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Su Luna Rechazada Bendecida Compañera

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Blurb

Ser rechazada por tu pareja era una cosa, pero ser rechazada seis veces por la misma pareja era una historia completamente diferente.

Elizabeth es una loba huérfana sin rango y una loba capaz de ignorar las órdenes de un Alfa desde los cinco años. Es una niña salvaje, no tiene la personalidad más discreta para una loba y se mete constantemente en líos.

El día que cumple 17 años, Elizabeth recibe el don de ser una loba tan pura que no existe otra como ella, pero eso tiene un precio. Su pareja predestinada, Alexander Wolfgang, el futuro alfa de la manada Silver Moonvally, la odia, la culpa de la desaparición de su hermana y la rechaza en el acto.

La loba de Elizabeth está decidida a tener a su pareja predestinada y manipula el tiempo, obligando a Elizabeth a revivir el dolor del rechazo una y otra vez.

Cuando Elizabeth desaparece repentinamente de las tierras de la manada sin dejar rastro y sólo reaparece cuatro años después en el Baile de Invierno celebrado por la Manada de Alexander, no recuerda haber sido nunca loba ni quién es el Alfa Alexander.

Alexander está decidido a que Elizabeth vuelva a su manada y a tener a su compañera a su lado.

¿Recuperará Elizabeth la memoria?

¿Aceptará a Alexander como compañero? ¿O hay otras fuerzas externas que los mantendrán separados?

Muchos giros, traiciones y desengaños.

