Detrás de la máscara

Nota: si bien esta historia transcurre en el universo del juego de Sally Face, voy a tomarme libertades creativas dejando de lado el asunto paranormal para crear una realidad "alternativa" donde los personajes se desenvuelven como jóvenes comunes. Larry Miré a Sally desde mi cama, todavía me daba vueltas su pregunta por la cabeza, hubiera querido contestarle otra cosa, pero sabía lo que sentía por Ash. Pensaba que nadie podía enamorarse de él, si tan solo conociera mis sentimientos, no lo haría. Todd me había presionado cuando se enteró que me gustaba Sally, quería que le dijera algo, pero no quería perder su amistad, menos ahora que mi mamá y Henry se habían casado, las cosas se volverían incómodas. Decidí dejar el tema de lado, me puse los auriculares y puse música a todo el volumen que podía, quería ahogar mis propios pensamientos e intentar dormir. La música no hacía su trabajo como en otras ocasiones, por muy alta que la tuviera, mis pensamientos seguían sonando con el mismo volumen. Suspiré con pesadez. Volvía mirar a Sal, su máscara descansaba al lado suyo, pero, está vez, su rostro estaba oculto detrás de su cabello. Parecía que su propio cuerpo sabía cómo ocultar las cicatrices. Decidí levantarme. Dejé los auriculares sobre la cama, agarré mis cigarrillos, mi encendedor y caminé hasta la sala. Me desplomé en el sofá, encendí un cigarrillo y le di una pitada. Encendí el televisor, aunque no tenía intenciones de ver nada. Solté el humo lentamente, mientras me acostaba en el sillón. En el televisor pasaban una serie vieja que veía a escondidas cuando era niño. Apagué el cigarrillo en un cenicero y miré capítulo tras capítulo sin mucho interés, pensé que, al menos así, pasaría la noche o terminaría aburriéndome y quedándome dormido. Me desperté con el ruido de la ducha, seguramente Sally ya se había levantado. Abrí los ojos con pesadez unos segundos antes de volver a cerrarlos cansado. Escuché la ducha cerrarse y, poco después, la puerta abrirse. Abrí de nuevo los ojos y miré a Sal, llevaba únicamente la toalla envolviéndole la cintura. Me devolvió la mirada, pero no dijo nada, se limitó a saludarme con la mano y volver a la habitación. Decidí levantarme también, me metí al baño y me higienicé tomándome todo el tiempo del mundo. Todavía no quería enfrentarme a él. Una vez listo, me miré al espejo, el otro Larry me observaba con un evidente cansancio. Me di fuerzas para actuar como siempre con él, no quería alejarlo, menos después de hablar sobre vivir juntos. Bueno, más bien, nos iríamos a vivir con Todd y Neil. Intenté animarme un poco antes de salir. Él estaba preparando un poco de café en la cocina para mí, mientras tostaba un poco de pan para él. Me apresuré a meterme al cuarto y vestirme para salir a desayunar. —Buenos días, Sally Face —dije recibiendo su mirada a través de la máscara—. ¿Por qué la usas ahora? No podrás comer. —Es costumbre, ya sabes. Me extendió una taza de café antes de sacar sus tostadas de la tostadora y ponerlas en un platito. Nos sentamos en la mesa y desayunamos unos instantes en silencio. Bebí un sorbo de café clavando la mirada en él. —Pronto vuelve Ash —comentó con una sonrisa. —¿Contento, Sally? Esta podría ser tu oportunidad. Las palabras me salían tan naturales que parecía que me había resignado a verlo con ella. Él negó con la cabeza, le dio un mordisco a su tostada antes de levantar la mirada de nuevo. —¿Crees que ella se fijaría en mí? —¿Quién no se fijaría en ti? Eres Sally, el mejor chico que conozco. Ya te lo dije. Le sonreí consiguiendo que él también lo hiciera como respuesta. Pensé en el desperdicio de su máscara, podía entender que la llevara por vergüenza a las cicatrices que tenía en el rostro, pero, así, el mundo se perdía de su sonrisa. Me sentí afortunado por ser de las pocas personas que podía verlo sin ella. Terminé mi café y me ofrecí a lavar lo que habíamos usado, él, por su parte, se tiró en el sillón con Gizmo y su celular en la mano. Lo escuché teclear mientras lavaba. Me pregunté si hablaba con Todd o con Ash. Me sentí como el peor amigo que podía existir en el mundo, estaba celoso de ella cuando también era mi amiga. Parecía no querer que fueran felices juntos. Terminé de lavar, me sequé las manos y fui con él, que levantó las piernas para que me sentara. Una vez que lo hice, las bajó dejándolas sobre mi regazo. Gizmo me maulló antes de volver a enroscarse sobre sí mismo, acaricié su cabeza consiguiendo que ronroneara. —Todd planea hacer una fiesta el viernes, ¿te ha dicho? —comentó Sally de repente. —No. ¿Irás? —Tenemos que ir, amigo. Vamos a estar todos juntos después de mucho. —Es verdad. Sonreírecordando cuando éramos apenas unos niños, cuando el grupo estaba completo. Saquéun cigarrillo, lo encendí y le di una calada. Sally no tardó en desabrochar unade las correas de su máscara antes de extenderme la mano para que le diera elcigarrillo. En lugar de hacerlo, le aparté la máscara lo suficiente para poderponerlo en sus labios. Él inhaló rozando mis dedos con ellos. No era la primeravez que hacía esto, pero ahora despertaba algo en mí que no era capaz deignorar. Apartó la boca del filtro, llevó la cabeza hacia atrás y soltó el humocon suavidad. Bien, no estaba seguro por qué, pero esa simple acción, que lohabía visto hacer miles de veces en el último año, ahora hacía que cada velloen mi cuerpo se erizara. Tal vez me gustaba más de lo que había creído en uninicio.