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Adictos 2

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Blurb

Rubén es un estudiante promedio, confiado a pesar de sus múltiples decepciones amorosas. Sólo ansía terminar su último año de manera tranquila, pacífica, pero luego, una mañana en el primer día de clases, observa atónito a aquel pelinegro pasar frente a él y luego, sin previo aviso, comienza una obsesión, una adicción insoportable que lo consume, que quiere alejar, pero así de fácil no se rehabilita un adicto y menos cuando esa droga cada vez parece más distante de él, aferrada a alguien más, metiendo su vida así en un triángulo amoroso que lo hunde y no sabe si algún día podrá salir a flote.

Recomendación: leer primero la parte 1, que está disponible en dreame :)

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1.
Prefacio No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma, de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti. Muero de ti y de mi, muero de ambos, de nosotros, de ese, desgarrado, partido, me muero, te muero, lo morimos. Morimos en mi cuarto en que estoy solo, en mi cama en que faltas, en la calle donde mi brazo va vacío, en el cine y los parques, los tranvías, los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza y mi mano tu mano y todo yo te sé como yo mismo. Morimos en el sitio que le he prestado al aire para que estés fuera de mí, y en el lugar en que el aire se acaba cuando te echo mi piel encima y nos conocemos en nosotros, separados del mundo, dichosa, penetrada, y cierto , interminable. Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos entre los dos, ahora, separados, del uno al otro, diariamente, cayéndonos en múltiples estatuas, en gestos que no vemos, en nuestras manos que nos necesitan. Nos morimos, amor, muero en tu vientre que no muerdo ni beso, en tus muslos dulcísimos y vivos, en tu carne sin fin, muero de máscaras, de triángulos oscuros e incesantes. Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo, de nuestra muerte, amor, muero, morimos. En el pozo de amor a todas horas, inconsolable, a gritos, dentro de mí, quiero decir, te llamo, te llaman los que nacen, los que vienen de atrás, de ti, los que a ti llegan. Nos morimos, amor, y nada hacemos sino morirnos más, hora tras hora, y escribirnos y hablarnos y morirnos. Jaime Sabines, México. 1. Terminaba los cortes gruesos de carne, para luego proceder a condimentar, mezclar, poner en el molde y al horno. Esto era lo último que me faltaba por hacer, es que cortar varias libras de carne, así como preparar tanta ensalada, picar frutas, papas y demás, normalmente no es agotador, pero como hoy era un día importante, me tocó multiplicar mis capacidades porque se trataba de una fecha realmente importante y no podía haber ningún tipo de error. Hoy era la fiesta de despedida de mi vieja. Acababa de casarse con su nuevo novio y planeaban volver a la plata porque mi viejo ya no podía solo con la cadena de restaurantes que hace casi veinte años fundaron, que no fue fácil, pero juntos, lograron sacarla a flote y aún no podía creer cómo es que había finalizado todo entre ellos, ni mi hermano ni yo hallábamos explicación racional. No sé bien porqué se separaron, fue todo demasiado rápido y sin previo aviso. En un principio de su matrimonio, todo iba bien, se querían, hacían todo en equipo y fundaron con un préstamo, un pequeño restaurante en Buenos aires que no funcionó muy bien, pero como papá es bastante optimista, decidió probar tal vez en su ciudad natal y no en la capital, que era muy grande y que desconocían. Es que una ciudad capital muchas veces puede resultar abrumador para gente acostumbrada a cosas distintas. Así que decidieron vender todo, arriesgarse y probar mejor en la plata, que es una ciudad mucho más pequeña y tranquila, lo que sería la mejor decisión que podrían tomar nunca. Al principio no fue fácil, pasar de una ciudad con tanto ajetreo a una tan tranquila de un solo golpe fue abrumador, pero luego, con mucho esfuerzo y dedicación, lograron abrir al segundo año su tercera sede y para cuando Julián y yo teníamos el primer año, ellos ya tenían casi diez sedes y no solo en la plata, sino en ciudades cercanas también. El negocio siempre fue próspero, por lo cual, siempre pudimos gozar de una buena vida y cómoda, no teníamos ninguna carencia y estábamos acostumbrados a ciertas comodidades. Más adelante, para cuando cumplimos siete años, mis viejos empezaron a discutir muchísimo y no entiendo bien por qué era, parecían ser muchas cosas como estrés, infidelidades, plata, no lo sé, pero luego un día y sin previo aviso, mamá nos dijo a Julián y a mí que había tramitado nuestro pasaporte y que nos iríamos a vivir a la casa que dejó mi abuelo en Colombia. Todo pasó muy rápido, fue cuestión de empacar, despedirnos del viejo y emigrar a un país completamente desconocido, en que todo era demasiado diferente. No sé cómo se le ocurrió dar un salto tan grande y