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Vigilantes

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Blurb

Nunca creas que estás solo.

En la vida, existen cosas ocultas, que es difícil que el ser humano capte o acepte con facilidad.

Pero toda verdad saldrá a la luz, dando a conocer especies inimaginables.

Cambiarán el rumbo de lo conocido.

Hasta que llegue el momento de conocer lo ocurrido sobre ellos. De lo qué pasó aquel día trágico.

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"La cabaña"
Capítulo I Mis piernas empezaban a doler, a pesar de no sentir el cansancio de estar corriendo. Mi respiración estaba demasiado agitada, pero no quería parar. Aquella voz que me llamaba se sentía cada vez más cerca. Aun así, no lo dejé de hacer hasta que llegué al límite de aquel camino. Al mirar abajo solo se encontraba una especie de agua negra, no quería descubrir qué era, pero tampoco deseaba quedarme ahí, sin hacer nada. El viento movía mechones de mi cabello los cuales trataba de acomodarlos detrás de mi oreja. Aun así, eso no evitó que se salieran de su lugar una vez más. Al dar un paso atrás, me quedé completamente quieta al sentir una respiración en mi oído derecho. Mi piel inmediatamente se erizó, mis manos al igual que mis pies no me obedecían. Quería hacer algo, pero parecía que estaba congelada. Susurraron aquellas palabras tan tormentosas, que no querían huir de mi mente. “Debes olvidar” Desperté de golpe, de aquel sueño. Mientras gotas de sudor recorrían mi frente hasta caer en la colcha de mi cama. Observé todo alrededor, captando mi atención la ventana que estaba enfrente de mí. La cual rayos de luz trataban de entrar a la habitación, pero las cortinas no se lo permitían. Me levanto con cuidado, para dirigirme a esta. Con mi mano derecha, cuidadosamente muevo un poco la cortina para ver a fuera. Los inmensos árboles resplandecían con la luz y el viento ligero movía sus hojas. El día se veía precioso, no me cansaba de apreciar la misma vista cada mañana. El sonido de unos golpes en la puerta me sacó de mi pequeño momento de paz. Al girarme, la puerta fue abierta por mi madre. Se asomó y al encontrarme se adentró por completo con una sonrisa cálida en su rostro. Se acercó hasta donde me encontraba y cuando estuvo lo suficientemente cerca, me abrazó. — ¿Cómo amaneciste hoy? — Dijo una vez que nos separamos. — Bien mamá. — Sonreí por la forma en cómo me sigue tratando, a pesar de ser mayor de edad, venía todas las mañanas a mi recámara para preguntarme lo mismo. — Perfecto, me alegro de que así sea, porque abajo te espera un delicioso desayuno. Así que ve a alistarte, que no queremos que llegues tarde al colegió. Me dio un beso en la frente para después salir. Suspirando me adentré al baño. Y al estar ahí, me observé en el espejo. Aquella pesadilla no me dejaba dormir, a veces me despertaba en la madrugada, después de eso me era difícil reconciliar el sueño. Me adentré a la ducha, y al girar el pomo de la llave, el agua empezó a recorrer cada espacio de mi piel. Al estar tibia me relajaba. Y por momentos me hacía olvidar de aquel sueño. Al bajar por las escaleras, las contagiosas risas de mis padres llegaron a mis oídos, a pesar de que aún se encontraban algo lejos de donde me encontraba. Seguí caminando por el aburrido pasillo y cuando llegué al comedor, ambas miradas las tenía sobre mí. — Buenos días Janm ¿Descansaste bien? La sonrisa de mi padre era realmente encantadora, pero en estos momentos me perturbaba. — Sí papá, dormí bien esta noche. Asintiendo mi padre con la cabeza, retomó su lectura en su Tablet. Todo un hombre actualizado. — Vaya, parece que nuestros "héroes" lograron apagar anoche un gran incendio en el