar la conversación, en mi cabeza solo rondaba la pregunta de qué clase de granja podía ser aquel lugar. Cuando por fin todos terminamos de cenar y me pude dirigir a mi cuarto, comencé a planear como saldría de la casa sin que me enviaran con Artur, ya que si salgo con él no podré ir a aquel lugar. Me acosté en mi cama y, mirando el techo, le di vueltas a un millón de ideas sobre el lugar y como salirme con las mías para poder ir. Desperté temprano en la mañana, me alisté rápidamente y bajé a desayunar. Mis padres estaban en la mesa mientras que las criadas colocaban el desayuno en esta. Me senté junto a mi madre, como siempre, y comencé a desayunar, aunque mi hermano no estuviese en la mesa con nosotros. —Saldré a recorrer. Nos vemos luego —anuncié cuando terminé de desayunar, besé la mejilla de mi madre y salí lo más rápido que pude para evitar que enviaran a mi hermano conmigo. Una vez fuera, me dirigí al bosque que atravesamos ayer e hice el mismo recorrido que hice con Artur, solo que esta vez no me detendría en el arroyo. Miré a mi alrededor buscando una forma de pasar sin mojarme. Por suerte, había un par de rocas que podía usar, las aproveché y crucé. Caminé por unos minutos, dado que estaba algo lejos de lugar donde había cruzado. A medida que me iba acercando pude notar que, para ser una granja, no había ni animales ni parcelas de cultivos, todo lo contrario, era una porción de tierra en la que ni siquiera crecía el césped. Una vez que me acerqué lo suficiente, vi la figura de un chico, ambos nos miramos por unos instantes, él estaba sucio y algo lastimado, me acerqué un poco más topándome con el cerco que nos separaba.

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