Las Reglas de Apareamiento

Jamie-Lee —Oh diosa mía! ¡Debes estar tan emocionada! —grita mi hermanita Bailee mientras salta en su colchón, su cabello rubio rojizo volando a su alrededor mientras brinca a gatas sobre las mantas como un corderito. Revuelvo los ojos ante la emoción de mi hermana menor reflejada en el espejo. —Y, ¿por qué debería estar emocionada? —pregunto en un tono aburrido. Mirándome como si fuera una especie de ser extraterrestre, su mirada encontrándose con la mía en el reflejo de su tocador, Bailee inhala profundamente. —¡Porque podrías encontrar a tu compañero este fin de semana! ¡Ceremonia de cumpleaños, nena! —exclama mientras hago una mueca y sigo alisando mi cabello castaño hasta la cintura, mis ojos marrón chocolate entrecerrados en concentración. —Vamos —se queja Bailee—, este es el día más importante de tu vida, ¡oficialmente serás adulta y tendrás tu amor verdadero! Suspiro mientras pongo la plancha de cabello de mi hermana en el tocador y me giro hacia ella.  —Pero, ¿qué hay del amor? —murmuro tristemente, expresando la misma pregunta que he hecho desde que me enteré de las parejas destinadas y esta estúpida tradición. Como hija de la Beta, mi llegada a la mayoría de edad es un gran evento dentro de la manada. Cumpliré veintiún años el jueves, lo que significa que mi ceremonia de llegada a la mayoría de edad tendrá lugar dentro de cuatro noches, al anochecer del viernes. Según la tradición de los hombres lobo, una loba, cuando se coloca bajo la luna llena después de cumplir veintiún años, llamará en silencio a su compañero, atrayéndolo si está dentro de su alcance. Su aroma será embriagador para él y su lobo, y ninguno podrá desobedecer la llamada, moviéndose en trance hacia su pareja hasta que esté frente a ella y luego, ellos, lobo y humano, la reclamarían como propia. La ceja de Bailee se frunce. —¿A qué te refieres? —pregunta confundida. —¿Nunca quieres ver a alguien al otro lado de una habitación, pensar que son lindos, conocerlos y tener citas? Aprender lo que aman, enamorarte de ellos y que ellos se enamoren perdidamente de ti? —intento de nuevo mientras la cara de mi hermana se transforma en esa mirada familiar que me dice que ella piensa que estoy loca. Bailee resopla—, pero tu compañero te amará, eres la otra mitad de su alma —responde, su tono indicando que cree que estoy actuando de manera extraña. Levanto las manos en el aire. —Sí, porque una Diosa se lo dijo —gimo exasperada—. No me amará por lo que soy, no lo amaré por lo que es él, solo seremos dos personas que probablemente ni siquiera se mirarían dos veces si no fuera por un ser mítico decidiendo que así debe ser —mantengo la mirada suplicante de mi hermana menor—, es solo que, ¿no crees que nos estamos perdiendo algo por no tener que encontrar a nuestra pareja de vida? Los ojos de Bailee se abren de par en par mientras niega con la cabeza. —¡No! —responde enérgicamente—. Me encanta nuestra forma de hacerlo, elimina toda la presión. ¿Te imaginas cómo es para los humanos? ¡Viven toda su vida sin saber si la persona con la que están es su amor verdadero! ¿Por qué crees que se divorcian tanto? Nosotros no tenemos eso en nuestro mundo. Resoplo con sarcasmo. —Pero aún tenemos rechazos e infidelidades —respondo con arrogancia—. Tenemos un verdadero amor, pero él todavía puede rechazarnos y acostarse con otra loba y causarnos el peor dolor posible. Al menos los humanos no tienen eso, ¡el dolor de no ser deseado por tu alma gemela! Ellos pueden encontrar a alguien que los ame por lo que son y hacer una vida juntos, y si termina, pues ellos reconstruyen sus corazones rotos y siguen adelante. ¡Nuestros rechazos pueden matarnos, Bay! La Beta más joven mueve su mano con desdén. —Pero eso casi nunca sucede, seamos honestos. Algunos de estos lobos han tenido que esperar años a su pareja destinada. Cuando finalmente los encuentran, están tan ansiosos que no pueden quitar las manos de ella. Mira al pobre Jules, tenía treinta y dos años cuando Willow llegó a la mayoría de edad, ¡estoy segura de que pensó que ella había muerto joven! Ahora está embarazada de su cuarto cachorro, cada vez que ella entra a una habitación, todo su cuerpo vibra —la loba suspiró felizmente—. Es hermoso, dos personas tan enamoradas y perfectas el uno para el otro. Yo quiero eso y no puedo entender por qué tú no.  