Autora original: Judy

Link: https://www.dreame.com/story/789914368-his-rejected-moon-blessed-mate

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Capítulo 1
Elizabeth POV ―¿En serio Kona? ―mi loba testaruda y yo volvíamos a tener la misma discusión. Ella se empeñaba en tener a su verdadera pareja. El problema era que nos había rechazado no una ni dos veces, sino un total de seis ya. Verás, mi maravillosa loba tenía cierta habilidad para retroceder el tiempo, y seguía llevándome de vuelta al día de mi decimoséptimo cumpleaños. He estado atrapada en el mismo marco temporal durante los últimos 6 días, tratando de encontrar una manera de conseguir que este tonto y engreído lobo macho me quiera. El único problema era que él era el futuro Alfa del Silver Moonvally, y yo no tenía ni idea de qué rango tenía. Pero llegaremos a eso más tarde.   Estaba de pie frente al espejo de mi habitación, peinando mis largos y espesos rizos negros. Mis ojos plateados tenían ojeras moradas y cualquiera que me conociera se daría cuenta de que estaba agotada, por no decir otra cosa. No es que tuviera un aspecto desagradable o que hubiera hecho algo malo.   Bueno, más o menos. Me explico. Cuando mi abuela falleció, me dejaron en el almacén de paquetes y me convirtieron en el problema del alfa actual. El alfa Jackson Wolfgang tenía una de las manadas más fuertes y grandes del país, con unos 3.500 miembros. Poseía tierras y ciudades y era un alfa simplemente justo. Realmente no debería quejarme. El problema era que él no sabía muy bien qué hacer conmigo, y yo no tenía una personalidad muy discreta y tímida que digamos. Así que, en realidad, no podía pasar de mí y ponerme en casa de una pareja y que me adoptaran, así que decidió mantenerme alejada de los problemas (o al menos intentarlo). Me puso a trabajar e intentó quebrar mi espíritu. Y para empeorar las cosas, yo era un gran imán para los problemas. En realidad no servía de nada; me metía en más problemas y, bueno, eso molestaba a todo el mundo que, como puedes suponer, acababa haciendo turnos dobles o triples y pasando hambre durante uno o dos días, no es que eso ayudara nunca; normalmente alguien me metía comida a escondidas en mi habitación, cosa que yo agradecía. Tenía un carácter fuerte, era franca y todo lo contrario de lo que esperaban de mí. No era la chica tímida que se sentaba, se comportaba como una dama y se inclinaba ante el Alfa. Iba en contra de todo mi ser y me convertía en una extraña. El Alfa Jackson no podía desterrarme por faltarle al respeto, era menor de edad. Pero hice un trato conmigo mismo de que antes de que él tuviera la oportunidad de hacerlo, me largaría. Pero esto sólo sucederá tan pronto como tenga mi diploma. Vale, vale, la mayor parte es culpa mía. No es que pueda evitarlo. ¿Quién hubiera pensado que a los 5 años, podría ignorar una orden Alfa? No es un lobo común que sería capaz de hacerlo, por no hablar de la edad bruta de 5 años.   El Alfa Jackson lo había intentado muchas veces con sus supuestas órdenes de Alfa. Todos se sometían y se inclinaban ante él, pero yo, en cambio, le miraba directamente a los ojos. Sin embargo, nunca le dimos importancia. Nunca le pregunté por qué sus órdenes no funcionaban conmigo, pero por alguna razón, sabía que Alfa Jackson conocía la respuesta.   Era algo indulgente conmigo y paciente, pero firme. En cualquier caso, volviendo al tema que nos ocupa: cada vez que Kona me lleva de vuelta al principio del llamado día de cumpleaños, me quita mucha energía. Me agotaba. Ahora tenía ojeras por la falta de sueño adecuado y un dolor interminable que no quería irse. Todo esto se debía a revivir una y otra vez el mismo e inexcusable desengaño amoroso, lo que me hacía estar decidida a no querer a ese tonto. Prefería vivir sin una supuesta pareja a tener una que no me amara o ni siquiera me quisiera. ¿Qué sentido tenía volver a intentarlo? ¿Acaso seis veces no era suficiente? ¿No me habían castigado lo suficiente en toda mi vida? Ojalá él pudiera sentir lo que yo siento cada vez que entona las palabras: ―Yo, Alexander Pierce Wolfgang, futuro Alfa del Silver Moonvally, por la presente te rechazo a ti, Elizabeth Wintermoon, como mi compañera y futura Luna―. Debería haberlo aceptado la primera vez, pero, para mi consternación, cada vez que intentaba aceptar su rechazo, Kona se apoderaba de mí, me cerraba la boca y me obligaba a alejarme. Lloré en seis sitios distintos a lo largo de la semana. Y créanme, no fue algo por lo que me gustaría que pasara ningún otro lobo.   Ni siquiera quiero que mi peor enemigo lo sienta. O tal vez no. Alexander es oficialmente mi enemigo; tal vez debería probar de su propia medicina. Era el hazmerreír todos los días, humillado delante de toda la escuela, de la manada e incluso en el pueblo. Los constantes cuchicheos y cotilleos a mis espaldas me estaban volviendo loca. Algunos días desearía que la gente se metiera en sus malditos asuntos. ―¡Sí, de verdad! Kevin asistirá esta vez. Estoy bastante segura de ello ―sonaba emocionada, y pude ver cómo movía la cola en mi cabeza. ―Por cierto, ¿quién es ese Kevin? ―pregunté, irritada. Mi loba ha perdido la cabeza, eso está claro. Sólo me pregunto de qué color eran sus canicas para poder iniciar un grupo de búsqueda para encontrarlas y que puedan volver a su legítimo propietario. Tal vez entonces comprendería que se trataba de un caso perdido y que la Diosa de la Luna había cometido un enorme error. ―Él, mi dulce y dura niña, es el lobo de Alexander ―sonaba muy orgullosa de su afirmación, y me hizo preguntarme de qué lo conocía. ―Suenas muy segura de ti misma. ¿Cómo lo has conseguido? ―pregunté escéptica. ―Confía en mí, es cosa de lobos ―dijo, y tuve que reírme. Estaba convencida de su valía. ―Vale, pero con una condición ―estaba a punto de hacer las maletas, marcharme y convertirme en un pícaro para detener esta tontería del tiempo. No es que fuera a ayudar, Kona probablemente me obligaría a volver a este marco temporal. Sólo para hacerme intentarlo una vez más. ―Uhm... claro ―respondió un poco vacilante―, cualquier cosa... ―Si no funciona esta vez, nos vamos. ¿Trato hecho? Se tomó un momento antes de contestar... ¿Estaba discutiendo con Kevin sobre mi acuerdo? De repente me pregunté de qué habían hablado y por qué esa cosa mágica de retorcer el tiempo no funcionaba con él. ―Vale, trato hecho ―respondió ella―, pero te aseguro que nada saldrá mal... Te lo prometo, no, te lo prometemos...―corrigió. ―¿Nosotros? ―eso era demasiado fácil. ―¡Sí, nosotros! ―podía oír la molestia en su voz. ―¿Lo juras con el meñique? ―me burlo. ―Sabes que no tengo un meñique que darte, pero te daré mi palabra, Kevin, y mi palabra… ―me ladra, molesta. ―Mm, de acuerdo ―respondí. Tenía que dársela. No tenía más remedio que confiar en ella. Al fin y al cabo, era mi loba y éramos una. Sin embargo, con la mala suerte que habíamos tenido en los últimos días, no creía que Lady Luck estuviera de nuestro lado. Todavía no entendía qué le hacía tan especial. En serio, ¿no podía la Madre Luna haberme dado un compañero menos odioso? ****

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