más, para dos pequeños, resultó ser demasiado. Recuerdo que el clima de inmediato me molestó, hacía mucho calor y este duraba todo el año en Barranquilla, no como en la plata en que hay estaciones, pero acá sólo era invierno y verano, una grandísima porquería. Era toda una desgracia o al menos eso pensé, pero luego, al llegar al pueblo, noté que no todo era tan malo como parecía serlo, es que realmente todo lo que lo complicaba para nosotros era el tema del clima. Es decir, sí, hacía un calor del demonio, pero la brisa lo mitigaba un poco y, además, la casa al quedar solo a metros del mar, vaya que mejoraba las cosas, que era algo de lo que no gozábamos en la casa de la plata y nosotros, de niños, vaya que lo disfrutamos, estábamos ahí metidos todo el tiempo. Era bonito todo, la casa mucho mejor que la que teníamos en la plata (mi abuelo vivía muy bien en Colombia, tal vez por esto la casa era tan impresionante), entonces, empezamos a estudiar en la ciudad más cercana que era Barranquilla y conseguimos amigos que serían nuestros amigos durante toda la vida: Alex y Hugo, quienes jugaban fútbol con nosotros y, además, Alex vivía junto y jugábamos todo el tiempo o bueno, creíamos que seríamos amigos todos durante toda la vida, pero no fue del todo así. Más adelante relataré todo el quilombo en que se convirtió mi vida y no, no sé si fue precisamente por mí, por tonto, por imbécil o boludo, pero todo se jodería desde una temprana edad y no, no había forma de que las cosas fueran diferentes porque estaría diciendo mentiras. Sé que, aún sabiendo todo el daño que él me causaría, que me jodería la vida, que me destrozaría no solo una, sino mil veces. Sé que, aún si lo hubiese sabido, habría elegido de igual forma quererlo, una y otra vez y por siempre. No habría podido evitarlo, aún cuando sé el dolor que me iba a causar, que hasta ese momento, desconocía. Pero antes de relatar como empezó todo, debo contar como era mi vida hasta ese momento. Cursaba último año, me iba relativamente bien, aunque más mal que bien. Tenía algunas malas costumbres. Me salía de las clases de artística, porque me parecían insufribles, la profe solo se ponía a hablar de la historia del arte y nos daba cátedras de música folclórica, la cuál detestaba y me hacía querer arrancarme la piel, por lo cual me veía obligado a salirme siempre de la clase y entonces, me ponía a hacer pinturas, que me quedaban muy bien y las pegaba por la escuela, yo era una especie de artista anónimo, aunque no sé si alguien disfrutaba de mi trabajo y esperaba que así fuera, aunque mi pasión era realmente la cocina, que desde niño sabía que esa sería mi profesión. Tampoco entraba a la clase de deportes por cuestiones médicas, el doctor me lo prohibió, aunque jugaba fútbol sin autorización. A las demás clases sí entraba y me iba bien, aunque en álgebra me iba un poco mal por más que lo intentara. Por otro lado, la escuela era bastante normal. No era como en las películas cliché en que hay jerarquías y cosas así, eso no existe en la vida real. Cada quién estaba metido demasiado en sus asuntos como para importarles los otros y además, al ser una escuela católica tradicional, llevábamos uniformes poco o nada interesantes. En casa, mamá trabajaba de lunes a sábado en un restaurante que administraba. Yo trabajé las noches del penúltimo año allí y pasaba mucho tiempo con mi vieja. Ella es un poco estricta, tal vez demasiado, pero era mi madre y la quería, tal vez por eso nos afectó tanto el hecho de que ahora, al decidir casarse con su novio, de varios años, con quién tuvo una relación a distancia al él vivir en la plata y decidir irse con él, nos dolió muchísimo. No tanto por el hecho de que la necesitáramos, estábamos bastante crecidos y podíamos sobrevivir sin que ella estuviera en casa, pero aún así, fue desconcertante que ella decidiera irse por sus amenazas, porque él ya no toleraba más que estuviese tan lejos y peleaban demasiado, por los celos del Facundo hacia mi vieja, pero qué más da ahora. Se salió con la suya, se la llevó del país y ahora, a pesar de tener “el sueño adolescente realizado”, de vivir mi hermano y yo solos, creo que ninguno de los dos se sentía realmente cómodo con ese hecho. Francamente nos sentíamos abandonados. ¿Por qué no regresar los tres a la plata? ¿por qué nunca considerar la opción de llevar a tus hijos, que son menores de edad contigo y en vez de eso, dejarlos solos en un país donde no tienen a nadie? era una porquería que nos hubiese pasado algo así, quedarnos solos en un país en que no teníamos a nadie, porque mis abuelos habían muerto cuando éramos niños y básicamente, la vieja nos dejó a la deriva y con sólo dieciséis años. No sé qué carajos pasaba por su cabeza para hacernos algo así. No lo olvidaríamos. Tampoco era que pudiéramos irnos donde mi viejo. Él se casó de nuevo y tiene otros dos hijos más con quién tratamos muy poco o nada, así que no era una opción factible. Entonces por eso, o era quedarnos en Barranquilla