bosque y como siempre la gente los alaba. — Dijo mi padre con desagrado. — Si había escuchado algo relacionado, pero no pude informarme más al respecto. — Habló mi madre mientras tomaba su café. No me apetecía participar en aquella conversación. Sabía que no tendría caso, ese tema le disgustaba a mi padre y que ironía, su hija era uno de ellos. Y no cualquiera, sino el más importante de aquellos "Héroes". Odiaba aquel término que utilizaba mi padre y al igual que otras personas lo hacían. Deje a un lado el tema y procure terminar mi desayuno. Una vez lo medio término, me levanté de la mesa, para poder retirarme. — Provecho. — Dije antes de irme, Pero mi padre me detuvo — Janm ¿Te parece bien si te llevo? — Estaba parado detrás de mí, no tuve más remedio que aceptar. En todo el trayecto al colegio fue incómodamente silencioso. Sabía que mi padre buscaba la manera de acercarse nuevamente a mí. Pero aún dolía, y recordaba aquel miserable día, lo que ocasionó que nuestra relación de padre e hija estuviera perdiendo su fortaleza. Miraba por la ventana, aunque sin prestar atención a los paisajes, solo deseaba llegar de una vez a mi destino y poder distraerme. Pero a unos pocos metros de la entrada, él decidió hablar, cosa que no me agrado. — Hija, gracias por no decirle nada a tú madre. — Al terminar aquella oración un sabor amargo recorrió mi boca. No tenía intenciones de contestarle. Y al parecer él deseaba tener una conversación conmigo, la cual evitaría. — Basta. No deseo hablar en este momento contigo. — Hablé para aclararlo antes de que él volviera a tocar el tema. No le di tiempo para contestarme, ya que el auto se había detenido a un costado de las puertas del colegio. Y sin decir nada más, me bajé lo más rápidamente normal que pude. Al igual que mi caminar. Cuando estaba en la mitad del camino a dirección de mi salón, logré ver a mi mejor amiga. Simplemente era difícil no reconocer aquella larga melena castaña. Estaba a unos pocos metros más adelante de mí. Aceleré el paso y pude alcanzarla fácilmente, ya que ella iba distraída en su móvil. — Hola, rara. — Rápidamente puso su mirada en mí y se detuvo un pequeño momento para abrazarme. — Hola, extraña persona. — Nos miramos con muecas, las cuales no duraron ni cinco segundos. Nuestras risas emitían extraños sonidos, llamando la atención de los alumnos que pasaban por nuestro lado. Pero a nosotras no nos importaba en absoluto. — Y... ¿Cómo están las cosas? Me encogí de hombros al saber de lo que ella se estaba refiriendo. — Me quedé callada. — Pare a unos pasos de la puerta de nuestro salón. — Es difícil. — Mi voz salió entrecortada. Sentí el tacto de su mano en mi hombro izquierdo, tratando de darme consuelo a través de las pequeñas y suaves caricias. Aquel simple gesto, lo había apreciado. Al igual de que ella estaba para mí como yo para ella. — Vamos. — Seguimos caminando hasta cruzar la puerta algo escandalosa al abrirla. — Después de las clases si quieres, vamos a tomar un café. ¿Qué dices? La observé por un pequeño momento, su pequeña sonrisa, a pesar de su tamaño era contagiosa. Por lo que sonriente de la misma manera asentí con la cabeza. Al escuchar el timbre que anunciaba la hora de receso, empecé a guardar mis cosas que estaban sobre la mesa. Al sentir a alguien a mi lado, por el rabillo vi a Lola ver a través de las ventanas y de vez en cuando soltaba un suspiro. — ¿Todo bien? — Al terminar de hablarle ella desvió su vista de los cristales para ahora esconder su cabeza entre sus manos. — Estoy un poco estresada por los exámenes. Posicione mis codos en la mesa para poder sostener mi cabeza con las manos. Dirigí mi mirada a donde segundos antes ella la tenía, y al darme cuenta de quienes