Gruño exasperada, poniéndome de pie, acercándome a mi hermana, sentándome en la cama y rodeándola con un brazo. —Yo sí —admito, porque era cierto, quiero que alguien brille físicamente porque me ama tanto—, quiero ese amor, solo lo quiero por mí, no porque alguna Diosa le dijo a un tipo que me ame. Quiero que me vea y piense que soy increíble, quiero que quiera conocerme, no solo decirme que no necesita saber si tenemos cosas en común porque nada importa mientras él me ame de todos modos. Bailee me abraza, a pesar de que somos tres años diferentes, estamos más cerca una de la otra que de nuestros otros hermanos. —Ugh, ¿ustedes dos están teniendo tiempo entre chicas? ¿Una de ustedes está en su período? —sale una voz malhumorada desde la puerta justo antes de que nuestro hermano de dieciséis años, Phillip, entre en la habitación con las manos metidas en sus jeans. —Salgan —ordena Bailee de inmediato, levantando una mano para señalar la puerta detrás de él. —¿Qué está pasando, qué me perdí? —pregunta otra voz justo cuando el cuerpo fornido de nuestro hermano mayor, Isaac, llena la entrada. —Una de ellas está sangrando de nuevo —comenta Phillip antes de que alguna de nosotras pueda hablar. —¡Que no lo estamos! —grita Bailee enojada, agarrando una almohada de su cama y lanzándola a nuestro hermano menor, quien la atrapa fácilmente, ganándose un gruñido de disgusto de nuestra hermana. Suspirando, Isaac agarra al adolescente y le rodea el cuello con un brazo, despeinándolo. —Solo porque las chicas se vean serias no significa que sea su época del mes, amigo —le recuerda, riendo mientras Phillip intenta soltarse del agarre de su hermano. —¿No tienes a otras personas para molestar? —pregunta Bailee, mirándolos a ambos. —No, mi turno ha terminado, y mamá hizo un pot roast, así que decidí comer aquí —responde Isaac fácilmente mientras suelta a su hermano, quien se pasa la mano por el cabello molesto. —Acabo de regresar de la escuela —agrega, lanzándole una mirada gruñona a nuestro hermano mayor. —Oh, entonces debes tener deberes, vete —hablo con una amplia sonrisa. Gruñendo, Phillip mira a Isaac, quien levanta las manos en señal de rendición. —Oye, yo puedo ser el mayor, pero Jamie Bear es la jefa y lo sabes —dice rápidamente. —Marica —murmura Phillip, pero sale de la habitación encorvado, dejándonos atrás. —Entonces, ¿hay algo que deba saber? —pregunta Isaac al apoyarse contra el marco de la puerta. —Solo Lee teniendo un ataque de nervios —responde Bailee con ayuda, mientras yo le frunzo el ceño, cuando utiliza mi apodo que casi todas las personas en la manada me dicen, con algunas excepciones.  Mi madre es la única que me llama Jamie-Lee, y gruñe de molestia cada vez que alguien lo acorta. Incluso papá se rindió hace años, pero mi madre se niega, insiste en que mi nombre es Jamie-Lee y así es como debería ser llamada. Mi hermano me llama Jamie Bear porque supuestamente, cuando era pequeña, estaba muy gruñona cuando me despertaban de una siesta. Él insistió en que era un oso en lugar de un lobo y me ha llamado Jamie Bear desde entonces. Isaac asiente mientras se tensa ligeramente. Él aún no ha sentido el llamado, y todos saben que está impaciente por su compañera destinada. Cualquier mención de parejas y la ceremonia es un tema doloroso para él. Con veinticuatro años, él y su mejor amigo Caden han pasado cada luna llena agitados. Ninguno de ellos ha encontrado a su pareja y, como futuros Alfa y Beta de la manada, todos cruzan los dedos en cada ceremonia, esperando que los lobos de sus futuros líderes se animen y encuentren su otra mitad. —No estoy teniendo un ataque de nervios —respondo rápidamente bajo la mirada escudriñadora de mi hermano, haciéndome sentir como si estuviera siendo radiografiada. Odio cuando me estudia así, él puede leerme mejor que nadie, nunca he logrado mantenerle un secreto—. Solo dije que pensaba que la forma en que los humanos se emparejan es interesante y que debe ser bueno saber que a tu pareja le gustas por tu personalidad. Isaac se aparta del marco, entra en la habitación y se sienta pesadamente a mi lado.  —Siempre fuiste una romántica —murmura, acercando mi cabeza hacia él para darme un beso en la sien, sus fuertes brazos me envuelven, así que estoy siendo abrazada por ambos lados. —Me siento horrible —admito en un susurro—. Aquí estás esperando al amor de tu vida y yo estoy criticando las reglas de la Diosa Luna antes de tener la oportunidad de conocer la mía. Mi hermano se ríe, acercándome más mientras envuelvo mis brazos alrededor de su cintura. —Estarás bien, Jamie Bear, una vez que pongas los ojos en tu compañero, te darás cuenta de que el romance siempre ha estado ahí.