en la casa que nos dejó el abuelo, o era eso. No había otra posibilidad. Debíamos sobrevivir solos de ahora en adelante, tal vez por eso, es que adquirí una madurez desde tan temprana edad, pero de forma forzada, porque no es lo que habría deseado, ¿Cuál era el afán de crecer rápido? En cuánto a mi hermano, podría decirse que era mi mejor amigo. Éramos unidos, pero muy diferentes. Por su lado, el Julián se andaba con aretes, se tinturó el cabello de n***o, no sé porqué y usa un corte bastante deplorable, se hace un corte en que se parece al gallo Claudio. Es bastante coleto (como dicen en la costa colombiana, refiriéndose a malandros de barrio) y por mi parte, fui tonto al aceptar hacerme perforaciones, me puse un par de pendientes a los quince y uso un corte de cabello normal. Nuestro cabello es muy lacio y castaño, lo dejo un poco largo y del resto, esas son las únicas características obvias que nos diferencian. Somos gemelos idénticos, lo cuál era algo de familia, teníamos tías gemelas y antepasados con la misma condición. Medimos 1,80 cm, cejas pobladas y heredamos el hecho que caracteriza a nuestro país, precisamente la nariz destacable. Julián la odiaba, decía que cuando cumpliera el año en el taller (trabaja en las noches en un taller de motos), se hará una rinoplastia y por mi parte, no soy tan superficial como el pelotudo de Julián. Me da francamente igual y sé que a él le afecta por los comentarios de las minas, pero es absurdo. Algo que puedo decir de mí y que nos diferencia a ambos claramente, era precisamente en los gustos personales, totalmente opuestos. Por parte de Julián, le gustaban las minas flacas, desgarbadas y si eran poco inteligentes, mucho mejor. Por mi lado, no me gustan las minas así y en realidad, no me gustan las minas en general. Me di cuenta algo tarde de que me gustaban los chicos. En un principio, creía que admiraba a uno que a otro chico que veía, creía que era solo eso, pero luego, cuando empecé a soñar a diario con Esteban Masturini (un chico de la plata, con quién jugábamos Julián y yo juegos en línea), supe que lo veía como algo más. La idea no me aterró, me daba francamente igual, hasta que eso, el hecho de que me gustaran los chicos, empezara a afectarme tanto, porque no sabía cómo lidiar con eso o si era normal o no, pero desde temprano pude notarlo y nunca pude cambiar, tampoco es cómo si se pudiera. Creía que sería como en las series de televisión, como invitar a salir a una chica, pero luego, al percatarme de que no todos, lógicamente, tenían las mismas preferencias, me rompía la cabeza el saber cómo demonios podría saber si siquiera podría intentarlo, cómo saber si les gustaban los pibes también. Entonces, al decidir arriesgarme sin saber, fui rechazado todas y cada una de las veces, lo cual me producía una enorme frustración, pero no por eso, iba a rendirme. Un hecho que resultó desconcertante para mí, es que mis amigos tenían todo tipo de sueños, como Julián, que quería ser ingeniero mecánico, o Álex, que quería ser doctor o incluso Hugo, quién a pesar de no tener mucho cerebro, quería ser arquitecto y por mi parte, quería ser chef, pero más que eso, mi sueño, era algo tan simple cómo estúpido, patético. Que alguien, cualquier persona, me quisiera, porque yo no era exigente físicamente ni mucho menos, pero realmente deseaba ser querido, por lo que soy, pero esto no sucedía por más que lo deseara. No sé cuánto esto jodió mi autoestima, el hecho de que nadie, nunca, me hubiese querido en lo más mínimo. Puedo reconocer mis defectos, que soy tal vez demasiado emocional, que estoy enfermo (sí, otro de los hechos que me joden, es que tengo problemas cardíacos, heredados de mi abuelo, otra característica familiar hereditaria), y que tengo un gusto culposo por las carreras ilegales de motos, pero a pesar de todo, sé que, soy una buena persona, tanto que a veces detesto ese hecho, porque pueden tomarme por boludo y sé que tengo mucho para dar. Podría querer mucho a alguien y no sólo eso. Lo cuidaría en cada momento, daría todo por él y sería mi completa prioridad. A veces ni entiendo qué he hecho tan mal, para merecer que nadie me haya querido nunca. O bueno, puedo reconocer el hecho de que sólo tenía dieciséis años. Estaba consciente de que era joven, tal vez demasiado maduro para mi edad comparado a mis amigos y que tenía una vida entera para encontrar a alguien. Sé que no me debería desesperar de la forma en que lo hacía, el hecho de no tener a alguien, pero bueno. Al menos habría sido lindo tener pareja al menos una vez, así sea por un par de semanas, yo que sé, pero bueno. Era lo que había y debía conformarme con eso, de que aún no me había llegado el momento de conocer a ese indicado. Aún así, sabía que lo seguiría intentando. Lucharía por mi felicidad, daría todo de mí, como siempre hice y entonces, mientras caminaba por el instituto, con Alex hacia las prácticas de fútbol, lo vi a él. 

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