estaban en aquel rincón, mis mejillas se ruborizan. Ahí comprendí el porqué de la actitud de mi amiga. — Oye, no tienes por qué ponerte así. Es solo un chico, él definitivamente te comprenderá. A parte, es tu novio. — Levante ambas cejas, ya que ella me miraba. — Lose, pero últimamente las cosas entre los dos están algo... Tensas. — Yo sé que lo que sea que esté pasando, se solucionará, ya lo verás. — Le guiñó un ojo a lo cual ella soltó una pequeña risa. — Valla... Creo que alguien te busca. — Dije señalando simuladamente con mi mentón. Y al ver con quien venía, mis nervios se hicieron presentes, pero aun así lo sabía ocultar bien. Lo observé por pequeños momentos, para no llamar su atención. Observaba lo bien que se veía el día de hoy. A pesar de que los cinco días de la semana vestía lo mismo, no dejaba de verse atractivo. Pero claro está que su actitud era contraria a cómo se veía. Un chico rudo, con bastante carácter, fuerte, aunque en ese sentido no más que yo. Ya que en los combates de entrenamiento me es fácil vencerlo. Sus ojos, era lo que más predominaba en él, aquella mezcla de colores, lo hace ver misterioso. Alguien que lograría con solo una mirada retadora llegar a erizar cada uno de tus bellos. El sonido de mi celular llama la atención de todos, por lo que rápidamente lo tomó. Al ver que era un mensaje de un número desconocido, sabía que había problemas. "Emergencia 1" Me levanto y con paso apresurado para dirigirme al único lugar del colegio donde nadie me vería salir. Pase por su lado y lo mire por un pequeño instante, lo cual él también lo hizo. Mi corazón latía rápidamente, casi a punto de salirse de su lugar. Pero ignorando las sensaciones seguí mi camino. Al estar en el cielo, volando alrededor de pájaros, me era imposible apreciar todo lo que estaba debajo de mí. Desde la altura que estaba, las cosas se veían un poco chicas, pero no lo suficiente como para decir que las personas parecían hormigas. Rápidamente las casas se fueron alejando de mi vista, y un gran y frondoso bosque me dio la bienvenida, estaba a punto de llegar al lugar. Empecé a descender poco a poco, hasta localizar a mi compañero. El cual me miraba con su ceño fruncido. Cuando llegue a tierra, salude con la cabeza a Ricardo. — Creía que te tardarías más. — Al mirarlo mal, solo soltó una risa baja, ya que no estábamos en una situación para hacer mucho ruido. — Mejor dime qué es lo qué pasa. — Hable en un pequeño susurro. Él rodó sus ojos, sabía que siempre iría al punto. — Hay un caso particular del cual estamos investigando. Últimamente han estado apareciendo cuerpos de jóvenes asesinados de una manera…trágica y son tirados envueltos en una sábana blanca. Tenemos a varios grupos inspeccionando por los alrededores del bosque y a nosotros nos tocó esta sección. — Dijo señalando a su alrededor. — Y esta cabaña en particular no recuerdo haberla visto antes. Inspeccione aquella cabaña, se veía vieja, pero él tenía razón. Yo tampoco recordaba haberla visto. — Hay algo raro en ella, lo siento. Él asintió concordando conmigo. Le hice una señal con la mano para que fuera a revisar el segundo piso y cuando asintió, él se fue sigilosamente. Yo de la misma manera entré al piso inferior atravesando las paredes. El lugar estaba sucio, se notaba que tenía años abandonado. Comencé con la sala, la cual no había nada más que muebles deteriorados llenos de polvo. Camine en dirección a la cocina y al entrar me impresionó ver que estuviera más limpio, aunque en ciertas partes se veían llenas de telarañas. Al revisar las estanterías estaban completamente vacías, esto me hacía sospechar. Claramente no estaba antes aquí, lo sabía, he caminado por estos lugares múltiples veces y jamás me había percatado de su existencia. Salgo de la cabaña y encuentro parado a mi compañero escribiendo en su libreta portátil, lo cual imite. Tenía que reportar todo lo que había pasado en nuestra inspección. — Es raro, en una habitación había prendas, obviamente sucias. Solo que… Este lugar me causa desconfianza. — ¿Crees que alguien aún viva aquí? — Terminamos con nuestro reporte y al mirarnos sabíamos que este lugar tenía algo que nos atraía. Él negó con la cabeza. — No estoy seguro, pero lo más probable es que no. Antes de irme, la observé por última vez. Aún tenía un sentimiento de intranquilidad, pero sabía que esta no iba a ser la última vez que vendría. Salía del colegio con Lola a mi lado, entretanto me contaba lo ridícula que se sentía por pensar que su novio se disgustaría con ella, solo por estar estresada. caminábamos tranquilas sin ningún apuro y llenas de risas, amaba pasar el tiempo a su lado, era una buena compañía. Pero nuestro andar fue interrumpido por aquella voz que la llamaba desesperado. Nos detuvimos mientras ella lo buscaba entre todos los jóvenes estudiantes que se dirigían a la salida para irse a donde sea que vayan. A la lejanía logré visualizar al novio de mi amiga, el cual estiraba su brazo durante el tiempo que realizaba movimientos constantes para que pudiéramos verlo. Nos movimos al lado izquierdo donde se encontraba un salón, aunque este estaba cerrado, nosotras nos refugiamos de los fuertes rayos del sol. En el momento que vi que se encontraba cerca de nosotras pude ver que no venía solo, estaba muy bien acompañado. Nuestras miradas chocaban constantemente y aunque no quería mantener la mirada, sin embargo, la suya estaba más que puesta en mí. Aquello no se si me llegaba a incomodar. — ¡Hola! Que bueno que las alcanzamos, las estaba buscando por todas partes. — Juan hablaba con mucho entusiasmo, algo que lo caracterizaba. — Te había mandado unos mensajes, pero como vi que no te llegaban decidí buscarlas. — Oh, lo siento, me quede sin datos. Y todo por buscar información para un trabajo en clase. Su conversación seguía mientras se repartían su amor. Sin embargo, deje de prestarle atención a su charla cuando Alejandro se posiciona a mi lado, su aura era penetrante. Mi piel instantáneamente se erizo en el momento que rozo con la suya. — A veces no soporto estar junto a esos dos, son muy empalagosos. — Hablo en un leve susurro que solo nosotros podíamos oír. Su voz salía tranquila, sin ninguna pisca de nerviosismo. ¿Acaso es consiente de lo que me causa? Era evidente que no. Sonreí levemente. — Lo sé, pero supongo que así es el amor ¿No?, te cambia por completo y solo quieres demostrárselo a tu pareja. — Encoge los hombros. — ¿Acaso te has enamorado? — Su pregunta me puso nerviosa, trate de componerme, pero él ya se había dado cuenta. — Yo-o, claro que me he enamorado, no soy una maquina para no sentir. — Sentía mis mejillas calientes por lo que supuse que estaba mas que colorada. — Yo también. Su confesión me había dejado sin palabras, no me esperaba que me dijera algo tan personal. Giro mi cabeza para verlo y su mirada estaba perdida en algún lugar. Mientras yo lo observaba detalladamente, su rostro expresaba tranquilidad y nada mas que eso. Pero un carraspeo llamo la atención de ambos. Para mi mala suerte, Juan y Lola nos observaban con una sonrisa que casi eran igual que la del joker. Asustaban con tan solo mirarlos. — Bueno, ya que tengo su atención, vallamos a la cafetería de siempre. — Yo rápidamente asentí con la cabeza. — Bien. Mi amiga se fue tomada de la mano de su novio, mientras yo iba a un lado de Alejandro. Sabía que me costaría mucho estar tan cerca de él.

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